Entre los acontecimientos que se avecinan —vacunas mediante—, la Feria del Libro entusiasma a la mayoría de nosotros. El destino nos debe el encuentro con colegas, la publicación de muchísimos títulos que han dormido demasiado tiempo, y el disfrute de la fiesta de la lectura conocido como Feria, aunque entre nosotros le digamos Furia. El gran andamiaje que existe alrededor de un libro muchas veces es desconocido por el público. Entre el acto de la escritura (solitario y siempre angustioso, como son los partos), y el momento en el cual el objeto libro llega a las manos del lector, existe un enorme camino, en el cual intervienen editores, diagramadores, correctores, diseñadores, obreros de artes gráficas, choferes, distribuidores, libreros y muchos más. Gracias a ese batallón de trabajadores, se arriba a la meta de colocar las publicaciones a disposición del público.
“Entre el acto de la escritura (solitario y siempre angustioso, como son los partos), y el momento en el cual el objeto libro llega a las manos del lector, existe un enorme camino, en el cual intervienen editores, diagramadores, correctores, diseñadores, obreros de artes gráficas, choferes, distribuidores, libreros y muchos más”.
Para que el proceso llegue al final esperado, resulta crucial la promoción, sin la cual, todo lo anterior se tambalea. Nunca hemos sido capaces, por cierto, de promocionar libros de forma eficaz. Tampoco la crítica, o mejor dicho, quienes se dedican al ejercicio del criterio, han encontrado espacio adecuado, ni sistemático. Los mecanismos mencionados (sobre todo promoción y crítica) fallan. Ello explica la paradoja de contar con espléndidas librerías (citaré apenas la Fayad Jamís, y la Alma Mater, de La Habana), adonde acudimos sin previa motivación. Más bien nos asomamos como quien va a una peletería, o a una tienda de toallas, pero con la gran ventaja de no hacer cola. ¿Qué hay de nuevo?, preguntamos, o nos dirigimos directamente a las secciones de Novedades. En contadas ocasiones, ya sabemos lo que nos gustaría leer. Si bien es cierto que se realizan lanzamientos de forma periódica (El Sábado del libro, por ejemplo), no resulta suficiente la divulgación. No obstante, las luces superan las sombras, y es de festejarse la llegada de la próxima FIL, este año dedicada a México, país amado por nosotros. La literatura mexicana goza de mucho prestigio, y hemos leído con fervor a autores y autoras de dicho país desde que comenzamos a interesarnos por libros foráneos. O sea, siempre. Nombres clásicos como Octavio Paz, Carlos Fuentes, Jorge Ibarguengoitia, Elena Garro, Efraín Huerta, por solo citar algunos, saltan a la vista, así como los más actuales Sandra Lorenzano, Juan Villoro, David Toscana, Elena Poniatowska (decana de los contemporáneos), y el activísimo Paco Ignacio Taibo II, el siempre entrañable amigo PIT 2. Una verdadera alegría rencontrarnos con los rostros (y/o con los libros) de tan buenos literatos.
A nivel local, del patio, también nos estimulan muchas citas por venir. No solo el recinto ferial de La Habana aglutina a muchísimos trabajadores dedicados al libro, y permite que los/las escritores/as nos volvamos a abrazar después de tanto confinamiento, sino también en cada provincia se alistan los colegas para el gran jolgorio. Como no es posible adelantar mucho de lo que sucederá en cada plaza (ni dispongo de los datos de cada localidad), me ceñiré a uno de los lugares más activos culturalmente de toda la Isla: Santa Clara.
Ricardo Riverón Rojas ha sido la figura escogida para el agasajo santaclareño, con absoluta justeza. Poeta, editor, narrador, cronista, revistero, animador cultural, padre de una casa editorial que en pocos años alcanzó gran respeto a nivel nacional —Capiro—, Riverón es, además de profundamente querido, uno de los imprescindibles en el panorama literario cubano.
Las crónicas riverianas, y el grupo de decimistas que él preside, El club del poste (según sus propias palabras: “La aventura poética más extraordinaria, deslavazada y delirante en que hayamos participado hasta los días de hoy”) lo inmortalizan, además de su obra poética. Doy fe del estilo particular y delicioso de sus crónicas, o, mejor dicho, sus libros demuestran la habilidad, la destreza que RRR imprime a cada narración suya. No por azar ha sido durante muchos años el gran animador de la crónica en Cuba. Recuérdense los eventos “Cronistas crónicos”, y al menos un ejemplar homónimo que llegó a ver la luz, donde, a criterio del público, se seleccionaron las mejores lecturas de aquellas jornadas memorables. El libro, publicado en el año 2018, gracias a “Proyecto Sin la Espuma del Olvido. Comité Provincial de la Uneac, Villa Clara”, compilado por el propio Riverón, tiene como subtítulo y entre paréntesis la seña Primera antología oral de la crónica cubana.
“…es de festejarse la llegada de la próxima FIL, este año dedicada a México, país amado por nosotros. La literatura mexicana goza de mucho prestigio, y hemos leído con fervor a autores y autoras de dicho país desde que comenzamos a interesarnos por libros foráneos. O sea, siempre”.
Obviamente, en ese momento no podíamos imaginar que no solo sería la primera antología, sino la única. Ni que perderíamos a quien se ocupó de ilustrar el libro, tan magistralmente como todo lo que hizo en su vida, Sigfredo Ariel, cuya ausencia nos duele, y nos dolerá para el resto del tiempo.
Si tuviera que escoger tres títulos de narrativa de Riverón, me quedaría con Pasando sobre mis huellas, del año 2002, con El ungüento de la magdalena (2008 y 2011), y con Manías crónicas, de 2019. No pretendo reseñar ahora dichos libros (ya lo hice, en su momento), aunque no me resisto a la tentación de insistir en lo satisfactoria que siguen siendo estas lecturas. Mejor dicho, recomiendo que el público no deje escapar la oportunidad del enorme gozo que provoca leer volúmenes exquisitamente escritos, deliciosamente alegres, y salpicados de la melancolía romántica que caracteriza a este autor nuestro. Aprovecho esta página para felicitar al homenajeado de Santa Clara en estas fechas.
Sean pues, bienvenida la FIL, bienvenida la cultura mexicana, y bienvenidos los abrazos. La fiesta del Libro va a comenzar.