Del centenario y de un día para la danza cubana
Ramiro Guerra, el maestro de la danza cubana, nació el 29 de junio de 1922. Cumplió cien años en este 2022, por lo tanto, ha sido tiempo para proponernos una mirada a su vida, a su obra. Momentos de jolgorio y de reflexión. Y comenzamos el mismo día, pero del 2021. Casi todas las provincias efectuaron homenajes. Particularmente emotivo fue el de Matanzas, realizado por la Compañía Danza Espiral y la Casa de la Memoria Escénica. Emociones derivadas de la relación del Maestro con esa provincia, sus eventos danzarios y sus artistas. Lógicamente, las actividades centrales se desarrollaron en la capital.
Yo mismo he estado envuelto en esta sucesión de celebraciones, y no porque perteneciera a ninguna comisión del centenario que, en caso de haberla, debió haber sido presidida por la teatróloga Marilyn Garbey. Ella le ha puesto pasión a todo lo hecho de modo que nunca parecieran tareas asignadas. También Lillitsy Hernández Oliva, presidenta del Consejo Nacional de Artes Escénicas (CNAE). Sin pertenecer a comisiones ni recibir cobros adicionales, varios críticos, historiadores, investigadores, profesores, bailarines y estudiantes, quisimos aportar al cumpleaños del artista más polémico y, a la vez, más ecuménico de la danza cubana.
“¿Qué mejor homenaje podía recibir Ramiro Guerra el día de su nacimiento que la entrega oficial del Premio Nacional de Danza a su amigo y colaborador Eduardo Arrocha?”
Por supuesto, todos estos entusiastas pertenecemos a instituciones. Resultan obvias las contribuciones del CNAE, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), del Teatro Nacional de Cuba, de Danza Contemporánea de Cuba (DCC), de la Universidad de las Artes, del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, de la Revista Cultural La Jiribilla, entre otras entidades siempre dispuestas a colaborar.
Por el tipo y la complejidad de las acciones este cronograma de trabajo pudiera enmarcarse en dos grupos. Uno relativo a los eventos teóricos desarrollados y otro que se relaciona con las actividades conmemorativas en sí. No me referiré a las obras bailadas, creadas o repuestas en diversos escenarios, porque todas las funciones danzarias, en el período, estuvieron dedicadas al Maestro. Este aniversario nos deja aprendizajes, que tomamos o dejamos, pero que están ahí para señalarnos cuánto nos falta por lograr en el camino de la coherencia artística y organizativa. Justamente por eso es que he precisado un tiempo relativamente largo para escribir este texto y poder separar lo emotivo de lo lógico. He estado muy cerca de todos los procesos. Por lo tanto, esta es una fracturación arbitraria, pero me es funcional para el análisis de un cronograma[1] que comprende la etapa exacta del año cien.
Eventos teóricos
En octubre de 2021 se realizó la edición virtual del encuentro De la memoria fragmentada, que se denominó seminario Impronta de Ramiro Guerra. Este encuentro devino en la emisión por Internet de ocho ponencias en formato de video, de aproximadamente quince minutos de duración cada una. Están asequibles en sitios oficiales del Ministerio de Cultura y en la página Plataforma Cubana de Danza de Facebook y otras redes sociales. Norge Espinosa disertó sobre la vida del Maestro, por cuanto trabaja en su biografía; Ailén Vital hizo un acercamiento a la obra crítica de Ramiro; Jorge Brooks se refirió a los doce años del Maestro en la compañía nacional. Hilda Islas, Marilyn Garbey y Diane Martínez introdujeron sus experiencias en la relación con libros escritos por Ramiro. Bárbara Balbuena hizo un pormenorizado análisis de la obra Suite Yoruba, mientras yo lo hice con Decálogo del apocalipsis, espectáculo que ese año cumplió cincuenta años de su no estreno.
Todos los videos cubanos fueron realizados por Pedro Maytín en la terraza del CNAE. Más allá de ruidos ambientales o detalles de edición, puedo asegurar que el propósito de realizar el encuentro De la memoria fragmentada de manera virtual fue logrado. Sobre todo, se cumplió el objetivo de abordar al Maestro Ramiro Guerra en casi todas sus facetas vitales y creativas. Y digo casi, porque mientras más lo estudiamos, más nos percatamos de su inmensidad cultural.
En abril del 2022, la Dra. Isabel Monal impartió una conferencia sobre los años fundacionales del Teatro Nacional de Cuba (TNC). Por determinadas circunstancias, tuve que ser el moderador, lo cual fue un privilegio. La doctora es una marxista consecuente y antidogmática con una trayectoria de vida luminosa. Solo tenía 27 años cuando Armando Hart le dio la tarea de echar a andar lo que hasta ese momento era solo un edificio en construcción. Ella lo convirtió en el epicentro de la vanguardia cultural de la Revolución. Casi todo lo que vino después tuvo su génesis allí gracias a la visión desprejuiciada de Isabel Monal y al equipo de artistas e investigadores que ella logró sumar y motivar. Ramiro Guerra fue uno de ellos. Más que un artista, el Maestro fue su colaborador, su amigo, por eso los recuerdos fluyeron. Las anécdotas de la lucha por imponerse ante la incomprensión, el desconocimiento o la mediocridad, sustituyeron a la nostalgia en pos de la historia.
Hubo otros paneles, como el organizado por la Universidad de las Artes, ISA, o el que dedicó al centenario la Sección de Crítica de la Asociación de Artistas Escénicos de la Uneac. Pero el panel Cien años del Maestro Ramiro Guerra y otros cumpleaños en la danza cubana, celebrado en los jardines de la Sala Covarrubias del TNC el día 29 de abril, fue, sin dudas, el más abarcador y simbólico. Y no lo afirmo porque yo haya sido el moderador, al final fue una tarea. Me asignaron la responsabilidad de organizar todas las actividades celebradas esa jornada. Por lo tanto, me correspondía, y la amistad con Ramiro merecía mi dedicación plena.
Yuris Nórido presentó el libro, en formato de papel, Palabra de diseñador de Eduardo Arrocha y Estrella Díaz, que pudo adquirirse en el evento autografiado por su principal autor. José Omar Arteaga presentó El baile de y para los orishas en el tambor de santo, en formato digital, de la maestra Graciela Chao Carbonero, y Diane Martínez la revista digital Todaladanza.
El nombre del panel es más que un título: dieciséis compañías danzarias, este año 2022, cumplieron aniversarios cerrados, todas fueron mencionadas y homenajeadas. No obstante, tres recibieron la mirada teórica de los panelistas. Noel Bonilla Chongo se refirió a los 35 años de Danza-Teatro Retazos; Marilyn Garbey, a los 35 de Lizt Alfonso Dance Cuba; y Roberto Pérez León, a la etapa de Ramiro Guerra en el Conjunto Folclórico Nacional de Cuba (CFNC). Fue una manera de vincular en un mismo tema la deferencia al Maestro y la celebración de los 60 años del CFNC. Período, además, de una riqueza creativa extraordinaria, tal como manifestaron Deisy Villalejo y Lourdes Cajigal en sus intervenciones de apoyo.
Antes de que empezara el panel, en otra área del teatro transcurría la reunión del jurado que elegiría al Premio Nacional de Danza 2022. Por eso la primera aparición pública de Eduardo Arrocha,[2] ya premiado, fue en este evento teórico organizado el mismo Día Internacional de la Danza. Allí estaban los Premios Nacionales Isabel Bustos, Rosario Cárdenas, Santiago Alfonso y Miguel Iglesias. También Lourdes Cajigal, presidenta de la Sección de Danza de la Uneac, Nereyda López, directora del TNC, Lizt Alfonso, Nieves Laferté, directores de compañías danzarias, bailarines, estudiantes de Danzología y otras personalidades.
El rigor científico y la calidad de las ponencias, la importancia para la teoría y la historia de los libros presentados, la cantidad y el alto nivel del público que colmó el espacio y, sobre todo, la presencia invaluable de Eduardo Arrocha, ya como Premio Nacional de Danza, hacen que de los eventos teóricos el panel Cien años del Maestro Ramiro Guerra y otros cumpleaños en la danza cubana sea de obligatoria mención a la hora del recuento de este centenario.
Actividades conmemorativas
El programa general por el Día Internacional de la Danza el 29 de abril fue muy ambicioso. De hecho, algunas actividades no se pudieron realizar y otras hubo que modificar su concepción inicial. Por ejemplo, después del evento teórico la Compañía Ban Rarrá, bajo la dirección del maestro Isaías Rojas, se esperaba que arrollaría con sus tambores y bailarines por el barrio La Timba hasta los jardines del TNC. Esto no fue posible, entonces, una de las primeras decisiones que la dirección artística tuvo que adoptar fue que arrollaran por los alrededores del propio teatro sumando a todos los que colmaban la instalación, ensayando el desfile por el 1 de mayo. Y es que los preparativos por la celebración del Día Internacional de los Trabajadores en la Plaza de la Revolución coincidieron, en lugar y hora, con nuestra plena celebración del Día Internacional de la Danza en las áreas exteriores del TNC.
El tamaño de la tarima estuvo determinado por el espacio que Producción seleccionó para su ubicación. Desgraciadamente fue muy reducido y bajo el sol del mediodía. Esa circunstancia le imprimió, de nuevo, otras tensiones a la dirección artística. Sólo podía usarse la caliente tarima, si la coreografía estaba compuesta para pocos intérpretes, no demandaba movimiento en el piso y se bailaba con zapatos. Lo que iba a ser un solo espacio de representación, inevitablemente, se convirtió en dos separados por metros de vegetación hacia un área amplia con sombra. Los sonidistas y las compañías participantes tendrían que ajustarse a los imprevistos, alternando de un espacio a otro. Ese ajuste solo es posible cuando el elenco y el equipo de trabajo es profesional y decidido, sin cuestionamientos, a lograr el objetivo. En este punto es justo mencionar el entusiasmo con que Nereyda Labrada, sus técnicos del TNC y los trabajadores de DCC acogieron la celebración del centenario del nacimiento del Maestro Ramiro Guerra.
El elenco artístico estuvo formado por la Compañía Rosario Cárdenas, que dirige la Maestra Rosario Cárdenas; el Centro Prodanza, que dirige la Maestra Laura Alonso; los Talleres infantiles de la Escuela Elemental de Danza Alejo Carpentier y del proyecto Paso a paso, bajo la dirección de Yuli Rodríguez; y Yoerlis Brunet, profesor de DCC. El conductor del espectáculo fue el bailarín Odwen Beovides.
Yoerlis y Odwen, al ser artistas, comprendieron enseguida la complejidad del programa y las dificultades que se presentaban para su realización. Mientras uno daba más tiempo a la animación de su clase con bailarines y estudiantes, el otro proponía un cambio de orden para posibilitar el balance entre una locación y la otra. También fue decisivo el aporte gratuito del proyecto TecArte y su director Marcos Rivero Izquierdo, quien se ocupó del traslado y montaje de la tarima, del sonido y hasta de su operación. Gran equipo el formado por Yoerlis, Odwen y Marcos, fueron extraordinariamente colaborativos y posibilitaron el éxito de la función.
Obviamente, la actividad más importante fue la que transcurrió el 29 de junio, día del nacimiento del Maestro. Hacia esa fecha se habían encauzado todas las actividades danzarias desde el pasado año. Lo celebramos en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba, como tenía que ser[3], y en el lobby fue develada una tarja en su honor. Fue emocionante ver reunidos en torno al legado de Ramiro Guerra, a los iniciadores de la aventura fundacional de la danza contemporánea cubana: Isabel Monal, Alberto Méndez, Santiago Alfonso, Isidro Rolando, Clara Luz Rodríguez, Luz María Collazo, Eduardo Arrocha. Ellos, junto a Miguel Iglesias, Rosario Cárdenas y Lourdes Cajigal, fueron los encargados de develar la tarja.
Muestra de la importancia de esta conmemoración fue la presencia en el homenaje de Fernando Rojas, viceministro de Cultura, de Luis Morlote, presidente de la Uneac y de otros cuadros y funcionarios de diversas instituciones culturales y sociales. También bailarines, maestros, personalidades y estudiosos de la danza.
Como parte de la ceremonia se estrenó, producido por el CNAE y DCC, el documental Ramiro… Siempre la danza, de los realizadores Yuris Nórido y Adolfo Izquierdo. A partir de diversos testimonios gráficos y entrevistas a algunas personalidades de la danza cubana, se va armando un discurso audiovisual que abunda en detalles de la obra cultural del Maestro. Su vida aparece tangencialmente porque el objetivo principal es mostrarnos al ser humano inclaudicable que nunca dejó de crear. Siempre fue la danza, y con ella, la cultura, sin prejuicios ni alardes. La danza en Cuba como alfa y omega de la historia, la pedagogía, la teoría, la coreografía y la escena revolucionaria. Todo eso está en un documental de apenas 27 minutos. Ojalá pueda verse por la televisión cubana antes que finalice el año del centenario.
Ramiro fue un “ser humano inclaudicable que nunca dejó de crear”.
La develación de la tarja conmemorativa a Ramiro Guerra aglutinó a muchos amigos del Maestro, allí estábamos para honrarlo. También estaban otros, más o menos jóvenes, que no lo conocieron personalmente, pero que lo admiran por su obra. Un ambiente rico de pasión por la danza donde también tuvimos la oportunidad de congratular a ese gran diseñador escénico, a Eduardo Arrocha. Es muy simbólico que obtuviera el Premio Nacional de Danza el año del centenario del que, por muchas razones, también fue su maestro. Este era el entorno propicio, el ideal, para celebrar la ceremonia de entrega del premio[4], y se perdió. ¿Qué mejor homenaje podía recibir Ramiro Guerra el día de su nacimiento que la entrega oficial del Premio Nacional de Danza a su amigo y colaborador Eduardo Arrocha?
Me permito argumentar la afirmación anterior tomando un párrafo del libro Palabra de diseñador. Allí Arrocha nos cuenta:
“…Cuando Ramiro le plantea al equipo técnico del Ministerio de Cultura la plantilla que llevaba a la gira, el jefe de los servicios técnicos se niega y dice que no puede llevarme a mí porque soy muy joven y no tengo experiencia; argumenta que era un riesgo hacer una gira nacional con una persona que llevaba solo cuatro meses trabajando. Ramiro le dijo: Efectivamente, lleva poco tiempo, pero en ese período me ha demostrado sus capacidades. (…) Si no llevo a Arrocha, no llevo a nadie…”[5]
Ambos maestros formaron, desde el momento que se conocieron, una de las más fecundas y creativas relaciones de trabajo. Y una amistad, a través de los años, que ningún avatar pudo quebrantar.
Con errores y aciertos, desde el año 1998 se entregaron los premios nacionales de danza en galas realizadas para ese fin, donde se tenía en cuenta el perfil artístico del homenajeado y asistían las principales figuras de la danza cubana y los más altos dirigentes del país. Hay una historia que no debe ser obviada, pero no voy a detenerme en eso.
Existe un día internacional de la danza que se celebra cada 29 de abril como homenaje al cumpleaños de Jean-Georges Noverre, maestro, investigador e innovador del arte danzario, creador del llamado “ballet moderno”. Nosotros tenemos al Maestro Ramiro Guerra, coreógrafo, investigador, crítico, y creador de la danza contemporánea cubana. Su ámbito creativo, además, abarcó tanto la danza académica como la folclórica. Su tabloide “Toda la danza, la danza toda”, es más que un eslogan, es el sentido que le dio al arte y, por lo tanto, a la vida. Considero que cada 29 de junio,[6] es decir, cada día de su nacimiento, debemos celebrar el Día de la Danza Cubana.
“Su tabloide ‘Toda la danza, la danza toda’, es más que un eslogan, es el sentido que le dio al arte y, por lo tanto, a la vida”.
El premio nacional de danza se puede anunciar el 29 de abril, día internacional, y cada 29 de junio efectuar la gala al premiado según su ámbito artístico y de vida. Más allá de su centenario, estaremos celebrando así, todos los años, el aniversario de Ramiro Guerra. Porque el 29 de junio es el Día de la Danza Cubana.
Notas:
[1] Obviamente no mencionaré todas las actividades que se planificaron y realizaron, o las que fue imposible realizar.
[2] Ya antes había obtenido el Premio Nacional de Teatro en el año 2007 y el Premio Nacional de Diseño en el 2013.
[3] La primera función del entonces Conjunto de Danza Moderna, bajo la dirección de Ramiro Guerra, fue en la Sala Covarrubias del TNC el 19 de febrero de 1960.
[4] El 24 de julio en la Sala Avellaneda del TNC se aprovechó una temporada de DCC para, en el intermedio de la función de ese día, hacer la entrega oficial del Premio Nacional de Danza 2022 al Maestro Eduardo Arrocha. Asistieron Lillitsy Hernández Oliva, presidenta del CNAE, Francisco (Pancho) González, presidente de la Asociación de Artistas Escénicos de la UNEAC y otros funcionarios, artistas y amigos del premiado.
[5] Eduardo Arrocha y Estrella Díaz. Palabra de diseñador. Ediciones La Memoria. 2018. Pág. 126.
[6] La propuesta concreta es que el 29 de junio sea declarado Día de la Danza Cubana y se celebre así cada año. Obvio, debe seguirse el curso protocolar para que sea oficializado.