El reparto capitalino de El Vedado constituye un referente arquitectónico en cuanto al desarrollo urbanístico que ocurre en la segunda mitad del siglo XIX, como consecuencia de la sobrepoblación motivada por la revolución industrial. A partir del proceso neocolonial, en los primeros cincuenta años del siglo XX, esta parte de la ciudad continúa su carácter renovador y adopta, dentro de la arquitectura habanera, su propia personalidad. El interés por su estudio radica en estos elementos que la hacen sui generis.

“A partir del proceso neocolonial, en los primeros cincuenta años del siglo XX, esta parte de la ciudad continúa
su carácter renovador y adopta, dentro de la arquitectura habanera, su propia personalidad (…)”.
Foto: Tomada de internet

Durante la Primera Guerra Mundial, La Habana se vio envuelta en un inédito boom constructivo. El alto precio que llegó a alcanzar el azúcar, más el incremento de la población habanera, que pasó de tener 295 mil habitantes en 1899 a unos 720 mil en 1931, determinó que se desarrollaran numerosos barrios. Unos fueron extensiones de los centros heredados de la época decimonónica, otros surgieron a lo largo de las nuevas vías de circulación o de las que ya existían y, algunos, se crearon más distantes de esos antiguos núcleos por diversos motivos. Por ese entonces se comienza a desarrollar un interés por la arquitectura doméstica. Este espacio citadino se convierte en centro de estancia para grandes personalidades que presumen de su posición adinerada a través del esplendor de sus residencias.

Estos palacetes constituyeron un tema significativo y fueron asumidos por la revista Arquitectura, la cual inaugura la sección de muestra de grandes casas en El Vedado. La distribución interna de estas elegantes mansiones[1] permite identificar el rol que desempeñan sus dueños en la sociedad. No solo la estructura de los espacios, sino también los decorados y cada accesorio que forma parte de estos inmuebles, permiten evidenciar que los residentes de este lugar de la ciudad pertenecen a una clase distinguida.

“La distribución interna de estas elegantes mansiones permite identificar el rol que desempeñan sus dueños en la sociedad”.

El interés por exponer conocimiento sobre el reparto de El Vedadodesde diversos enfoques y su comportamiento en cuanto a lo urbanístico, arquitectónico, plástico, tecnológico, ha sido motivo de una amplia producción literaria. Son conocidos una alta gama de artículos, tesis, ensayos y libros por más de 100 años como: Regulaciones urbanísticas. Ciudad de La Habana. El Vedado, Municipio Plaza de la Revolución, bajo la Dirección Provincial de Planificación Física. Ciudad de La Habana; El Vedado: historia de un reparto habanero, de Concepción Otero; El Vedado de los generales y doctores, de Lliliam Llanes; y Piedras y sombras. El viejo vedado, de Maritza Verdaguer, Serguei Svoboda y Madeline Menéndez, que reflejan los valores patrimoniales de este barrio habanero, que posee numerosas joyas arquitectónicas de siglos anteriores.

El pasar del tiempo le está jugando una mala pasada a muchas de estas históricas moradas por el deterioro, el vandalismo urbano y la adaptación forzosa de la arquitectura contemporánea sin estudios patrimoniales. El libro El Vedado, tradición y modernidad en la arquitectura habanera,[2] de la Dra. Madeline Menéndez y el fotógrafo Néstor Martí, bajo el sello Ediciones Boloña, muestra un estudio exquisito del fenómeno arquitectónico en cuestión. Son 321 páginas con formato de libro de arte que nos transporta a la historia de las casas residenciales de esta zona capitalina. En él se aborda un análisis que gira en torno a inmuebles poco estudiados, que permiten ampliar el diapasón de los conocimientos adquiridos hasta el momento sobre el tema en cuestión.

“El pasar del tiempo le está jugando una mala pasada a muchas de estas históricas moradas por el deterioro, el vandalismo urbano y la adaptación forzosa de la arquitectura contemporánea sin estudios patrimoniales”.

El soporte ilustrativo, bajo el lente de Néstor Martí, eleva la calidad investigativa del presente libro. Las imágenes de las casas residenciales, sus vitrales, portales, frontis, terrazas, pasillos, zaguanes, interiores, patios interiores y exteriores, galerías, rejas, barandales, techos y toda la diversidad de elementos arquitectónicos presentes ayudan al receptor a diagramar visualmente los espacios y sus particularidades. Todo esto, junto a fotografías y planos de la época de fundación, hacen de este un texto bien interactivo y didáctico.

Esta propuesta deja una ventana abierta a futuras investigaciones enfocadas, por ejemplo, en la importancia de la preservación del espíritu arquitectónico de El Vedado. En esta medida, los especialistas toman como una de las referencias la casa ubicada en Calle Calzada no. 807, esquina a 4, actual Centro de Estudios Martianos (CEM).[3] La descripción de la misma, a pesar de ser sucinta, pero a su vez aclaratoria, despierta el interés de un grupo de investigadores de la institución. La idea de posicionar a esta institución en las páginas de patrimonio de la ciudad por su contenido histórico-cultural transita desde hace años.

“Es crucial seguir indagando en nuestra historia desde la arquitectura porque ella narra el pasar de los años,
los cambios, las luces y las sombras de la sociedad habanera (…)”.

Este proyecto pretende ser interdisciplinario por su naturaleza de investigación y el resultado final se espera materializar en un libro que incluya la trayectoria de la casa, su adaptación a los tiempos actuales, sus valores históricos, sus disímiles colecciones de artes visuales y decorativas, mobiliario y su biblioteca como valor patrimonial. Todos los rincones de la vivienda donde actualmente radica el CEM contienen historias que tienen como eje a nuestro Apóstol, que con su aura inunda de conocimiento y saberes las paredes del inmueble.

Es crucial seguir indagando en nuestra historia desde la arquitectura porque ella narra el pasar de los años, los cambios, las luces y las sombras de la sociedad habanera. Por eso ejemplares como El Vedado, tradición y modernidad en la arquitectura habanera son necesarios para fomentar la indagación acerca de la historia de la ciudad ya que “posibilita estos cambios de escala como juegos de hologramas donde cada unidad representa un todo, un todo puesto a prueba por cada una de las unidades que alcanzamos a conocer en este recorrido por la historia y el espacio de una pequeña porción de la Isla de Cuba”.[4]


Notas

[1] Se complejiza a partir de un hall y la distribución del resto de las habitaciones a los laterales, pero gana en orden interno. Aparecen la biblioteca, el music room, el tinyroom.
[2] Madeline Menéndez. Ediciones Boloña, La Habana, 2021.
[3] Este inmueble pertenecía a la familia de María Teresa Bances y Fernández Criado. Tras el enlace matrimonial en 1916 de Tete Bances con José Francisco Martí y Zayas (hijo de José Martí) comenzaron a vivir en la casa hasta sus fallecimientos. La casa se convierte en la sede del CEM a partir de 1982.  
[4] Jorge Pavez Ojeda. Territorios e identidades en la ciudad de La Habana, Cuba: el caso de El Vedado (1860-1940). Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), 2001, p. 33. Formato digital.
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