A finales de 1880, la atención del público de San Petersburgo, capital de Rusia en ese entonces, fue atraída por un cartel teatral que anunciaba la presentación del violinista cubano Brindis de Salas, el primero de enero de 1881 en el Gran Teatro.[1] El llamado “Paganini cubano” había tenido la oportunidad de conquistar éxitos en Europa Occidental por su fama de virtuoso e improvisador, cuya presentación se caracterizaba por el cálido ímpetu emocional y la brillantez de la técnica.

En París, Brindis de Salas forma parte de la clase del eminente violinista Camilo Ernesto Sivori, alumno de Niccolo Paganini y sólido representante del arte romántico de la primera mitad del siglo, con quien perfecciona los vastos recursos interpretativos que caracterizaban su ejecución. Ello le permitió adentrarse en un universo que lo relacionó con lo más granado de la sociedad europea de la época.

Brindis de Salas, el Paganini cubano. Imágenes: Cortesía del autor

Ostentaba condecoraciones de varios monarcas europeos; en Berlín había sido nombrado violinista de cámara de su majestad el emperador de Alemania, quien lo condecoró con la Cruz del Águila Negra. Además, fue condecorado con la Cruz de Carlos III del rey de España, la Orden del Cristo del rey de Portugal, y nombrado Caballero de la Legión de Honor por la República de Francia.

Llega a Rusia procedente de Polonia, donde el famoso Paderewski[2] lo acompañó a lo largo de sus presentaciones y le propició su actuación en la urbe rusa. Inicialmente, algunos petesrburgueses pensaron que se trataba del destacado violinista mulato Bridgetower,[3] quien cautivó a Beethoven por su ejecución durante sus actuaciones en Viena. La prensa rusa contribuyó a aclarar esta duda, al difundir ampliamente su llegada y dar a conocer la biografía del artista cubano en las crónicas de periódicos y revistas.

El periódico Novosti y Birzhevaia Gazeta, en su edición número 1 de enero de 1881, anunciaba:

Los primeros conocimientos musicales los recibe de su padre, Claudio Brindis de Salas, popular profesor de danzas y autor de operetas en La Habana; después tomó clases con el reconocido violinista belga José Vander Gutch, quien lo hizo debutar en el Liceo de La Habana en 1862 siendo un niño de 10 años. La interpretación del joven violinista despertó el entusiasmo de los melómanos locales (cubanos), que supieron apreciar su poco frecuente talento; con la ayuda de estos tuvo la posibilidad de perfeccionarse en Europa. Estudió en el Conservatorio de Leipzig, bajo la dirección de Ferdinand David. Su educación musical la concluyó Brindis de Salas en el Conservatorio de París. Terminó de manera brillante, con el primer premio, en la clase de Charles Danela.

Sus presentaciones se caracterizaban por el cálido ímpetu emocional y la brillantez de la técnica.

El propio periódico Novosti y Birzhevaia Gazeta, en su edición número 3 de enero, daba a conocer los resultados del debut:

El florecimiento de la actividad interpretativa de Brindis de Salas es en los años setenta al noventa del siglo XIX. En esta época fue un intérprete sin igual, por la dimensión de sus dotes. El talentoso artista domina brillantemente todos los procedimientos expresivos y virtuosísticos de la técnica violinística romántica. No por casualidad fue llamado “el Rey de las octavas” y “el Paganini cubano”.

El debut del señor Brindis de Salas en el Gran Teatro, el primero de enero, fue muy acertado. A orillas del mar Báltico, en San Petersburgo. Por la noche, en el Gran Teatro de la capital zarista, durante los entreactos de la ópera Lucía de Lammermoor, un violinista sorprende al público con su aparición.

El público se identificó sentidamente con el ejecutante y lo hizo salir a escena unas cuantas veces. La técnica de Brindis de Salas es muy desarrollada; en esta interpretación se caracterizó por un buen tono, una gran elaboración en la interpretación, y musicalidad en el fraseo. Además, de forma especial se le daban al señor Brindis de Salas los pasajes de armónicos, los lugares de carácter cantabile y sonoro. También tuvieron bien terminados los pizzicatos. Sería deseable escuchar al señor De Salas en un concierto solo, donde todavía mostraría más completamente sus dotes”.

El talentoso violinista cubano hechizaba a todos con su estilo pleno de virtuosismo.

Por su parte, la revista Russky Musicalni Viestnik señaló: “La Cavatina de Raff, la Polonesa de Wieniawski, y, fuera de programa, La Fantasía sobre un tema de Ensillo el Caballo, fueron interpretadas, sin dudas muy bien”. La prensa comentaba que el Sr. Brindis de Salas debía estar satisfecho de la ovación que le había proporcionado su interpretación ante el público petersburgués.

La repercusión del exitoso debut no se hizo esperar y surgieron varias propuestas: “El violinista negro Brindis de Salas, que debutó en el Gran Teatro en los entreactos de la opera Lucía de Lammermoor, de G. Donizetti, hechiza a todos con su estilo pleno de virtuosismo”.

El primero de enero, será invitado a tomar parte en una de las reuniones sinfónicas de la Sociedad Musical Rusa, o para un concierto solo. Brindis de Salas goza de prestigio y popularidad.

Según los documentos en el archivo de la revista Vida musical rusa, el debut de Brindis de Salas se asentó como la primera presentación de un músico cubano en ese país, verdadera proeza para un extranjero en el escenario de la Rusia zarista.   


Notas:

[1] El Gran Teatro (Teatro Bolshoi Kamenny) de San Petersburgo fue construido en 1783 por orden de la zarina Catalina II. Albergó la compañía de Ballet Imperial y el elenco de la Ópera Imperial. Fue demolido en 1886.

[2] Ignacio Paderewski, pianista, compositor y hombre de Estado polaco. Sus triunfos como pianista en Europa y América le convirtieron en el pianista más celebrado del mundo.

[3] George Bridgetower (1779-1864), virtuoso violinista inglés, hijo de padre africano y madre europea. Debutó en París en 1789. Es recordado por haber sido el primer intérprete con el violín de la famosa Sonata Kreutzer.

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