Letras de Cuba allende los mares

María Carla Gárciga
19/2/2016

¿Se valora más el hogar en la literatura cuando estamos distantes de este?¿Vemos la realidad de nuestra Isla de forma diferente? ¿La nostalgia podría convertirse en leitmotiv de la narrativa y la poesía de aquellos que residen fuera de su tierra?

Estas y otras interrogantes intentaron responder el poeta cubano residente en Uruguay Marcel Cabrera y la investigadora cubanoamericana Dayamí Abela, en el Panel sobre literatura cubana de la diáspora, desarrollado en el contexto de la Feria Internacional del Libro, como parte del VI Encuentro de Jóvenes Escritores de América Latina y el Caribe.

Cabrera relató su experiencia personal en el exterior desde una visión intimista. En este sentido, afirmó: “Al hablar de la diáspora, nos vienen a la mente diferentes conceptos como nación, país, patria. Viví en Cuba 17 años, pero mi padre es uruguayo. Cuando llegué al Uruguay no incorporaba mucho la riqueza popular cubana en mis textos, pero luego lo hice y sentí que hablaba un idioma propiamente mío, el cubañol. Desde afuera ves cosas que no te llegan dentro del país, y la nostalgia te hace volver hacia tus raíces y hacia lo que eres como cubano”.

En Suramérica, el joven escritor dirige el proyecto social “Luces”, que consiste en llevar la poesía hacia centros periféricos y a veces marginados, como los barrios interiores, las cárceles, las calles. Cabrera compartió con los presentes diversas anécdotas personales dentro y fuera de Cuba y afirmó que es fundamental convertir a los escritores en activistas. Asimismo, expresó que los poetas deben ir en busca de la cotidianidad y ser genuinos, aunque eso signifique romper esquemas.

Para finalizar su disertación, el autor seleccionó las lecturas de tres de sus poemas, reflejo de la añoranza por el pasado y la patria que lo vio nacer: “A los que se fueron, pero se quedaron”, dedicado a la emigración, “Joven niebla” y “Mi infancia”, que, según apuntó, “encierra toda la nostalgia hacia mi país y hacia la edad de oro de la que hablaba José Martí”.

Por su parte, la joven crítica literaria Dayamí Abela expuso los resultados de una investigación que viene desarrollando sobre la vida y obra de cuatro destacados escritores cubanos residentes en Miami. Se trata de los llamados “cuatro fantásticos”: Chely Lima, Daína Chaviano, Sergio Andricaín y Antonio Orlando Rodríguez, quienes además de su fecunda obra en solitario, desarrollan proyectos conjuntos para promover la lectura e incentivar la escritura creativa.

Chely Lima, cuyas creaciones se mueven dentro de los géneros ciencia ficción, fantasía y también la poética, reside e imparte actualmente talleres de literatura creativa y guion para el Florida Center forthe Literary Arts del Miami-Dade College. En 1980, fue reconocido en Cuba con el Premio David por su libro de cuentos Monólogo con lluvia, y en 1998 con el Juan Rulfo en la categoría de literatura infantil por El cerdito que amaba el ballet.

Abela destacó entre su obra los poemariosTodo aquello que no se dice (2011), publicado en La Habana por la editorial Letras Cubanas; Discurso de la amante (2013), de Imagine Clouds Editions, EE.UU.; las novelas los Triángulos mágicos y Confesiones nocturnas (1994), ambas de la Editorial Planeta, México, así como Isla después del diluvio (2010), de Ediciones Malecón, Linkgua USA.

Asimismo, realizó un breve análisis literario de Memorias del tiempo circular (Eriginal Books, EE.UU., 2014), “una novela de espionaje que mezcla distintos géneros literarios, maravillosa y exquisita”, y Lucrecia quiere decir perfidia (Ediciones Bagua, España, 2015), “mezcla de género detectivesco, novela negra y altas dosis de humor”.

Con respecto a Daína Chaviano, la estudiosa hizo énfasis en su tetralogía novelística “La Habana oculta”, a la que pertenecen las obras El hombre, la hembra y el hambre, Premio Azorín de Novela en España en 1998; Casa de juegos (1999), Gata encerrada (2001) y La isla de los amores infinitos (2006). En sentido general, la serie ha sido calificada por la crítica especializada como el proyecto narrativo más coherente de su generación para entender la psicología social y los altibajos espirituales de los cubanos.

Según comenta Abela, “los personajes coinciden en un bar y se percatan de que han vivido la misma historia. La obra muestra el encuentro consigo mismo y el conflicto del exiliado.La Habana está presente desde las primeras líneas, incluso se menciona la frase de Lecuona, ‘estás en mi corazón, aunque estés lejos de mí’. En todo momento, nos topamos con la presencia de la ciudad en que nació la autora”.

Por su parte, la dupla Sergio Andrecaín y Antonio Orlando Rodríguez cuenta con una obra vasta de literatura infantil a dos manos, en la que resaltan los títulos Rustam el valiente y otras historias, El pequeño gran pescador y otras historias, Lalla la hermosa y otras historias, La joven de los cabellos de oro y otras historias y ¡Piratas a la vista! y otras historias, publicadas por Editorial Panamericana, Bogotá, en 2012. Además, crearon la Fundación Cuatro gatos (www.cuatrogatos.org), que desarrolla proyectos educativos y culturales para fomentar el hábito de la lectura.

“Sergio Andrecaín y Antonio Orlando Rodríguez han sido reconocidos entre los 100 hispanos más influyentes de Miami por sus investigaciones de literatura infantil y su propuesta de difundir la literatura en español en EE.UU.. La fundación que llevan ambos otorga también un premio a los autores que han escrito las mejores obras en lengua española dentro del país.

“Además, tienen otro proyecto que se llama “Libros Caminantes”, para poner la literatura más cerca del pueblo que no suele leer; han establecido puntos de libros en las paradas de guagua y si a la persona le gusta lo que lee, puede llevarlo al ómnibus y continuar la lectura. Cuando terminan, dejan el libro en cualquiera de los puntos de Libros Caminantes para que otro lector pueda acceder al mismo; las obras tienen incluso un GPS para reflejar su trayectoria”, explicó la investigadora cubanoamericana.

Para Dayamí Abela, existe un estado favorable de la lectura en Miami gracias a la labor de estos escritores, quienes suelen ir a las escuelas con el objetivo de promocionar diversas obras, impartirtalleres de literatura creativa y escenificar obras de teatro. “Hay un futuro en Miami, los niños están leyendo y los libros llegan a la gente”, concluyó la estudiosa.