Color de la piel y configuraciones subjetivas en jóvenes de Diez de Octubre y Marianao
“Cuando me veo y toco,
yo, Juan sin nada no más ayer,
y hoy Juan con todo
¿y hoy con todo?,
vuelvo los ojos, miro,
me veo y toco
y me pregunto cómo ha podido ser.”
Fragmento del poema “Tengo” de Nicolás Guillén.
Cuestionar nuestras realidades, resultados y logros, desde la profundización en las experiencias de vida, vivencias y configuraciones subjetivas, constituye una de las claves para el crecimiento y aprendizaje continuos —en lo profesional y personal. Por fortuna, durante la adolescencia y la juventud, el desarrollo de las estructuras cerebrales contribuye a alcanzar mayores niveles de abstracción, mayor capacidad reflexiva y de análisis crítico en torno a nuestra cotidianidad. Por ello, explorar las configuraciones subjetivas de estos grupos etarios resulta esencial para monitorear y comprender las peculiaridades de este grupo generacional, al mismo tiempo de contar con algunos indicios de hacia dónde se mueve nuestra sociedad.
Si bien existen evidencias de la voluntad política [1] por continuar avanzando en elevar los niveles de inclusión, equidad y justicia social, desde una multiplicidad de dimensiones; el énfasis de este artículo se encontrará en develar cómo aún se traducen y desplazan elementos de un plano objetivo —fisionómico— a uno subjetivo —individual y social. Para ello, y desde el afán de re-leer y analizar algunos resultados investigativos, el presente texto se centrará en identificar algunos puntos de encuentro y desencuentro en las configuraciones subjetivas de las juventudes de dos territorios de la capital —Diez de Octubre y Marianao. El porqué de esta selección guarda relación con el hecho de que, a pesar de contar con un Índice de Desarrollo Humano (IDH) similar, existen particularidades desde lo espacio-territorial y/o cultural que pueden potenciar u obstaculizar el desarrollo de una comunidad. Los municipios de Diez de Octubre y Marianao se caracterizan por un IDH [2] de 0.4600 y 0.4725, respectivamente; sin embargo, su localización resulta un elemento distintivo con una impronta en las posibilidades de acceder a determinadas estructuras de oportunidades, así como en las valoraciones que realizan miembros del exogrupo —otras comunidades y municipios— respecto al endogrupo —habitantes de Diez de Octubre o Marianao. En el caso del primer municipio, se trata de un lugar situado en la parte centro-norte; mientras que el segundo se localiza en una zona periférica, más al oeste de la capital.
Dentro de las investigaciones consultadas se encuentra la tesis de diploma en opción a la Licenciatura en Psicología “Identidad Racial de jóvenes capitalinos: Autoimagen de mestizos, blancos y negros”, en la homónima facultad de la Universidad de La Habana; la tesina para culminar el Diplomado de Psicología Social, coordinado por la misma institución; además de considerar los resultados de “Relación entre las percepciones sociales de desigualdad y los contenidos de la identidad cultural en jóvenes de Los Pocitos”, su tesis de maestría en Desarrollo Social, coordinada por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Programa Cuba), culminada en el año 2023.
Las lecturas apuntan a que las configuraciones subjetivas de estos jóvenes se encuentran matizadas y transversalizadas por elementos contextuales de las esferas individual y personológica, así como por la familiar y de pareja, con especial énfasis en la negociación de la pertenencia y el denominado mandato a “adelantar la raza”, centrado en la selección y la decisión de establecer vínculos formales con personas que realmente resultan atractivas para las jóvenes de la muestra. Otra de las esferas que transversalizan los resultados obtenidos es la comunitaria y sociopolítica, más centrada en las facilidades u obstáculos de las juventudes al acceder a las estructuras de oportunidad, que les permitan mejorar sus condiciones de vida y garanticen niveles superiores de bienestar. Por último, se mencionarán algunas intersecciones entre las dimensiones color de piel y territorio, que configuran estas subjetividades, a la vez que se expresan en el condicionamiento y la valoración de la posición —favorable o desfavorable— de cada grupo en la escala social.
La esfera individual y personológica se vincula a aquellas percepciones, asociaciones y contenidos identitarios relacionados al color de piel. En este caso, las investigaciones ponen de relieve una existencia de estereotipos negativos y posturas prejuiciadas naturalizadas a la hora de describir cada grupo social. Para las juventudes negras y mulatas, suelen expresarse criterios que subvaloran sus capacidades intelectuales, el nivel de instrucción y cultural; así como su situación socioeconómica.
Las personas jóvenes entrevistadas, residentes en este municipio, asumen que quienes tienen la piel mulata no se muestran interesadas/os o motivadas/os por actividades de la esfera académica; sino que se distinguen por ser personas muy trabajadoras, más centradas en la generación de ingresos que en su superación profesional. En el caso de Marianao, se aprecia que esta cualidad no resulta privativa de estos dos grupos, sino que se asume como un rasgo inherente a las juventudes de la comunidad; derivado —generalmente— de las crecientes carencias materiales que forman parte de la cotidianidad de muchos de sus hogares. En Diez de Octubre, se asocia a las juventudes negras y mulatas a labores limitadas al desarrollo fisionómico y a su fortaleza física —agentes de seguridad en hoteles, militares; mientras que las plazas de estratos superiores o que implican un mayor nivel analítico o denotan mayor jerarquía social, se encuentran destinadas y al exclusivo alcance de personas de piel blanca. Por su parte, en Marianao, las juventudes de piel negra son asociadas a conductas transgresoras y niveles inferiores de escolaridad.
Un elemento interesante de esta exploración, develó que a las personas mulatas se les atribuye una posición intermedia que, si bien parte de su color de piel y rasgos fisionómicos, se traslada linealmente al plano subjetivo y comportamental, expresándose como una persona creativa o con “picardía”, cualidades que se adjudican a quienes toman ventaja de los conflictos o innovan con vistas a generar sus propios ingresos, transgrediendo —en ocasiones— las normativas formales y/o el marco de la legalidad.
Desde la esfera familiar y de pareja, una de las emergencias en jóvenes de ambos municipios tiene que ver con la influencia que personas adultas y tutores legales han desempeñado en la asimilación y reproducción de estas creencias o juicios de valor sobre cada grupo. En el municipio más central, se puede identificar lo que Mónica Moreno —especialista del contexto mexicano— denomina “negociación de la pertenencia a la familia”, que en el contexto cubano se vincula al reconocido mandato social de “adelantar la raza”; cuya responsabilidad recae completamente en la mujer, por su rol de reproductora de la vida en este marco. Según Viveros (2008), la negociación de la pertenencia es afectada por las expectativas en torno a los resultados de la “mezcla” y al blanqueamiento ideal, en las que desempeñan un rol importante los discursos sobre miscegenación y la conocida ideología del mestizaje. Algo que, sin duda, emerge en Diez de Octubre cuando una de las jóvenes refiere otorgar prioridad a los rasgos fisionómicos de sus vínculos, en función de valorar la posibilidad de formalizar sus relaciones y/o tener una descendencia, en función del reconocimiento o valoración familiar o social; aunque esta no se corresponda con su criterio personal.
El mandato social de “adelantar la raza” no hace mella en la vida de todos los jóvenes.
En Marianao las juventudes también refieren que las personas negras experimentan manifestaciones de discriminación, que obstaculizan considerablemente el establecimiento de relaciones interpersonales, así como la formación de parejas como consecuencias de su color de piel. No solo tiene que ver con lo fisionómico, sino también se asume desde la traducción de elementos más objetivos a lo subjetivo; en tanto se asume que la pertenencia a este grupo —necesariamente— se corresponde con la existencia de características negativas o desfavorables, desde lo personológico y lo social.
Desde la esfera comunitaria y sociopolítica se realizó un énfasis en el acceso a la estructura de oportunidades, a partir de tener determinado color de piel. Para jóvenes de Diez de Octubre la pertenencia supone un obstáculo para mejorar las condiciones de vida de las personas con tez más oscura, sobre todo desde su vínculo con la esfera laboral. Los constantes esfuerzos para satisfacer las necesidades básicas y cubrir demandas más puntuales, se tornan mucho más complejas para las juventudes negras y mulatas de la contemporaneidad. En este caso, se aprecia un reconocimiento explícito y consciente de las dificultades para acceder a estas estructuras, mientras que las juventudes de la periferia aún no logran concientizar estas cuestiones; lo cual está funcionando como mecanismo para evadir el creciente malestar que este reconocimiento consciente pudiera generar. También puede estar indicando que existe mayor homogeneidad a lo interno de la comunidad, en la cual la dimensión con mayor peso sea la territorialidad, en lugar de contar con un color de piel en particular.
“En Diez de Octubre se asocia a las juventudes negras y mulatas a labores limitadas al desarrollo fisionómico y a su fortaleza física”.
De aquí se desprende la necesidad de analizar desde una perspectiva más amplia e interconectada cada una de estas realidades, en la cual el territorio, la posición socioeconómica y el género, también desempeñan un rol fundamental. Aunque esto aplica a ambos municipios, posee sus peculiaridades y resulta otra de las claves a considerar.
En la zona más céntrica, emerge la impronta del espacio o territorio en el condicionamiento y la atribución de determinada posición en la escala social. De este modo, las juventudes entrevistadas afirman que en los barrios donde existen mejores condiciones de vida, las personas blancas tienen las de ganar; mientras que en aquellos barrios marginales o en desventaja, los hombres negros y mulatos cuentan con mayores atractivos para las mujeres de la comunidad.
Otro indicador de la emergencia de elementos socieconómicos en las configuraciones subjetivas y en las valoraciones de cada grupo social, se vincula a la homologación de cualidades personológicas a condiciones más vinculadas al acceso a bienes y servicios que satisfagan las necesidades de cada hogar. El ejemplo más representativo consiste en la asunción de la humildad como sinónimo de carencias económicas y materiales de personas negras y mulatas; ya que trasciende su mera consideración como una cualidad personológica más individual para insertarse en un espacio más colectivo y general.
Hasta aquí, se deben destacar elementos claves para analizar estos temas y a partir de los cuales, las ciencias sociales han ganado comprensión en torno a las configuraciones subjetivas de las juventudes, así como a aquellos elementos que debemos ajustar, en función de lograr nuestro tan anhelado futuro mejor. En primer lugar, la pertenencia a dos de los grupos —juventudes negras y mulatas— está asociada a condiciones de mayor desventaja y vulnerabilidad social; mientras que la atribución de características favorables a las juventudes blancas se asume como constantes en cada asociación.
De este modo, los estereotipos negativos y prejuicios matizan los discursos de las personas entrevistadas, siendo asumidas como naturales o inherentes a cada uno de estos grupos sociales, por el simple hecho de contar con determinado color de piel.
La traducción de cuestiones fisionómicas y relacionales del espacio cotidiano en configuraciones subjetivas asociadas a las juventudes de cada uno de estos grupos sociales debe ser una de las principales alertas a la hora de estudiar, comprender e intervenir cada realidad. De aquí, la importancia de continuar analizando, cuestionando y reflexionando diariamente en torno a nuestra cotidianidad.
En este sentido, los principales retos desde la academia y la praxis profesional, deben enfocarse en continuar visibilizando y construyendo nuestras historias de vida, resignificar cada una de estas pertenencias; además de enfocarse en continuar transformándonos y moviéndonos hacia un horizonte cada vez más inclusivo, con igualdad de derechos, equidad, y justicia social.
Notas:
[1] Algunas de las evidencias son la aprobación del Macroprograma de Desarrollo Humano, Equidad y Justicia Social, del Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial, así como la contextualización de nuestro cuerpo constitucional a las particularidades de la Cuba contemporánea.
[2] Estos IDH fueron tomados del Informe Nacional sobre Desarrollo Humano, Cuba 2019. Ascenso a la raíz: La perspectiva local del desarrollo humano en Cuba, realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).