Han transcurrido más de cuatro décadas desde aquella mañana en que vi llegar a la sede del Ballet Nacional de Cuba a Ben Stevenson. Aunque venía precedido de una gran reputación como exbailarín, coreógrafo y director artístico, nos impactó a todos su sencillez, su refinada cortesía y su jovialidad permanente. Era un invitado especial al 6to. Festival Internacional de Ballet de La Habana y completaba una prestigiosa delegación inglesa integrada, además, por Anton Dolin, histórica figura de la escuela inglesa de ballet y el exbailarín John R. Gilpin.
Lo recuerdo observando clases y ensayos, muy especialmente el de Prólogo para una tragedia, una obra creada especialmente por el canadiense Brian Macdonald, para ser estrenada en el evento habanero. En esa visita participó en el montaje del célebre ballet Variaciones para cuatro, de Dolin, que habían bailado los más célebres bailarines masculinos en la segunda mitad del siglo XX y que en esa ocasión interpretarían los cubanos Jorge Esquivel, Lázaro Carreño, Fernando Jhones y Francisco Salgado.
Stevenson ha puesto siempre su talento al servicio del humanismo y la amistad entre los pueblos.
Los vínculos de Ben Stevenson con el ballet cubano son antiguos y sólidos e incluyen su papel fundamental en el desarrollo de la carrera artística del bailarín Carlos Acosta, a quien llevó al estrellato internacional como miembro del Ballet de Houston, que él dirigió durante muchos años. En el 2015, durante mi visita a los Estados Unidos, tuve la oportunidad de reencontrarlo en una función del Texas Ballet Theatre, que dirige en la actualidad. Me impresionó mucho su gentileza de venir a saludarme, cuando aún casi era convaleciente de una grave enfermedad que casi le cuesta la vida, y ratificarme su admiración y respeto por el ballet cubano, detalle que acentuó al mostrarme una bella foto de Alicia Alonso en su teléfono celular.
Stevenson, que desde 1999 fue nombrado por la Reina Isabel II, Oficial del Imperio Británico, ha vuelto a nuestro país para entregarnos tres de sus exitosas obras: Tres Preludios, Esmeralda pas de deux, Réquiem de Mozart y Corceles para la reina, un estreno en ocasión del Jubileo de Platino de la monarca británica y del 120 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre la República de Cuba y el Reino Unido de la Gran Bretaña.
Desde los salones del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso ha vigilado cada detalle técnico y estilístico de esas obras que a partir de ahora integrarán el repertorio del Ballet Nacional de Cuba, en interpretaciones de gran calidad a cargo de primeros bailarines, solistas y un nutrido cuerpo de baile en el que predominan los más jóvenes talentos egresados de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso. Para este logro el coreógrafo se ha hecho acompañar de Li An Pin, director artístico asociado del Texas Ballet Theatre, y de los bailarines Henry Win, Valentín Batista y David Schrenk.
El público cubano podrá disfrutar de esta gala en homenaje a Ben Stevenson que subirá a la escena de la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba los días 10, 11, 12, 16, 17, 18 y 19 de junio. Una fiesta del gran arte coreográfico y de la amistad entre una compañía decidida a enriquecer cada vez que le es posible su diapasón coreográfico y un creador que ha puesto siempre su talento al servicio del humanismo y la amistad entre los pueblos.