Hoy 21 de diciembre la legendaria bailarina cubana Alicia Alonso cumpliría 103 años de vida física, pues había nacido en esa misma fecha, pero de 1920, en el modesto hogar habanero integrado por Antonio Martínez Arredondo, un teniente veterinario del Ejército Nacional y por Ernestina del Hoyo y Lugo, ama de casa y modista.
“Cuba se honra al honrarla y en ser el más fiel custodio de su inmortal legado”.
Tras su debut como bailarina en el “Gran Vals” de La bella durmiente, junto a las alumnas de la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro Arte Musical de la Habana, dirigida por el maestro ruso Nicolai Yavorski, inició una gloriosa carrera que llegó a convertirla en una de las más grandes bailarinas en toda la historia de la danza. Y aunque hizo extensivo su arte a 65 países, Latinoamérica y el Caribe ocuparon un lugar preferencial en su obra creadora como intérprete, coreógrafa, pedagoga y directora artística.
Su debut en el rol titular de Giselle, el 2 de noviembre de 1943, con el Ballet Theatre en el Metropolitan Opera House de Nueva York, significó también uno de sus más grandes aportes al prestigio de la danza profesional en nuestro continente, pues patentizó las amplias posibilidades que tenían las latinoamericanas para triunfar en un rol hasta ese momento privativo de las bailarinas eslavas o anglosajonas. Su ejemplo incentivó numerosas vocaciones entre los artistas de Latinoamérica y no vaciló en compartirlo en las numerosas actuaciones que realizó en esta zona del planeta, desde su primera gira por países de Latinoamérica, en noviembre de 1948, recién fundada la compañía, que incluyó a Venezuela y Puerto Rico.
A partir de entonces su magisterio se hizo extensivo a 20 países de la región (Argentina, Bahamas, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guyana, Jamaica, Martinica, Nicaragua, Panamá, Perú, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela).
“En la Reunión Extraordinaria de Ministras y Ministros de Asuntos Exteriores de la Conferencia Iberoamericana, celebrada en el 2020, en hermoso gesto y en ocasión del centenario de su natalicio, se decidió declarar el 21 de diciembre como Día Iberoamericano de la Danza”.
Los más disímiles sectores de la vida artística, cultural, social y política de esos países no vacilaron en honrarla con sus más altas distinciones y en el 2005, durante la celebración en Quito del Festival Mujeres en la Danza, le fue conferido el título de Madre de la Danza Latinoamericana. En la Reunión Extraordinaria de Ministras y Ministros de Asuntos Exteriores de la Conferencia Iberoamericana, celebrada en el 2020, en hermoso gesto y en ocasión del centenario de su natalicio, se decidió declarar el 21 de diciembre como Día Iberoamericano de la Danza.
Este año en nuestro continente volverá a celebrarse con júbilo tan importante efeméride, de manera especial por coincidir con el 80 aniversario de su debut en el ballet Giselle, una de sus más célebres creaciones como intérprete y coreógrafa.
Cuba se honra al honrarla y en ser el más fiel custodio de su inmortal legado.