El pintor, grabador y dibujante Agustín Bejarano Caballero (Camagüey, 1964), en el más reciente espacio de la Televisión Cubana, Arte Video Producción, del realizador Juder Laffita Garcell, dedicado a la promoción del arte cubano contemporáneo, dijo:

Yo pienso que siempre estoy alcanzando el Olimpo del Paraíso; el concepto de la materia primigenia, lo estoy consiguiendo de alguna forma. Yo creo que, al final, me es más que una satisfacción espiritual, tratar de conjugar todo esto en una sola persona que es el artista; yo creo que uno tiene que experimentar, tiene que saber dirigir su trabajo de forma consciente, sincera. Para mí siempre están abiertas las posibilidades de poder crear una obra nueva, una obra oxigenada, una obra que me plantee retos nuevos, nuevas interrogantes; se trata de que mientras haya existencia y mientras haya vida, pues hay esperanza y hay posibilidades de hacer cosas nuevas para poder generar una obra que en un futuro es posible que sea importante.

“Mientras las nubes pasan”, 2023, acrílico sobre lienzo, 156 x 200 cm.

Son tres audiovisuales de 15 minutos de duración cada uno, a través de los cuales, sin llegar a constituir un repaso antológico de la obra del prolífico maestro, se ofrece al espectador un valioso acercamiento a su creación pictórica en la que “construye una sobrecogedora metáfora sobre el devenir de la cultura occidental, inmersa en una profunda crisis de creatividad y espiritualidad, arrasada por el Estrépito y la Prepotencia, la Vanidad y el Egoísmo, la falsa Fe puesta a los pies de falsos dioses y falsas promesas”, como expresa el reconocido crítico Maikel José Rodríguez Calviño en su texto “Bejarano: eco y renacimiento”, a propósito de la macro exposición personal La cámara del eco, instalada en el año 2018 en el Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño.

En este proyecto televisual, Laffita expone algunas de las piezas que conforman las series La austeridad del Jolgorio y Los Arcanos del Demiurgo, las cuales integraron dos respectivas exposiciones por los 20 años de la serie Los ritos del silencio. Asimismo sus trabajos reunidos en los conjuntos Viaje al paraíso, La cámara del eco y Olympus, según el artista:

Tienen que ver con el Olimpo, con los griegos, con el arte clásico; no es algo novedoso, a lo que entré ahora; siempre ha sido una preocupación mía, como artista, tocar temas del arte clásico universal, también hay muchas del rococó, del tipo de arte, digamos, marienista o renacentista, el retrato, el cuerpo, las alas de los ángeles, donde aparecen los dioses, incluso signados por el tropicalismo, el color, la luz y la exuberancia. Esta ha sido mi condición como artista, poderme proveer de diferentes tipos de lenguajes que enriquezcan mi arte o lo que yo quiero decir.

“La sabia secreta de la vida”, 2020, técnica mixta sobre lienzo, 198 x 241 cm.

Desde que comenzó a incursionar en las artes visuales, ejercicio que se remonta a su infancia, la pintura —como el grabado y la escultura también— de Bejarano ha tenido una concepción muy humanista, cuyas tesis echan anclas en sus orígenes y en la cultura universal a través de una simbología con representaciones diversas que derivan, por lo general, en obras que lo sitúan como un ensayista de su tiempo, y también del espacio vivido por sus antepasados. Sus mundos paralelos están estructurados con la magia de sus dibujos subordinados a una técnica que despierta la conciencia de los demás.

En los cuadros aparecidos en Arte Video Producción puede distinguirse ese irrenunciable interés del artífice por armonizar el presente con el pasado, por descubrir y analizar el tiempo actual sobre la base de las remembranzas que fecundan en su mente las memorias personales y familiares, la historia, la cultura, y la filosofía. Sus trabajos, enigmáticos y místicos, evocan al hombre en sus disimiles niveles de pensamiento, de acción, de conciencia. Compleja conjunción de emblemas, de signos que, derivados del estudio y la observación del pintor, establecen un conceptualismo plástico que emana del contrapunteo entre lo clásico y lo contemporáneo, para luego de recrear sus ideas sobre la autodestrucción del mundo —incitada por la ambición, el odio y la intolerancia— concluir en discursos aleccionadores, optimistas y esperanzadores. 

Para enfatizar, expresa:

Trato de ser el reflejo de mi época; pero ese reflejo a veces es muy crudo, esto te hace redimensionar tu acción en el tiempo como artista de un tipo de obra, digamos, reflexiva, sobre el tema del hombre actual, quien se debate entre el bien y el mal, entre la guerra y la paz, entre igualdades y desigualdades, las penurias de los sacrificios; quiero que el público vea el tema de la dicotomía entre vida y muerte, entre el amor y el desamor. Yo no puedo sustraerme a este tipo de lenguaje, con el tiempo se puede convivir con este tipo de planteamiento, en el caso mío lo veo muy alegórico, muy orgánico. Defiendo esa posición desde la contemporaneidad.

“Muy cerca de su sombra”, 2009, acrílico sobre lienzo, 100 x 80 cm.

Considerado como uno de los más notables exponentes de la plástica iberoamericana de entre milenios, tal y como expresó el extraordinario escritor, ensayista, profesor, crítico literario y de arte Rufo Caballero (1966-2011), quien hasta su fallecimiento siguió paso a paso su producción plástica, Bejarano establece en sus tesis pictóricas claridad y turbidez, orden y caos en una misma dimensión de los presentimientos personales.

Desde su emblemática serie Los ritos del silencio, iniciada en el año 2002, en toda la creación posterior de este reconocido artista se establece una enjundiosa introspección en la vida interior de sus semejantes, en sus problemas y costumbres. Cada obra suya posee el distintivo sello de la originalidad, al recrear códigos inherentes al  individuo contemporáneo mediante testimonios y huellas que asimismo tienen que ver con los temas religiosos, tanto cristianos y católicos, como de la herencia africana, amén de sus reflexiones en torno a la vida íntima del hogar cubano, con sus reminiscencias remotas, en un cosmos conformado desde experiencias familiares que tienen que ver con ilusiones, creencias, contrariedades, amores y adversidades, asuntos que él no referencia como un cronista o un historiador, sino como lo que realmente es, un gran pintor.

Las obras mías —dijo— de alguna forma resumen toda la problemática del hombre actual; habla de la filosofía del hombre, de su existir, de su actitud ante la vida, de resistencia en el tiempo, ese hombre que está permeado de inquietudes, de vicisitudes, de problemática moderna, como puede ser la emigración, la diáspora, el existencialismo actual de la vida contemporánea, digamos familiar. Me interesa mucho que cada obra tenga su contenido, cada obra tenga su alma interior, es algo que siempre va tipificado y yo siempre me busco una forma para decir un contenido nuevo, o simplemente novedoso, es la posibilidad de dialogar con diferentes momentos, tomando la exposición, digamos de reflexión, de compromiso, el arte y el compromiso mío como artista han sido cada vez mucho mayores y mucho más ambiciosos.

“Plegaria antes de partir”, 2022, acrílico sobre lienzo, 153 x 198 cm.

Los cuadros de Bejarano nos remiten a la estética del expresionismo, el postimpresionismo, el expresionismo abstracto, el surrealismo y otras corrientes que se entretejen en sus composiciones; en las cuales trascienden múltiples estratos de color, aunque en algunas series, como en Los ritos del silencio, sobresale un amplio despliegue de los ocres y sepias, que complementan —como en toda su creación— la magistral y sólida técnica en el ejercicio del dibujo.

Asimismo, en sus composiciones se distingue una visión muy personal del mundo, la cual tiene que ver, casi a modo de paralelismo, con la pintura metafísica del italiano Giorgio de Chirico (1888–1978) fundador de este estilo en el que sobresalen ambientes sombríos y paisajes urbanos con edificios, esculturas clásicas, y otros objetos insertados en espacios a veces muy teatrales en los que de las figuras se proyectan largas sombras; en tanto se mezclan en contextos que conforman una realidad ilógica, pero a la vez creíble; suerte de influjo que de algún modo también alude a las pictografías del artista surrealista belga René Magritte (1898-1967), quien influido por Chirico realizaba ingeniosas y provocativas imágenes que transforman la percepción de la realidad.

En obras de Bejarano como las tituladas “Cuando el deseo de amarte se engrandece” (2022), “Plegaria antes de partir” (2022), “Morfología del poder III” (2020), “Sombras como gigantes II” (2009) y “Cuando la noche sonríe” (2005), entre otras muchas, tal lo hicieron Chirico, Magritte y algunos exponentes de la transvanguardia alemana e italiana, se observa ese interés por extraer la esencia de la realidad, así como establecer místicas y cuestionadoras relaciones entre lo pintado y lo real; ideario estético que comenzó a cuajarse hace 35 años en sus legendarios grabados monumentales de la serie Huracanes presentados en 1989 durante su tesis de grado en el Castillo de la Real Fuerza.

En sus valiosas declaraciones para Arte Video Producción, sostiene además que su formación siempre ha sido occidental y:

(…) ligado también a diferentes tipos de lecturas, diferentes tipos de realización; detrás de todos esos planteamientos está también la idea de diversificar el diálogo, o sea la idea mía inicial, cada etapa de estas ha sido diferente, yo he podido agruparlas por secciones que a la vez han sido también exposiciones. Está presente la pintura monumental, porque la obra mía es realmente monumental, con un contenido quizás más diáfano con respecto a lo que yo quiero decir y entonces un poco me voy más hacia el mundo de la polisemia que me puede brindar los diferentes formatos o la multiplicidad de formatos.

“Templo”, 2022, acrílico sobre lienzo, 160 x 130 cm.

Ha sido vital verme —subraya— como un artista amplio de la creación viva, para mí eso es muy importante; de cómo estructuro las imágenes, de cómo hago el equilibrio mágico que existe entre la obra y el pensamiento mío; que lo que quiera decir en mi obra esté dicho en las palabras más concisas y exactas posibles desde el punto de vista de la imagen. Siempre me importó la obra y la significación de esta, pero también que fuera una obra madura, consciente, una obra que trascienda el marco histórico en que tú la haces. Cada obra ha sido siempre la negación de la que viene y esa que viene es la antítesis de la que voy a hacer después y así consecutivamente.

Aunque cuestionador de la (su) realidad contemporánea, asegura que su obra:
(…) no tiene un nivel crítico, de denuncia o de reclamación de una insatisfacción estética, tiene una dirección extra temporal; sin embargo, no es una obra que se puede decir que es catártica, sin salida, sin esperanza, yo creo que al final aboga por la esperanza del hombre, por la necesidad de la superación humana y esa es una de las formas que he buscado para que fluctúe; un hedonismo, digamos, responsable, con ciertas actitudes de responsabilidad, de poder reflejar la realidad, hacer una obra que de alguna forma quede plasmado el tiempo y la época en que yo vivo y encontrar en ella un aliciente y una solidez conceptual. El hombre, este que yo represento, es un hombre filosófico, un hechicero, que igualmente está emitiendo señales y signos que de alguna forma le indican al espectador el camino hacia dónde va a seguir, ese hombre que somos nosotros mismos los cubanos, ese hombre que soy yo también, un poco autobiográfico, y me valgo de él para poder decir cosas que me gustaría expresar como artista y que trascendieran como arte.
Yo soy un pintor —agrega— que le gusta mucho la diversificación de la temática que usa, no me gusta cerrarme en un tipo de planteamiento, ni una figuración equis. Lo mismo pasa con dípticos, trípticos o los polípticos, que se apartan un poco del formato tradicional. Esta idea lo que hace es alimentar todas las posibilidades de cambiar el concepto de la obra, de redimensionar la obra como tal a una diversificación de los contenidos, de los medios expresivos; es lo que siempre he buscado, por eso yo digo que me considero dentro de los planteamientos míos como un pintor que aboga, que acaricia la pluralidad, para poder hacer una obra contundente y robusta.

Cada pictografía de Bejarano denota novedosa ingeniosidad. Tesis recreadas en la historia y el arte de la antigüedad, que en última instancia echa anclas sobre elementales asuntos que tienen que ver con nuestra insularidad y los problemas, dichas, alegrías y penas de la sociedad cubana contemporánea aunque sus obras poseen discursos de trascendencia internacional, al tener precisamente referentes del arte clásico universal y, en última instancia, reflexionar en lo más íntimo de la existencia humana.

En tal sentido dijo:

Para mí el hombre siempre ha sido de luz, el mayor, digamos concepto de luz, de hidalguía, de transparencia, de intelectualidad. Es el hombre el cual encierra una capacidad analítica como hombre sobre su medio. El hombre es un tipo de responsabilidad que en el caso mío me ha servido para tener más conciencia de lo que quiero hacer y que no se quede solamente en un parlamento hedonista, de ideas; porque eso es lo único que a mí me lleva a hacer una serie y otra serie, una pintura y otra pintura. Cada vez más le doy un camino al público y a la crítica para que vean en la obra mía un tipo de análisis que a través del hombre se puede llegar a hacer una obra o un planteamiento lo más ajustada posible a lo que yo quiero decir como artista.

“El gran juego”, 2020, técnica mixta sobre lienzo, 198 x 241 cm.
 

Los proyectos de Bejarano mueven criterios e incentivan las neuronas. Con su habitual pulcritud en la limpieza de los dibujos, en la perfección de los trazos y el empaste y transparencia de los colores, amén de la elaboración de discursos fuertemente fondeados en complicados juicios, extiende la mirada escudriñadora para incentivar, con bríos creativos, una producción que echa anclas sobre determinados pretextos ideo-estéticos muy bien acentuados desde Los ritos….

Yo creo —expresa— que la obra mía trasciende por la vigencia de la temática que trato, esto hace que interese. Siempre he estado muy atento a que mi obra no se quede en un limbo exotérico o que no tenga ese condimento de responsabilidad artística, mi obra realmente tiene que ver con un tipo de reflexión de un artista de vanguardia comprometido con su momento, con su tiempo, y creo que al final que nuestra obra sea más nutrida, más sustancial, más interesante y más responsable, por supuesto de las circunstancias históricas en que vivimos.

Este creador ha optado siempre por la síntesis, a veces casi minimal, de sus narraciones iconográficas; estilo que ha defendido con éxito y reconocimiento internacional desde aquellos tiempos y que se hicieron evidentes en conjuntos como Tierra húmeda (1996), Marea baja (1997), El hombre inconcluso (1998), Anunciaciones (2000), Cabezas mágicas (2001),  Imágenes en el tiempo (2002), y Meditaciones (2004); a lo que se han sumado las últimas creaciones reunidas en La cámara del eco (2018), Olympus (2020) y Diamantes en la noche (2019), esta última exhibida en la XIV Bienal de La Habana.

“Cuando la noche sonríe”, 2005, acrílico sobre lienzo, 100 x 80 cm.

Él asegura que trata de liberarse de todo tipo de tabú:

Sin miramiento al qué dirán; o sea, la ética artística no me es un problema, hago una especie de contaminación ética y moral y yo pienso que ahí está todo el concepto de ironía, de sarcasmo, digamos de realidad contrapuesta, de una problemática que puede verse demasiado cruda; y la imaginación y la creación libre, hace que el artista vuelva a tratar de viajar en el tiempo, crearse un paraíso falso o un paraíso real, o adornar la noche de diamantes, eso te lleva a un camino o a varios caminos, a veces sin muchas respuestas y quizás un puñado de conjeturas o a través del arte se activan los mecanismos de comunicación.

Graduado de la Escuela Nacional de Arte (ENA) y del Instituto Superior del Arte (ISA), Bejarano ha obtenido, entre otros reconocimientos, el Premio de la XI Bienal de Grabado Latinoamericano de San Juan, Puerto Rico (1995); tres Gran Premio en los Encuentros Nacionales de Grabado de los años 1987, 1993 y 1997, respectivamente. Ostenta la Distinción por la Cultura Nacional (2005); y el Diploma al Mérito Artístico otorgado por el ISA (2007).