Durante su extensa y brillante carrera, Alicia Alonso expresó cuán importante fue la música en su arte, a la que siempre vio en movimiento, en algo que podía visualizar y danzar. Ella tuvo la suerte, desde los inicios mismos de su desempeño como bailarina, de haber sido dirigida por músicos del mayor prestigio, tanto en Cuba como en el extranjero.

En su debut escénico como bailarina, el 29 de diciembre de 1931, en el gran vals de La bella durmiente, de Pietr Ilich Chaikovski, la Orquesta Sinfónica de La Habana fue dirigida por el prestigioso maestro Gonzalo Roig (La Habana 1890-1970), cofundador de esa afamada agrupación musical desde 1922 y de la Banda de Conciertos de La Habana a partir de 1927.

En su debut escénico como bailarina, la Orquesta Sinfónica de La Habana fue dirigida por el maestro Gonzalo Roig. Imagen: Tomada de Cubaplusmagazine

Sería el compositor de la célebre zarzuela Cecilia Valdés quien en 1932 volvería a dirigirla en la versión completa de La bella durmiente, estrenada el 26 de noviembre, también en el Teatro Auditórium, con los alumnos de la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro Arte Musical de La Habana. En esa puesta Alicia interpretó una de las hadas en el prólogo; una dama de la corte en el gran vals, una aldeana y una de las hilanderas en el primer acto; y su primer solo, el de “El pájaro azul”, en el tercero

Tres años después, en su debut en Coppélia, el 20 de marzo de 1935, con Alberto Alonso como partenaire, tendría como guía musical al eminente Amadeo Roldán (París 1900-1939), director de la Orquesta Filarmónica de La Habana, considerado junto con Alejandro García Caturla, uno de los padres del sinfonismo en la música nuestra, a la que revolucionó incorporándole la riqueza de la percusión de raíces afro. El 10 de mayo de 1937 sería nuevamente el maestro Roldán el encargado de dirigirla musicalmente en la puesta en escena de El lago de los cisnes, en tres actos, por el maestro Nicolai Yavorski, según la partitura de Chaikovski, obra que marcó su decisión de cerrar su etapa de aficionada para dar el paso al profesionalismo en los Estados Unidos.

En su debut en Coppélia, Alicia Alonso tendría como guía musical al eminente Amadeo Roldán. Imagen: Tomada de Radio Enciclopedia

En ese país, la Alonso inició su vida profesional en comedias musicales de Broadway y como miembro del American Ballet Caravan (hoy New York City Ballet). Aunque ya había encontrado triunfos y seguridad económica, no olvidó su histórico empeño de desarrollar el ballet en Cuba, y consecuente con ello volvió con Fernando a colaborar con la Escuela de Pro Arte, en el estreno de Dioné, una leyenda sinfónica con libreto y partitura del maestro Eduardo Sánchez de Fuentes (La Habana 1874-1942), compositor de gran prestigio y por entonces presidente de la Academia de las Artes y las Letras de Cuba. La obra, con coreografía del búlgaro Georges Milenoff, sustituto de Yavorski en la dirección de la Escuela de Ballet de Pro Arte, tuvo el mérito histórico de haber sido el primer ballet clásico con música de un compositor cubano.

En Dioné, Alicia contó con libreto y partitura del maestro Eduardo Sánchez de Fuentes. Imagen: Tomada de Radio Cadena Habana

Al fundar el hoy Ballet Nacional de Cuba, en 1948, Alicia vinculó a él a la mayoría de los más prestigiosos directores musicales del país, entre ellos, Enrique González Mántici, Manuel Duchesne Cuzán, Félix Guerrero, Roberto Valdés Arnau, Roberto Sánchez Ferrer, José Ramón Urbay y Rembert Egües.

En su triunfal carrera fue dirigida por conductores de la talla de Igor Stravinski y Morton Gould, en los Estados Unidos, y por los directores musicales de centros artísticos de tanta prosapia como los teatros Covent Garden de Londres, el Kirov, de Leningrado y el Bolshoi de Moscú o la Ópera de París.

Música y danza, un binomio creador. Ella lo definió así hasta el final de su carrera como intérprete, en 1995, y en los años posteriores como coreógrafa y directora artística del Ballet Nacional de Cuba, al que llevó a la categoría de Patrimonio Cultural de la Nación.

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