Alpidio Alonso: “La Revolución cubana ha sido sobre todo una revolución cultural”
De visita en la Argentina encabezando la delegación que llegó cuando La Habana es ciudad invitada de la Feria del Libro, Alpidio Alonso Grau analiza el presente que atraviesa su país.
En la semana en que comenzó la Feria del Libro, y con La Habana como ciudad invitada este año, una delegación cubana visitó la Argentina. La encabeza el ministro de Cultura, Alpidio Alonso Grau, editor y poeta, y al mismo tiempo —como suele suceder en este país asombroso por donde se le mire— ingeniero en control automático. Alonso despliega en la charla con Página/12 una erudición abarcadora de lo local —nada de la literatura argentina parece serle ajeno—, una defensa acérrima y apasionada de la Revolución cubana, una preocupación por el presente volcada en forma de acción. Ubica a la administración de Biden como peor que la de Trump en relación a Cuba, por haber cambiado los modos, pero no las formas en que se intensifica el bloqueo y la asfixia a la Isla. Y en ese marco, denuncia como parte de “una campaña montada” a las protestas de artistas, periodistas y activistas cubanos recortadas y amplificadas por los medios de todo el mundo.
“Las revoluciones son cataclismos, y la cubana se ha tenido que hacer contra todas las adversidades. Eso que ahora se llama robo de cerebros, empezó con Cuba muy temprano. Teníamos 6.000 médicos y se fueron 3.000. Las fábricas quedaron vacías, nos llevaron los ingenieros, los profesionales, y nosotros tuvimos que formarlos. Esa es la gran revolución cultural. Por eso la alfabetización del pueblo ha sido el primer pilar que plantó la Revolución. La Revolución cubana ha sido, sobre todo, una revolución cultural”, comienza historizando el ministro.
“Hay en la cultura un fermento humanista con el cual no se puede mercadear, por tanto, eso no cuaja en esa perspectiva que todo lo juzga a partir de la ganancia”.
“Cuba, de ser un país de unos 6 millones de habitantes con más de 1 millón de analfabetos, hoy es un país de más de 11 millones de habitantes, que tiene más de un millón de universitarios, y que ha generado un capital humano muy preparado”, precisa.
Y define el carácter de esa transformación: “La Revolución cubana es un cambio cultural profundo. Sin la educación y la cultura, no se puede comprender este proceso. Desde el momento mismo de inicio del triunfo de la Revolución hasta hoy, la cultura ha estado en el centro de la transformación. Hablamos de la transformación del ser humano y de la sociedad toda. De la creación de una nueva cultura, una cultura de la solidaridad, del compañerismo, una cultura que se opone al individualismo que genera el capitalismo”.
En este tiempo asistimos a un avance global de una ola cultural en sentido contrario, las derechas están triunfando en el mundo.
¡Por eso Cuba molesta tanto! Porque no la han podido anexar jamás a esa ola. Porque Cuba ha propuesto una cultura superadora del ideal burgués, donde se le da espacio a todo el pueblo. Antes de la Revolución, a Cuba la habían convertido en un gran cañaveral, en un país monoproductor, solo de azúcar. Y en un gran garito. Y hoy, gracias al desarrollo de la educación y la cultura, vive fundamentalmente de los servicios que presta un capital humano muy preparado. El desarrollo que tiene hoy Cuba en el campo científico, las vacunas que hemos podido hacer, son el resultado de ese desarrollo de la cultura y la educación.
El tamaño del desafío
Seis décadas después del triunfo de la Revolución, ¿cuál es el desafío?
El desafío es inmenso, porque Cuba sigue siendo un país pequeño y bloqueado de una manera brutal. A finales de la administración Trump el bloqueo recrudeció de una manera feroz, se tomaron 243 medidas que se mantienen intactas. Se mantuvieron intactas durante la pandemia. Es que el imperialismo pensó a la pandemia como una gran oportunidad para destruir a la Revolución. Por la vía del bloqueo crear una situación insostenible en la Isla, que ocasionara una desestabilización que fuera inmanejable. Esa situación la potenció con una campaña difamatoria que culpa al gobierno cubano del desabastecimiento y de los problemas que crea el bloqueo. Quieren generar una indignación y después usarla con fines políticos, en contra de la Revolución. Invisibilizar los efectos del bloqueo y culpar al gobierno revolucionario de la situación.
El desafío es grande porque la campaña es colosal. Creo que nunca antes ha habido en la historia un país tan pequeño, a 90 millas de imperio más poderoso, que tiene una relación cultural como la que han tenido estos dos países de mucho tiempo. Pero donde siempre ha habido una apetencia por tratar de absorber al país. Estados Unidos tiene con Cuba una obsesión histórica, tratar de despojar al pueblo cubano de lo que es legítimamente suyo, y convertir a Cuba en parte de la Unión. Históricamente han fomentado un pensamiento anexionista, que no ha triunfado. Hoy el reto sigue siendo: Patriotismo frente a anexionismo. Eso no ha cambiado, ese reto sigue ahí. Y sigue siendo: independencia nacional frente a colonialización.
Y en medio de ese desafío está la cultura. Esta gran campaña ha colocado a la cultura como el blanco fundamental. Hay un intento de utilizar a los artistas para enfrentarlos a la Revolución, enfrentarlos a las instituciones culturales creadas por la Revolución.
Silvio Rodríguez, que aun con sus críticas es un gran defensor de la Revolución, tuvo el gesto de llamar a intercambiar ideas públicamente con un joven representante de esas protestas. ¿Desde las instituciones han pensado algún tipo de acercamiento de este tipo?
El diálogo con los artistas e intelectuales es un principio esencial dentro de la política cultural. En 1961 Fidel se reunió con los intelectuales durante tres fines de semana, al cabo les habló, esas palabras de Fidel pasaron a la historia como Palabras a los intelectuales. Es el pilar fundador de la política de Cuba. Ese discurso que trasciende los enfoques para con la cultura tiene varios ejes, pero uno es ese: el que tiene que ver con la convocatoria más amplia posible. Fidel, desde ese momento, deja dicho que la Revolución sólo podía renunciar a aquello que fuera incorregiblemente contrarrevolucionario y reaccionario. Que dentro de la Revolución había espacio para todo ejercicio de la creación, la más amplia libertad creadora desde el punto de vista formal. Y que incluso había espacio dentro de la Revolución para los que no fueran revolucionarios, y que fueran personas decentes. Es la misma perspectiva de Martí, que llamaba a los “cubanos de bien” a participar de la república.
“Durante la pandemia, en una situación económica asfixiante, se les mantuvo un salario a los músicos y artistas escénicos durante más de dos años”.
El año pasado celebramos los 60 años de Palabras a los intelectuales, y lo ratificó el presidente (Miguel) Díaz-Canel: en Cuba hay espacio para todos, salvo para los que estén contra el proyecto colectivo. Y nosotros tenemos un diálogo permanente. Se quiere presentar a Cuba como el paraíso de la censura, algo que es un imposible. Es imposible ocultar la vitalidad que tiene el arte cubano, ¡y eso no se puede conseguir en un ambiente de censura! El primer mentís a esa falacia es la obra misma de nuestros creadores. Incluso algunos de lo que hoy encabezan la campaña contra las instituciones culturales, y hoy están boicoteando nuestros principales eventos, como la Bienal de La Habana, son el resultado del trabajo de esas instituciones, se formaron en nuestras escuelas de arte y ganaron notoriedad internacional promovidos por nuestras instituciones.
Están tratando de promover la idea de un sistema político que coarta la libertad, que está en contra de los artistas, cuando ellos han sido protagonistas de todo ese esfuerzo por fomentar la cultura.
Le podría poner varios correlatos locales de gente que se benefició mucho con un gobiernos nacionales y populares, salvando todas las distancias. Pero le citaba el ejemplo de Silvio Rodríguez porque trascendió como un intento de acercamiento…
El diálogo, la comunicación con los creadores, la participación en las decisiones de las instituciones en materia de política cultural, ha sido permanente. Fidel pasaba días y días en los congresos de las asociaciones de artistas de Cuba, y también con los jóvenes, discutiendo los temas de la agenda cultural y política, poniendo a participar a los escritores y artistas. Y ese ejemplo de Fidel se ha seguido hasta hoy, lo hace el presidente Díaz-Canel, que se reúne todos los meses con la dirección de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y con una masa de artistas.
El presidente Díaz-Canel es un defensor de la cultura, pero hoy ha asumido un compromiso explícito, ha mantenido una sistematicidad ejemplar en el seguimiento a los planteamientos de nuestros artistas. Durante la pandemia, en una situación económica asfixiante, se les mantuvo un salario a los músicos y artistas escénicos durante más de dos años. El país ha invertido 1165 millones de pesos en protección salarial de esos artistas. ¿Un gobierno que está en contra de los artistas hace eso?
¿Qué cambio ha habido en la relación con Estados Unidos al pasar de la administración de Trump a la demócrata?
Con Biden es peor. Porque ha mantenido unas medidas terribles con un ropaje de paz, con un discurso menos confrontativo, pero las medidas económicas arreciadas a lo más duro en un ambiente de pandemia. ¿Qué añadió? La campaña. Es la asfixia económica, privarte hasta de lo más elemental, y al mismo tiempo, sobre todo en las redes y sobre todo dirigido a las nuevas generaciones, difundir que el culpable es el gobierno. Invisibiliza el bloqueo y sus efectos, y culpa al gobierno de todo lo malo que hay.
“Con Biden es peor”.
¿En qué medida hoy ha recrudecido ese bloqueo?
Estados Unidos está con los satélites vigilando, hoy no entra un barco de petróleo a la Isla sin sufrir consecuencias. Teniendo a Estados Unidos a 90 millas, tan cerca que las mujeres de los millonarios, antes de la Revolución, iban a peinarse allí. ¡Imagínate! Si pudiéramos vender la música cubana a Estados unidos…, es el mercado natural.
No es el bloqueo de siempre, es el bloqueo recrudecido de una manera brutal en condiciones de pandemia, el desabastecimiento, el turismo frenado en la pandemia, el boicot a la inversión en Cuba, al turismo cubano. Fíjate lo que han hecho: cerraron el consulado en La Habana, donde se otorgaban las visas de reunificación familiar para que los cubanos visiten a sus familiares en Miami. El cubano es muy familiar. Cierran la embajada y te obligan a ir a México, a Guyana a pedir la visa. Llegas ahí y te la niegan, perdiste el dinero del pasaje, la estadía. Generan un malestar tremendo, entonces están por un lado diciendo: solo queremos paz con Cuba, y por otro lado provocando esto.
Durante la pandemia, Estados Unidos impedía que llegue el oxígeno, hemos tenido que hacer verdaderas proezas, y si Cuba no colapsó como país es porque ha habido un seguimiento, porque lo más importante es la vida de la gente. Y en esa situación se les mantuvo el salario a los artistas
Es tan injusto lo que se hace con Cuba, es criminal. Nosotros no podemos dejar que se caiga la Revolución, nos tiene que ir la vida en eso. Por lo que representa Cuba para los cubanos, para Latinoamérica y el mundo. Y están empeñados en que la Revolución caiga. Están jugando a darnos el puntillazo, pero siempre han subestimado la obra misma de la Revolución, lo que la Revolución ha sembrado.
¿Cuál es la estrategia que se traza Cuba en este presente?
El presidente ha dicho que la resistencia tiene que ser creativa, con bloqueo o sin bloqueo tenemos que apostar a nuestro desarrollo, se ha apostado a la participación de la ciencia, la informatización y la comunicación social como eje central en nuestra gestión de gobierno. Todo ese capital se ha puesto en función de la innovación, para desarrollar una alternativa al bloqueo. Cuba desarrollo cinco candidatos vacunales y tres vacunas ya. Y aunque cada vez son más brutales las medidas, aunque han creído que la pandemia era el momento para conseguir lo que no han conseguido en todos estos años, tenemos una estrategia trazada.
“La resistencia tiene que ser creativa, con bloqueo o sin bloqueo tenemos que apostar a nuestro desarrollo ”.
La cultura adocenada
Defensor de “una literatura que no sea mansa ni adocenada”, Alonso postula: “nos interesa el arte que inquiete, que nos lleve a la reflexión, a preguntarnos, que contribuya a la transformación”. “Hoy la cultura es la gran perdedora en toda la plataforma neoliberal”, asegura.
¿Cómo lo analiza?
Cuando se revisan las plataformas de los gobiernos neoliberales, son los de educación y cultura los primeros presupuestos que se rebajan, los ministerios que se cierran. Sencillamente el neoliberalismo convierte todo en mercancía. Hay una crisis de los paradigmas humanistas tradicionales: esa perspectiva progresista que el propio capitalismo promovió en sus inicios, sencillamente ha desaparecido, y lo que no vende no vale, no sirve. Hay en la cultura un fermento humanista con el cual no se puede mercadear, por tanto, eso no cuaja en esa perspectiva que todo lo juzga a partir de la ganancia. Es un criterio homogeneizador, una cultura chatarra que trata de adocenar el pensamiento y eliminar cualquier perspectiva crítica del sistema: ¡Disfruta sin pensar tanto, sin complicarte tanto, goza, vive el ahora mismo! Un presentismo a toda costa en el que quieren hacer encajar a la cultura, en esa gran maquinaria que está desplegada exclusivamente para reproducir la visión del capitalismo.
Pues nosotros sí creemos en el valor profundo de la cultura, en los valores humanistas educativos, eso está en las antípodas de la industria hegemónica. Y nos negamos a que ciertas expresiones queden reducidas a nichos muy pequeños que no tienen visibilidad al lado de los best seller, ya sea en el cine, la literatura, en todo lo que se aparte de la producción en serie del entretenimiento.
Hoy la hegemonía yanqui no es tanto económica y militar, como cultural e informativa.
Ese es el tamaño del desafío: convertirnos en una alternativa a esa industria global. Sabemos que el desafío es inmenso, pero de eso se trata. Seguimos creyendo en la utopía, y nos va la vida en eso.
Lograr el hombre nuevo del que hablaba el Che es una pelea durísima, es una hermosa utopía a la cual vale la pena dedicar la vida. Porque, ¿a qué vamos a venir a este mundo? ¿A sencillamente pasar por aquí? ¿O a tratar de mejorar lo que somos? Que ya a esta altura del juego, es tratar de salvarnos como especie, porque este capitalismo lo pone en peligro todo. El consumismo lleva a una fiebre que termina auto destruyendo al ser humano.
Tomada de Página 12