Educomunicación en Cuba: formar un sujeto emancipado
25/2/2020
Cuando las nuevas tecnologías han revolucionado el panorama comunicativo en la Isla, el creciente acceso a Internet y a dispositivos tecnológicos en los hogares presupone un reto significativo para quienes trazan políticas públicas en el área de la cultura, la educación y las TICs. Un estudio realizado con adolescentes por el Instituto Cubano de Investigación Cultural (ICIC) Juan Marinello[1] arrojó que la inmensa mayoría suele ver de forma regular productos audiovisuales, pero el consumo principal está centrado en series, películas de acción y comedias, y una exigua minoría de la muestra declaró ver programas informativos o culturales.
Durante los años 80 se produjo en Cuba un significativo número de animados que lograban entretener y a la vez educar a los más pequeños de casa. Elpidio Valdés, Chuncha o Matojo son solo ejemplos de protagonistas de ingeniosos materiales audiovisuales que formaron parte inseparable de los imaginarios de toda una generación. Con la llegada del período especial y de nuevas dinámicas que transformaron nuestra producción audiovisual, la situación fue cambiando.
Otra investigación del ICIC Juan Marinello[2] constató que en la programación transmitida por la televisión cubana dedicada al público infantil, más del 90% es de procedencia foránea, y de ese 90 %, más del 70 % de los materiales son norteamericanos. Además, el 80% de los personajes protagónicos son masculinos, más del 72 % de los humanos son blancos caucásicos, y la mayoría viven en condiciones correspondientes a la clase media o alta. Por tanto, los niños cubanos, pese a vivir en una sociedad que se ha propuesto un camino diferente al capitalismo, consumen programas muy similares a sus homólogos en la región.
La MICE, una propuesta transformadora y revolucionaria
Durante la última semana de enero, varias instituciones aunaron esfuerzos para realizar en La Habana la Primera Muestra Internacional de Cine y Educación (MICE). Su celebración es resultado de un trabajo sostenido que viene realizando la Red del Universo Audiovisual de la Niñez Latinoamericana (Red Unial) desde hace más de 30 años con la misión de aglutinar a personas e instituciones para impulsar proyectos de Educación para la Comunicación, basados en el respeto a la creatividad, la libertad y la expresividad de niños, niñas y adolescentes.
La reciente MICE tiene su origen en Valencia y su coordinación principal está a cargo del pedagogo y gestor cultural Joseph Arbiol. Se trata de un festival con finalidad educativa, que promociona la educación audiovisual y el cine más allá del consumismo industrial globalizado, y que pretende constituirse en la gran pantalla de las películas realizadas en contextos educativos, así como de la cinematografía profesional de calidad, además de promover lecturas de imágenes educativas alejadas de los circuitos comerciales.
Según el propio Arbiol:
Había muchos profesores luchando por una educación audiovisual, pero no una red de trabajo. Lo que hice fue provocar a las instituciones valencianas para apoyarlos. Con más de 8 años de trabajo hemos logrado que la producción audiovisual en las escuelas de Valencia sea superior a la de toda España. En la sociedad en que estamos, con una reiterada manipulación de las imágenes, es imprescindible saltar del enciclopedismo del Siglo de las Luces, a una educación donde los niños no son espectadores pasivos, sino que son capaces de escribir imágenes.
Cuba, hace 30 años, me proporcionó un apoyo increíble. Ahí es importante destacar la figura del intelectual Pablo Ramos, que, aunque solo tuvimos contactos epistolares, me hizo ver la importancia del trabajo en red. La Isla era un terreno perfecto para trabajar esto y creo que es importante construir un referente mundial de Educomunicación. Quiero hacer de La Habana y Valencia las capitales de la educación audiovisual del mundo.
El promotor expresó, asimismo, que en ambas ciudades había un contexto muy parecido de “…profesores ávidos de hacer cosas, pero con miedo. Saben que deben utilizar el audiovisual y las TICs, pero se sienten inseguros ante la posibilidad de que los niños sepan más que ellos”.
Los desafíos de la educomunicación en Cuba
La educomunicación ha sido estudiada por prestigiosos investigadores del campo de las ciencias sociales como Luis Ramiro Beltrán, Francisco Sierra, Mario Kaplún y Pablo Ramos, entre otros. De manera general es definida como una práctica que ocurre en el ámbito de actividades socioeducativas e intenta involucrar a un colectivo de personas en un proceso constructivo de explicaciones de todo lo que se cuestiona, de ahí su sentido político y la necesidad de enmarcarla en un proyecto a largo plazo. De ella se desprenden la educación para la comunicación, la pedagogía de la recepción y los estudios de mediación tecnológica, entre otras teorías, la mayoría de las cuales busca formar un sujeto crítico capaz de interpretar activamente los contenidos consumidos en los medios de comunicación.
La Red Unial trabaja desde cuatro ejes principales: formación, investigación, producción audiovisual y festivales. En los últimos años, la organización se ha centrado en enriquecer la actuación de los gestores de más de 20 proyectos que, a lo largo y ancho del archipiélago, sostienen acciones con enfoques educomunicativos. Además, ha hecho hincapié en fomentar y poner en común las investigaciones relacionadas con los consumos audiovisuales de niños y adolescentes. La actual MICE sistematizó en una semana todo el trabajo sostenido durante este tiempo, con proyecciones audiovisuales, espacios de intercambio, encuentros teóricos, conferencias y debates en las universidades.
Ivonne Sánchez, investigadora del ICIC Juan Marinello, y una de las organizadoras de la muestra, comenta su experiencia en esta primera edición: “Para nosotros ha sido todo un reto llevar a las grandes pantallas de cine la producción audiovisual hecha para niños, además de dialogar en varias provincias del país con la producción aficionada realizada por ellos”.
Cuba tiene adelantado un trecho en materia educativa si se contrasta con otros países de la región; sin embargo, la abrupta entrada de las TICs plantea a las organizaciones el desafío de empoderar a las personas en un uso adecuado de las tecnologías. Sobre ello Eileen Sanabria, también investigadora y coordinadora principal de la Red Unial, reflexiona: “A diferencia de muchos países, en los que la tecnología ha llegado de forma escalonada, en Cuba fue muy rápido. Los cubanos han buscado el equipamiento, pero no ha existido un proceso para educar a las personas en un uso crítico de los medios, por tanto, urge una estrategia para lograrlo”.
La educación para la comunicación no puede dejarse solo a las escuelas, ni a la familia, ni a la radio o a la televisión. Tampoco puede limitarse a experiencias de proyectos comunitarios que trabajan activamente en una localidad. Constituye una tarea de todos, y, por tanto, debe trascender las acciones puntuales o complementarias para convertirse en política a nivel de país. En este sentido Sanabria asegura:
Lo más difícil sigue siendo poner la educomunicación en políticas, y no solo la intención de un grupo de personas. Hay muchos que tienen conciencia de su importancia y están trabajando en ese sentido, pero cuando ese gestor deja de estar, el espacio se pierde. Es necesario asumirlo como una política educativa, tanto en la formación del profesorado, como del público en general, pues si llevamos a los niños al cine y los profesores son un auditorio pasivo, no hacemos nada.
Ivonne Sánchez propone igualmente centrar la mirada en quienes están mediando el consumo de niños, niñas y adolescentes cubanos, para lo cual es imprescindible trabajar de manera mancomunada en aras de garantizar un relevo generacional culto y preparado para afrontar los retos del siglo xxi:
En el Congreso de Educomunicación vimos una experiencia en Villa Clara de un gestor que trabaja con celulares y acaba de crear un taller para los padres, para ayudarlos a saber qué miran sus hijos en el teléfono. Es muy importante que la familia lo conozca, pues no todos los animados son para niños; algunos muestran contenidos no apropiados para determinadas edades, y si los adultos no saben discernir, los niños pueden tener conductas inapropiadas.
Hay varios intentos desde las políticas públicas, como los canales educativos o la labor de Cinesoft, que ha sido muy útil. Pero es importante formar a los maestros, que a su vez enseñen a los niños a mirar otro tipo de materiales audiovisuales para potenciar un espectador crítico y socialmente activo. Nos hace falta fortalecer las interrelaciones entre las instituciones y ministerios para que todos podamos aportar algo a la educación de niños, niñas y adolescentes.
La MICE: perspectivas y continuidades
Si bien la actual Muestra Internacional de Cine y Educación en La Habana arrojó resultados muy positivos, también sacó a la luz problemas aún sin resolver: la actualización de los planes de estudio, la urgencia de un trabajo sistemático en todos los territorios del país, el vínculo de los resultados investigativos con las políticas públicas son solo algunos de los focos que merecen atención.
Hay un camino recorrido, y MICE solo pretende constituirse en una locomotora para impulsar una estrategia-país que asuma la educomunicación como área clave para el desarrollo social. Por eso se pretende mantener la experiencia combinada con el resto de las acciones que durante todo el año desarrolla la Red Unial. Las potencialidades existen, solo falta que cada cual haga su aporte. En palabras de Abriol: “Cuba tiene mucho adelantado, pues la educación llega a todos y cada uno de sus niños. Es algo que no pasa en muchos países del mundo. El cubano es una persona trabajadora y digna, y, con el potencial intelectual y cultural que tiene esta Isla, se puede convertir en un referente en educomunicación para el mundo”.