Breves reflexiones: Cuba y la guerra mediática
Desde el comienzo de la actual pandemia se ha acentuado la formación de estados de opinión desfavorables al gobierno cubano dentro y fuera del escenario nacional. Estas posturas son promovidas e impulsadas principalmente por los Estados Unidos desde medios de comunicación no oficiales, que se valen del reciente acceso a Internet por parte de la población de la Isla. Desde estas premisas pueden plantearse las siguientes interrogantes: ¿Qué intereses se mueven detrás del telón? ¿Cómo funciona en la actualidad?
El gobierno de los EE. UU. ha logrado establecerse como la potencia hegemónica mundial, a tal punto que negar su influencia en el destino de otros países es imposible. Su poder se debe, principalmente, al control de la política mundial a través de organizaciones económicas como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Por otro lado, las empresas multinacionales logran materializar sus intereses económicos a través del soborno justificado en donaciones y auspicios, ya sea a figuras políticas específicas o partidos políticos. Cuba ha sido afectada por estas dinámicas de una manera peculiar.
La innegable influencia del triunfo de la Revolución cubana en la mayoría de la población y las nuevas promesas de cambios sociales, auguraban el fin de una etapa provechosa para las empresas americanas. El nuevo gobierno anunció en agosto de 1960 la decisión de nacionalizar las compañías estadounidenses con el fin de adjudicarle al país el control de la extracción del petróleo, la producción de azúcar y las empresas de telefonía y electricidad. La respuesta de Estados Unidos no se hizo esperar; en octubre de ese mismo año iniciaron las sanciones económicas contra la Isla con el fin de “(…) alienar el apoyo interno (…) a través del desencanto y el desaliento basado en la insatisfacción económica y la penuria. (…) causar hambre, desesperación y derrocar al gobierno”.[1] Esta medida no ha logrado aún los resultados deseados, pero sí ha supuesto una gran carga negativa para la economía del país que ha estado marginada del mercado global. Este aislamiento ha mantenido al mercado cubano como una zona relativamente virgen. La destrucción del Estado y la economía permitiría la repartición del país entre las grandes empresas multinacionales.
“Lejos de fortificar una defensa tradicional y rígida, Cuba debe trazarse estrategias flexibles y efectivas que permitan el enfrentamiento a las nuevas problemáticas que supone la tardía irrupción en la era digital”.
Las guerras mediáticas son conocidas también como guerras de cuarta generación. Estas buscan, a través de los medios de comunicación masiva, llevar el conflicto a toda la sociedad desde la manipulación, agravamiento y encausamiento de los sentimientos de desaliento y descontento en los civiles, generando en el peor de los casos un estado de ingobernabilidad debido a la destrucción de la confianza poblacional en los poderes estatales.[2] La situación de desconfianza fomenta la insurgencia y acentúa la posibilidad de la aparición de actos vandálicos, huelgas, sediciones militares y guerras civiles que sirven, en última instancia, como justificante a acciones concretas como intervenciones militares o golpes de Estado. En el caso EE. UU. vs. Cuba hay que tomar en cuenta que el segundo posee una gran ventaja dado su gran poder financiero, político y cultural, obligando al primero a asumir una posición mayormente defensiva y de contraataque.
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han alcanzado un gran calado en la sociedad y actualmente la vida humana se encuentra estrechamente vinculada a sus dinámicas. En el marco de la guerra mediática contra Cuba, las TIC han sido utilizadas dado su impacto en todos los niveles de la vida cotidiana, ejemplo de ello lo constituyen las redes sociales. Durante los últimos años se ha incrementado el acceso a las TIC por parte de los cubanos, fenómeno que ayuda a explicar por qué estas plataformas han sido escenario de gran parte de las disputas. Puede apuntarse que para este propósito Estados Unidos destina anualmente alrededor de 20 millones de dólares hacia “programas para la democracia”, presupuesto que suele dirigirse a organizaciones no gubernamentales y a su vez es utilizado en el pago de salarios a blogueros, periodistas independientes, representantes e influencers que actúan como voceros de los mensajes a divulgar.
El uso de las TIC ha representado un sinfín de ventajas para el desarrollo de las sociedades, permitiendo el avance en renglones como educación y salud. Sin embargo, son igualmente fundamentales para el impulso de políticas hostiles y guerras mediáticas, fenómenos cada vez más frecuentes en el mundo actual. Lejos de fortificar una defensa tradicional y rígida, Cuba debe trazarse estrategias flexibles y efectivas que permitan el enfrentamiento a las nuevas problemáticas que supone la tardía irrupción en la era digital.
Notas:
[1] Carta del subsecretario adjunto de Estado para los asuntos interamericanos de Estados Unidos, Lester D. Mallory, al subsecretario de Estado para los asuntos interamericanos, Roy Rubottom Jr. Ver más en: Mallory, Lester D.: 499 Memorandum From the Deputy Assistant Secretary of State for Inter-American Affairs (Mallory) to the Assistant Secretary of State for Inter-American Affairs (Rubottom). Disponible en: https://history.state.gov/historicaldocument/frus1958-60v06/d499
[2] Ejecutivo, legislativo y judicial.