La gráfica siempre ha ocupado un lugar importante en la plástica cubana, como lo atestiguan Jaime Valls (1883-1955), Conrado Walter Massaguer (1889-1965) y Enrique García Cabrera (1893-1949).
A partir de 1959, con el triunfo de la Revolución, esta técnica cobró nuevo impulso, llegando a desarrollar un código visual totalmente original, de fuerte impacto, caracterizado en ocasiones por un peculiar humor: cualidades que la han hecho famosa en todo el mundo.
En el marco de la Tercera Bienal de Diseño de La Habana, en junio pasado se inauguró, en el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba, la exposición Ñiko: imaginación del cartel, curada por José Alberto (Pepe) Menéndez, que permanecerá abierta hasta el 11 de septiembre. Los carteles pertenecen a la Biblioteca Nacional José Martí, actualmente dirigida por el dinámico Omar Valiño, la Cinemateca de Cuba, el Instituto de Historia de Cuba y colecciones particulares.
Ñiko (Antonio Pérez González, La Habana, 1941) es reconocido como uno de los más importantes y prolíficos diseñadores de carteles cubano. La exposición, una gran retrospectiva, es de excelente calidad. Incluye 75 afiches originales serigrafiados y 20 reproducciones digitales de afiches hechos en México, donde Ñiko reside desde 1992. Los carteles expuestos reflejan la vasta producción del autor desde 1967: algunos están relacionados con el cine, otros son más estrictamente políticos y también están los creados para la Organización de Solidaridad con los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL).
Como afirma en una entrevista el curador Pepe Menéndez, los carteles de Ñiko, así como los de otros muy válidos exponentes de lo que puede considerarse, de hecho, un verdadero movimiento artístico, son extraordinarios por su capacidad de comunicar y sintetizar una idea, sirviéndose de una síntesis y metáfora icástica y eficaz, que seduce al espectador. Como puede verse, por poner algunos ejemplos, en el famoso Hasta la victoria siempre, de 1967, realizado en homenaje al Che Guevara, el cartel con el lema de Fidel “Si salgo, llego, si llego, entro, si entro… triunfo”, de 1971, y el de la película de 1973, dirigida por Manuel Pérez, El Hombre de Maisinicú. Esta famosa película, basada en hechos reales, trata sobre un agente de la Seguridad del Estado que lucha con las bandas contrarrevolucionarias que, apoyadas por la CIA, estuvieron activas entre 1960 y 1965. Ambrosio Fornet también aborda esta característica en su libro Cien años de Cine en Cuba 1897-1997 (ICAIC, 2019), un texto que todo cinéfilo debería leer.
Ñiko (Antonio Pérez González, La Habana, 1941) es reconocido como uno de los más importantes y prolíficos diseñadores de carteles cubano. La exposición, una gran retrospectiva, es de excelente calidad.
Por otro lado, entre los carteles cubanos, más conocidos internacionalmente, se encuentran precisamente los relacionados con el cine y, por ende, con el ICAIC, institución fundada a raíz de una ley del 24 de marzo de 1959. La dirección fue encomendada a Alfredo Guevara, quien sería, en 1979, uno de los fundadores del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. De hecho, desde el principio la Revolución consideró a la cultura como un pilar fundamental del país, y al cine como una de las mejores herramientas para elevar el nivel educativo de la población. Como lo demuestra, entre otras cosas, la fundación, en 1986, de la Escuela Internacional de Cine y Televisión, más conocida (por el lugar donde se ubica) como Escuela de San Antonio de Los Baños. Concebida por Gabriel García Márquez, con el apoyo de Fidel Castro, su primer director fue el argentino Fernando Birri. Cabe recordar, para las relaciones con Italia, que uno de los discursos de inauguración de la Escuela lo pronunció Mario Verdone, también acompañado en Cuba por Gian Maria Volonté. Por su parte, Fidel, presente en el acto, expresó numerosas apreciaciones en el Centro Experimental de Cinematografía. Por las aulas de la Escuela siguen pasando profesionales y estudiantes de muchos países, entre ellos Italia.
Por eso, aunque no relacionados únicamente con el cine, los carteles han sido un sustento particular de la promoción del séptimo arte en Cuba y, en un círculo virtuoso, alimentaron su difusión. Luigino Bardellotto ha sido el responsable de organizar varias exposiciones sobre carteles en Italia, entre ellas Hecho en Cuba. El cine en la gráfica cubana, realizada en 2016 en Turín y acompañada de un valioso catálogo. Bardellotto es, de hecho, el fundador del Centro Studi Cartel Cubano de Venecia (CSCC), que promueve y difunde la gráfica cubana y administra una colección única en su género, que, fruto de más de 20 años de investigación, reúne más de 3000 carteles cinematográficos y político-sociales, realizados en Cuba desde 1959. La mayoría de los carteles, realizados en técnica de serigrafía, están disponibles en el mundo en muy pocas copias originales, a veces únicas, los escasos bocetos preparatorios son sumamente valiosos.
La historia de los carteles cubanos, tras la primera generación —que además de Ñiko, cuenta con maestros de la talla de Raúl Martínez, Eduardo Muñoz Bachs, Antonio Fernández Reboiro, René Azcuy Cárdenas, Alfredo González Rostgaard, Rafael Morante Boyerizo y Julio Eloy Mesa— continúa con nuevos talentos como, por mencionar algunos, Nelson Ponce Sánchez (La Habana, 1975), Michele Miyares Hollands (La Habana, 1976) y Raúl Valdés, Raupa (La Habana, 1980). El mismo Pepe Menéndez, mencionado anteriormente como comisario de la exposición Ñiko…, es un válido representante de esta corriente y fue galardonado, en 2021, con el Premio Nacional de Diseño.
En la actualidad, un importante impulso lo da también la Oficina Nacional de Diseño (ONDi), que promueve y potencia el diseño industrial y de comunicación en el contexto de la cultura y la economía. Más concretamente, el proyecto CartelON. Gráfica Cubana también apoya la serigrafía con concursos. CartelON, de conjunto con la Embajada de Italia en La Habana, el Centro Studi Cartel Cubano, la Cinemateca de Cuba —dirigida por el activo Luciano Castillo, a quien, entre otras cosas, con Arturo Agramonte, debemos los cuatro tomos fundamentales sobre Cronología del Cine Cubano—, este año organizó la exposición Pasolini. Memoria y Centenario en La Habana. Vinculada a una retrospectiva sobre Pasolini: Pier Paolo Pasolini: cien años, promovida por la Cinemateca de Cuba; la exposición de carteles, instalada en el foyer del prestigioso cine Chaplin, con el título Pasolini: memoria y centenario, tiene como tema diez grandes películas de Pasolini e incluye los carteles originales, prestados por el Centro de Estudios del Cartel Cubano de Venecia, y las serigrafías realizadas por diseñadores cubanos, con motivo del concurso organizado por el proyecto CartelON, cuya premiación tuvo lugar en noviembre del año pasado, en el marco de la XXIII Semana de la Cultura Italiana en Cuba. Los jóvenes diseñadores reinterpretaron en clave gráfica la obra del gran director. El 31 de agosto la exposición tendrá una segunda sede en el Lido de Venecia.
Para dar fe de la vitalidad del mundo cultural cubano y los lazos con Italia también vale la pena mencionar la revista de cine italiano contemporáneo, Orizzonti Italia Cuba, dirigida por Simone Faucci y Luis Ernesto Doñas, realizada en La Habana el pasado mes de junio, y la película que Adolfo Conti y Elia Romanelli están preparando sobre los carteles, titulada Cine libre. Este largometraje, basado en investigaciones y entrevistas de campo, aportará nuevas luces sobre este mundo, del que aún queda mucho por estudiar y que nos ofrece un testimonio más de la vitalidad de la cultura cubana.
(Tomado de Il Manifesto)