El nombre de Azari Plisetsky (Moscú, 13 de julio de 1937) se inscribe con grandes caracteres en la fructífera historia del Ballet Nacional de Cuba. Llegó a nuestro país en 1963 para colaborar en la formación de bailarines y aquí permaneció durante 10 años. Primer bailarín y partenaire de Alicia Alonso, pedagogo riguroso y exigente, contribuyó al realce del elenco masculino de la compañía cubana. [1]

¿Por qué regresó Azari Plisetsky a La Habana?

Me interesa apreciar cómo crece la Escuela Cubana de Ballet. La semilla que sembramos tan temprano, en los años 60, ha dado buenos frutos y hay que gozar al ver los resultados. Por eso vengo a ver cómo se desarrollan, cómo se multiplica la gloria del ballet cubano. Esas son las razones para aceptar venir, cuando me invitaron al Festival acudí con mucho gusto.

Usted llegó a Cuba en 1963, con la Revolución triunfante…

El entusiasmo era grande, me gustó ese cambio de energía, ver a esa juventud entusiasta, siempre es estimulante participar en algo que nace.

Durante varios años fue el partenaire de Alicia Alonso…

Fue un trabajo que hice con mucho placer. La historia de Alicia es muy atrayente, aunque era una mujer de 40 años tenía mucha energía que trasladaba a los jóvenes. Por eso la Escuela Cubana de Ballet se desarrolló como un milagro, muy rápido y con gran éxito.

También bailó con las cuatro joyas. [2]

Yo tuve que trabajar duro porque no había otros chicos para acompañar a tan buenas bailarinas, tuve que bailar con todas, no solo con Alicia, que era mi principal trabajo aquí. Acompañé a las bailarinas al Concurso Internacional de Ballet de Moscú, y al Concurso de Varna, en Bulgaria, dos veces, donde obtuvieron premios, y eso me da mucho placer, el saber que a través de la Escuela Cubana hicimos otros nombres.

“Me interesa apreciar cómo crece la Escuela Cubana de Ballet. La semilla que sembramos tan temprano (…) ha dado buenos frutos (…)”.

Me gustaría que evocara a Fernando y Alberto, los hermanos Alonso.

Eran mis grandes amigos, tanto como Alicia. Fue fantástico trabajar con ellos. Ella aportó mucho a la técnica de esta expresión. Fernando contribuyó mucho al desarrollo de los primeros profesores, a la pedagogía de la Escuela Cubana de Ballet. Alberto era muy creativo, hizo muchos ballets interesantes. Ese trío, juntos, era una amalgama que dio muchos frutos a la cultura mundial.

Había enormes prejuicios con respecto a la incorporación de bailarines.

Los prejuicios hicieron mucho daño a la hora de crear la Escuela, hubo que vencerlos para atraer a los chicos, hubo que convencerlos de que el trabajo de un bailarín es muy serio. Por eso era importante el ejemplo personal para persuadirlos. Por cierto, esa labor dio considerable resultado, ya hoy no tenemos que soportar los prejuicios que enfrentamos antes.

Formó al elenco masculino del Ballet Nacional de Cuba…

No puede decir que yo los formé, los formamos todos. Trabajamos en equipo, Alicia contribuyó enormemente. El repertorio era lo que daba la posibilidad de desarrollo a los bailarines, el empleo de la técnica y su presencia en el escenario. Si yo participé en eso, mejor todavía, pero no fui yo solo, era un trabajo colectivo.

Para cuatro grandes bailarines creó Canto Vital. [3]

Sí, es cierto porque yo quería destacar el logro de los bailarines que llegaron al mundo del teatro y querían crear. Hice este ballet para demostrar lo que habían alcanzado, la cualidad técnica y la calidad artística de cada uno. Tener esos cuatro gloriosos bailarines [4] no era casualidad, había que realzar sus méritos artísticos.

Yo quería aprovechar al máximo su técnica, sus ganas de vivir. Cuando empezamos a laborar para crear laEscuela había que trabajar con el ejemplo personal, manifestar que podían obtener altos resultados, muy palpables en el escenario. Esa obra la inventé para mostrar las posibilidades del cuerpo humano de convertirse en ave, en pez, quería mostrar a través del arte coreográfico las cualidades de los jóvenes bailarines. Y creo que lo conseguimos porque esa obra ha sobrevivido por muchos años. Hasta ahora está en el repertorio del Ballet Nacional de Cuba y eso me da mucha satisfacción.

Usted fue un puente entre Alicia Alonso y Maya Plisetskaya, entre la escuela rusa y la escuela cubana.

Bien dicho, me sentí como puente entre dos grandes figuras, entre dos extraordinarias artistas, entre las dos escuelas. Maya, consciente o inconscientemente, también contribuyó al crecimiento de la Escuela Cubana. Cuando pidió a Alberto Alonso hacer Carmen para ella, eso fue un momento crucial para crear esa gran obra que existe hasta ahora, que inspira a los bailarines del mundo.

“Cuando empezamos a laborar para crear laEscuela había que trabajar con el ejemplo personal, manifestar que podían obtener altos resultados (…)”.

El Festival Internacional de Ballet de La Habana incluyó Carmen en la gala de clausura.

Me llenó no de gloria, sino de satisfacción al ver que esta obra sobrevive después de tantos años, yo fui el primer protagonista del rol de don José, que bailamos con Alicia. Cosechar estos resultados me da la gran alegría de decir que hemos vivido con plenitud, que no trabajamos en vano, que creamos algo que creció, que se desarrolló, que sigue aportando frutos.

Después de concluir su estancia en Cuba trabajó con Maurice Béjart y Roland Petit.

A esas grandes figuras que usted ha mencionado yo las conocí a través de Cuba porque nos cruzamos en nuestros viajes artísticos, con esos coreógrafos intercambiamos experiencias e información. Cuando terminé mi estancia en Cuba, recibí muchas propuestas para trabajar en otras compañías, como la de Maurice Béjart, la de Roland Petit. Ya acumulaba experiencia artística y pedagógica que era una prolongación de mi vida personal. No hay que separar el trabajo de Cuba de la página siguiente, de lo que vino después.

Bailó roles clásicos y modernos. ¿Cuáles prefiere recordar?

Entre los clásicos, claro que es el rol de Albrecht, de Gisselle, me aportó mucho su dramatismo; pero también adoro el papel de Don José, en Carmen. Es estupendo, participé en el nacimiento de ese ballet

En 2018 publicó su autobiografía. [5]

Fue traducida al francés, y me gustaría mucho que fuera traducida al español, me encantaría se publicara en Cuba. Estoy indagando esa posibilidad.

Usted es miembro de una ilustre familia de artistas rusos.

Es cierto, pero esa no es mi culpa.

Se habla del alma rusa

La familia obliga, la nobleza obliga, como dicen. Me ha obligado a desarrollarme como bailarín, como profesor para saber transmitir mi experiencia, para llevar el nombre de mi familia siempre en alto.

¿Qué sugeriría a las nuevas generaciones de bailarines cubanos?

No sugeriría nada en el aspecto técnico, sí lo haría en el de la expresión artística. Si la técnica se desarrolla como propósito final, no es correcto. Lo más interesante es transmitir emociones, es lo que aplaude el público cubano.

“Si la técnica se desarrolla como propósito final, no es correcto”.

Hoy es un maestro que reclaman en muchas partes del mundo

Voy a regresar a Europa porque tengo trabajo allá. Vivo en Laussana hace muchos años, trabajo en la compañía de Maurice Béjart, que era una enorme figura del ballet clásico y moderno. Seguimos trabajando, mientras podamos.

En Lausana viven dos bailarines cubanos, Ekaterine Zuaznábar y Julio Arozarena. ¿Tiene vínculos con ellos?

Sí, muy estrechos. Somos la misma familia.


Notas:

[1] Entrevista realizada el 1 de noviembre de 2024, unas horas después de la clausura del Festival Internacional de Ballet de La Habana.

[2] Así fueron bautizadas por el crítico Arnold Haskell las bailarinas Loipa Araújo, Aurora Bosch, Josefina Méndez, Mirta Plá.

[3] Canto vital, coreografía de Azari Plisetsky estrenada en 1973 por el Ballet Nacional de Cuba.

[4] Los bailarines son Lázaro Carreño, Jorge Esquivel, Orlando Salgado, Andrés Williams.

[5] La vida en el ballet. Crónicas familiares de Plisetskys y Messerers, 2018.

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