Cuando en 2021 celebró, con el lanzamiento del álbum Re-percusión, las dos primeras décadas de existencia de su formación, declaró: “Llego a estos 20 años de la agrupación con la mayor tranquilidad y seguridad de que Los que Son Son van a continuar dentro de las orquestas de música popular que le gustan al bailador. Por eso he luchado durante 20 años. Me siento como el primer día”.
Lejos estaba ―estábamos― de sospechar que se hallaba próxima la despedida. Para ser exactos, una despedida relativa, porque al hombre que honramos hoy, al extraordinario músico, al artista cubanísimo que nos reúne a esta hora, solo le cabe un hasta pronto, pues es de los que va y regresa, de los que jamás nos abandonan, de los que nos acompañarán siempre.
“Donde Pupy tocaba, una eclosión de cubanía y modernidad incendiaba la atmósfera”.
Esa será de ahora en lo adelante la imagen que permanecerá de César de las Mercedes Pedroso Fernández, nuestro Pupy, compositor, pianista, arreglista, líder; el hijo de La Timba y Pogolotti; el que aprendió con su padre, el venerable Nene Pedroso, el secreto de los tumbaos; el cubano raigal que aportó a la catedral del son innovación, sabor, temple, fuego y jerarquía.
Es la imagen que acaba de confirmarse en este recinto del Teatro Nacional, donde tantos amigos le han venido a cantar, a honrar, a celebrar a conciencia de que la sobrevida es lo que importa. Así lo certifican también los admiradores, los bailadores, los defensores de la música cubana, los miembros de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, organización en la cual se mantuvo activo hasta el último aliento, sus compañeros de la Alianza Musical, que han venido a rendirle tributo en nombre de los que, de uno a otro confín de la Isla, sienten con absoluta legitimidad que Pupy les pertenece, y aplaudieron unánimemente el reconocimiento del Ministerio de Cultura y el Instituto Cubano de la Música al conferirle en 2013 el Premio Nacional de la Música por la obra de toda la vida.
Más que de la muerte, estamos aquí para enaltecer los muchos nacimientos de Pupy. Sus sucesivos alumbramientos como músico atento a la tradición popular y a la imbricación de esta con los recursos de la academia, como puntal de conjuntos donde el son y el bolero mantuvieron altura, como autor de un repertorio de centenar y medio de obras, muchas de ellas implantadas en la banda sonora de las cubanas y los cubanos que hemos vivido la segunda mitad del siglo XX y las décadas iniciales del XXI.
“Para ser exactos, una despedida relativa, porque al hombre que honramos hoy, al extraordinario músico, al artista cubanísimo que nos reúne a esta hora, solo le cabe un hasta pronto, pues es de los que va y regresa, de los que jamás nos abandonan, de los que nos acompañarán siempre”.
Pupy pulió sus armas con la Revé y participó en la gestación de uno de los fenómenos más renovadores y tremendos de la cultura musical cubana de nuestro tiempo, la orquesta Los Van Van, de Juan Formell, su hermano del alma. Tanto en la cristalización estilística del songo y la timba, como en el catálogo de éxitos vanvaneros, la impronta de Pupy se hizo sentir. “Seis semanas”, “Azúcar”, “Después que te casaste”, “Tranquilo mota”, “Fallaste al sacar tu cuenta”, “El buena gente”, “Ya tu campana no suena”, “El negro está cocinando” “Temba, tumba y timba”, y “Qué cosas tiene la vida”, por solo citar algunos ejemplos, ensancharon el tránsito del son a la renovación timbera impulsada por Juanito Formell.
Pupy volvió a nacer cuando creó Los que Son Son. Una decena de álbumes registran lo que consiguió en plazas y salones de baile de Cuba y varios países de la geografía mundial. Donde Pupy tocaba, una eclosión de cubanía y modernidad incendiaba la atmósfera. La crítica enjuició su contribución con lucidez y contundencia al anotar: “Pupy es el creador de un singular y vigoroso sonido dentro de nuestra música actual, con un tratamiento personal de los tumbaos y orquestaciones bien modernas, que orienta el camino hacia el nuevo estilo de la timba. Esta música bailable no desconoce los ritmos tradicionales como los que provienen del son y la salsa, el jazz, además del rock y el funk formando con todo esto una mezcla ardiente que lleva a moverse hasta a los no bailadores. Así fue como Pupy concibió su orquesta, fusionando varios formatos instrumentales, como una especie de síntesis o concreción sonora de toda la música popular cubana”.
Pupy seguirá naciendo, renaciendo, alimentando nuestro espíritu y sensibilidad. Con Juanito y Adalberto nos hace, nos hará gozar, vivir muchos momentos en la eternidad. Porque Pupy, tal como el santo y seña de su orquesta, es lo que es. Música, maestro, que el son suyo no pare nunca más.