Alfredo Sosabravo a los 90: Sin precedentes ni sucesores

Teresa Toranzo Castillo
25/10/2020

El 25 de octubre del 2020 Alfredo Sosabravo celebra sus 90 cumpleaños y con ellos, más de siete décadas de ininterrumpida entrega al arte. Cuba se privilegia de tenerlo, por su carácter jovial, por su carácter prolífero, por su particular estética ampliamente reconocida en el contexto del arte cubano contemporáneo y universal.

“Sosabravo a los 90 aparece con su natural vitalidad y es que él conoce los secretos para reinventarse de forma cíclica”.  Fotos: Cortesía de la autora
 

Sosabravo a los 90 aparece con su natural vitalidad y es que él conoce los secretos para reinventarse de forma cíclica. De esa manera recrea las esculturas en vidrio de Murano, en bronce o la pintura sobre tela, discos, esferas o conos de piedra volcánica italiana. También cuentan las piezas híbridas, logradas gracias a la fusión del vidrio y el bronce en complicado proceso multidisciplinario, demostrando un ingenio y persistencia que solo admite pensar en las grandes manufacturas chinas, con sus artesanos y artistas, sugestionados en un mundo semejante a un romance o novela de ficción. Como en sus inicios, Sosabravo se comporta seductor y seducido por la pintura, a la que acude cada mañana, sin temerle a los alaridos del color, a los parches que adhiere a las telas en precisas puntadas de agujas, ni a las escenas casi cinematográficas que construye en sus dinámicas superficies.

Así las cosas, en medio de la situación epidemiológica que enfrentan Cuba y el mundo a cuenta de la Covid-19, el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana (MNBA) ha organizado la exposición: Alfredo Sosabravo: Memoria Documental, en modesto reconocimiento a quien bien lo merece. Razones históricas han motivado a la mayor institución museal del país a concebir un proyecto curatorial de pocas prácticas en el universo de las artes plásticas.

La exposición es una mirada integradora, que demuestra la manera en que los tesauros artístico y documental de Alfredo Sosabravo han crecido de forma paralela.
 

Ahora es preciso apuntar que el MNBA custodia una de las mayores colecciones de pinturas, dibujos y estampas sobre papel, del también hijo de Sagua la Grande. Desde el punto de vista cronológico, su tesauro está formado por trabajos producidas entre las décadas del cincuenta y los finales de los noventa del pasado siglo. Lo anterior se corresponde con el hecho de que Sosabravo se inserta dentro de los artistas que emergieron en los años sesenta, coincidiendo con el triunfo de la Revolución del primero de enero de 1959. De modo que su poética también se inscribe dentro de la generación que protagonizó la llamada “pluralidad discursiva”; a cuenta de que un grupo de creadores encontraron sus personales estilos y recursos formales para expresarse en un contexto diferente; pero sin renunciar a patrones generales como la búsqueda de una nueva figuración, la persistencia de ciertos recursos de la abstracción, consolidada en el decenio anterior, así como la seducción por ciertas novedades de los “ismos” y del pop art, entre las tendencias y estilos de moda.  

“Sosabravo se inserta dentro de los artistas que emergieron en los años sesenta (…) De modo que su poética también se inscribe dentro de la generación que protagonizó la llamada ‘pluralidad discursiva’”.
 

Al pretender seguir el itinerario artístico de Sosabravo, se hace notorio que desde sus inicios él ya había comenzado a pintar algunas telas pegadas sobre cartón, de las cuales Fruta discutida (ca. 1950) y Cabeza de hombre con sombrero (1957) son testimonio. Motivado por la célebre exposición de Wifredo Lam en la Caseta del Parque Central en 1950, otros factores y coincidencias contribuyeron a la superación de Sosabravo, donde cuentan el empuje de Ángel Acosta León, a quien conoce en 1957 y su interés por adentrarse en los secretos del grabado, aceptando el apoyo de artistas más experimentados como Lesbia Vent Dumois, ya graduada en la escuela Leopoldo Romañach de Santa Clara, con dominio del grabado xilográfico.

Mientras sorprendía como buen discípulo, otros factores contribuyeron a su etapa de formación como grabador y posteriormente como hacedor de volúmenes: los conocimientos teóricos aportados por la Escuela Elemental de Artes Aplicadas, anexa a la Academia de San Alejandro (1955-1957); la manera en que se involucró al taller de la Asociación de Grabadores de Cuba (AGC) y a los talleres de Cuba Artesanía, le aportaron dominio del oficio y crecimiento profesional. En toda esa ruta fue arropado por nombres imprescindibles como Carmelo González, Antonia Eiriz, Umberto Peña, José Contino, Raúl Martínez y Tomás Marais, entre otros.

La exposición Pequeña fauna (1978), en el MNBA, donde presenta 12 dibujos y 24 cerámicas, resume su estética alegre y optimista. En la inauguración, el arquitecto Fernando Salinas destaca la coherencia de su trabajo, con singular apego a recursos poco homogéneos como la libertad formal y el compromiso permanente con el ser humano de su tiempo. Esos asuntos se han mantenido hasta el presente, desde una poética donde señorean el optimismo, el humor, la alegría, la ironía, lo lúdico, el fuerte compromiso con sus semejantes, que puede llegar hasta la compasión.

“Su poética sintetiza la pericia para relatar, con sencillas maneras, sucesos noticiosos y el acontecer de su entorno”.
 

El nuevo ordenamiento curatorial de las Salas del Edificio de Arte Cubano en el 2001 redimensionó la exhibición permanente de la estética sosabraviana en el MNBA, a la luz de la remodelación y ampliación de la institución. Una cuidadosa clasificación consideró sus óleos sobre tela (Prostituta peinándose, Cosmonauta atascado, Personaje frente al sol (1967) y Regresando de Indochina (1971), junto a un conjunto de obras sobre papel y la escultura en bronce Venus Terrenal (1990), para la Sala de Arte Contemporáneo de la década del 60. Desde entonces, la estética de Alfredo Sosabravo dialoga en el mismo espacio físico con las telas de Ángel Acosta León, Umberto Peña, Servando Cabrera Moreno, Antonia Eiriz y Raúl Martínez y con la producción escultórica de Mateo Torriente, Osneldo García, Orfilio Urquiola y Sergio Martínez Peña, entre otros.

Es una poética que sintetiza la pericia de Sosabravo para relatar, con sencillas maneras, sucesos noticiosos y el acontecer de su entorno. Tal es el caso de la tela, Regresando de Indochina, testimonio de los destrozos de EE. UU en aquel lugar. Se trata de un lienzo de gran formato, donde el autor apela a lo grotesco de una manera que lo relaciona en lectura paralela con Antonia Eiriz. La construcción de la figura del mutilado de guerra permite aquilatar profunda imaginación, cuando simples formas geométricas van desde un cono que enlaza el cuello con la cabeza y el resto del cuerpo; un circulo es la cabeza; dos ruedas son las piernas y pies, mientras que un rectángulo es el brazo que quedó. Con intencionalidad, la parte más útil es la boca, de donde se extiende una suerte de globo, al estilo del cómic o de la historieta, conteniendo en su interior desordenadas e incoherentes letras, que trasladan desgarrador mensaje. Es esta pieza una expresión de su poética pretérita y futura, desprovista de colores innecesarios, a cuenta de su buen uso de la paleta pictórica.

Regresando de Indochina, óleo sobre tela. Lienzo de gran formato, donde el autor apela a lo grotesco de una manera que lo relaciona en lectura paralela con Antonia Eiriz.
 

De 1967 es el collage sobre tela Personaje frente al sol, que funciona como alegoría de una época estampada por la búsqueda de la estabilidad y el optimismo, no sin puntuales conmociones estremecedoras. Real y oportuno fue el personaje frente al sol radiante, listo para abiertas interpretaciones en momentos en que apelábamos a la retroalimentación, indicado por flechas intencionalmente direccionadas. Por su parte, Prostituta peinándose dialoga con la pintura anterior, y en ambos lienzos se advierten vastas lecturas, que peregrinan por el fino humor sosabraviano para abordar complicados propósitos, desde una poética que algunos de sus contemporáneos no lograron dilucidar.

Recorriendo la gráfica de Sosabravo, queda claro que asumió el cartel como medio propicio para plantear contenidos políticos, sociales o temas concernientes a la promoción de hechos y eventos culturales sustanciales. Así construyó una extensa galería con los testimonios de la identidad visual que tuvieron los salones de artes plásticas, presentación de películas, premios y jornadas, como se aprecia en las litografías a color: Homenaje al Arte popular (1976), Sábados de la Plaza (1977), Pequeño Salón. Museo Nacional y    Carteles de Sosabravo (1979) y también Domingos culturales (1982), entre un vasto repertorio. Desde el dominio de las técnicas del grabado, una diversidad de xilografías, litografías, calcografías, serigrafías y el dibujo hablan a favor de la prominencia que tuvo  el tema político en ese soporte, como se observa en la tinta sobre cartulina Invasores en Playa Larga (1962), donde predomina la economía de recursos, en un ambiente donde arrogante águila se posa sobre un mogote, que a su vez tiene en el frente el símbolo de la muerte, componiendo una sintética escena en medio de abierto mar e insinuación de cayo en lontananza. Su discurso político late en la litografía Esos generales del dólar (1976), de aparente corte burlesco, pero en realidad argumento de marcado acento antimperialista.

“(…) es importante significar el vasto repertorio poético presente en la colección de Alfredo Sosabravo del MNBA, que cubre preocupaciones sobre el medio ambiente, lo ecológico, las innovaciones científico técnicas, su permanente reflexión ante las máquinas, hasta sumergirse en su dialéctica y cotidiana relación con el hombre”.
 

Resulta curioso constatar que aquellos temas y contenidos que le dieron reconocimiento a Sosabravo en sus pinturas y papeles hace casi cuatro décadas, ahora son reinterpretados en técnicas novedosas. Es así como el aguafuerte iluminado sobre papel Con la cabeza llena de pájaros (1962), también es tema para su colorida escultura en vidrio de Murano. La pregunta es: ¿Cuánto simbolismo se encierra en una cabeza llena de pájaros? Lo curioso es que en ambas técnicas abunda imaginación, lirismo y la presencia de códigos por medio de los cuales el maestro enfatiza su compromiso ideoestético.

Al formular estos breves apuntes sobre la colección de Alfredo Sosabravo en el MNBA, es importante significar el vasto repertorio poético en ella presente y que cubre preocupaciones sobre el medio ambiente, lo ecológico, las innovaciones científico técnicas, su permanente reflexión ante las máquinas, hasta sumergirse en su dialéctica y cotidiana relación con el hombre. En fin, la poética de Sosabravo puede aparentar una fiesta, una escena lúdica, una pieza de teatro, una página de un libro de Alejo Carpentier o de Gabriel García Márquez; un poema de Nicolás Guillén o una película de los grandes del cine cubano o latinoamericano; porque es su manera de comunicarse, porque es la síntesis del ser humano y del entorno de su tiempo.

Entonces, para este 25 de octubre del 2020, el MNBA ha concebido el proyecto curatorial que el momento demanda. Nada ha resultado tan apropiado y justo como la intención de visibilizar, con la coherencia requerida, el conjunto de catálogos de exposiciones y “libros para el artista”, instituidos como testimonio de la trascendencia y reconocimiento que acompañan a Alfredo Sosabravo y su inmenso tesauro en los circuitos del arte cubano e internacional.

El propósito de la muestra es ilustrar al público la manera en que la amplia literatura inherente a Alfredo Sosabravo, construida durante casi siete décadas, ha caminado de forma paralela a la formación de su obra creadora. Este importante tesauro bibliográfico y documental sirve de apoyo a estudiantes, académicos, críticos, investigadores, curadores de arte y a todo tipo de público.

El diseño curatorial de la exposición, también ha tenido la intención de representar un conjunto de imágenes y testimonios útiles para recrear momentos distintos de la vida de Sosabravo. En paredes, ocupa lugar prominente el último de los retratos hechos por Ángel Acosta León a su amigo en 1963, la noche antes de partir hacia París, en un viaje sin regreso. Se trata de un lienzo que demanda estudios más profundos, relacionados con la personalidad artística de Ángel Acosta León, pero ahora vale la mixtura que sale del retrato, de corte biográfico y autorreferencial, cuando al lado de la imagen expresionista de Sosabravo, el autor escribe a su amigo: “La ruina se va a París. ¿Llegaré… (…) ¡Extrañaré las guaraperas, las cafeteras y el Malecón! A mi amigo Sosa Bravo, 1963”.

“El último de los retratos hechos por Ángel Acosta León a su amigo (Alfredo Sosabravo) en 1963, la noche antes de partir hacia París, en un viaje sin regreso”.
 

También se integran a la exposición dos hermosas esculturas de bronce, producidas en manufacturas italianas, que en este caso adquieren valor simbólico, al intentar conectar al Premio Nacional de las Artes Plásticas 1997 con la paradigmática imagen de Wifredo Lam. Cuenta la historia que, siguiendo la ruta del célebre artista, llegaron Alfredo Sosabravo y René Palenzuela a Albissola Mare, durante la década del 90 y allí se produjeron estos bronces, como evidencia de una relación que ha perdurado y crecido en el tiempo.

Sosabravo pintando sobre un plato de cerámica en Albisola Mare, donde lo hizo Wifredo Lam.
 

La exposición visibiliza el nivel de jerarquía que han tenido las fuentes documentales que se presentan, en las que se conjuga el valor de una copiosa crítica especializada, de más de 40 autores, quienes han estudiado y valorado la estética de Sosabravo desde numerosos puntos de vistas. Una parte importante de la información e imágenes aquí presentes, son constatables en las obras que se exponen en la Sala Permanente de la Década del Sesenta del Edificio de Arte Cubano. Se trata de una mirada integradora, que demuestra la manera en que los tesauros artístico y documental de Alfredo Sosabravo han crecido de forma paralela.

“Una parte importante de la información e imágenes aquí presentes, son constatables en las obras que se exponen en la Sala Permanente de la Década del Sesenta del Edificio de Arte Cubano”.
 

Vale decir que el MNBA no dudó en rendir homenaje a Sosabravo con esta provechosa exposición; apoyo imprescindible para estudiantes, investigadores, críticos de arte, académicos y todo el que se interese en su quehacer. Aquí se concentra el legado que hasta el presente él nos está regalando. Y enfatizo hasta el presente, porque estamos seguros de que sus aportes seguirán creciendo, y porque su obra rica y valiosa es difícil de ser concentrada en el espacio físico de un proyecto curatorial. ¡Su arte todo es un museo! Por eso, los lujosos libros editados en este siglo, con su abundante galería de imágenes y enjundiosos textos darán la posibilidad de disfrutar sus grabados, dibujos, pinturas y esculturas, ahora desde las páginas impresas, beneficiadas por excelentes fotografías.

“Aquí se concentra el legado que hasta el presente él nos está regalando”.
 

Es imposible concluir este escrito sin significar que una exposición con la actual producción de Alfredo Sosabravo estaba pensada como uno de los más importantes eventos en ocasión de su cumpleaños. Temporalmente pospuesta ante la agresividad de la pandemia, las pinturas, bronces y esculturas de Murano de nuestro ceramista mayor deberá dejar inaugurada la Estación Cultural de Línea, cuando las condiciones así lo permitan.  Mientras ese momento llega, ya comenzaron los festejos por las nueve décadas de vida del Maestro de dimensión universal y orgullo de la cultura cubana, a quien aún no se le conocen ni antecedentes, ni sucesores.

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