Ernesto Cardenal tiene la palabra…

Norberto Codina
2/3/2020

En mayo de 1990 ─hace la friolera de treinta años─, durante los espléndidos días del Festival Internacional de Poesía de Malmö, entrevisté a Ernesto Cardenal, texto que hasta hoy en su totalidad ha permanecido inédito. El encuentro para la conversación por mí solicitada tuvo lugar en la casa de Federico Ferrando II, intelectual uruguayo que por entonces dirigía la Revista del Sur, publicación de arte y literatura del exilio latinoamericano en Suecia. Además, estuvieron presentes el también uruguayo, artista de la plástica y amigo de años, Pepe Viñoles; la poeta nicaragüense Daisy Zamora, y otro viejo amigo, el escritor de Caibarién Emilio Comas Paret.

La grabación en las dos caras de un viejo casete, donde el mal audio, la humedad y el tiempo hicieron lo suyo, devino mucho después en una transcripción irregular, donde se perdieron algunas palabras, pero en esencia recoge el espíritu de aquella para mí memorable tertulia. Me propongo más adelante dar a conocer la entrevista completa, pero como justo homenaje al gran latinoamericano fallecido a los 95 años el pasado domingo 1ro. de marzo, adelanto un breve fragmento de la misma, respetando lo posible la versión original, incluyendo reiteraciones y giros lingüísticos que reproducen el decir particular del poeta de Solentiname. Como escribiera su entrañable Cintio Vitier, el nicaragüense se propuso “expresar el mundo circundante y ayudar a transformarlo o mejorarlo, a partir del lenguaje mismo de la realidad”.

Foto: Internet
 

Ernesto Cardenal tiene la palabra:

“Bueno, yo creo que el tema no tiene importancia, la forma en que se escribe, porque se puede escribir, digamos, un poema sobre el Che, sobre el amor, y el poema es malo. Se puede escribir sobre algo en apariencia no literario, y el poema es bueno. Entonces no es el tema. A nosotros algunas veces nos han calumniado de que el tema y la poesía deben ser políticos, y es mentira, nunca hemos dicho eso. En primer lugar, no lo practicamos nosotros, y si nosotros no lo hacemos, ¿cómo vamos a estar diciéndoles a los poetas jóvenes que la poesía tiene que ser política? Lo que yo digo es que la poesía debe comunicar, cualquier cosa que sea: puede comunicar una experiencia política, social, económica, porque yo creo que también la economía puede inspirar: la deuda externa, lo que sea ¿no? Y tiene claves que fácilmente se pueden considerar poesía, se componen un poco y quedan textos poéticos. Pero podría también escribir una poesía que no comunique nada.

“Yo creo que el poeta tiene libertad de escribir cualquier cosa, y de escribir ─si quiere─ para que nadie lo entienda, perfectamente, tiene libertad, pero que no se queje después que no lo leen o que no lo entienden, porque hay algunos que se quejan. En Nicaragua tenemos poetas jóvenes que nos atacan a los poetas que tenemos una celebridad inmerecida, dicen ellos, y cosas así, y que muchas ediciones, mucha traducción… falsamente célebres. Y es porque ellos sienten que nadie los conoce, nadie los traduce, nadie los lee, pero es que tampoco están escribiendo una cosa que comunique nada. Tienen todo el derecho de escribir algo que no comunique, pero no tienen por qué quejarse después si no se les entiende.

“Distintas gentes escriben para otra generación. Carlos Martínez Rivas, muchas veces no nos estamos entendiendo, y él está escribiendo no para nosotros, sino para el siglo futuro, pero escriben para el pueblo, para otros, los que van a nacer, será, otra edad, porque están escribiendo de una forma muy difícil de entender y después será una obra muy clara, como Einstein cuando hizo su teoría de la relatividad… que solo una persona en el mundo la entendía: Einstein. Y después la entendieron una docena de personas, dicen unos y, en fin, otros dicen que no, que como quinientos. Y después, ya la entendió todo el mundo. Bueno, todo el mundo no, porque, por ejemplo, yo no la he entendido. Y lo mismo ha pasado con la poesía ¿no? Un poeta que tenemos nosotros, que es Carlos Martínez, un poeta que muchas veces es hermético, y algunas veces no, pero todos decimos: ¿para qué escribe esto? Nosotros no lo entendemos, pero él puede estar escribiendo para otra generación. Pero la cuestión es que se debe escribir para alguien o si no, no quejarse de que a uno no le den el premio Nobel o que no lo publiquen ni siquiera en provincias, o que lo publiquen por intrigas y amistades o amiguismo, y se quede la edición.

“(…) en Nicaragua la primera influencia que uno tiene es Rubén Darío. Mi primer poema fue a los siete años o seis, creo que todavía no escribía, pero lo decía de memoria, para Darío, y es porque oía a mi papá leer: para Darío. Pero eso no se puede llamar ni influencia ni nada. Después García Lorca y Neruda, para nosotros, digamos a los 16 años, eran referentes, pero también Alberti, Carlos Martínez y yo, que éramos como gemelos, de la misma edad, y con la misma lectura. Alberti y Lorca eran iguales de grandes, y Neruda. Un poquito después conocimos a Vallejo, que hasta me pareció muy joven todavía, después uno va teniendo toda clase de influencia, que fue una cosa que adoré muchísimo y… es lo mismo ¿no? Alexandre me influyó mucho. Hubo una época muy surrealista en mi juventud… Esta cosa misteriosa. Y después, lecturas que a uno ya no le significan nada.

“Y la poesía norteamericana, la poesía yanqui que José Coronel Urtecho traducía en voz alta, leyéndola él en español y nos fascinaba. Él estaba preparando una antología de poesía norteamericana[1], y eso me impactó tanto, que resolví estudiar literatura y aprender el inglés para conocer la literatura yanqui, y eso fue lo que me empezó a influir y a cambiar la dirección de mi poesía, después de unos años como de crisis que tuve que casi no escribía. Eso fue mientras estaba en los Estados Unidos, cuando estaba con el inglés, hasta que comencé a escribir los primeros poemas, que ya fueron los que me dieron a conocer.

“Hicimos una antología muy grande[2], que ahora Retamar quiere publicar de nuevo en Cuba, la antología que hicimos en Aguilar de poesía norteamericana, y ojalá la haga, porque ninguna editorial quiere hacerla, ni en España, ni en ninguna parte. Pero es un libro muy grande, como de 500 páginas, de traducción de norteamericanos… de los indios pieles rojas hasta los de la generación beat, que eran los últimos que había entonces en esa época”.

 

Notas:
 
[1] Ernesto Cardenal comentaría años después: “En 1949 José Coronel Urtecho, mi maestro y maestro de varias generaciones en Nicaragua, publicó una magnífica antología de poesía norteamericana acompañada de un estudio (Panorama y Antología de la poesía norteamericana. Seminario de Problemas Hispanoamericanos. Madrid, 1949). (https://es.wikipedia.org/wiki/)
[2] Ernesto Cardenal. Ob. cit. Se refiere de nuevo a Coronel Urtecho. “Algún tiempo después me propuso que hiciéramos una nueva antología entre los dos, más grande y más completa. Trabajamos varios años en ella, y el resultado de esa colaboración fue una antología de quinientas páginas que fue publicada por la editorial Aguilar de Madrid, en 1963”.