El holandés Bas van Lier fue reconocido Miembro de Honor de la Cátedra de Jazz Chano Pozo In Memoriam de la Universidad de las Artes de Cuba durante la 40 edición del Festival Internacional Jazz Plaza. Está feliz con el otorgamiento de la condición, que prestigia su carrera artística, pero sobre todo por la pasión que le ha despertado Cuba en su mapa musical.

Son tres viajes ya los que le han acercado a esta Isla. Una vez, junto al pianista cubano Marcos Madrigal en el concierto Dos pianos, y los límites entre lo clásico y el jazz se difuminaron durante esa ocasión en el concurrido Oratorio San Felipe Neri de La Habana.

Luego, invitado por el grupo Sintergia Jazz Collective —integrado por estudiantes de música en aquel entonces, en Fangio Habana, uno de los más importantes espacios nocturnos de la escena jazzística habanera.

Bas van Lier y Mayquel González en Fangio Habana.

Totalmente inmerso en la improvisación, como si estuviera poseído, dibujaba en sonidos coloridos toda la emoción que llevaba dentro. Recientemente, su tercera vez aconteció durante el prestigioso evento el pasado enero, durante la cual mostró admiración y fascinación por la raíz musical de esta tierra y el talento de todos los artistas. Fueron varias las oportunidades junto a Raptus Ensemble y el pianista Ernán López-Nussa, además de los encuentros académicos en la Universidad de las Artes y las clases magistrales.

Luego de tres visitas a Cuba, ¿considera que la escena musical del país es especial a nivel mundial?

Creo que Cuba sigue siendo el país número uno en cuanto a música a nivel mundial. El arte es una forma de vida aquí. Es el único país donde la música tradicional cubana, la salsa, la rumba, el jazz y la música clásica se mezclan tan fácilmente y están entrelazadas en toda la escena musical. Hay muchísimos músicos talentosos, muchos de ellos con una enorme responsabilidad hacia el pasado, pero también abiertos a incorporar cosas nuevas. Son verdaderos maestros de sus instrumentos, pero siempre tocan con el corazón y eso es lo que se necesita para ser un buen artista, creo.

Ya has tocado con tu cuarteto y tu trío en el Festival Jazz Plaza, pero también has compartido escenario y proyectos con músicos cubanos. ¿Cómo surgieron cada uno de esos proyectos? ¿Tendrán continuidad?

La primera vez que vine a Cuba fui invitado por el Festival Jazz Plaza en 2023. Toqué tres conciertos con mi cuarteto, integrado por el bajista Phaedra Kuant, al guitarrista Jerome Jol y el baterista Gijs Dijkhuizen.

Fue en un concierto en el Teatro Nacional donde conocí a Eric Strating, ex embajador de Holanda y a la responsable de Políticas de Cultura, Comunicación y Cooperación, Olguita Ruiz. Fue un encuentro muy agradable y me empezó a gustar La Habana y Cuba. Más tarde ese año, el embajador y Olguita llegaron a Holanda con un proyecto que incluía música de Hubert de Blanck, el compositor holandés que ahora es mucho más conocido en Cuba que en los propios Países Bajos. Habían traído a la Orquesta del Liceo de La Habana, dirigida por Pepe Méndez y como invitado especial estaba Marcos Madrigal. Y de ese intercambio surgió la idea de hacer un concierto a dúo con Marcos en La Habana, como parte de las actividades de celebración del Mes de Europa en la Isla. Nunca imaginamos lo maravillosa que sería esa colaboración.

Marcos y yo nos complementamos perfectamente. Él es uno de los mejores pianistas clásicos del mundo y yo soy pianista de jazz, así que teníamos que acercarnos el uno al otro. Y es saliendo de tu zona de confort, en ese intermedio, con respeto, donde nace la música más hermosa. Marcos y yo deseamos dar este concierto alrededor del mundo. Empezaremos en Holanda y luego veremos.

En Jazz Plaza con Raptus Ensemble.

Ese año también fui invitado al Festival Jazz Plaza y tenía muchas ganas de venir con mi trío. Así lo hicimos y dimos unos conciertos estupendos en el Teatro Nacional en el marco de la noche holandesa organizada por la Embajada, en el Teatro Bertolt Brecht y en uno de los mejores lugares del mundo: la Fábrica de Arte Cubano, con sala llena y un público que se nos unió en el disfrute de nuestra música. Fue increíble compartir esa vibra con Erik Kooger (batería) y Tobias Nijboer (contrabajo), con quienes ya he tocado durante muchos años y me siento realmente en mi elemento.

“Fue increíble compartir esa vibra con Erik Kooger (batería) y Tobias Nijboer (contrabajo)”.

La última colaboración fue idea de la periodista y fotógrafa Lilien Trujillo. Surgió de su imaginación inmediatamente después de que le dijera que iba a ir al Festival. Me sugirió preparar un concierto especial junto con Raptus Ensemble, ese grupo maravilloso de Santa Clara. ¡Fue amor a primera vista! ¡Son tan especiales! No conozco nada parecido en el mundo. Su sonido es único. Creamos nuestro programa juntos con mi propia música y un par de otras que ellos eligieron de su extenso repertorio.

“Raptus Ensemble, ese grupo maravilloso de Santa Clara. ¡Fue amor a primera vista!” En la imagen, con Raptus Ensemble en el Centro Cultural La luna naranja.

“Hicimos dos conciertos durante el festival y quedamos tan contentos que decidimos grabar un álbum en La Habana antes de regresar a Holanda. ¡Y estamos pensando en hacer una gira alrededor del mundo! No puedo esperar a escuchar la grabación. La mezclará y masterizará Orestes Aquila, ganador de siete premios Grammy. ¡Así que será algo realmente especial!

¿Qué podemos esperar de este disco?

Este disco es muy especial. Tiene música clásica, percusión cubana y mi estilo de jazz al piano. Pero todos sonamos como uno solo. Eso es lo bueno de la música: si nos queremos y nos respetamos, y estamos dispuestos a salir de nuestra zona de confort, surgirá la música más maravillosa.

Nunca había escuchado un fagot tan rítmico como el que toca Niu Moreno, de Raptus. No se puede encontrar algo así en ningún lugar del mundo. No veo la hora de llevarlos a Holanda y presentarlos al público holandés. Conocen los instrumentos muy bien, pero nunca los han escuchado en este formato. ¡Va a ser genial!

“Este disco es muy especial. Tiene música clásica, percusión cubana y mi estilo de jazz al piano. Pero todos sonamos como uno solo”, dijo Bas.

En cuanto al percusionista, invitamos a José Julián Morejón a tocar en tres de las canciones. Vi a José tocar en un concierto con Mayquel González y realmente quería que lo añadieran a la grabación. ¡Me quedé impresionado con su percusión! Y aportó muchísimo a la sesión. Fue una gran experiencia verlo y oírlo trabajar. Incluso grabamos algunas canciones a dúo. Tengo que decir: ¡espérenlo y verán!

Sé que el órgano Hammond es tu otro amor, y has encontrado uno en La Habana que te ha permitido ofrecer un taller en la Universidad de las Artes, una clase magistral en la Fábrica de Arte Cubano y para compartir su belleza con el gran público. ¿Fue fácil encontrarlo? ¿La gente lo conocía aquí?

¡Esa también es una historia divertida! El ISA me pidió que fuera a dar un taller de piano. Algunas personas me habían visto en línea tocando el órgano Hammond en Holanda y me dijeron que les gustaría que pudiera dar una clase magistral de Hammond aquí en Cuba, pero eso no iba a ser posible porque no había Hammonds en la Isla. Entonces dije: ¡hay uno! Lo vi en 2023 en una azotea. No se llevan esos instrumentos en un avión. ¡Debería ser alguien de allí!

Bas pudo dar la clase magistral de Hammond en el ISA.

“No”, fue la respuesta. “¡Conocemos a todos los músicos aquí y no hay nadie que tenga uno!” Les pedí que preguntara una vez más y después de una semana recibí una llamada: “¡Tenías razón! Hay una persona aquí con un Hammond. Se trata de Eduardo, un español amante de la música que toca ese instrumento como hobby. Así que le dije: “Nos vemos con él el primer día que esté en La Habana y tal vez pueda dar esa clase magistral”.

Ese primer día conocí a Eduardo, una maravillosa persona. Me dijo que era un milagro que lo viera, porque solo tocaba tres o cuatro veces al año. Pero estaba escrito en los astros, así que pude usar su Hammond para el taller e incluso tocarlo en el Teatro Nacional en la Noche Holandesa del Festival Jazz Plaza. Tuve que agradecerle a Eduardo por eso. ¡Es una gran persona!

El taller fue mágico porque ninguno de los estudiantes había visto nunca un Hammond en persona, y después de una hora realmente vi que la llama comenzaba a encenderse en algunos de los estudiantes. ¡Es algo mágico de ver!

Con Eduardo: “una maravillosa persona”.

Luego, ese mismo día por la tarde, ofrecí una clase magistral en la Fábrica de Arte Cubano, acompañado por un estudiante de batería que conocí en abril, miembro de Sintergia Jazz Collective. Para mi sorpresa no había poca gente entre el público. Entre ellos estaba el gran flautista Orlando Valle, Maraca, que subió al escenario conmigo para una última improvisación juntos. No puedo imaginarme un mejor final.

Has sido nombrado profesor invitado de la Universidad de las Artes de La Habana y este enero también miembro de Honor de la Cátedra de Jazz Chano Pozo in Memoriam. ¿Hay algún paso más en este camino de colaboración académica?

Es un gran honor, y ahora mismo estoy en una edad en la que me gusta compartir todo lo que sé. Así que es el momento adecuado para mí. Es aún más especial, porque junto con el ISA voy a introducir el órgano Hammond y la Caja Leslie en Cuba.

Primero queremos crear un curso corto, pero trataremos de ampliarlo a un semestre y luego, a largo plazo, a un plan de estudios de cuatro años para convertirlo en un perfil de estudio completo en la Universidad. Eso realmente marcaría la diferencia porque el instrumento es perfecto para Cuba: es percutivo, melódico y el sonido te llega al corazón. Puede ser muy amigable, encantador, ¡pero también puede gritar y echar vapor! ¡¡¡Como en la vida real!!! No puedo esperar a ver qué van a hacer con él.