Claves antiimperialistas
21/3/2016
Inicialmente se anunció que el encuentro sería en el Centro de Investigación Cultural Juan Marinello, mas fue un punto de partida para quienes acudieron a la cita ese sábado 19 de marzo. En el salón llamado Lucius Walker del Centro Memorial Martin Luther King (CMLK) sesionó el intercambio. Allí estaban como testigo e inspiración estos dos afrodescendientes. Walker, líder de Pastores por la Paz, que no desmayó su lucha contra el bloqueo impuesto a la Isla por el gobierno de Estados Unidos. El reverendo Luther King avivó la defensa por los derechos humanos de las personas negras en su país. Ambos siguen tendiendo puentes entre quienes defienden las causas justas en el seno de la sociedad norteamericana y de la cubana.
Otros símbolos de la lucha popular, de la identidad latinoamericana y de la historia de resistencia al imperialismo, dieron la bienvenida a las y los participantes al Taller. Frases de diferentes mandatarios como expresión del afán dominador que ha caracterizado a los gobiernos de EE.UU., provocaban al análisis con un enfoque histórico. En subgrupos se compartieron reflexiones en torno a preguntas problematizadoras, que abarcaron tanto la mirada a la política internacional de la Revolución cubana, la dominación cultural que se promueve desde EE.UU., el papel de la sociedad civil cubana ante el nuevo contexto de relacionamiento con la sociedad civil estadounidense, entre otros temas.
Los grupos apuntaron como consenso que representa un giro en la política internacional cubana, el anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos. La confrontación antimperialista caracterizó la etapa previa a diciembre de 2014, con la denuncia por los daños ocasionados al pueblo cubano a partir de la guerra económica impuesta desde la nación norteña y el intento por aislar y destruir a la Revolución. Ahora el contexto cambia con los pasos hacia la “normalización” de las relaciones y la posibilidad de un diálogo sistemático sobre asuntos de interés bilateral. La política imperial sigue siendo esencialmente la misma, no han negado sus propósitos de subvertir el proceso revolucionario cubano y apuestan a que el “acercamiento” acelere su meta.
Cuba a través del internacionalismo ha tendido lazos de hermandad con pueblos del Sur, ha acompañado sus luchas y ofrecido la experiencia de sus profesionales en diversos campos para transformar las realidades sociales, en beneficio de los más desfavorecidos históricamente. Ha contribuido a la integración regional y ha respaldado a los gobiernos progresistas y a las resistencias populares. Esas prácticas solidarias impulsadas por los máximos líderes de la Revolución, han tenido en las mujeres y los hombres del pueblo cubano, a sus verdaderos protagonistas hasta nuestros días. Para quienes defienden alternativas al capitalismo en cualquier lugar del mundo, no es fortuito el valor simbólico que encuentran en la obra revolucionaria protagonizada desde enero de 1959 en la Isla.
Asumir, defender y enriquecer ese acumulado es uno de los mayores desafíos del pueblo revolucionario cubano a la luz de un escenario más complejo, cuando el vecino del norte puede creer que “la manzana maduró para caer otra vez en sus manos”. No es por tanto un asunto exclusivo de las cubanas y cubanos, mucho menos un tema para abordar solo en la agenda diplomática. Por eso al debate de este sábado, previo a la llegada de Obama a Cuba, vinieron también estudiantes de otros países de América Latina y de la juventud socialista alemana.
Una de las estrategias del imperialismo ha sido atomizar a la ciudadanía y separar a las fuerzas de izquierda, así es más fácil que la desesperanza haga mella en el campo de las subjetividades donde se alimentan las utopías. Separados, agotados y sin esperanza, no es posible emprender o sostener proyectos colectivos de transformación. La dominación con tufo yanqui se gesta también en el plano cultural, desde el consumo que promueven los medios de comunicación y la industria cultural hegemónica. En ese plano están probadas potentes armas domesticadoras. Conocerlas, exponerse a ellas con un rol activo y crítico, demanda una formación política intencionada, que destierre la ingenuidad y la banalidad. Hay que promover el consumo cultura crítico y colectivo y para eso se deben crear redes sociales que trasciendan los espacios virtuales, que propicien espacios como el de este sábado, para problematizar con las miradas de muchas personas uno o varios temas, para comprender la realidad desde diversos puntos de vista, que integre a todas las generaciones que quieran sumarse a la confrontación, a la construcción de propuestas, que junten y rompan la pasividad, el desgano, la desconfianza y el paternalismo que paraliza.
Se recordó en el debate, las palabras del presidente ecuatoriano Rafael Correa cuando decía que se está imponiendo en América Latina un nuevo Plan Cóndor para reinstalar en el poder político y económico a la derecha latinoamericana, que responde a los intereses de Washington. Solo que ahora quienes más explícitamente impulsan ese proyecto son los medios al servicio del gran capital y quienes mueven el entramado legal para socavar la voluntad popular. Sin embargo, hay un latente espíritu de lucha en el campo social, que emerge ante situaciones como las que se viven por estos días en Argentina, Brasil y Venezuela. Las clases más desposeídas han sido empoderadas o favorecidas por políticas sociales impulsadas por los gobiernos progresistas latinoamericanos. Entonces los sectores populares han de ser los protagonistas de los procesos de cambio y su profundización en cada país.
Asimismo se llamó a la acción social para responder a la política de dominación imperial con una estrategia de articulación e integración popular continental, que les diga stop a las lógicas depredadoras del gran capital, que se impone con pequeños y grandes gestos de opresión. De ahí que este taller antimperialista listara demandas y sugerencias que trascienden a Cuba y su coyuntura, aunque también le hablan al pueblo cubano.
Entre las certezas compartidas están la necesidad de hacer un trabajo ideológico más eficaz, con valores estéticos y concepciones no iluministas, que fortalezca la cultura política y la participación popular. Ningún espacio es pequeño para hacer revolución, ninguna voz es débil para proponer cómo mejorar las cosas o defender las ideas socialistas. Solo que los valores del proyecto socialista hay vivirlos cotidianamente como parte del compromiso ético por ser mejores seres humanos, sociedades más justas e inclusivas. Ahí la sociedad civil cubana está llamada a un debate que clarifique el contenido que se deposita en ese término, cuáles son sus características y funciones en el contexto político cubano, cuáles son sus mecanismos de participación y niveles de representatividad. En las reflexiones del taller se apuntó a que se defina como autónoma del estado cubano y de gobiernos extranjeros y que sea un vehículo más eficiente para facilitar la participación ciudadana en el ejercicio cotidiano de la política, esa que se teje desde abajo y que le aporta autenticidad y mayor sostenibilidad a las procesos de transformación.
El encuentro generó un documento final que titularon “Que Obama no nos marque la agenda”, una síntesis de los principales puntos tratados, si se quiere una guía rápida para interpretar la visita de Obama y el escenario complejo que vivimos. En el texto identifican reclamos al gobierno estadounidense como “la eliminación de la Ley de Ajuste cubano, del Bloqueo económico comercial y financiero, la devolución del territorio que ocupa ilegalmente en Guantánamo, así como la indemnización por todos los daños, materiales y humanos” causados al pueblo cubano.
Las y los participantes salieron a la calle en Marianao, donde está ubicado el CMLK, a compartir algunos de los mensajes que animaron el debate de alrededor de cuatro horas. Frases que recuerdan las esencias del antiimperialismo del pueblo cubano y latinoamericano y los deseos latentes en los gobiernos de EE.UU. de convertir a Cuba y la región, en su traspatio natural.
Allí en las calles está abierto el debate sobre los problemas de la sociedad cubana y los caminos para mejorar la economía y la vida de la gente. No será preciso que vengan amigos o enemigos a instalar los temas que más nos importan. Pero sí es una urgencia profundizar en ellos y ampliar el intercambio que acogió este sábado el salón Lucius Walker, sobre los beneficios y peligros de los nuevos aires que soplan desde el norte hacia la pequeña isla caribeña.
Obama pidió en la última Asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Panamá que se olvidara el pasado, una especie de “borrón y cuenta nueva”. Con ese planteamiento discrepan quienes acudieron a la convocatoria de la Red de Jóvenes Anticapitalistas y el Proyecto Nuestra América. Insisten en que es preciso recordar la historia patria, reconectar al pueblo cubano y sus organizaciones sociales con los movimientos populares del continente y asumir los desafíos de la apuesta colectiva por un proyecto que no basta con declararse socialista, ha de sentirse en cada poro cubano como parte del destino que asumimos con orgullo. Ese es el desafío mayor de este tiempo en Cuba.