Alfabetización: haciendo posible lo imposible
Estaba por cumplir 11 años. Por diversas razones había terminado sexto grado. Se lo debía a mi hermana, ella tenía una escuelita en la casa y con uno que otro cocotazo me hizo aprender Matemática y Español. También le debo a ella que me conminara a ser alfabetizadora popular.
Yo era una niña “rebijía”, como decía mi madre, pero decidida a meterme en aquel chorro telúrico que era la Revolución. Me entregaron las cartillas de alfabetizar, fui a dos o tres talleres previos. Mi hermana era una de las máximas responsables de la campaña en Holguín. Yo, que ya era pionera, devine, si no la más joven alfabetizadora de mi región, una de las menores. Había otro niño con la misma edad, dos meses mayor que yo.
Ya nosotros (mi familia) vivíamos en Vista Alegre, a unas cuantas cuadras de donde me mandaron a enseñar. Eran cuatro adultos, recuerdo muy bien a Raúl, quien después que pudieron escribir y leer rudimentariamente, mantuvo amistad con mis padres y conmigo.
Eran dos horas cada tarde. Mami o Papi salían en mi búsqueda cuando calculaban que yo había terminado, generalmente me alcanzaban cuando ya iba de retorno. Eran testigos de mis lágrimas si no había logrado que mis “alumnos” aprendieran lo que les había enseñado el día antes.
“Yo era una niña ‘rebijía’, como decía mi madre, pero decidida a meterme en aquel chorro telúrico que era la Revolución”.
Mentiría si dijera que era consciente que participaba en una gigantesca cruzada contra el analfabetismo. Cruzada que tuvo sus inicios en la Sierra Maestra cuando se abrieron aulas para enseñar a los soldados y algún que otro campesino de la zona.
La Campaña Masiva de Alfabetización propiamente dicha fue anunciada, el 29 de agosto de 1960, durante la graduación del primer contingente de Maestros Voluntarios. Entonces Fidel dijo: “El año que viene, vamos a librar la batalla contra el analfabetismo. El año que viene tenemos que establecernos una meta: liquidar el analfabetismo en nuestro país”.
El 1.o de enero, la Campaña de Alfabetización comenzó con su etapa organizativa. Todo sucedía en medio de una gran movilización masiva: en abril se originaría la invasión a Playa Girón.
No olvido que cuando se produjo el ataque a la base área de San Antonio de los Baños y a Ciudad Libertad el 15 de abril de 1961, mi madre, al escucharlo por la radio, voló a mi escuela a buscarme. Mima temblaba y yo no quería irme, pero llegaron otros padres y un grupo de niños fuimos llevados para la casa.
Al otro día escuché a Fidel, siempre lo hacía, aunque durara cuatro horas, era una niña enamorada de aquel gigante vestido de verde olivo.
Hoy, busco el discurso de mi Comandante, y aquí está al final, donde declara el carácter socialista de la Revolución:
“Aquí, frente a la tumba de los compañeros caídos; aquí, junto a los restos de los jóvenes heroicos, hijos de obreros e hijos de familias humildes, reafirmemos nuestra decisión, de que al igual que ellos pusieron su pecho a las balas, al igual que ellos dieron su vida, vengan cuando vengan los mercenarios, todos nosotros, orgullosos de nuestra Revolución, orgullosos de defender esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, no vacilaremos, frente a quienes sean, en defenderla hasta nuestra última gota de sangre (Aplausos).
“¡Viva la clase obrera! (Exclamaciones de: ‘¡Viva!’)
“¡Vivan los campesinos! (Exclamaciones de: ‘¡Viva!’)
“¡Vivan los humildes! (Exclamaciones de: ‘¡Viva!’)
“¡Vivan los mártires de la patria! (Exclamaciones de: ‘¡Viva!’)
“¡Vivan eternamente los héroes de la patria! (Exclamaciones de: ‘¡Viva!’)
“¡Viva la Revolución socialista! (Exclamaciones de: ‘¡Viva!’)
“¡Viva Cuba libre! (Exclamaciones de: ‘¡Viva!’)
“¡Patria o Muerte!
“¡Venceremos!
“(Ovación.)
“Al combate… Vamos a cantar el ‘Himno Nacional’, compañeros. (Los presentes entonan el Himno Nacional).
“Compañeros, todas las unidades deben dirigirse hacia la sede de sus respectivos batallones, en vista de la movilización ordenada para mantener el país en estado de alerta ante la inminencia que se deduce de todos los hechos de las últimas semanas y del cobarde ataque de ayer, de la agresión de los mercenarios. Marchemos a las Casas de los Milicianos, formemos los batallones y dispongámonos a salirle al frente al enemigo, con el ‘Himno Nacional’, con las estrofas del himno patriótico, con el grito de “al combate”, con la convicción de que ‘morir por la patria es vivir’ y que ‘en cadenas vivir es vivir en oprobios y afrentas sumidos’.
“Marchemos a nuestros respectivos batallones y allí esperen órdenes, compañeros (Aplausos)”.
Con los “viva” a la Revolución Socialista se declaró el carácter de nuestra lucha, de ahí que en Playa Girón hubo un enfrentamiento entre socialismo y capitalismo, aunque muchos de los que empuñaron las armas no sabían que estaban haciendo historia.
Como tampoco los maestros voluntarios y brigadistas Conrado Benítez eran conscientes de la hazaña cultural que acometían. Ni los alfabetizadores populares, organizados en las ciudades, teníamos la más remota idea de que escribíamos un hecho reconocido a nivel planetario, cuando el 22 de diciembre de 1961 se declaró a Cuba libre de analfabetismo.
Fueron alfabetizados 707 mil cubanos, con lo que el índice de analfabetismo en Cuba quedó reducido a 3,9 %. En esa epopeya participó una fuerza de 121 mil Alfabetizadores Populares; 100 mil brigadistas Conrado Benítez; 15 mil brigadistas Patria o Muerte; 35 mil maestros voluntarios, lo que hace un total de 271 mil educadores; pero si se le agregan los dirigentes y trabajadores administrativos en total eran más de 300 mil participantes en la Campaña.
Sesenta años después me pregunto: ¿Cómo lo hice? ¿Cómo lo hicimos? Hoy parece absurdo que un niño o una niña de 11 años enseñen a leer y escribir a cuatro adultos, que pueden ser padres y también abuelos.
No lo voy a negar: si entonces no era consciente de lo que hacía, sesenta años después estoy orgullosa de ser una protagonista de la acción cultural más importante y medular que realizamos en Cuba. Desde estas líneas brindo por mis compañeros, por los que organizaron aquella ejemplar cruzada y por Fidel que hizo posible lo imposible, como casi siempre que entabló una batalla.
En aquella ocasión él dijo: “Ningún momento más solemne y emocionante, ningún instante de legítimo orgullo y de gloria, como este en que cuatro siglos y medio de ignorancia han sido derrumbados. Hemos ganado una gran batalla, y hay que llamarlo así —batalla—, porque la victoria contra el analfabetismo en nuestro país se ha logrado mediante una gran batalla, con todas las reglas de una gran batalla. (…) Esa capacidad de crear, ese sacrificio, esa generosidad de unos hacia los otros, esa hermandad que hoy reina en nuestro pueblo. ¡Eso es Socialismo!”.
Y como aquel día le digo: “dinos qué otra cosa tenemos que hacer”.