Finca Vigía: patrimonio cubano de un escritor universal

María Carla Gárciga
6/10/2016

Como un rito esotérico, casi al amanecer, con la salida del sol, Ernest Hemingway se levantaba a escribir, siempre de pie y generalmente a mano. Solía llevar un control exacto de la cantidad de palabras que escribía diariamente, y si no disponía de papel en el momento, las refería en una tablilla. Se dice que, durante el proceso de creación, caminaba de un lado a otro y se movía constantemente, como si viviera dentro de sí cada escena de sus ficciones.

Nunca agotaba completamente una idea al terminar la jornada del día; como muchos escritores, veneraba la teoría del pozo, esa afirmación de dejar siempre algo inconcluso para el próximo momento. Al finalizar cada escritura, nadaba 50 veces de un lado a otro en la piscina de 15 metros de largo y 11 de ancho que poseía en su residencia Finca Vigía, en La Habana, otro hábito que mantenía con una constancia obsesiva.


Fotos: Tomadas de Internet

Su espacio no podía ser violentado ni su actividad interrumpida, ni siquiera por su esposa: el cuarto de trabajo, el despacho y el baño constituían epicentros privados imperturbables. Su personalidad compleja y fuerte carácter ha dejado para la posteridad no pocas anécdotas, como aquella en la que unos vecinos de San Francisco de Paula, en vísperas de su cumpleaños, interrumpieron su sueño con una serenata a la que Hemingway respondió insultado; o el trato brusco que le dio a aquel electricista que, para arreglarle la falta de fluido eléctrico, podó un árbol de su propiedad en el cual se había enredado un cable caído; o los golpes que llegó a propinar al reconocido caricaturista Juan David en El Floridita, al interrumpir este último su lectura para mostrarle una caricatura que había hecho del escritor.

Si bien en los tres casos el autor de El viejo y el mar se disculpó posteriormente, estas memorias de su estancia en Cuba evidencian la impulsividad que tipificaba su recio carácter. No obstante, los vecinos de San Francisco de Paula han conservado buenos recuerdos de aquel escritor extranjero que ayudaba a la gente pobre del barrio y aportaba sin reservas para el desarrollo de la localidad. También permanece la evocación al equipo de pelota que organizó con los niños de la comunidad, iniciativa que aún se mantiene como homenaje al escritor en Finca Vigía, hoy erigida museo.

I

Según comenta Ada Rosa Alfonso, directora de la Casa-Museo Ernest Hemingway, el famoso novelista norteamericano abandonó Cuba por presiones del gobierno de su país y antes de morir escribió, además del testamento, un acto de última voluntad pidiéndole a su esposa Mary Welsh que entregara su finca y bienes a la Isla.

“Ella vino a Cuba poco después de la muerte de Hemingway. Pasó cinco semanas aquí y personalmente le entregó a Fidel Castro en 1961 la finca y sus propiedades. Un año después, se inauguró como museo y las palabras de apertura estuvieron a cargo de dos grandes intelectuales cubanos: Alejo Carpentier y Lisandro Otero”.
Desde su fundación, el museo ha contado con visitas de múltiples personalidades internacionales de la política, la cultura, el deporte, la academia, además de varios descendientes del escritor.

Desde su fundación, el museo ha contado con visitas de múltiples personalidades internacionales de la política, la cultura, el deporte, la academia, además de varios descendientes del escritor, como su primer hijo John, y Gregory, el más pequeño. De los nietos, visitaron la residencia las hermanas Margaux y Mariel, ambas actrices, y los hijos de Gregory: John —escritor y autor del libro Los Hemingway, una extraña tribu, que aborda las interioridades de la familia—, y Patrick, fotógrafo, el cual desarrolla un proyecto para la publicación de un libro con imágenes de los lugares donde vivió su abuelo.

“Patrick y John son personas muy sencillas y fáciles de tratar, han tenido un gran intercambio con el museo en los últimos años, participando en actividades y eventos”, comenta la directora.

Cierto misticismo envuelve la residencia en Cuba del afamado escritor norteamericano. Quizá porque la casa se ha mantenido tal cual, la imagen que se llevan los visitantes es que aún se respira en sus habitaciones el espíritu de Hemingway, y la sensación de que, en cualquier momento, pudiera aparecer el autor de Por quién doblan las campanas. Al menos así se lo han hecho saber a Ada Rosa, quien ha dirigido la institución por décadas.

II

“Esta es la casa de Hemingway, no un museo de vitrinas. Es difícil para nosotros conservarla como tal, porque no está climatizada, todo permanece con la temperatura natural y estamos hablando de un lugar con mucha humedad. Aún así, se mantiene bastante estable”, explica la museóloga.

La colección completa que atesora Finca Vigía consta de más de 23 000 piezas entre armas blancas, armas de fuego, artes plásticas y decorativas, mapas, mobiliario, equipos eléctricos y mecánicos, más de 900 discos y grabaciones, libros y folletos, malacología, filatelia, arqueología, petrografías, correspondencia, orfebrería, la obra de Hemingway, fotografías y documentos personales, legales y de asuntos domésticos.


 

En la sección de correspondencia se encuentran las cartas que el escritor atesoró, mayormente las que recibió, aunque se conservan algunas escritas por él a su esposa Mary Welsh cuando se encontraba en la guerra. Existen misivas de importantes figuras del arte y la literatura como el escritor John Dos Passos, el pintor español Quintanilla y la actriz Ingrid Bergman. No obstante, una de las mayores colecciones pertenece a la condesa italiana Adriana Ivancich, quien tenía 19 años cuando Hemingway estaba en sus 50, aunque, según refiere Ada Rosa, ambos se amaron intensamente.

“No está toda la correspondencia porque Mary se llevó mucha para Estados Unidos y quemó otros tantos documentos y cartas, algunos de familia, de los hijos, de la madre, con la cual Hemingway no tenía las mejores relaciones.  Por qué lo hizo, no se sabe. También Hemingway había dejado aquí muchos manuscritos y mecanuscritos de obras suyas inéditas que ella recogió y más tarde fueron publicadas”.
La conservación y restauración del extenso patrimonio que se encuentra en Finca Vigía ha resultado una tarea harto compleja para los especialistas y museólogos cubanos.

La conservación y restauración del extenso patrimonio que se encuentra en Finca Vigía ha resultado una tarea harto compleja para los especialistas y museólogos cubanos. En 2002, la entonces presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural (CNPC), Marta Arjona, firmó un acuerdo con el congresista norteamericano James McGovern para la restauración de los fondos.

Al respecto, nos comenta Gladys Collazo, actual presidenta del CNPC: “A partir de ese momento, tuvimos la oportunidad de digitalizar los documentos que se necesitaban restaurar. El convenio incluía darle una copia a la Biblioteca John F. Kennedy, de Boston. Se digitalizaba de dos maneras: con una resolución óptima que permitiera imprimir el documento original tal cual, y otra de menos resolución para brindar servicio en la Biblioteca Kennedy”.

“Durante 12 años se ha mantenido el convenio entre la organización Finca Vigía Foundation y la Casa-Museo Ernest Hemingway. Cada cierto tiempo vienen expertos de Estados Unidos para ayudarnos con la restauración de la casa y la organización de la digitalización. Ellos nos han facilitado materiales para un mejor almacenamiento, enviaron un equipamiento y adiestraron a una serie de especialistas cubanos para hacer este trabajo”.

Por su parte, agrega Ada Rosa: “Aquí en almacén se guardan muchos documentos, fotos, orfebrería, taxidermia y una colección muy grande de mapas que puede ser casi un libro de viajes de Hemingway, porque él marcaba los lugares que visitaba y hacía señalamientos. Muchos de los documentos, cartas y fotografías ya están digitalizados y disponibles para que los estudiosos vengan a Cuba a investigar o a la Biblioteca Kennedy”.

En estos momentos también se encuentran en proceso de digitalización los libros con un valor excepcional debido a las anotaciones, escritos y marquillas que el escritor estadounidense dejó plasmados en ellos; además de la discografía, compuesta por más de 900 discos.

III

Uno de los mayores retos que enfrenta el museo es la cantidad de visitantes que recibe a diario: la cifra oscila entre 500 y 600 personas y, en ocasiones, la institución y los guías no dan abasto para atender a tanto público asiduo de conocer las interioridades de la vida y obra de Ernest Hemingway en Finca Vigía.
El evento más importante de la institución es el Coloquio Internacional Ernest Hemingway, uno de los más prestigiosos a nivel mundial entre los dedicados a la figura del escritor norteamericano. 

A pesar de ello, el museo desarrolla proyectos comunitarios como el equipo de pelota en homenaje a aquel que creara el escritor en los años 40 con los niños pobres del barrio, junto a sus hijos Patrick y Gregory. Además, organiza el concurso anual de cuentos Nuestro Tiempo, que se premia siempre el 22 de julio, exposiciones y la peña musical comunitaria Ágape.

Sin embargo, el evento más importante de la institución es el Coloquio Internacional Ernest Hemingway, uno de los más prestigiosos a nivel mundial entre los dedicados a la figura del escritor norteamericano. En la concepción del programa, se visitan lugares relacionados con su vida en la Isla y se produce un gran intercambio avalado por el alto nivel académico de los participantes y la rigurosidad de los trabajos que se presentan. Cada año, se incrementa la participación de estudiosos y apasionados de Hemingway, provenientes de todas partes del mundo.

Ada Rosa recuerda que Hemingway fue un ilustre escritor norteamericano, pero que también amó intensamente a Cuba, “por tanto, nosotros tenemos un alto compromiso con la historia y la literatura universal de preservar su legado”.

Igualmente, apunta Gladys Collazo: “El museo es un excelente patrimonio que nos ha dejado Hemingway para la posteridad, para que las actuales y futuras generaciones conozcan un poco más de la vida y obra de ese norteamericano que vivió un tiempo en Cuba y gustó tanto de nuestra Isla.  Es un privilegio contar con el patrimonio de un escritor que no es solo de Estados Unidos, sino del mundo todo”.

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