Sobre el escombro y la sangre

bajo la niebla del fósforo asesino

hay una voz que lucha

que persiste en alzarse

quince lustros después de inaugurada la ignominia.

Cada día la muerte se ha cebado

con la apatía y la complicidad

de esta urbana ceguera,

laberintico byte en el que se agota Heba Abu,

los desmembrados cuerpos de la infancia,

el ojo acusador

y la esperanza de un camino a

Rafah, a Jericó, a Gaza,

Nablus, Jerusalén, Tiberias, Haifa

libre al fin del temor

libre y en calma.