Bogotá39 o literatura con bola de cristal
23/5/2017
Hay cosas que no soportan bien un casi; quiero decir, no entienden de por poquito ni más o menos: simplemente son o no son. Por ejemplo, sonaría sarcástico —o al menos no muy bien intencionado— afirmar que cierto señor está casi vivo, o que determinada niña es casi virgen, o que tal o más cual poeta, o novelista, escribe casi literatura. Esto meditaba un par de días atrás, al leer un artículo de cierto diario, en cuyo título se anunciaba la presencia de un escritor cubano “entre las 39 promesas de la literatura” (sic).
Los escritores seleccionados para la edición 2017. Foto: Internet.
La perplejidad no era gratuita. Si el DRAE no había modificado clandestinamente el sentido de la palabra “promesa”, y este seguía siendo el que aparece en su segunda acepción: “persona o cosa que promete por sus especiales cualidades”, entonces estaríamos en presencia de 39 autores a los que si bien aún les queda grande el género literario, determinadas gracias de sus escrituras hacen presumir que algún día revertirán esa carencia.
O sea, en un futuro—no sabemos si próximo o lejano— sus titubeantes obras alcanzarán tal grado de elaboración conceptual y lingüística, que entonces serán capaces de proponer una percepción del mundo más singular, reducirán al mínimo el manejo de tópicos y lugares comunes, todo lo cual permitirá que abandonen la categoría de promesa para, convertidos felizmente en realidad, aportarnos valores estéticos que garanticen trascendencia.
Naturalmente, a lo mejor el articulista no entendía por literatura lo mismo que yo. Para él literatura no era la obra acabada que responde a valores propios de una época y emplea como medio de expresión una lengua, sino una suerte de I Ching contemporáneo: libro de las mutaciones que, según los confucionistas, describe la situación presente de quien lo consulta, y predice cómo esta se resolverá en el futuro siempre que se adopte la posición correcta.
En fin, sumamente intrigado, Google mediante, seguí buscando información al respecto: ¿Quiénes confeccionaron la lista?, ¿Qué méritos literarios tuvieron en cuenta? ¿Acaso es posible saber cómo futuramente será una literatura que aún no lo es?
En 1951, Borges escribió: “Si me fuera otorgado leer cualquier página actual como la leerán el año dos mil, yo sabría cómo será la literatura del año dos mil”. ¿Existiría entonces un jurado—un equipo, un grupo de personas—, capaz de leer por los ojos de quienes leerán en 2050? ¿Era tal su grado de videncia que se adelantaban por mucho a los cánones estéticos actuales, hasta ser capaces de vislumbrar lo que 33 años después será santificado por la crítica? Pero, ¿con tal listado no nos estarían vendiendo una superstición, una manera de generar clientes, un simple marketing disfrazado de crítica literaria? ¿Y como sinónimo de qué habrá sido empleada la palabra “promesa”? ¿De pacto? ¿De indicio? ¿De oferta?
Portada del libro de retratos a los autores de la primera edición. Foto: Internet.
Descubrí que el concurso fue auspiciado por la filial bogotana del ya célebre Hay Festival, evento literario que tuvo origen en la pequeña población galesa de Hay-on-Wye, en 1988, y que ya ha organizado festivales en países como México, Italia, Brasil, Colombia, Nigeria, Líbano y España. Descubrí que ya antes hubo otro Bogotá39, realizado este en 2007, donde también se lanzó al “estrellato” un número similar de nuevos autores, los cuales fueron profusamente promovidos por los medios como los “mejores escritores jóvenes de América Latina”. Incluso, descubrí que hasta existe un Beirut39 para autores árabes, y un África39 para los de ese continente.
Lo que no pude descubrir fue la convocatoria previa al concurso bogotano, de modo que se garantizara una participación amplia y democrática. Googlée interminablemente, consulté a amigos —que a su vez consultaron a personas cercanas al festival—, pero nunca se divulgaron bases. Fueron los 39 seleccionados en 2007 quienes se encargaron de proponer un listado de 200 noveles autores, y luego un jurado de tres conocidos escritores estableció el elenco definitivo.
O sea, que solo a aquellos 39 primigenios de la novísima realeza literaria regional les asistía el derecho de sangre a proponer sucesores. Cómo llamar a esto: ¿Acaso literatura dinástica? ¿Los muy honorables lores de la retórica y la poética latinoamericana? Visto el caso, esos 39 de 2007 muy bien pudieron expresarse a sí mismos: ¡El rey ha muerto! ¡Viva el rey!
Hace casi 20 años, en 1999, yo fui incluido en una de esas listas. Setenta autores jóvenes latinoamericanos, menores de 40 años, fuimos invitados a participar en un congreso literario convocado por la Casa de América y la Universidad Autónoma de Madrid. La editorial Lengua de Trapo publicó una vasta antología, llamada Líneas Aéreas, la cual exhibía un sugestivo eslogan en tapa: “La guía de los narradores hispanoamericanos para el siglo XXI”.
Recuerdo que en aquel congreso se pretendió enterrar a Macondo. Decían que la literatura del Boom era sobre todo folclor, cosas tropicales y exóticas; decían que América Latina había cambiado, y, por tanto, también debía cambiar su literatura. Decían, finalmente, que eran los tiempos de las McDonald´s y los Macintosh—tiempos posmodernos y globalizados gracias a la influencia cultural de los Estados Unidos—, de manera que la nueva corriente literaria debía tener un nombre a tono con ese espíritu.
Información de la web que vende la antología Líneas Aéreas. Infografía: Dariagna Steyner.
La llamaron McOndo. De algún modo, al igual que otros narradores latinoamericanos de mi generación, yo también fui resembrado en ese macal, sin importar que jamás hubiera entrado a una McDonald´s, ni me hubiera sentado frente a una Macintosh. Pero bien, 20 años después, qué perdura de esa polémica. Solo apuntemos que hasta el propio creador del término, el chileno Alberto Fuguet, hoy afirma que ya McOndo no existe; entretanto, la literatura escrita por García Márquez, Vargas Llosa, Carlos Fuentes y demás, “promete” ser cada vez más joven.
Del autor cubano escogido entre los 39 de Bogotá, Carlos Manuel Álvarez, no puedo relatar virtudes literarias: las ignoro. Apenas repito lo afirmado en la reseña curricular divulgada por diversos medios, la cual indica que su producción ficcional es escasa. En 2013 publicó en Cuba por la Editora Abril un breve cuaderno de cuentos, y tiene también una novela inédita. De hecho, una buena parte de los seleccionados exhibe igual laconismo curricular: apenas han publicado uno o dos volúmenes de ficción, mientras no faltan autores cuyos relatos solo han aparecido en antologías y publicaciones periódicas, o que ostentan como mérito algún premio o mención municipal [1].
En fin, esperemos a ver si los que prometen finalmente cumplen. Por lo pronto, al menos no he visto pronunciamientos colectivos, o declaraciones de principio que afilien a estos autores en corrientes literarias de nuevo enfoque. Veo, eso sí, que algunos afirman pertenecer a la “última generación analógica”:ojalá esto no signifique una negación de las “generaciones Gutenberg”.
La web del Hay Festival claramente indica que se trata de la selección de los 39 mejores escritores de América Latina menores de 39 años y que además de las propuestas de los autores seleccionados hace 10 años, hubo una convicatoria abierta a todos los editores del mundo hispano, en la que me conta que no participó ningún editor cubano, por desinformación o por propia voluntad. https://www.hayfestival.com/bogota39/
Antonio; resulta que tu también te ocupas del canon; en este caso, una horma que previsualiza, pues son 39 promesas latinoamericanas, entre las que alguien de Bogotá y alrededores ha elegido a un cubano.
Creo que los cánones son como los criterios, cada uno tiene el suyo y que comparten el riesgo de la exclusión u omisión, más o menos involuntaria; porque es muy complicado fijar un grupo de autores como los más representativo de una época o generación literarias.
En cualquier caso, el canon es herramienta de uso habitual entre críticos y profesores de Literatura; asi que no tiene mayor valor que fijar la vista de lectores y critica en un grupo de gente que escribe.
He leído muchas páginas sobre el boom latinoamericano; pero en pocas se habla de Guillermo Cabrera Infante, al que considero el autor protoboom por excelencia. O el caso de Kennedy, el autor de la Conjura de los necios, que se suicidó sin tocar el reconocimiento de público ni críticos.
En fin; Antonio; que me alegra leerte y que te atrevas con algo tan simbólico y riesgoso como un canon que no has hecho tú, o sí?
Perdón Chichito, no entiendo algo de tu artículo. Si tanto “googliaste” para saber de la selección, milagro que no hiciste lo mismo para saber quién es Carlos Manuel Álvarez Rodríguez.. Lo conozco, como a tí. Un joven escritor y periodista de tan solo 27 años, que ya ha escrito crónicas impresionantes y de gran impacto para OnCuba, The New York Time, BBC, entre otros medios. En además fundador de la revista digital El Estornudo, enfocada al periodismo narrativo. Sin comparación alguna con otro medio. Ha hecho todo eso y nada más es una “promesa”. Imagínate cuando llegue a tu edad. Estudió con mi hijo en la Universidad de La Habana. Yo sé que ignorante no eres, mucho menos distraido, por eso no entiendo que hayas dicho que no lo conoces. Me suena raro de ti y de cualquiera que escriba un artículo y tenga medios para informarse. Google en este caso, que fue el tuyo. Te dejé algunos de sus datos, por si está mala la conexión o no te alcanzan tus horas de Internet. Yo muy feliz de ser su amiga, igual que de ti. Y en toda lista que los incluyan voy a celebrarlo. Cuestionamientos de selección, aparte. La verdad no suelo cuestionar premios, ni listados porque siempre eso me da cosas. Aquí lo que decide es la obra y su trascendencia en el tiempo. Lo demás es cotilleo de pasillo. Perdona, mi sinceridad. Te dejo mi abrazo claro y todos mis deseos para que yo pueda aplaudirte en cualquier selección que aparezcas por este mundo.
Hola Katia, por supuesto que vi lo de su periodismo, pero no es un listado de periodistas, sino de escritores de ficción. Sé que conoces la diferencia entre un texto expositivo y otro literario, aun cuando en lo primero se empleen técnicas narrativas. No conozco el libro de relatos que publicó; es lo que digo. Ahora bien, yo tampoco lo cuestiono; sospecho, eso sí, de esas listas en su sentido más genérico; listas en las que también he sido incluido.
Sí, se la diferencia, y también sé que muchos de los grandes escritores comenzaron haciendo periodismo. Y llegaron hasta el Nobel de Literatura: Hemingway y García Márquez, por ejemplo. Y no estoy comparando a nadie con ellos. Sólo es un ejemplo. La línea entre periodismo y literatura cada día es más estrecha. Incluso a la Crónica la consideran mucha más un género literario que periodístico. Ni hablar del periodismo narrativo, en el que se emplean las mismas técnicas narrativas de cualquier libro de ficción. No olvido mis clases con Heras León. No te mencioné el libro de Carlos Manuel Álvarez Rodríguez porque no quería extenderme en su currículo, ni su novela inédita aún, que pronto será publicada por la editorial Sexto Piso. En esa misma publica Mario Bellatín, por ejemplo. Diferencias ideológicas a un lado, para publicar con frecuencia en un medio como el The New York Times, hay que tener peso en la pluma. Y la promesa sólo tiene 27 años. Tienes todo el derecho de no saber. Imposible saberlo todo. Incluso tienes el derecho de no gustarte lo que escribe. Todos los derechos tienes, pero cuando “NINGUNEAS”, bueno ya es terreno movedizo. Y esa fue la impresión que me dio tu artículo, al dejar en tan bajo perfil al único cubano que está en esa lista. Bueno, por supuesto que estás en todo tu derecho de cuestionar lo que quieras. Yo sólo te expreso mi opinión, en mi derecho de expresarme sobre algo que hiciste público.
Katia, estoy al tanto de lo que llaman posverdad, y las diversas técnicas para lograrla, como sigo al tanto de los tres tipos de argumentos, según Aristóteles. Periodismo es periodismo “aunque los vistan de seda”, y más que logos tenga phatos. Ya expliqué en mi artículo que la literatura no admite casi, ni por poquito, ni más o menos. No me voy a extender ahora, eso sí, te prometo un artículo sobre el tema.
Es discutible. Y me parece bien, porque siempre han tenido al periodismo como un ejercicio menor. Periodistas somos también escritores. Y ve a las editoriales para que veas cuántos libros de periodistas se publican al año. ¿Somos o no somos escritores? ¿O para serlo hay que estar inventando cuentos? Los periodistas narramos, igual que cualquier escritor. Sólo que no inventamos historias. Son reales. Y esas las verdades son tan buenas como las otras. Hay que ser muy creativo también para mostrar esa realidad y que impacte. Después de casi 30 años en este oficio de periodista, quién me dice que no he escrito, que no soy escritora. No hago literatura, hago periodismo. Y lo cuento de la mejor manera. Esto es simple. No hace falta acudir a Aristóteles. Hay que teclear todos los días.
Caramba Katia, no se trata de menor o mayor, sino de que son géneros distintos. Ni siquiera es un asunto de técnicas. Si es ficción, no es periodismo: así de sencillo. Y la lista es sobre escritores de ficción.
Tú dices que no somos escritores. Lo mismo que cuestionas sobre la selección de Carlos Manuel Álvarez Rodríguez en la lista de Bogotá 39. Estamos hablando de escritores, no de literatura. En el saco de escritores cabe todo aquel que tenga habilidad con la pluma, sea periodista, cura, presidente o maestro. El también escribe ficción, que tu no la conozca, es tu problema. Eso no quiere decir que no tenga méritos literarios para estar ahí. ¿Te fijaste en el currículum de los restantes 38?
Caramba, ahora estás haciendo ficción. ¿Dónde digo que no son escritores? Creo que estoy en lo mismo. Si es ficción, no es periodismo, no cabe el periodismo. Revisé la página oficial y dice que se trata de escritores de ficción. Por tanto, los méritos cómo periodista, en este caso, no caben.
Te cito: Hola Katia, por supuesto que vi lo de su periodismo, pero no es un listado de periodistas, sino de escritores de ficción.
¿Bueno, y de cuando acá el periodismo es literatura de ficción?
Yo también te cito: “Los periodistas narramos, igual que cualquier escritor. Sólo que no inventamos historias. Son reales”. O sea, primero: si alguien se excluye de los escritores eres tú, dices que eres igual a ellos (a los escritores, los colocas como algo ajeno y te comparas). Segundo: si las historias son reales, no es ficción.
No he dicho eso. Ni voy a caer en el cuento de la buena pipa. Te he dado mi opinión sobre Carlos Manuel Álvarez Rodríguez y de su trabajo como periodista y escritor, el cual tu desconoce. Y además te dejé mis criterios sobre periodismo literatura, y si ahora quieres discutir de forma bizantina para que pase por debajo de la mesa tu desconocimiento sobre un joven escritor cubano, el UNICO incluido en la lista Bogotá 39, ya eso no me parece productivo. Y además esto debería ser un debate entre más voces. Porque ni tu ni yo tenemos verdades absolutas. Un abrazo. Me marcho, porque se me va la guagua aquí en la CDMX, que hay un tráfico de la chingada…
Queridos amigos, permítanme mediar. Cuando leí el texto de Antonio Rodríguez Salvador no entendí que cuestionara a los seleccionados directamente sino al mecanismo de tratar a la literatura como si de un parte meteorológico se tratara. Entre los seleccionados está Frank Báez, joven escritor dominicano con una obra literaria ya muy atendible y de cuyo talento no me permitiría dudar. Lo que me parece farandulero es esa suerte de ranking más conveniente para el atletismo o el tenis y menos para una actividad que muchas veces se produce tan adentro y tan en silencio como la literatura. ¿Quién se ha leído a TODOS los narradores iberoamericanos menores de cuarenta años? ¿Quién puede haber leído todo lo que han escrito? ¿Quién puede garantizarme que la literatura de mayor impacto en el público ahora mismo sea la de mejor calidad? Desconfío de estos mecanismos que, repito, me parecen faranduleros y superficiales. ¿Se imaginan que alguien hubiera hecho una cosa como esa en 1924, año de la muerte de Kafka, posiblemente el narrador que más influyó a la narrativa del siglo XX?
Cómo que no lo dices, Katia, si corté y pegué. En fin, creo que tienes todo el derecho a replicar. Si yo fuera tú, escribía un artículo y establecíamos una polémica sobre el particular. Me gusta la polémica meditada, donde uno lee varias veces lo escrito.
Ese es el espíritu, José. Lo demás es suponer porque si tengo algo que decir de los textos de Carlos, escribo un artículo sobre ellos. Si hablamos de ninguneo, habría que ver quién ningunea. Esa lista, del modo en qué ha sido confeccionada, ningunea a muchísimos escritores jóvenes talentosos que ni siquiera fueron atendidos con el rabillo el ojo.
Estas son las reglas del debate en redes sociales. Cambiarlas no se vale. Ya dije lo que quería. Repito es imposible en la actualidad conocerlo todo. Vivimos en un caos informativo. Pero compadre, Chichito, es UN SOLO CUBANO en esa lista.
Mira Katia, yo ni siquiera iba a hablar del cubano. Lo hice por requerimientos técnicos, ya que hemos estado hablando de técnicas. Cuando estaba cerrando el artículo, me percaté de que, en el arranque, en la cita que hice, se hablaba de un cubano (de hecho, la noticia me llegó porque tengo una alerta de Google con Cuba) No podía dejar desenganchada esa referencia y lo mencioné. Pero bien, la polémica me ha servido: escribiré sobre ese novedoso asunto del periodismo narrativo que más o menos ya hacía Jonathan Swift en el siglo XVIII.
Hubiera sido peor, creo yo. Fíjate que eres el primero que mencionas ese premio para Carlos Manuel Álvarez Rodríguez en un medio estatal. Eso hay que reconocértelo. Porque el resto de los medios oficiales cubanos olímpicamente lo obviaron. Al menos lo mencionaste, aunque desconoce su trabajo. Además de que lo conozco personalmente, esta promesa ha escrito trabajos muy polémicos, novedosos y de gran impacto sobre Cuba. Destaca por su pluma aguda e impecable. Te lo recomiendo. Googlea su nombre para que veas. Todos los días uno puede aprender nuevas cosas.
Katia, tengo en mi poder El nuevo periodismo, de Tom Wolfe. Siempre me sonrío con su arranque. Dice que el “nuevo periodismo” destronó a la novela como número uno de los géneros literarios; pero luego, repetidamente, menciona a Balzac como el gran referente, su maestro. ¡Un novelista del siglo XIX! O sea, lo nuevo es bastante viejo. También, paradójicamente, lo que a la larga trasciende más de Wolfe, lo que más lo universaliza, no es su periodismo, sino sus novelas. En fin, medir la calidad literaria por las ventas inmediatas, nos llevaría a pensar que el autor cubano más importante no es Carpentier, ni Virgilio, ni Lezama, ni Cabrera Infante, y demás, sino Buesa. Me has dado un buen tema.
Para eso somos periodistas. Para poner los temas.
Mi amigo Antonio, concuerdo con todo lo que has dicho. Lo cierto es que tu cuento aparecido en Lineas Aéreas es muy bueno, lo disfruto con mis estudiantes, y lo que menos nos interesa es cómo quiso ser vendido por los editores en aquel momento.
saludos
Bueno, mi punto de vista (un tanto restrictivo) es este. El periodismo, con y sin elementos de ficción, no es literatura. Los periodistas no son escritores, a no ser que un día lo sean de veras porque escriben literatura, aparte de su trabajo como periodistas haciendo periodismo… Otra cosa: si yo escribo una gran novela histórica sobre hechos ciertos y comprobables, no estoy haciendo literatura. Tal como veo la cuestión: si hay un gran periodista que hace un gran reportaje sobre hechos históricos, y lo hace muy bien, entonces no hay nada que comentar. La literatura se ocupa de aquello que no cabría ni tendría modo de caber en un reportaje, incluso si es un reportaje genial. Eso es lo que quiero decir.