Alquimia fotográfica o ¿qué es una antotipia?
23/11/2020
Podemos considerar la historia de la fotografía como un gran experimento a base de prueba y error. Desde la cámara oscura, utilizada por pintores renacentistas y barrocos para observar la realidad antes de representarla, hasta la fotografía digital, tan democratizada hoy, son decenas los procedimientos ideados por disímiles inventores centrados en un único objetivo: fijar imágenes mediante la luz.
Para los espectadores actuales, e incluso para no pocos artistas, los términos calotipia, ambrotipia, aluminotipia, emulsión líquida o impresión sobre papel salado pueden resultar desconocidos. Dichos procedimientos cuentan entre los tantos que marcaron el desarrollo técnico de la fotografía hasta la invención de la película fotográfica. Curada por Lisette Ríos y Ossain Raggi, Alquimia fotográfica, muestra colectiva con que la Fototeca de Cuba inicia la programación de Noviembre Fotográfico, reúne un amplio número de obras realizadas por artistas cubanos actuales a partir de dichos métodos y otros, igual de experimentales.
En lo personal, esta exposición ha sido un verdadero descubrimiento, sobre todo porque las referencias visuales que hasta el momento tenía de los resultados correspondientes a técnicas antiguas del octavo arte se limitaban a malas apreciaciones en espacios digitales. La belleza, texturas y temperaturas presentes en, por ejemplo, un daguerrotipo o una cianotipia, solo pueden catarse con la imagen real delante.
Llamaron poderosamente mi atención las piezas de Ira Kononenko realizadas mediante la antotipia, procedimiento atribuido al matemático y astrónomo inglés John Herschel que permite aprovechar las posibilidades fotosensibles presentes en los jugos extraídos de ciertas frutas y plantas. La serie propuesta por Ira nos muestra imágenes abstractas que emulan con la acuarela y fueron realizadas a partir de buganvilias, tecas y bauhinias, entre otros arbustos.
Asimismo, destacan una impresión en plata/gelatina sobre piedra realizada por Lisette Solórzano; dos solarizaciones, realizadas por Ossain Raggi, que rinden tributo a Man Ray, uno de los más significativos fotógrafos del siglo XX; fotogramas combinados con plata/gelatina de la dupla Marirosa y Julio; collages fotográficos y fotograbados; transferencias a lienzo de Leonor Menes y dos paisajes estenopeicos, tomados sin lentes ni objetivos, realizadas por Noemí Quevedo. Poética y sobrecogedora la serie Mapas celestes (2016), de Reinaldo Cid: conjunto de piezas hechas mediante positivado por contacto a partir de cristales de féretros, rescatados durante procesos de exhumación, que el joven artista utiliza como negativos. Con ello, Cid sublima los procesos biológicos post mortem desde una perspectiva metafísica y espiritual que alude a la existencia del alma y su posible naturaleza.
Alquimia fotográfica es una muestra útil que nos acerca a aspectos técnicos poco conocidos dentro del llamado octavo arte. Al mismo tiempo, ofrece otras visiones de lo fotográfico, cuyas propuestas son usual y erróneamente reducidas exclusivamente al figurativismo impuesto por la documentación, la industria cultural y la cultura de masas. Extiendo mis felicitaciones al dúo curatorial y recomiendo la itinerancia de la exposición por espacios interesados en acogerla, a fin de acercar dichos procedimientos y sus resultados a profesionales, aficionados y admiradores de la fotografía. Asimismo, sería interesante que, en el futuro, fuese organizado algún taller a fin de presenciar in situ la práctica de algunas técnicas descubiertas por la “vieja escuela”: escalones progresivos en el largo empeño humano por extraer luz de la oscuridad.