Preámbulo
Se llama Casa de la Memoria Escénica desde el 2011, un bautizo hermoso que se concretó de manera legal el 15 de enero de 2011, luego de llamarse desde su fundación, en 1994, Centro de Información e Investigaciones, cuando la presidencia liderada por Mercedes Fernández creó, con una visión sensible e inteligente, un reservorio en la calle Contreras (sede del antiguo CPAE), dirigido durante cinco años por Lucía Cristina Pérez, para proteger el patrimonio, eficaz iniciativa que nació y se desarrolló hasta cerrar un ciclo que en 2024 cumple 30 años.
En el 2000, bajo el liderazgo de quien escribe estas memorias, lo que se llamaba Centro de Información e Investigaciones de las Artes Escénicas, con una biblioteca y un almacén, comenzó una renovación teórica que se empezó a concretar en el 2003, en un nuevo espacio, con una nueva concepción, objetivos y presupuestos metodológicos de lo que se quería para un espacio que conservara, protegiera y difundiera el patrimonio, estudiando algunos referentes internacionales.
A partir de ese año se bautizó como Centro de Documentación e Investigaciones de las Artes Escénicas “Israel Moliner Rendón”, homenaje a quien, entre otros aportes, escribiera la primera historia conocida del Teatro Sauto (M.N.) hasta que, en el 2011, fue bautizada con el actual nombre: Casa de la Memoria Escénica, en un proceso que hizo repensar los conceptos teóricos y prácticos; pero también los proyectos sobre los que se sigue trabajando, reafirmados en el 2008, en el Encuentro Iberoamericano de Archivos de la Escena, celebrado en Montevideo, Uruguay, y la significativa celebración en el 2009, en la sala Estorino, del I Encuentro de Archivos Cubanos de la Escena y la creación de su red en la que participaron la Sala “Yolanda Perdiguer”, del Teatro Terry; el Teatro Sauto (M.N.), la Casa de las Américas, la galería El Retablo, el Centro del Diseño “Raúl Oliva”, el Centro de Estudios de Camagüey y el Centro de Documentación e Investigaciones “Israel Moliner Rendón”, actual Casa de la Memoria Escénica.[1]
Este evento, que no volvió a realizarse, seleccionó como secretaria a Rebeca Morales, del Teatro Terry; a Jesús Ruiz, de la Galería Raúl Oliva, como vicepresidente, y a Ulises Rodríguez Febles, Casa de la Memoria Escénica, como presidente de la Red Cubana de Archivos de la Escena.
Desde el punto de vista histórico y conceptual marcó un punto de intercambio, de conceptualización y conciencia de gremio entre archivistas escénicos, en la que no todos han persistido, pero que iluminó un camino posible en el debate sobre las características significación y proyectos de colaboración de estos espacios, tan importantes para la defensa del patrimonio escénico.
La Casa
“Casa es la palabra que pronunciamos María Isabel Tamayo y yo, mientras nuestra hija Isabel, de tres años en aquel entonces, dormía. Casa es el espacio que tiene la calidez de las hogueras, la armonía y la paz de las familias. Casa es un resguardo para la memoria, para la gente y la identidad (…)”, escribí ese año, en El Libro del Aleph (apuntes de un archivista escénico)
Recuerdo que la querida Bárbara Rivero me escribió desde La Habana, cuando se decidió cambiarle el nombre: “Querido Ulises, me encanta Casa de la Memoria Escénica, es más identitario. Siempre me ha resultado esencial y emocionante el verso de Martí, cuando los sucesos del Villanueva: ‘El enemigo brutal le puso fuego a la casa’ y dijo casa para decir teatro, para decir familia, vida colectiva, nuestra casa, sentido de pertenencia, algo sin lo cual somos unos parias”.
“Casa es el espacio que tiene la calidez de las hogueras, la armonía y la paz de las familias”.
Con la aprobación de Bárbara Rivero y de Mercedes Fernández como presidenta, comenzó una nueva etapa, una de las más lindas de nuestra historia porque siempre hemos concebido este espacio alternativo como un proyecto artístico que protege y defiende la memoria escénica, como un hogar, con un Código de Ética que tiene que ver con el rigor y el respeto a la profesión, con una metodología muy cubana, creada a partir de nuestro contexto y especificidades, con objetivos y muchas otras cuestiones conceptuales y científicas, siempre adecuados al espíritu de la creación y la defensa del patrimonio.
“Lengua sin manos, no es de fiar”, es un texto del Cantar del Mío Cid que forma parte de nuestro pensamiento como Casa, una de nuestras bitácoras que nos ha llevado a crear y trabajar, una esencia para los que, durante años, han aportado algo a su edificación.
En el 2003, después de la mudada desde la sede de Contreras a lo que fuera la casa del abogado Eusebio Estorino, miembro del Teatro Universitario, en Milanés 28007, ha sido espacio para la realización de muchas acciones en favor de la cultura cubana. Cuando se revisan los archivos digitales y físicos, emociona ver los sucesos y la gente de todos los lugares de Cuba o del mundo que han estado con nosotros, compartiendo experiencias del teatro, pero también de las otras manifestaciones artísticas y de la cultura en general, lo mismo del cine, artes visuales, literatura, historia.
En la Casa de la Memoria Escénica han ocurrido paneles, charlas, conferencias sobre la cultura china, la hispana o la negra, el teatro para niños y títeres, el callejero, la danza, el circo, los temas tabúes o la concepción de un proyecto de desarrollo local, la presentación de un libro de cocina, el recital de un poeta cubano o chileno, la premiación de Chamaco, o la de los mejores espectáculos extranjeros presentados en Cuba.
“… emociona ver los sucesos y la gente de todos los lugares de Cuba o del mundo que han estado con nosotros, compartiendo experiencias del teatro”.
Durante años, han ocurrido en su sede desde un encuentro de bibliotecas, un proyecto comunitario rural o una muestra de cine, la celebración de los días de la danza, el circo o la entrega de un proyector de cine que pertenecía al Velasco, un taller o panel de Traspasos Escénicos, un evento internacional de la Unima o la ASSITEJ; la creación de la Cátedra de Estudios Dramatológicos, con el Doctor José Luis García Barrientos, un encuentro de archivos, un proyecto binacional, un coloquio sobre una personalidad o un suceso escénico o literario, entre los que pueden mencionarse los paneles del Taller Internacional de Teatro de Títeres, el Danzandos, la Jornada de Teatro Callejero, el Coloquio por los Centenarios de Dámaso Pérez Prado, Carilda Oliver Labra, Virgilio Piñera. Sede o subsede de la Feria del Libro, Premios Milanés o Fundación de la Ciudad de Matanzas, Congreso de la Unima Internacional.
Entre sus actividades destacan también la celebración de la Feria del Libro Escénico o el Premio Brene, que constituyen colaboraciones con editoriales cubanas u organizaciones como la Uneac. La Casa es proyecto artístico que recibe, además del apoyo del Consejo Provincial de las Artes Escénicas de Matanzas, y esto según el presidente de turno, el afecto concreto de muchos, y la lista es larga ─instituciones, colectivos teatrales y personas─ porque llegan a casi mil los que donan materiales históricos, libros o su sabiduría, los que nos acompañan y son parte indisoluble de su existencia. Es importante apuntar que, sobre la base de esas donaciones, se han sustentado el enriquecimiento de archivos y biblioteca.
Entre las colaboraciones más sólidas, entrañables y duraderas, están las que mantenemos con instituciones como Casa Editorial Tablas Alarcos, Casa de las Américas y el Departamento de Teatro liderado por Vivian Martínez Tabares, la Universidad de las Artes y Eberto García Abreu; el Archivo Digital de Teatro y Liliam Manzor, de la Universidad de Miami; el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid España, la Unima Cuba, el Ollantay Center de Nueva York, la Universidad de Cleveland, las editoriales matanceras y colectivos e instituciones escénicas de Matanzas y Cuba.
Gracias a esos aportes se cuenta con donaciones de dramaturgos, diseñadores, músicos, gestores culturales, actores, directores teatrales, entre las que sido vital la ayuda de creadores, investigadores de toda la isla y fuera de ella.
Entre los fondos, por ejemplo, se encuentra el dedicado a los filmes de Pérez Prado, las más de 200 voces de creadores entrevistados por Fernando Rodríguez Sosa en su espacio Entre Puentes, los diseños originales de René Fernández Santana, la donación de Juan Antonio Carbonell, las obras de los caricaturistas Manuel Hernández y Pitin. También aparece el legado documental de Israel Moliner Castañeda, la periodista Dulce Santiago, los dramaturgos Freddy Artiles, Amado del Pino y Albio Paz, el titiritero Pedro Valdés Piña, algunos guiones para la radio de Dora Alonso, entre otros muchos, que diversifican el archivo, de escénico a cultural.
“Se cuenta con donaciones de dramaturgos, diseñadores, músicos, gestores culturales, actores, directores teatrales, entre las que sido vital la ayuda de creadores, investigadores de toda la isla y fuera de ella”.
La Casa, ¿qué otro nombre iba a tener?, aunque sea el fragmento de un espacio que comparte con el Consejo Provincial de las Artes Escénicas, es un acto vivo que crece y se desarrolla y puede ser más de lo que actualmente es para convertirse realmente en una casa, con las áreas propias de un proyecto único, que además busca vías de financiamiento para rescatar, proteger el patrimonio; un sueño anhelado que trascendió el espacio, las proyecciones, los objetivos, la metodología, las áreas que dignifican su cientificidad con el que nació en 1994, y que vive dentro de nosotros (metáfora) y sentimos posible.
Lo real es que mientras muchos la apoyan, otros no logran visibilizar su importancia y significado no sólo para la escena, sino para la cultura cubana, como una bitácora, un acto de resistencia, un poema que dignifica a la memoria.
La Sala Estorino
Comenzó su restauración desde el 2003, pero su inauguración oficial fue el 25 de enero de 2005, durante el Coloquio 80 Estorinos, auspiciado por Tablas Alarcos, CPAE, CNAE y otros, para rendirle homenaje al director y dramaturgo se bautizó en vida con su nombre: Abelardo Estorino. Ese hecho marcó lo que definitivamente ha sido la sala, un espacio pedagógico, de reflexión teórica, espacio de cursos y talleres, de presentación de libros y filmes, sede de varios eventos, convertido en reservorio de archivo y biblioteca, y también lugar visitado por más de mil personalidades de la escena, la danza, el circo, el teatro y la cultura de Cuba y el extranjero, que han impartido conferencias, charlas, talleres, cursos o simplemente han sido testigo de su quehacer, lo que aparece eternizado en su libro de visita, que va desde el español, el inglés, el francés o el islandés. Para nosotros es la fecha de nacimiento de lo que es la Casa de la Memoria Escénica: el 25 de enero de 2005. A partir de esa fecha, comenzó a ser distinto.
La sala, en su interior, exhibe la pieza escultórica Romance del papalote que quería llegar a la luna, obra emblemática del dramaturgo René Fernández Santana (Premio Nacional de Teatro y dramaturgo inspirador de la ASSITEJ), una instalación que cubre gran parte de la sala, además de los Fondos bibliográficos de los también dramaturgos Albio Paz, Freddy Artiles, y otros de Dámaso Pérez Prado, José Jacinto Milanés, Amado del Pino, Jesús Barquet, Pedro Monge Rafuls, el caricaturista Pitin, que se exhiben al público y forman parte de su estética.
La Sala Estorino es un espacio cargado de historia y espiritualidad. Su valor está no sólo en su existencia, sino en los sucesos que han transcurrido dentro de sus paredes, que arquitectónicamente es un ejemplo de la conservación de una casa típica de Matanzas, y que Mercedes Fernández Pardo ayudó a preservar desde su visión directiva, transformando lo que era cuando se llegó al lugar, que pertenecía en ese momento a la Empresa de Ferrocarriles; de ser un espacio deteriorado, descuidado, un basurero, a uno de los espacios más hermosos y confortables de la ciudad, un símbolo de lo que es la Casa de la Memoria Escénica.
Algo que también ocurrió con la sede de la actual biblioteca o lo que es la recepción del CPAE, el límite entre la Casa de la Memoria Escénica: se cambió por iniciativa y empuje de transformar, lo que podía haber sido un lugar inerte, integrado a la monotonía de la realidad, embellecida por el arte.
La evolución de la Sala Estorino, desde su creación no fue la misma. En el 2008, se adecuó tecnológicamente y en confort. En el 2017, cambió su mobiliario por uno alusivo y se le incorporó la pieza escultórica de Romance…, que asumen en su diseño, como parte del propio Museo de Esculturas en Madera, los Fondos de Albio y Freddy, en la pared del fondo. En el 2019, al inaugurarse “La selva oscura”, dejó de tener el carácter polivalente de sala de actividades y su combinación con la de lecturas y consultas de la biblioteca y archivo. En la actualidad es sede de espacios sistemáticos, eventos, talleres y cursos de diversas especialidades artísticas y sociales. En 2025, será sede del Centenario de Abelardo Estorino y Rolando Ferrer, cerrando un ciclo de veinte años de historia.
El Archivo
El Archivo es el corazón de la Casa de la Memoria Escénica, donde se conserva, física y digitalmente, el patrimonio escénico y cultural, fundamentalmente con documentación desde 1958, hasta la actualidad, y con algunos fondos (mínimos) del siglo XIX, donados a partir del 2009.
Desde su creación, con la visión de Mercedes Fernández Pardo, y sus dos fundadoras, la historiadora Lucía Pérez, su primera directora (1994-1998) y Cary Oña, bibliotecaria, asumió un legado de los archivos de algunos grupos y personas, que aumentó de manera considerable a partir del 2003, como parte de un nuevo ciclo, con estrategias de localización y rescate, mediante novedosos espacios sistemáticos, relación con creadores y personas del universo cultural, que fue consolidando un prestigio y una credibilidad.
“El Archivo es el corazón de la Casa de la Memoria Escénica, donde se conserva, física y digitalmente, el patrimonio escénico y cultural”.
El archivo (más bien el Depósito de documentos), es el lugar que casi nadie ve, pero es la esencia del trabajo de la Casa de la Memoria Escénica, y ha crecido tanto que ya su riqueza documental rebasa los límites existentes, en un espacio que, además, tiene sus reglas de protección y acceso. A veces invitamos a los que nos visitan a que lo vean por dentro, a que le conozcan, a que se adentren en nuestros fondos y objetos museables, porque entre sus paredes también se conservan máscaras, títeres, vestuarios; pero también como una vía de sensibilizarlos con la labor del archivista de la escena.
Este espacio es el más sensible de todos, el que más hay que cuidar, el que se fumiga constantemente, el espacio que conserva el mismo tamaño y los mismos recursos que nos entregaron, entre el 2003-2004, y también los viejos anaqueles de la década del noventa; muestra de que una de las debilidades de este tipo de proyecto o centro es la incapacidad de directivos o funcionarios de valorar su significación para la cultura de la nación cubana. La misma estantería y archivos, la misma computadora, solo con nuevos agregados y una tecnología también de esa época, que se ha conservado con la misma sensibilidad con que se han conservado y protegido los documentos. También tiene las mismas vías rudimentarias de conservación, que se ha aprendido con la experiencia, para un archivo que crece constantemente.
La confluencia del archivo-depósito, conviviendo con especialistas y trabajadores, es una demostración de una carencia de política real entre los directivos, especialmente los de la cultura, de validar la importancia y necesidades de un archivo vivo, un reclamo añejado y sin cumplir.
Las paredes del archivo están marcadas por determinados instantes de su historia, con grafitis alegóricos a la realidad de la existencia de la Casa de la Memoria Escénica, como una prueba de su historia y también de sus eternos conflictos para desarrollarse; pero de la que también penden máscaras, muñecos o vestuarios, donados por creadores de toda la isla.
El Museo
Dentro del fragmento de la Casa se encuentran las 25 piezas del Museo de Esculturas en Madera de la Dramaturgia Cubana, que nació como proyecto de desarrollo local, un seis de febrero de 2016, con la presidencia de Jaqueline Iribe-Andudi.
Las dos primeras esculturas, creadas por el diseñador escénico Adán Rodríguez Falcón, fueron El Quijote, de Albio Paz Hernández, y Si vas a comer, espera por Virgilio, de José Milián. Siempre es una recreación en madera y otros materiales (hierro, cristal, plástico o cerámica) sobre la obra de un autor, según los objetivos e intereses del espacio.
Cada inauguración está vinculada a un suceso de la escena, y se combinan con la inauguración de exposiciones o muestras de documentos de archivo, paneles, conferencias, exhibición de documentales, presentaciones de libros…
Muchos de los autores, algunos del siglo XIX como es el caso de José Jacinto Milanés, el autor de El Conde Alarcos, obra con la que se inaugura el romanticismo teatral en 1838, han fallecido y otros son autores vivos, como es el caso de Abel González Melo o Gerardo Fulleda León. Algunos viven fuera de la isla, entre los que se encuentran Pedro Monge Rafuls (Nueva York) o Cristina Rebull Prada (Miami); la mayoría son matanceros como José Milián, Abelardo Estorino, José Ramón Brene, Gilberto Subiaurt, Jesús del Castillo, Abelardo Estorino, Federico Villoch… También hay autores de teatro para niños y títeres, como Dora Alonso, la creadora del títere nacional, René Fernández, Premio de la ASSITEJ internacional, José Manuel Espino y Norge Espinosa Mendoza.
“Cada inauguración está vinculada a un suceso de la escena, y se combinan con la inauguración de exposiciones o muestras de documentos de archivo, paneles, conferencias, exhibición de documentales, presentaciones de libros…”.
Algunos, sin ser matanceros, han tenido un vínculo, muy especial con la ciudad, como es el caso de José María Heredia, quien actuó y escribió teatro en Matanzas, Norge Espinosa, autor de muchas de las obras de Teatro de Las Estaciones y Albio Paz Hernández, quien nació en Zulueta, y durante más de veinte años dirigió El Mirón Cubano.
También hay otros, como Abel González Melo, Amado del Pino, Yerandy Fleites Pérez o Carlos Celdrán, con relaciones entrañables de colaboración y una sólida obra teatral. Quizás el caso más raro, sea la inclusión de una coreógrafa como Liliam Padrón, con una obra inspirada en un texto teatral, en este caso La edad de la ciruela, de Arístides Vargas.
“El sueño del museo es agregar piezas de valor histórico relacionado con las obras, puestas o autores”.
Cada pieza tiene una placa con una foto, los datos del autor y la obra, como, por ejemplo, la fecha del primer estreno. El proyecto está pensado para 60 piezas, las 23 actuales están registradas en Bienes Culturales de la nación y oscilan en un valor de más de un millón de pesos, abarcan a varias generaciones de autores y obras. Las piezas están distribuidas por el zaguán y la antigua cochera, que es también parte de la galería “La vitrina”, fundada en 2007, el patio “Vagos Rumores”, la biblioteca “La selva Oscura” y la sala “Estorino”.
El Museo también se conecta con otros dos proyectos, el Banco de la Dramaturgia Cubana, conjuntamente con el Ollantay Center de Nueva York, que lidera el dramaturgo, promotor e investigador Pedro Monge Rafuls; y Dramaturgia Vital, junto a Vital Teatro, coordinado por el director teatral Alejandro Palomino, que presenta una vez al mes fragmentos o teatro breve de los autores presentes en el Museo, una manera viva de rendirle homenaje a la dramaturgia nacional.
El sueño del museo es agregar piezas de valor histórico relacionado con las obras, puestas o autores, a las esculturas en madera, lo que se hace imposible por el espacio y la convivencia con el CPAE; esta ha sido una de las debilidades y hasta un peligro para el desarrollo y armonía de la Casa de la Memoria Escénica. Aunque conceptualmente es una sala museable en proceso de aprobación, para el equipo de la Casa de la Memoria Escénica sigue siendo un museo, que visibiliza y difunde los archivos, rinde homenaje a la dramaturgia nacional, como una vía de perpetuar lo efímero de la escena, un diálogo con el libro como documento y el espíritu de los autores, recreado por Adán Rodríguez Falcón.
La Biblioteca “La selva oscura”
Era parte de un área del departamento de economía del CPAE que durante 2017 y 2018 se convirtió en inservible y oscuro almacén de despojos, que solicitamos durante años para tener una biblioteca como la soñábamos, hasta que se nos concedió en el 2019, durante la presidencia de Pedro Rodríguez Caballero.
Hay varias cosas que hacen especial a la biblioteca, y es haber sido armada y construida como lo queríamos, en madera tallada con la imaginación y sensibilidad de Adán Rodríguez Falcón, que se integra a la estética y objetivos del Museo de Esculturas en Madera de la Dramaturgia Cubana.
Una biblioteca especializada, fundada el 19 de marzo de 2019 que, además, es reservorio del Banco de la Dramaturgia Cubana, y que rinde homenaje a Rine Leal y a su libro sobre la historia del teatro La selva oscura es desde, nuestro punto de vista, uno de los lugares más significativos y hermosos, al que se suma su riqueza bibliográfica que ha sido donada en su mayoría por instituciones y creadores de Cuba y el mundo, pero también por la gente de la ciudad, como un reconocimiento y un respeto al trabajo de la Casa de la Memoria Escénica.
Muchos de los ejemplares están firmados por sus autores, dejando una huella de su paso por el lugar o como parte de esas donaciones a los anaqueles, tallados en maderas preciosas cubanas, que recrean animales, espíritus y plantas que viven en nuestros montes.
El Patio “Vago Rumores” (Café La Vitrina)
El Patio “Vagos Rumores” fue bautizado con ese nombre en el 2007, durante una Jornada de Teatro Callejero, cuando Mercedes Fernández Pardo era la presidenta del CPAE. Un año antes había nacido el mural creado por Adán Rodríguez Falcón, un homenaje a la escena, realizado en madera, hierro y alambre. Existe una foto, donde nos vemos Mercedes y yo, en el acto de bautizo, junto a periodistas y personalidades de la escena cubana, participantes en el evento.
El nombre rinde homenaje a la obra de Abelardo Estorino, inspirada en la figura de José Jacinto Milanés, que vivió y murió a sólo una casa del lugar donde se encuentra la Casa de la Memoria Escénica-CPAE, en Milanés 28007, entre Jovellanos y Matanzas.
El 6 de febrero de 2016, el Patio “Vagos Rumores” transformó su espacio con el techado actual para acoger el Café La Vitrina y el inicio del Proyecto de Desarrollo Local Museo de Esculturas en Madera que, en la inauguración, contó con una de las primeras piezas creadas por Adán Rodríguez Falcón: “Si vas a comer espera por Virgilio”, de José Milián.
Posteriormente, y durante otras impactantes develaciones, se incluyeron “Romance de un papalote que quería llegar a la luna”, de René Fernández Santana; “Huevos”, de Ulises Rodríguez Febles, y “Santa Camila de la Habana Vieja”, de José Ramón Brene. Por ser de madera y tener determinadas características, posteriormente la de Fernández y Milián, se ubicaron en los lugares donde se encuentran actualmente.
Desde esa etapa, el Patio comenzó una transformación, que incluyó un mural en cerámica del artista Edel Arencibia, con el primer logo de la Casa de la Memoria Escénica, creado por Frank David Valdés, y la leyenda “Proyecto de Desarrollo Local”, que se esconde tras las plantas.
El patio combina el jardín, que lo embellece con las esculturas, la fachada de la biblioteca “La selva oscura”, y la “Pared de las Frases” sobre la escena y los archivos. Además de contar con una avecilla llamada “El bibliotecario”, que nos acompaña, libre, entre los que visitan el Café.
En el 2021 se le agregó a las vigas del techo una tramoya para funciones teatrales, entre las que se encuentran los espacios Dramaturgia Vital, creado en el 2022, en colaboración con Vital Teatro, dirigido por Alejandro Palomino, y funciones de espectáculos de Teatro Tuyo, Teatro La Proa, actuaciones de payasos, magos, narradores orales entre los que destaca el español David Areca, perfomance y músicos como Atenas Brass Ensamble o la trovadora Tanita Morena.
“El patio combina el jardín, que lo embellece con las esculturas, la fachada de la biblioteca La selva oscura, y la Pared de las Frases sobre la escena y los archivos”.
Entre otros, se han presentado desde el 2016 el actor Iván García, con fragmentos de Si vas a comer espera por Virgilio; la Compañía Danza Espiral con varias obras o acciones danzarias; Teatro Tentempié, con textos de Jesús del Castillo y la actuación de Fara Madrigal; Teatro Icarón, con Edith o Las penas que a mí me matan; la Compañía Rita Montaner con un homenaje a Gertrudis Gómez de Avellaneda, interpretado por Gina Caro, con texto de Fulleda León, o Kasandra, de Sergio Blanco, por Giselle Sobrino Leiva, bajo la dirección de Abel González Melo.
La última presentación fue la de un fragmento del monologo de Palma, por la actriz Giselle Sobrino, durante la develación en el patio de una pieza dedicada a Maneras de usar el corazón por dentro, de Yerandy Fleites. También en el patio “Vagos Rumores”, se han realizado paneles teóricos, presentaciones de libros, actuaciones circenses y homenajes a creadores escénicos. En una primera etapa, antes de 2007, cuando todavía no se llamaba “Vagos Rumores”, el proyecto Tubo de Ensayo realizó varias acciones performáticas.
El patio ha sido visitado por significativas figuras de la escena y la cultura cubana, que han actuado, realizado actividades o simplemente, se han tomado un café, sentado en sus mesas. La lista es larga.
Los múltiples proyectos de los últimos años
Desde el 2007 se sumaron a algunas de las actividades realizadas por la Casa, como las tertulias del Teatro Sauto que proviene de la década del noventa, otras de carácter sistemáticas que han permanecido, como los espacios Memorias, Luz, Coloquios de la Casa, Corazón Urbano y Corazón Guamacaro Km 9, (Premio Provincial de Cultura Comunitaria 2011, y participante en eventos internacionales) que combinado con los eventos teóricos del Festival y Taller Internacional de Teatro de Títeres, Danzandos, Jornada de Teatro Callejero, han contribuido al enriquecimiento de archivos y biblioteca.
Es importante decir que el Espacio Memorias contribuyó a la creación y enriquecimiento de los fondos del Circo Atenas y del Teatro Lírico de Matanzas, entre otros, porque uno de sus objetivos fue rescatar, conservar y difundir el patrimonio en manos de miembros de esos colectivos.
Durante el periodo 2018-2023 surgieron los proyectos Memoria Oral, liderado por Norge Céspedes, que ya va por tres proyectos culminados, convertidos en libros publicados o inéditos; la Escuela de Pensamiento Narrativo “Julio Cortázar”, con Francisco López Sacha; Taller de Historietas Escénicas, con Ulises Guerra Yi, y Dramaturgia Vital, una colaboración con Vital Teatro, dirigido por Alejandro Palomino, que han propiciado una renovación en las vías de rescatar y difundir la labor del archivo escénico.
Dos eventos fueron creados por la institución, el evento científico El anaquel, en el 2003, que permanece y se ha combinado con El anaquel de documentales sobre la escena, que nació en el 2020. Otro, como la Jornada de la Dramaturgia Cubana, existió del 2001 hasta el 2007, y siguió viviendo, a través de numerosas acciones, relacionadas con la dramaturgia, como los espacio Luz o los coloquios, contando con la presencia de dramaturgos, cubanos y extranjeros de varias generaciones, teóricos e investigadores de Cuba y varios países, muchas veces en colaboración con la Unima, Assitej, la Universidad de las Artes, Tablas Alarcos, Casa de las Américas, Ollantay Center, Archivo Digital de Teatro de la Universidad de Miami, la Galería El Retablo, la Uneac y el Consejo Superior de Investigaciones de Madrid.
Entre las investigaciones más significativas, se encuentra el libro Análisis de la Dramaturgia Cubana, dirigida como proyecto iberoamericano por el Doctor José Luis García Barrientos y coordinada en Cuba por la Casa de la Memoria Escénica, lugar donde impartió sus primeras conferencias el teórico español en el 2010, y que propició la creación de la Cátedra de Estudios Dramatológicos y Comparados.
Epílogo
Este 2024, durante la celebración de los 30 años de la Casa de la Memoria Escénica, la historia resaltará los tránsitos, las evoluciones, lo orgánico del nacimiento de muchas nuevas áreas, dentro del fragmento de Casa en la que ha vivido la memoria del 2003 al 2024, los años de batallas, aprendizaje y sueños; pero también de proyectos por alcanzar, las limitaciones de diversa índole.
También como una manera de validar la experiencia de un archivo escénico en Cuba, con particularidades muy significativas y una historia de casi tres décadas, en la que es importante la formación de especialistas en la materia, adiestrados en la experiencia del proyecto y características, entre los que hay nombres imprescindibles de archivista y gestores culturales como María Isabel Tamayo (Tati), desde el 2005, hasta ahora; Mariem Espinosa Rodríguez, que laboró durante quince años, realizó una maestría sobre la Casa; Marvelis Díaz, quien trabajó como el poeta Derbys Domínguez durante más de diez años. Igual varios fotógrafos han laborado eternizando la memoria escénica, entre los que destacan Ramsés Ruiz Soto, Ayose Naranjo, Julio César García, Ramón Pacheco Salazar, Adversy Alonso…
Este es un esbozo de una historia comprometida con el sacerdocio de proteger el patrimonio escénico, una particular mirada a un espacio para la utopía.
Notas:
[1] En el Encuentro debió asistir el Centro Nacional de Investigaciones de las Artes Escénicas, en ese momento dirigido por la Licenciada Nancy Benítez, y también el Archivo Digital de Teatro Cubano, dirigido por la Doctora Liliam Manzor; pero no lo hicieron por motivos ajenos a su voluntad. Con el Archivo Digital, se mantiene una estrecha relación de trabajo desde el 2005 hasta la fecha. Con el equipo de CNIAE, se mantuvo relaciones de trabajo, por diferentes vías, especialmente con Nancy Benítez, los investigadores Enrique Río Prado (Miembro del Consejo Asesor de la Casa de la Memoria Escénica) y Roberto Gacio. De igual manera actualmente se mantiene una estrecha colaboración con el Centro de Documentación María Lastallo, dirigido por la crítica e investigadora Marilyn Garbey.