Casas de Cultura: “Trabajar desde la comunidad para formar públicos”
Si le preguntas a una persona por un centro cultural en su municipio, lo más probable es que mencione la Casa de Cultura, y es que hoy estas instituciones son las que más presencia tienen a nivel social y popular en el ámbito artístico.
“Estos centros responden al encargo social de satisfacer la necesidad de acceso al arte, a la cultura y al proceso de creación y apreciación artística. De hecho, la Casa de Cultura, y así lo refiere el pueblo, es el acercamiento inicial, el primer referente que tienen las personas del hecho cultural en sí mismo”, asegura en entrevista para La Jiribilla Agustín Adrián Pérez González, vicepresidente del Consejo Nacional de Casas de Cultura (CNCC).
Este sistema cuenta con 349 instituciones divididas en Casas de Cultura municipales y comunales. “Hay sitios en que existe una biblioteca que quizás no preste servicios por el deterioro en sus instalaciones, pero ahí está la cultura y la labor del instructor de arte, unido a una programación cultural que forma parte de esos procesos que contribuyen a generar oportunidades de acceso a la cultura”.
En los lugares más lejanos de la geografía cubana hay experiencias que tributan al enriquecimiento de la población como las “Guerrillas Culturales 50 aniversario”, las Cruzadas Teatrales que se hacen con el movimiento de artistas aficionados y el desarrollo de una plataforma de eventos en las diferentes manifestaciones que tienen como escenario a las comunidades.
Desde hace muchos años, el Sistema Nacional de Casas de Cultura tiene como fortalezas las iniciativas y proyectos socioculturales, una extensión, a su vez, de la institución. “Existen para que más personas, sea cual sea el lugar donde residen, puedan acceder y participar de los procesos culturales”, comenta Pérez González.
Ello es complementado con la labor del profesor instructor de arte, del promotor sociocultural (personas que están, viven y trabajan para la comunidad), concatenado con la presencia de los factores del resto de las instituciones, organizaciones y artistas e intelectuales que se suman a estas iniciativas. Precisamente, el sistema de trabajo está diseñado para que se disemine la labor de esas instituciones y el alcance sea cada vez mayor.
Algunas personas plantean que las Casas de Cultura solo son factibles para la población que se encuentra cerca de las mismas y que no todas tienen las condiciones idóneas, ni de local, ni de técnicas. ¿Es cierto esta información? ¿Qué estrategias se llevan a cabo para contrarrestarla?
“Las Casas de Cultura no están ajenas, ni están exentas a sufrir el deterioro y el efecto de la situación económica que vive Cuba. Actualmente, de las 349 instituciones que existen en el país, 10 están cerradas por un estado de deterioro avanzado en sus instalaciones. Sin embargo, su encargo social no se ha detenido y brindan estos servicios en locales que ofrecen otros centros culturales del municipio.
“Desde hace muchos años, el Sistema Nacional de Casas de Cultura tiene como fortalezas las iniciativas y proyectos socioculturales”.
“Para contrarrestar estas situaciones puntuales, en los últimos cuatro años se ha trabajado desde el CNCC—ahora con la pandemia ha sido un poco más difícil llegar a los territorios y poder insistir cada vez más en esto—pero ha habido un despertar y una intencionalidad marcada, sobre todo de los gobiernos locales, en apostar por reparar las Casas de Cultura.
“Tenemos experiencias positivas en Santiago de Cuba, Holguín, Ciego de Ávila y Matanzas. En estos territorios existían instituciones deterioradas y los gobiernos locales insertaron la reparación de esos centros como prioridad en sus planes. Entendieron la importancia que tiene la Casa de Cultura y el lugar que ocupa en el imaginario popular”.
El vicepresidente del CNCC reconoce que también han existido dificultades en torno a los recursos materiales, principalmente en los insumos para las artes plásticas y los instrumentos musicales. “Durante los últimos tres años se han hecho un grupo de compras y de distribuciones desde el propio CNCC, articulado con TecnoEscena, con la Fábrica de Instrumentos Musicales de La Habana y con el Fondo Cubano de Bienes Culturales para distribuir materiales que beneficien a colectivos que incursionan en las artes plásticas, a agrupaciones categorizadas del Movimiento de Artistas Aficionados y a grupos portadores de las tradiciones cubanas. Asimismo, el pasado año se le entregó la Beca de Cultura Popular Tradicional a las tres Tumbas francesas y se les dio un monto de dinero para renovar los vestuarios”.
Las Casas de Cultura de ocho provincias cuentan con equipos de audio, tramitados con TecnoEscena. Por otra parte, a través de proyectos de colaboración internacional y de la gestión de donativos puntuales, se han hecho distribuciones de equipos de radiograbadora por Casas de Cultura de todo el país, que son utilizadas en talleres de música, de danza y de teatro.
“El CNCC, con el acompañamiento de las direcciones provinciales de cultura y en alianzas con las empresas a nivel nacional y provincial, ha desplegado un conjunto de acciones que permiten aminorar un poco los efectos. Aún es insuficiente. Hay muchos problemas acumulados de años, pero se está trabajando desde el programa de desarrollo para poder revertir esa situación antes del año 2030”, reitera el directivo.
¿Cómo, desde las Casas de Cultura, llevan el arte hacia los rincones más apartados de la geografía nacional? ¿Qué actividades y festivales destacan en este empeño?
“Para dinamizar la programación cultural y promover y estimular la labor del Movimiento de Artista Aficionados, se han creado diferentes espacios, eventos, concursos y festivales. Por ejemplo, el Festival de Teatro Olga Alonso que tiene como sede al poblado de Fomentos, en Sancti Espíritus. Con más de 20 años, es hoy el escenario fundamental para la promoción de la labor del teatro de aficionados en Cuba. También el Festival de Teatro Entre telones, en Pinar del Río.
“Creamos espacios de socialización e intercambio generacional”.
“De igual manera, la Fiesta de la Danza en Villa Clara; la Jornada Cucalambeana en Las Tunas que, con 53 años, es una de las plataformas más sólidas para promover las tradiciones campesinas en todo su esplendor musical-danzario, incluyendo las tradiciones culinarias. Más recientemente se incorpora el Festival Blanca Becerra desde Bejucal, Mayabeque. Igualmente, tenemos en Ciego de Ávila la Feria Nacional de Arte Popular que se desarrolla con carácter bienal.
“Poco a poco muchos territorios han ido despertando y creando eventos— por iniciativa propia y con el acompañamiento de las estructuras gubernamentales. Tal es el caso del Festival Tierra Buena, en Tacajó, Holguín, que deviene una plaza en el oriente del país que rinde frutos en la generación de espacios de socialización y de promoción del repertorio tradicional cubano, y a la vez estimula y reconoce la voz del Movimiento de Artistas Aficionados.
“Por supuesto, también se suman a este conjunto de eventos y festivales, otros que transitan por diferentes niveles como el Festival de Canto Coral, el Festival de Ruedas de Casino y los concursos Donde crece la palma, Cuba que linda es Cuba, y el que se realiza en conjunto con la Red de Bibliotecas de Cuba, Leer a Martí”.
¿Qué importancia tiene la calidad en la programación cultural del CNCC?
“La calidad es una de las dimensiones fundamentales, o la principal, a la hora de concebir y materializar la programación cultural, en función de contribuir de manera eficiente y efectiva a la educación del consumo cultural.
“Ese acercamiento desde la apreciación del que recibe el producto artístico tiene que estar marcado por la calidad, por el apego a la promoción de lo más autóctono, de las esencias culturales de la nación, precisamente, para responder a esa misión fundamental genérica de contribuir al desarrollo de la formación cultural integral de todos los públicos”.
Atendiendo a la problemática del envejecimiento poblacional, ¿qué estrategias se llevan a cabo para atender directamente a este sector?
“El sistema de Casas de Cultura trabaja para generar espacios que sean particularmente diseñados y que estén en función de satisfacer las necesidades de este segmento poblacional, que lo que busca fundamentalmente en nuestras instituciones son formas de emplear de manera productiva y a través del arte el tiempo libre.
“La calidad es una de las dimensiones fundamentales, o la principal, a la hora de concebir y materializar la programación cultural, en función de contribuir de manera eficiente y efectiva a la educación del consumo cultural”.
“Creamos espacios de socialización e intercambio generacional. Son muchos años de experiencia en la atención a Hogares de Ancianos y a Casas de Abuelos. Allí impartimos talleres y desarrollamos actividades culturales, no solamente con instructores de arte, sino también promoviendo el Movimiento de Artistas Aficionados integrado propiamente por personas de la tercera edad.
“Hoy tiene mucha fuerza el desarrollo de los clubes Amigos del Danzón en las Casas de Cultura y la presencia del adulto mayor en los colectivos plásticos y de artesanos; también en la música.
“¿Qué esos espacios tienen que ser cada vez mayores? ¿Qué tienen que ser cada vez más específicos? ¿Qué tienen que ser cada vez más interesantes en función de que más personas de la tercera edad se interesen, salgan de su casa y empleen su tiempo libre en aprender y socializar en nuestro espacio institucional? Es cierto. Pero también es una realidad que el sistema de Casas de Cultura brinda una atención especial, intencionada y priorizada a este segmento poblacional”.
¿Qué importancia tiene la promoción en el quehacer de las Casas de Cultura?
“El papel de la comunicación y su nexo con la programación es vital, partiendo del principio de que nadie asiste a ninguna propuesta cultural que no conoce.
“Uno de los desafíos fundamentales que ha tenido el CNCC en los últimos cinco años es, precisamente, consolidar una estrategia de comunicación que sea capaz de visibilizar la voz de nuestros artistas y que pueda crear puentes de conocimiento de la población en torno a la labor del sistema de Casas de Cultura.
“En nuestras instituciones no abandonamos las carteleras culturales físicas tradicionales como uno de los espacios fundamentales que tenemos para promover sus opciones culturales y las acciones docentes. También utilizamos la propaganda gráfica en lugares de gran afluencia para convocar a talleres y a los espacios fijos y caracterizados.
“Queremos que este proceso comunicacional también pueda construir y educar ideológicamente desde la cultura”.
“En los últimos tiempos se ha consolidado un proceso de alianzas con los medios de comunicación masiva. Son una fortaleza también la creación de los canales de televisión territoriales y las emisoras provinciales y municipales.
“La llegada de la COVID-19 nos ha hecho repensar modelos comunicativos utilizados hace mucho tiempo, que se abandonaron y que hoy surten efecto como las radio bases. También, el auge de las nuevas tecnologías y plataformas digitales nos han permitido crear perfiles en las diferentes plataformas del CNCC. Tenemos más de 250 Casas de Cultura con presencia en las redes sociales.
“Queremos que este proceso comunicacional también pueda construir y educar ideológicamente desde la cultura. No es comunicar por comunicar, sino entender y asumir la comunicación en su papel formador de la conciencia social”.
El sistema de Casas de Cultura da la posibilidad de que, además de consumir el producto artístico, esa población también se convierta en protagonista, en actor, en ejecutor del hecho cultural. “Cada una de nuestras instituciones trabaja para esa necesidad latente de hacer arte; nuestro objetivo expreso es formar públicos desde la comunidad”.