Si desean tener una idea de la manera cómo es el mundo en este trepidante siglo veintiuno, una idea esculpida, esmerada y alada, acérquense al poemario Así, de Basilia Papastamatíu [1], quien siempre se ha mostrado en su poesía preocupada del cómo viven los hombres, cómo tejen su historia, tal el poeta por la manera singular en que nos va a comunicar y a concebir su discurso. Al leerlo podemos preguntarnos “¿dónde se halla, en última instancia, la verdad? ¿En el deterioro y en la muerte que comprobamos a diario a nuestro alrededor, o en el impulso que nos lleva a creer que este mundo es eterno e inagotable?” Quizá esté en la poesía “que aparece allí donde la racionalidad depone sus armas, y al internarse con ellas en la zona prohibida demuestra que está fuera del alcance del deterioro. Ella preserva a través de una forma nítida los elementos vitales y permanentes que, a semejanza de las algas en las profundidades de los mares, no pueden distinguirse en la oscuridad de la conciencia”. [2]

En una poesía como la que cultiva Basilia Papastamatíu en general, y específicamente en este libro, se nos confiesa que el hombre es la causa de su propia destrucción, de su crisis espiritual, con el consiguiente desgarramiento ético que propicia la expansión irracional, la posesión irracional que desencadena la guerra y la locura:

1

 Quiénes son, de dónde vienen, qué buscan, a quién,
a mí?

Van a dominar el agua el aire el fuego
Emergen y se muestran con su sombra a cuestas
Si a este sitio llegaran sería atroz, se dijo
Yo también me asomo al cielo a la luz
para abrir y descubrir
que su inevitable entrada en la apacible llanura
desencadenará
finalmente
su demencia

p.7

Porque la codicia, la ambición derrama el mal sobre el que la posee. Contemplamos aquí al poeta como un ser dotado para ver los últimos fines de las acciones y las cosas, que nos da cuenta de que somos un destino, no solo una posesión, con el consiguiente juicio sobre nuestro poder; y a la poesía como vehículo de la justicia deseada, como afirmación fundamental de la historia humana, y una forma de iluminar la existencia, como ha dicho Fina García Marruz. El libro posee una cerrada y funcional estructura, con cuatro secciones deslindables y breves donde la más extensa es la que alude al cielo, que, acompañado de la brevedad y contundencia de los poemas dotan de eficacia literaria a toda la obra:

—EN LA TIERRA

—COMO EN EL CIELO

—EN LA GUERRA

—COMO EN LA PAZ

Aquí como en los otros libros de la autora se abordan los grandes temas de la literatura clásica grecolatina que son el destino, la moralidad, la justicia, la culpa, el castigo y la condición humana, donde el poema es contado como fábula, como alegoría, y la razón envuelve a la emoción y la domina con su dardo. Como en La Divina Comedia de Dante, en la poesía de Basilia se interroga constantemente a la existencia humana, con sus yerros, inconsistencias, abismos, que pueden destruir la existencia humana en la tierra. Aquí se asume el arte de contar y cantar una realidad que se anuncia como proverbio o una predicción casi divina donde en pequeñas aspas se mueven juntos el poder y el mal contra la sabiduría que descansa en la luz. Porque es el hombre veedor el que abraza la conciencia y sufre por la maldad de todos los hombres:

Mi cosecha
mi templo
mi orgullo
son estos
Esta es mi razón de ser
Todo está en ruinas
¿adónde va el navío?
¿aplacaremos la sed?
Y ellos meciéndose
adormecidos de tanta travesía
enmudecidos de tanto desparpajo y dolor
Porque nada cuenta
nada alcanza todos son restos
las postergaciones las simulaciones y los beneplácitos son nuestros
En un mundo creado a destiempo y soñado por otros la fiesta se terminó.
Sólo yo estoy en las tinieblas de su corazón.

p. 8

Son descritos espacios de clemencia donde las acciones arbitrarias impulsan el cerebro y la conciencia, y no al revés. Porque el hombre es un ser que se engaña a sí mismo, y quizá no tenga medida ni conciencia de las consecuencias de su maldad. Es dibujada aquí la indignidad de las conciencias que abrazan sin compasión el individualismo, a través de retratos, típicos en su poesía, donde el yo se escinde entre conveniencia y deber, entre su conciencia y su oficio en el mundo, lienzos con figuras humanas donde nos apiadamos de ellas y su entrevisto destino, donde el sensible y débil se deja dominar por el egoísta:

3

Es una figura oscura y desafiante
ajena a todo
que avanza siempre
como sobre un cristal
para penetrar en una escena
carente de perspectiva
Figura inquieta y movediza
que en su marcha agitada
sin ocultarse se inclina
palpando lo que se interpone
sobre la superficie oscilante
por donde vuelan y se arrastran
Absorto en la contemplación
preservando el silencio
sumido en los recovecos
tratando de adivinar
una y otra vez
esos momentos inciertos
cuya continuidad impiden
los que están todavía allí
para resistir el paso del tiempo

p.9

 

6
¿De qué hay que arrepentirse y contra qué hay que arremeter?

Aferrados al deseo épico de sus sueños
fueron la creación estéril de una gran pasión
a cuyo final asisten ahora
con una incurable melancolía

p. 29

Sus poemas parecen monólogos de dioses imperfectos que hablan. Ante la naturalidad con que se contempla la soberbia humana, el hombre descuidó ─y por tanto─ erró el rumbo de su destino:

6

Es mi viaje final
Para la travesía reuniré y me llevaré todos mis pertrechos trofeos y legítimas pertenencias
Llegaré así a mi último destino
Lejos de la corrupción de las cosas y la perversidad de las palabras
Desembarcaré ileso y límpido una vez más
Voy a partir ya a mi definitiva morada

p. 13

El hombre piensa que puede desplegar su vida, ser y preponderar sin el espíritu, y es lo que ha traído todas las tragedias que padecemos donde resaltan las vergüenzas del alma humana como la ceguera, la cobardía vestida de soberbia, el viejo proverbio de que el fin justifica los medios enseñoreándose del destino del mundo. Pero la poeta sabe que aun cuando el espíritu recto, bondadoso, solidario navegue en territorios  de incertidumbre y se enfrente a circunstancias de asedio y desconcierto en el acto de hacer el bien ─p.12─ la nobleza y la esperanza humana también sobreviven como un himno, en ese definir lo que nos lacera y nos levanta estos poemas atesoran la cualidad hímnica ─p. 18, p. 27─ porque la fe es el último rescoldo humano de los mejores para sobrepasar la crisis, para sobrevolar – la fe en sí mismo y el valor en sí mismo, y tales llamados de esperanza son apreciables hasta en los exergos que preceden a las secciones dentro del cuaderno- p. 21 y 22-. Y nos quedamos, como seres de fe, con la imaginación:

 1

Nada queda? Todo se perdió? A borrar las cuentas. A no perderlo todo. O queremos todo, todavía?

Cerrar los ojos
vaciar el sueño
alejar los pensamientos
ser fiel a sí mismo
no dejarse atrapar
librarse siempre
buscar el camino
para encontrar una salida decorosa
con la imaginación, que todo lo puede

p.31

Porque el hombre es todos los hombres, y un error, un pecado en uno los rebaja, los define a todos -p. 24-. Y no se justifica el crimen para el falso y enlodado esplendor de unos pocos -p. 25 – acompañado del reflejo engañoso de la conciencia del hombre que se piensa héroe cuando verdaderamente es enemigo del hombre. Porque una voz celestial observa cómo se proyecta el mal desde el poder que ha tomado el espacio y el cielo como punto de dominio para manifestarse, donde actúan dioses ciegos –se invierten los papeles: el cielo no es ya el sumun de divinidad, sino espacio donde nos observan los que todo desde ahí dominan- somos dominados por dioses malignos que son los hombres contemporáneos -p. 15 y p. 16-. Porque aunque las bondades y placeres de la naturaleza ya no son para todos, y se constituyen en ecos del edén perdido, donde está el muro para conformarlo y confirmarlo, y conceptos como “gloria”, “valor” y “orgullo” están llenos de vacío ante los desmanes que caracterizan el mundo contemporáneo en una avasalladora incertidumbre –p. 34, p. 29– que lo lleva a enajenarse, el hombre debe cobijar su espíritu y puede refugiarse en la imaginación –p. 28– y hay que empezar por el individuo, el individuo ha de ser bueno, virtuoso, indagador, laborioso:

4

Como criatura viva y apta
donde quiera que esté
me detengo a observar y recoger
con obstinado fervor
dejando atrás fuera del alcance
sin que busquen vean y sepan
por ese sentido de la pureza que nos convoca
y nos mantiene en pie
hasta el final de la nada

p. 27

Porque, aunque “la vida es un completo desgarramiento, a la par que un milagro interminable, la poesía es la fuerza con que uno se levanta de entre lo muerto” [3].  Palidece entonces la enajenación descrita del hombre en sus sustantivos modificados más abarcadores, en sus pecados enumerados ante el resplandor del misterio del mundo.


Notas:

[1] Basilia Papastamatíu. Así. Edición digital. Colección Sur Editores, La Habana, 2024. Este cuaderno obtuvo el Premio Extraordinario Cubapoesía en 2024. Falta en el mismo su nota de contracubierta o unas palabras introductorias que nos digan de qué trata este libro, por qué rumbo se encamina, y que lo promueva antes de ser leído.

[2] Odysseas Elytis. “Discurso pronunciado en el recibimiento del Premio Nobel de Literatura, en 1979”, La letra del escriba, mayo de 2007, n. 59, La Habana, p. 11

[3] Otoniel Guevara. “Poesía, esa fuerza con la que uno se levanta”. Granma, 12 de junio de 2024, La Habana, p. 6. Entrevista ofrecida a verónica Alemán y Yeilén Delgado.

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