Carilda Oliver Labra
30/11/2016
Al recibir la noticia nos vino encima el estremecimiento de la obra descomunal que ha realizado en una sola vida. Siempre nos hemos preguntado de qué extraños materiales cósmicos se conforma un ser cuya influencia espiritual ya se extiende a millones de personas.
Hay mucho de Fidel en cada cubano, hay mucho de Fidel cuando afrontamos con entereza los obstáculos, cuando miramos al futuro con esperanza. Sin lugar a dudas, nos ha legado una compulsiva necesidad de luchar por la perfección de nuestra sociedad, de hacernos dignos de esa obra que es la propia Revolución y que como todas las grandes acciones todavía está en marcha.
No podemos despedirnos, el adiós es una palabra que se ocupa del pasado, tal vez lo menos tangible se constituya en lo imperecedero, lo casi fugaz, eso que llamamos poesía, lo que apenas hemos sentido y evapora su presencia dejando un raro aroma y una levedad tremenda. A esto nos atrevemos, a tocarlo en el poema, en el poema que nunca es él, y sin embargo, no hay otro modo de tenerlo.