Carteles con brillo y maniobras frente al Capitolio
22/8/2018
El Decreto 349 que regula el sistema de contratación a artistas por el sector privado y estatal trata de situar en su justa medida el desmadre que aún hoy se suscita en el ámbito del consumo cultural. En un escenario que se permeó de fórmulas facilistas y tendentes a la banalización, la agresividad y la ideologización de derechas; vienen muy al caso unas medidas que deslindan a los interesados por el arte de los interesados a secas, esos incorregibles que giran sobre sus bolsillos.
Una polémica brutal, desbalanceada, se desató a través de las redes sociales bajo la etiqueta de #NoAlDecreto349; también hubo concertaciones y debates donde se satanizó la ley. Pareciera que la nueva Constitución, puesta a referéndum, está siendo boicoteada mediante la movilización de grupos sociales donde hay no pocos incautos y desinformados. Primero se trató del Artículo 68, atacado desde instancias religiosas, ahora se agita a los artistas, un sector de inquietudes libertarias.
La chispa, largamente esperada por los enemigos del proceso social cubano, se intenta esparcir con desesperación por cuanto predio haya.
En un post de Cubanet, Aminta de Cárdenas, una de las gestoras de la campaña contra el decreto, declara abiertamente dicho objetivo, cuando habla de “sensibilizar” a quienes vivieron “cosas similares en la décadas del 70 y el 80”. Obvio que arrastrar a artistas de prestigio cuyo desarrollo tropezó con escollos reales (errores en la cultura, léase Quinquenio Gris), resulta vital. Sin embargo, salta a la vista el bajo perfil de quienes intentan tal movilización, por lo que los cantos de sirenas no calaron en el sustrato de la cultura, ni mucho menos en el espíritu de los intelectuales.
Coincidente con la intención de buscar el apoyo de los artistas censurados durante el Quinquenio Gris, se realizó, paralelo a la campaña contra el decreto, el espacio “Malditos de la postguerra”, de Sandra Ceballos, una especie de compendio visual sobre la situación de la cultura en décadas anteriores. Además de la forma tendenciosa en que se manejan las vidas de algunos creadores, la acción hace hincapié en un capítulo del pasado que se quiere resucitar, para “casarlo” con el presente. La propia Ceballos declara que esos artistas serían hoy “censurados por el decreto 349”.
Con todas estas acciones, incluyendo un performance con excrementos en la acera del Capitolio habanero, un grupo de emergentes “artistas” está haciendo su pan, puesto que la propia campaña les ha servido como plataforma para relanzar sus bajísimos perfiles como creadores, en un país que ofrece la más amplia cobertura de profesionalización y difusión cultural, ya sea mediante agencias, organizaciones, proyectos individuales o centros estatales. La chispa, buscada miles de veces del otro lado del Estrecho de la Florida, toma cuerpo en una carta que se le envía al presidente Donald Trump para que cancele los intercambios culturales entre Cuba y los Estados Unidos.
Amaury Pacheco, del Proyecto OMNI-Zona Franca, lanza un llamado por las redes sociales para que le envíen fotografías, y él mismo hace los carteles para publicarlos desde Instagram, pretendiendo llegar a las 10 000 firmas para derogar la ley. Declara Pacheco que a los artistas les toca el 349, pero que en realidad se trata de cuestionar la Constitución toda.
Más explícito, imposible. Se le está preparando la cama a la nueva Carta Magna para generar un clima de inestabilidad en torno a la cultura, usando a los intelectuales y artistas como punta de lanza. De ello dan fe las presiones ejercidas por este grupo de emergentes creadores sobre instituciones como la UNEAC y la AHS. Pero el gremio espiritual cubano permanece inamovible y en torno a la sociedad civil auténtica.
En las redes sociales, directivos de las agencias y los centros artísticos han dado su parecer y coinciden en que se someta a debate dicho decreto con el gremio de los artistas profesionales, autodidactas y egresados del sistema de enseñanza, evitando así abrir brecha a los enemigos del proceso cubano, quienes ingenuamente aspiran a una efectividad mayor en su búsqueda de la división social, la desinformación y el desapego a las instituciones.
Lillitsy Hernández Oliva, vicepresidenta del Consejo Nacional de Artes Escénicas, declara que el decreto es necesario para evitar el intrusismo profesional, a la vez que reconoce el talento “venga de donde venga”. Ello ocurrió en la red social Facebook, donde otros directivos y miembros de la sociedad civil y el gremio han usado la etiqueta #PorqueHaceFaltaEl349. Alexis Triana, periodista y Director de Comunicación del Ministerio de Cultura defiende el verdadero arte, de academia o no, pero que tenga derecho a superarse y existir sin que lo ahoguen los emergentes mecanismos del mercado y el consumo, que tan frecuentemente roban el pan a los creadores en las latitudes más diversas.
Por supuesto, es de esperar que tanto la Unión de Escritores y Artistas de Cuba como la Asociación Hermanos Saíz continúen convocando al debate pertinente y que los medios cubanos, de prensa y especializados, cumplan con su cometido y divulguen la verdad en torno al decreto. Sobre todo porque quienes tienen una visión menos viciada de la política cultural, los artistas e intelectuales genuinos, pueden enriquecer la ley a partir de sus prácticas profesionales y nadie como ellos para definir hasta dónde llega o no el intrusismo y la seudocultura.
Por un lado el debate respetuoso y serio y por otro los ladridos de unos pocos que, sin perfil, quieren hacerse notar y se ofrecen como abanderados para boicotear el instrumento legal que regirá la existencia del Estado Cubano. Falta que la sociedad civil tome cuentas claras de sucesos como este y no se deje agarrar desprevenida, toda vez que no se trata del inconformismo legítimo de un grupo de artistas en torno a una ley, sino de la bravata que intenta una invectiva contra el derecho a tener derechos.
Los actores del performance con excrementos solo pueden argüir como “represión” una risible multa de 30 pesos, por las molestias causadas a los transeúntes con los olores y lo gritos. Menuda respuesta de parte de un gobierno al que ellos llaman “dictadura”, que además ha permitido la existencia de ensayos y realizaciones mucho más osadas y subversivas, en el seno de las mismas instituciones estatales.
En palabras de Yanelys Núñez, la única embarrada del performance, el decreto 349 quiere convertir a los artistas en pura mierda. Sano es que tantas décadas de bregar en torno al arte y la difusión de los talentos le respondan. Habría que preguntarle a ella y sus compañeros qué hizo de los artistas el capitalismo neoliberal al que sirven de coartada y qué hace con la cultura ese consumo banal y agresivo que copa los espacios.
Aminta de Cárdenas declara también a Cubanet que el decreto y la Constitución preparan los escenarios posibles para cuando Raúl desaparezca físicamente, haciendo ostensible el verdadero objetivo de su campaña: desmontar el cuerpo legal todo. La apuesta de los enemigos del proceso social es quitarle a Cuba su oxígeno, frenar la institucionalidad, hacer una realidad paralela con leyes propias que contravengan el consenso democrático.
Si, en palabras de ellos, el decreto 349 quiere hacer mierda a los artistas, está claro que nos anteponen no solo un escenario cultural muy maloliente, sino un futuro donde todos, la inmensa mayoría, valdríamos lo que un cubo de excrementos. Jugando a la era post Castro, como les gusta decir, no se han dado cuenta de que ya pasamos esa estación y que el tren de la democracia cubana se dirige hacia un puerto seguro para la cultura y el corazón del país.
Lo cierto es que, mientras Pacheco hace carteles con brillo y Yanelys se embadurna ante el Capitolio y paga por ello una multa de 30.00 CUP, se abre un verdadero debate con los artistas cubanos para, como es natural en el socialismo, contar con la opinión y el aporte sustancial de todos los legítimos actores.
Estoy de acuerdo cien por ciento con el artículo de Luis Dascal. Existe un movimiento no patriótico, muy entusiasmado por el dinero que reciben de fundaciones y Ongs, para que rechacen todo lo que se establece por la política cultural del país. Es un desafío, pero ellos usan ese reto como un chantaje. La pregunta es: ¿Cómo se llega a esos decretos-leyes? ¿Se hizo una discusión previa? ¿Se sabía el descontento existente? ¿Había o no consenso?
¿Quiénes son los “artistas” que se enfrentan y manipulan el contenido del Decreto 349? Desconocidos para la mayoría del pueblo cubano y si algunos se conocen en otros países, es por oponerse a un gobierno que como dice el autor en este artículo, ellos llaman “dictadura”, lo que les trae sustanciosos beneficios para sus bolsillos y viajes al exterior.
El Decreto 349 es un instrumento para el ejercicio de la política cultural de la Revolución cubana. Quiéralo o no este grupúsculo de “artistas”, existe una política cultural que favorece la creación y promoción artística y literaria, la real, la de calidad; que protege a los verdaderos intelectuales y artistas, y que propicia el acceso y la participación de la población en la cultura y su desarrollo en nuestro país, y al fin hay un instrumento legal que en el contexto actual de la realidad cubana, contribuya a su aplicación consecuente.
Nuestras instituciones culturales, nuestro verdadero movimiento intelectual y artístico, cuya obra contribuye a la formación de valores y al disfrute del pueblo, y la propia población, en tanto públicos en diferentes espacios estatales y privados, facilitarán la aplicación de esta norma jurídica, por y para el bien de todos.
No se admitirá que las incitaciones y alborotos generados entre unos pocos “artistas” sobre este Decreto, se conviertan en antesala para boicotear el proceso de discusión del Proyecto de Constitución y manipular su contenido. El pueblo cubano, y como parte de él, los creadores y artistas, sabe como defender y construir su presente y su futuro.
Estos “perosnajillos” siguen cantando la misma canción que le gusta escuchar a los vecinos del frente. Si se lee detenidamente este artículo, muy bueno por demás, veremos que piden suspender los intercambios culturales entre nuestro país y EEUU, vaya cosa… tanto que los artistas han reclamado estrechar las relaciones por el bien de ambos pueblos que al final son los que pierden con el distanciamiento. De ahí se deduce las “secretas intenciones” digo secretas pero de eso nada de nada… tanto la Brujera, digo Brugueras (perdón) como la Cebolla, digo Ceballos (perdón) y nombres nuevos que intentan obtener un personaje protagónico en este melodrama, comedia, ni se como llamar, son muy poco originales, pues es más de lo mismo y no se a que público van a atraer para su representación.
Estos “no artistas” que usan la heces como símbolo, han reafirmado sin querer lo que son… dónde van? pretenden llamar la atención de un pueblo culto que rechaza lo vulgar embadurnados en heces???? No… esta gente definitivamente tiene un síndrome psquiátrico que se llama disociación…. estan desconectados de la realidad… El Ballet Nacional de Cuba, Los Van Van, Frank Fernández, La Orquesta Sinfónica, Buena Fe, Silvio Rodríguez, Fernandez Retamar, Luis Alberto García, Jorge Gómez y el grupo Moncada, Adalberto Alvarez (no voy a decir más nombres creo que estos son bien representivos, hice un “tin marin”, donde cualquier elección es válida) ellos jamás admitirán ser separados de su pueblo, nuestro pueblo jamás dejará de amarlos, nos pertenecemos, porque somos el resultado de esa mezcla racial maravillosa multicultural por natutaleza, y sobre todo porque juntos como dice Habana de Primera “Somos Cuba”, pobre gente de m…. que no sabe lo que es nación, que no recuerda que “La ley primera de nuestra república es el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre” y que es irrenunciable e irrevocable el patrón de principios que nos hizo llegar hasta aquí en pleno ejercicio democrático, gozando de todas nuestras facultades cuidadanas, fisicas y mentales.
A mi me sorprende mucho que la capacidad que tenemos los cubanos de generalizar a todo el que no está de acuerdo con una cosa como lo catalogamos de “basura” por decirlo de alguna manera, si bien está más que clarisimo que el arte que se está vendiendo no sirve para nada y creo que es parte del deterioro moral y de valores que hay hoy en nuestra sociedad, también es clarisimo que muchos buenos artistas van a ser incluidos en este decreto ley, dígase independientes o lo que sea, y no por eso dejan de ser muy buenos, el arte es incensurable, y para la vulgaridad hay que tomar otras medidas, y hay que tomarlas ya, lo único que me preocupa es que porque algún artista diga o haga algo que pueda no gustarle o sencillamente ser malinterpretada por algún directivo se les vaya también a censurar porque hay un decreto 349 que así lo ampara. Los artistas sean independientes o lo que sean, artistas son, y eso no debe pesar a la hora de aplicar leyes. Muchos hablan de Lezama, y demás artistas del quinquenio gris como bien se conoce, que por cosas por las que hoy luchamos fueron censurados, y castigados y que hoy en día pasaron a ser personajes de la cultura de nuestro país, muchos vivieron toda su vida fuera, como Lam, Carpentier, etc, y no se integraron a este proceso, y también hoy son maestros de la cultura. Recuerden que errores no corrigen otros, los Beatles estuvieron prohibidos en este pais y hoy John Lennon tiene una estatua en un parque centrico de esta capital, Rolling Stone y tuve el honor de estar en su concierto y escuchar cuando dijo que su música había sido prohibida en este país, y sin embargo aquí estaban con las mejores de las intenciones, lo que quiero decir es que esa ley después no vaya a tener otras connotaciones, el arte y hablo de arte, no de chusma y vulgaridad, es expresión, es creación, ya sea de la forma que sea y eso es incensurable, al César lo que es del César.
Ustedes aqui, articulistas y comentadores, son personas muy tristes, que parecen desconocer nuestra historia en términos de censura a las artes, entrecomillan artistas pretendiendo ser jueces de la cultura, pero la verdad, ninguno está a la altura. Hoy, siento vergüenza que ustedes sean quienes desde el estado nacional representes las artes y la cultura cubana.
No importa cuanto nos mancillen desde estas paginas y muchas más, ya estamos acostumbrados, pero ustedes pasaran a la historia como hombres y mujeres menores, que no estuvieron a la altura de su tiempo, nosotros todos, quedaremos como lo mas autentico. vivir para ver…
Su comentario es francamente contradictorio. Creo que La Jiribilla lo ha publicado por respeto y por honestidad editorial, pero usted dice cosas tan inexactas como poco razonadas. Porque decir, por ejemplo, que Carpentier no se integró a la revolución cubana revela cuando menos desconocimiento y falta de rigor. Así no se aporta nada a una discusión medianamente seria, se lo garantizo.
Michel Matos anuncia, desde el plural, cierto movimiento supremo de artistas capaz de hundir en el olvido a sus predecesores. Caramba, ilumínanos Matos, adelántanos algo de esa maravilla. Hazme llegar aunque sea un fragmento de tu arte para comprobar que el nirvana no es una conjetura. ¡Pero qué honor tener acá al nuevo Mesías de las Artes! Y que podamos preguntarle directamente, sin esos evangelistas y profetas intermediarios, sobre la verdad universal que lo irradia. ¡Aleluya! El día del juicio final está próximo!. Dios nos agarre confesados.
Sin análisis y exégesis verdadera es imposible formarse juicios certeros, equilibrados. Ante la algazara febril despertada por el Decreto 349, hice lo que siempre hago ante algún asunto que se torna polémico, alejarme de juicios precipitados y superficiales, amén de euforias y personas dispuestas a hacer la tercera guerra mundial, hecho que, de imitarse, se debía tomar una camioneta estilo hippie y ya directamente irse a recorrer el mundo con un altavoz a través de masivas huelgas y pancartas. Exigir y cuestionar sin embargo, ser un líder de opinión, ameritan una enorme responsabilidad, la de no armar una tormenta en un vaso de agua, pues a veces las masas, más que por convicción, son movidas a embriagantes bataolas, apenas conociendo el motivo de por qué lo hacen; acaso por aburrimiento o deseo de reconocimiento, plegado más al destructor ego que a una causa justa. En otros casos puede haber también una incomprensión del asunto; siendo las personas artistas o pensadores verdaderos, se puede, por ejemplo, crear una animadversión, prejuiciada por el terror de antiguos acontecimientos, errores cometidos en Cuba en materia de política cultural, dígase Quinquenio Gris y todo lo de terrorífico y bárbaro que este implicó. En mi opinión no creo que el Gobierno cubano vuelva a cometer esos extremos, pues se convertiría prácticamente en fetiche, en burla, en algo risible, cuando ya se saben superados estos errores y se conoce de su atrocidad. Transitar ese camino sería, cuando menos, poco inteligente.
Analizando punto por punto el Decreto, aún no comprendía el bullicio despertado. Al contrario, me alegraba de que se pusiera coto a la enorme y macilenta oleada de vulgaridad, seudoarte, irrespeto ciudadano, que amenazaba con desintegrar la seria y extensa tradición artística que siempre nos ha caracterizado. Como muchos han expresado en coherentes palabras, la regulación no significa censura, sino limpiar las suciedades que afean nuestra identidad y la van acercando más que a una expresión auténtica, a un aldeanismo pavoroso, del cual, al menos yo, siento vergüenza. ¿Quieren decirme entonces aquellas personas que se pronuncian en contra del Decreto, que están a favor de falsos líderes masivos por ejemplo en el caso de la música con sus groseros textos? ¿Bajo este rumbo, qué nos esperaría? ¿Una loa a los reality shows donde se comen grillos y se hacen idioteces sin el más mínimo trasfondo de crecimiento humano, sino al contrario, o un maratón de series sobre el narcotráfico, para complacer a una confundida, enajenada, y poco educada audiencia, y que además estereotipa valores e identidades de países como Colombia? Si analizamos bien este Decreto, veremos que busca realmente proteger al artista, al verdadero, al tiempo que se pronuncia en contra el ruido, factor de vital importancia en la actualidad, con un incremento cada vez mayor, donde se piensa, al parecer, que los gustos son masivos, y por eso todos estamos en el deber de estudiarlos y realizar análisis sobre ellos, dada la cantidad de veces que nos los “disparan” causando severas cefaleas en muchos.
No puede existir una predisposición, como expresó Jorge Ángel Hernández en su acertado artículo: Del Decreto 349 y sus contra-invenciones, el sujeto que deviene tabú no siempre puede ser directamente proporcional al ataque, sin análisis previos, ni lanzarse a un linchamiento desmesurado y a una defensa a ultranza de lo que tal vez no hay que defenderse. No se debe armar una tormenta en un vaso de agua, porque esto solo es sinónimo de tres cosas, desconocimiento, aburrimiento y oportunismo.
También en el cacareado hecho de las contravenciones plasmadas al respecto del lenguaje obsceno, pornografía, etc. Convengamos en que la diferencia entre pornografía y erotismo es precisamente el arte, un desnudo puede ser erótico o puede ser pornográfico, y es el grado de esteticidad, la fuerza evocadora y la transmisión, en definitiva, de algún aspecto estético o que nutra de algún modo el espíritu, ya sea meciéndolo o incluso provocándolo, lo que los diferencia; hecho que no existe en muchos de los videos clip de algunos “artistas”, sobre todo los que circulan por redes piratas y de contrabando y que también han instaurado como permisible dentro de la civilidad el verbo “chingar” por ejemplo (seguramente, derivado de nuestro padre lingüístico: el latín), en sus acostumbrados acercamientos a nuestras interioridades etimológicas.
Creo que el Decreto debe leerse de este modo, tal vez me equivoque. Ahora debemos esperar su entrada en vigor, para ver cómo se cumple en la práctica y esperemos que las autoridades destinadas a esa responsabilidad tengan el tino, el decoro y el conocimiento adecuados para cumplir esta vital tarea, porque de lo contrario resultaría un valioso intento tirado por la borda, letra muerta. Reconozco que al inicio, antes de leer siquiera el artículo, me alarmé ante todo lo que estaba ocurriendo, pero luego, al leer y contrastar opiniones de grandes intelectuales que no comprometerían en modo alguno su libertad artística, más aun habiendo pasado ya por quemaduras de este tipo, y al leer y analizar con propia opinión el artículo, comprendí y equilibré mis juicios.
El sistema editorial cubano ha publicado Los Cantos de Maldoror, por poner un ejemplo, que hace alusiones a infanticidios y crímenes perversos, pero no por eso nadie debe salir matando infantes y comiendo su sangre por ahí. El libro contiene perversiones, violencia, lenguaje obsceno, pero es una indiscutible obra de arte de la Francia de finales del siglo XIX. Tiene una prosa y un lenguaje literario, particularmente atrayente y una calidad estética en nada comparable a las letras que escuchamos hoy, aún sin querer escucharlas. Es sabido, incluso ya por los sectores más retrógrados y antaño desconocedores, que la creación artística escapa a todo sesgo y freno incluso moral, por lo que este decreto, en mi opinión, no se refiere a la creación artística, sino a la seudo creación artística y a los intentos anárquicos, que solo esparcen una tierrilla feroz que de a poco se convierte en fango, guiando a la ciudadanía por caminos ante los que Dante sin dudar diría: “!Ah, los que entráis, dejad toda esperanza!”