Cercanía y permanencia de Daniel Díaz Torres
28/10/2020
Cada mes en el Portal Cubacine del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) concebimos un dossier dedicado a una figura del cine de la Isla, a una película significativa dentro de la filmografía nacional o a una institución asociada a la tradición del audiovisual cubano.
El pasado septiembre este espacio lo ocupó la figura de Eusebio Leal (1942-2020) quien, nacido precisamente en ese mes, se convirtió en una figura que desde su espacio tributó al cine cubano y a sus hacedores. Leal al cine, fue el título bajo el cual se agruparon los criterios de directores como Alejandro Gil, del ensayista Rafael Acosta de Arriba, así como las palabras de Eusebio en homenajes a Alfredo Guevara y Humberto Solás. El primero, realizado en la sede de la Asociación Hermanos Saíz y el segundo en la Universidad de las Artes, cuando Solás recibió el grado de Doctor Honoris Causa de la institución académica.
Con este antecedente, en el mes de octubre, volvimos la mirada a esos creadores que dejaron una profunda huella en la memoria audiovisual de los cubanos y nos encontramos con una figura muy querida y admirada por todos: Daniel Díaz Torres. Indagar en la obra de este artista, profesor y amigo cercano de otros realizadores de la Isla y el mundo, nos devolvió la siempre renovada visión de su cine en el contexto de la cinematografía nacional.
Además de los análisis sobre su obra, queríamos trazar una cartografía humana del hombre que se había vinculado a la historia del audiovisual cubano a través de ese hervidero de ideas y experiencias que fue el Noticiero Icaic Latinoamericano, aunque desde antes se había iniciado en el Instituto… como redactor de críticas y artículos sobre cine.
Su experiencia en el Noticiero… —consolidada entre 1975 y 1981—, donde trabajó como subdirector y director de algunas de sus ediciones, la rememora la cineasta Rebeca Chávez:
El cine que Daniel quería hacer y que hizo se nutrió de ese universo del Noticiero…, era una estación que le permitió desentrañar códigos de la realidad que después formarían parte de su imaginario creativo. Ya había acumulado una experiencia asentada en miles de pies de películas vistas, debatidas, buscaba expresar su punto de vista desde la diversidad de géneros, no tenía reparos en acercarse al cine del Oeste, o al melodrama, mirada aguda cuando recurre al humor, la sátira si esa estética era la que mejor se ajustaba a lo que quería expresar.
Su faceta como profesor fundador de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) la recordaron algunos de sus compañeros, como Gerardo Chijona:
Daniel, como ninguno de nosotros, convertía sus clases en un acto de magia. Había alumnos a los que prácticamente había que sacar de la cama para que asistieran a clase, pero no recuerdo ninguno que faltara a las de Daniel. De la misma manera en que recuerdo su pasión y compromiso con los proyectos de tesis y pretesis de los muchachos, que asumía y asesoraba con la misma entrega que si fueran suyos. Y cómo olvidar también los largos viajes a la escuela desde La Habana, con Daniel manejando su viejo Lada, y su interminable conversación que a veces nos aterrorizaba a todos, cuando veíamos que se apasionaba tanto con la historia que estaba contando que soltaba, sin darse cuenta, el timón del auto para enfatizar una frase.
El cineasta Manuel Pérez Paredes, cuando le comentamos la idea, fue uno de los más entusiastas en la realización de este dossier-homenaje y enseguida nos sugirió nombres, facetas de la vida y obra de Daniel que no debíamos dejar fuera. Tanto fue así que el proyecto editorial contaba con solo seis textos, y al final recibimos diez, incluidas las breves pero intensas palabras de Fernando Pérez, quien se había resistido a hablar de su amigo y ahora, seis años después de su muerte, accedía a referir un pequeño boceto de Díaz Torres.
Su texto “Daniel se nos fue antes de tiempo”, es testimonio de la amistad sostenida en el tiempo:
En sus casi cuarenta y cinco años en el Icaic, él nos dejó una huella que, no hay duda, perdurará eternamente en el cine cubano y más allá, también. El Daniel crítico de cine y conferencista, el docente en diversas etapas de su vida, pero en particular en la EICTV, el director de documentales y subdirector y realizador del Noticiero Icaic…, y el director de un buen número de películas de ficción, todos estos Daniel Díaz Torres serán pensados y repensados por nosotros y por otros. Y habrá más de un Daniel en la memoria y en la interpretación de su obra toda y de su quehacer intelectual y ético entre nosotros. Lo vamos a recordar y querer por siempre desde diversos ángulos.
Fernando Pérez, quien se había resistido a escribir sobre su gran amigo accedió a contarnos en breves palabras su apreciación de Daniel Díaz Torres:
Si ahora estoy sentado ante la página en blanco es porque me he dado cuenta de que no escribiré sobre Daniel, sino sobre su obra. Una obra de la que se escribe poco y estoy convencido de que daría para muchos artículos, ensayos y aproximaciones: desde Noticieros… clásicos y magistrales como el de La Ventana y la dupla de Las ocho vías hasta documentales sensibles como Los dueños del río y espléndidamente cinematográficos como Madera y, por supuesto, largometrajes como Alicia en el pueblo de Maravillas y La película de Ana —no solo por sus imaginativas estructuras narrativas, sino por sus incisivas miradas humorísticas sobre nuestra realidad—. Esta estrofa de hoy queda, pues, como un avance de un artículo que escribiré para Cine Cubano sobre la obra de Daniel Díaz Torres, mi mejor amigo.
En su intento de captar al creador, al hombre, al profesor…, se nos escaparon aristas, como la de su labor primera en el Icaic: crítico de cine. Queda pendiente esta deuda para completar la imagen de un artista que consolidó la realización cinematográfica y dejó su mejor legado: filmes que permanecen en la memoria, que han calado en el gusto de los espectadores cubanos y constituyen parte de lo mejor de nuestra cinematografía nacional. Por todo esto, gracias Daniel.