Acompañar con acciones los aplausos
13/2/2019
La entrega del Premio Internacional de Ensayo “Pensar a Contracorriente”, y el Premio especial “Una especie en peligro”, fue el espacio desde el cual la Red en Defensa de la Humanidad alzó su voz en la XXVIII Feria Internacional del Libro de La Habana. La premiación resultó nuevamente el pretexto perfecto para que un importante grupo de intelectuales cubanos y latinoamericanos se reunieran y discutieran uno de los temas más espinosos de la cultura y la política latinoamericanas actuales: el presente y futuro de la Venezuela revolucionaria.
Bajo la égida del escritor y periodista Omar González Jiménez, los intelectuales, entre los que estuvieron Abel Prieto, Alpidio Alonso, Pedro Calzadillas, Adán Chávez, Nereida López Labrada, y Javier Couso Permuy, entre otras personalidades, pusieron voz a sus preocupaciones. Desde el análisis socio-histórico resultó claro el camino que debe seguir la Red en Defensa de la Humanidad ante la compleja situación que vive Latinoamérica, y en especial, Venezuela.
La red de la izquierda intelectual por excelencia ha decidido estar en el primer frente ante las nuevas condiciones de peligro, a las que pudiera adjudicarse la denominación de moderna “guerra fría”, y que azotan hoy al continente. La reestructuración del fascismo a nivel mundial, y su avanzada en los gobiernos latinoamericanos, es una realidad que es necesario afrontar y contener. No es momento para desviar la mirada de la gravedad de la situación política de Venezuela, ni hacer mohines apolíticos, ni quitarle importancia histórica por lo iterado de la situación, porque sabemos cuál es el futuro que deviene si la primera trinchera de la izquierda latinoamericana cae.
Por suerte, los intelectuales conocen la importancia de su papel político, y por suerte, existe una Red en Defensa de la Humanidad en un momento donde las grandes organizaciones mundiales a favor de una supuesta humanidad, gastan más en comprar papel y hacer cumbres que en solucionar los verdaderos conflictos que amenazan al hombre del siglo XXI.
No es menos cierto que las izquierdas deben repensarse desde el accionar, que deben volver a ganarse la confianza de las masas y solucionar errores históricos que estigmatizan su imagen. Sin embargo, no seamos ingenuos, la solución no es abrirle las puertas a esa nueva máscara imperialista llamada neoliberalismo.
Dos convicciones quedaron impregnadas en los objetivos de la Red. La primera, la necesidad de reaccionar ante las crisis que comprometen las perspectiva de futuro mediato e inmediato del continente, lo que se traduce en el expedito apoyo a Venezuela. La segunda, la urgencia de una restructuración de sus programas ante las nuevas condiciones y estrategias de las derechas.
Concientizar a los pueblos del peligro que sobreviene a nuestro continente implica una sensata restructuración de las izquierdas. Repito, hay que solucionar problemas neurálgicos, y eso tampoco puede convertirse en una obviedad postergable. El discurso de la perfección y la preeminencia de la teoría ya no son el signo de estos tiempos. Sin embargo, cuidado, no nos equivoquemos ante lo rutilante de la nueva gama de promesas a donde han ido a parar los votos de los pueblos suramericanos en los últimos años. Sabemos que desembocan en una América plegada a los designios del Imperio y a los bolsillos del FMI. Esa tampoco es la solución. La solución pasa por apoyar sin fisuras una segunda, tercera o cuarta oportunidad de que nuestros gobiernos puedan enmendar con una buena gestión y administración el desencanto. Porque sabemos que el final del camino es mejorar la vida de los pueblos, y para eso hay que acompañar con acciones los aplausos.