“Las conductas racistas y discriminatorias, una verdadera enfermedad social (…) se establecieron muy tempranamente desde poderes hegemónicos —económicos y políticos—, y estos conformaron mentalidades colectivas y patrones de conducta perversos y discriminatorios. (...) Los niños no nacen racistas, se forman como tales a partir de la sociedad en general y de las familias en que nacieron, portadoras de una mentalidad discriminadora, establecida durante siglos de historia. Para eliminarla hay que ir a las raíces y re-educar a la sociedad, en su conjunto, en un paradigma social inclusivo”.