La historia de la familia Felpeto, retratada desde la mirada del cineasta argentino Hernán Rosselli, llega a las pantallas de la 45 edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

Algo viejo, algo nuevo, algo prestado, estrenada este año, recibió el premio a la mejor película del Festival Internacional de Cine de Gijón por su complejo argumento, llevado por subtramas que mantienen expectante al público. El director se apropia del tempo narrativo y desentraña los misterios de los protagonistas a cuentagotas a través de Maribel Felpeto, narradora e hilo conductor del filme.

“Su padre se dedica a las apuestas clandestinas en Buenos Aires y la joven sospecha que podría tener una segunda familia. Desde que su padre murió, Maribel y su madre, Alejandra, quedaron a cargo de la compleja empresa familiar. Un secreto que desmontará todas sus creencias y le permitirá vislumbrar una realidad muy distinta”, refiere la sinopsis.

La película es un logrado ejercicio de recuperación de home movies y de found footage (metraje encontrado). O sea, material audiovisual presentado fuera de su contexto original.

Esta historia de pura cepa argentina sigue la línea del cine de autor, que ha defendido Hernán Rosselli en sus dos primeros filmes: Mauro (2014) y Casa del Teatro (2018). Repite la fórmula de retratar su mundo, la economía paralela, el trabajo desde la clandestinidad y el delito, porque historias como la de los Felpeto hay muchas en Argentina.

Precisamente, el realismo que se logra en este relato de auto ficción se refuerza con la combinación de imágenes de archivo (videos caseros de su vecina de la infancia, Maribel Felpeto) y las tomas pensadas en el guion: la cámara ingresa en los hogares, en los espacios más íntimos de los personajes y despliega un realismo propio de este director.

Fotograma de Algo viejo, algo nuevo, algo prestado, un filme de gran realismo.

Según contó Rosselli en una entrevista, Maribel, conocida suya de muchos años, le mostró en 2017 videos caseros que el padre había filmado entre 1986 y 2000. “Los vi y me pareció increíble, no eran películas familiares, sino que tenían una pequeña puesta en escena”. De hecho, no pocos críticos aseguran que el filme roza el género documental, el mismo que eligió para Casa del Teatro.

En la película todo gira alrededor de dos conceptos directamente proporcionales: tradición y familia. Los detalles más crudos de los Felpeto se mezclan con pequeñas dosis de humor, las justas en un filme que también denuncia—con una manera propia— el delito y la corrupción, la mezcla entre problemas personales y profesionales.

“Las grabaciones de archivo refuerzan la descripción de esos submundos argentinos ligados al crimen y a las vidas de los personajes que viven dentro de ellos”.

La historia no es lineal, sino que se cuenta de modo oblicuo para que el espectador una las piezas y delimite lo que es real o no dentro del filme. Las grabaciones de archivo refuerzan la descripción de esos submundos argentinos ligados al crimen y a las vidas de los personajes que viven dentro de ellos. En la película, lo que no se dice y se da entender es tan o más importante que lo que se aprecia en la pantalla.

Algo viejo, algo nuevo, algo prestado es un logrado ejercicio de recuperación de home movies y de found footage, que se traduce literalmente al español como metraje encontrado; o sea, el material audiovisual presentado fuera de su contexto original: imágenes “encontradas” a diferencia de “creadas” expresamente para una obra. Pero también es un retrato de una parte de la sociedad argentina, esa de la que los grandes consorcios cinematográficos no hablan. Algo viejo, algo nuevo, algo prestado llega como anillo al dedo al 45 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.