A las puertas del cincuentenario del Movimiento de la Nueva Trova ―se constituyó como tal en diciembre de 1972 en una reunión en Manzanillo, cuando la Unión de Jóvenes Comunistas decidió apadrinar a la hornada de cantautores que irrumpía a lo largo y ancho del archipiélago, aunque existía desde mucho antes―, y a tenor con la conmemoración moncadista, he revisitado un disco, de los llamados en inglés extended play, mucho más que un sencillo y menos que un álbum de larga duración, puesto a circular por la Casa de las Américas en 1969, con la colaboración de la Egrem en la grabación y masterización.
26 de Julio: los nuevos héroes contiene cinco canciones; dos de Silvio Rodríguez (Canción del elegido y Todo el mundo tiene su Moncada), otras dos de Noel Nicola (26 y Qué hay) y una de Pablo Milanés (Moncada).
En realidad, el fonograma fue grabado en 1968 y apareció a principios del año entrante con motivo del décimo aniversario del triunfo de la Revolución. Al presentarlo, la Casa de las Américas, mediante una nota institucional, afirmó: “El 26 de julio de 1953 surgieron los héroes de nuestro tiempo, los que encendieron las llamaradas de la actual Revolución cubana. (…) Orientados por Martí, conducidos por Fidel, se lanzaron a lo que parecía una empresa imposible y resultó ser la entrada al futuro. Desde sus consecuencias, tres jóvenes de hoy evocan la gesta de entonces en canciones que son un homenaje nuevo a los nuevos héroes; un homenaje de la juventud a la juventud, del corazón al heroísmo. Estas canciones no son luctuosas sino esperanzadas, porque los que cayeron en la hazaña del Moncada encontraron renovada vida en el alma de su pueblo”.
El disco quedó no solo como tributo a una fecha memorable, sino como testimonio de un momento de quiebre y ascensión en la historia de la canción cubana, que se venía fraguando desde la medianía de aquella década. Del filin, o, para ser más preciso, de la vanguardia del filin ―dígase César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez, Frank Domínguez y Marta Valdés― a la renovación trovadoresca, la ruta transitaba por una espiral dialéctica, en la que mucho tuvo que ver Pablo Milanés, creador puente si se recuerda Y ya ves y Mis 22 años, y una verdadera rara avis de la canción cubana, Teresita Fernández, que para unos cuantos ya era una figura de culto.
“…tres jóvenes de hoy evocan la gesta de entonces en canciones que son un homenaje nuevo a los nuevos héroes; un homenaje de la juventud a la juventud, del corazón al heroísmo. Estas canciones no son luctuosas sino esperanzadas, porque los que cayeron en la hazaña del Moncada encontraron renovada vida en el alma de su pueblo”.
La Casa de las Américas, con Haydée Santamaría al frente y contando con Harold Gramatges, en el Departamento de Música de la institución, y la hoy reconocida cineasta estadounidense Estela Bravo, había organizado en 1967 el Encuentro de la Canción Protesta en Varadero, y luego la propia Estela quedó al frente del equipo que auspiciaría, en un recinto de Tercera y G, en El Vedado habanero, un espacio de confluencia para los nuevos trovadores.
Silvio ha recordado con las siguientes palabras aquel momento fundacional: “En 1967 ya nos conocíamos e interactuábamos los que a principios del año siguiente participaríamos en el concierto que marcó un antes y un después en la trova cubana. Me refiero al que ocurrió en Casa de las Américas el 18 de febrero de 1968. Pablo, Noel y yo fuimos los anunciados. Pero aquella noche en el público estaban Martín Rojas, Eduardo Ramos, Belinda Romeu y Vicente Feliú, y algunos de ellos se sumaron al concierto y lo completaron”.
Lógico y natural fue entonces que, en ese propio año, animados por Haydée, los tres jóvenes trovadores hallaran inspiración en la gesta moncadista y grabaran 26 de julio: los nuevos héroes.
De las cinco piezas, la que ha hallado, hasta hoy, la mayor recepción popular, dentro y fuera de Cuba, es Canción del elegido. Muchos piensan en el Che y Fidel en el epicentro de la obra, más lo cierto es que el trovador pensó en Abel Santamaría, el hermano de Haydée, torturado, asesinado pero incólume, vertical en la hora final, como lo había sido antes al secundar a Fidel en la conducción del asalto a la fortaleza militar santiaguera.
Goza de un indiscutible segundo aire, por su conexión con los jóvenes de esta época, la otra entrega de Silvio, Todo el mundo tiene su Moncada, a partir de la versión realizada por novísimos trovadores y talentosos músicos emergentes en una propuesta de la Asociación Hermanos Saíz.
En la obra de Pablo se respira la impronta estilística del trovador que trabajó con anterioridad en la banda sonora de La primera carga al machete, del realizador Manuel Octavio Gómez, más cercana al rock que al espíritu neobarroco que había explorado antes y desplegó con mayor fuerza y altura mucho después, aunque, como es habitual en su caso, con un sentido melódico singular e irrepetible.
Noel merecería una mayor atención. 26 y Qué hay ponen de manifiesto la poética que desarrolló con tenacidad y sin concesiones en una carrera truncada prematuramente por la muerte a los 58 años de edad, cuando todavía tenía mucho que ofrecer.
El ingenio en la concepción lírica de los versos, ajustados a líneas melódicas aparentemente sencillas pero exigentes, caracterizan ambas canciones; una de ellas, Qué hay, de profundo calado conceptual, como para ser tomada en cuenta ante esas situaciones límites que ponen a prueba a los revolucionarios en todos los tiempos. Como en este, que también es el tiempo de Noel.