Evento teórico Albio Paz, encuentro para compartir y reflexionar
Dentro de un evento, encontrar ese espacio de diálogo, debate, pensamiento y reflexión, es vital. El Festival de Teatro Callejero de Matanzas, cumpliendo su XI aniversario de creación, rinde homenaje a su fundador, Albio Paz, a su legado y continuidad, tomando su nombre y ejemplo para estos encuentros entre artistas callejeros, investigadores, críticos, profesores, amantes todos del Callejero. Como sede, la Casa de la Memoria Escénica, lugar especial donde se conserva, protege y difunde el patrimonio escénico matancero y cubano, donde se respira arte y reviven figuras, personajes y obras del teatro cubano.
El jueves 11 de noviembre en la tarde fue la primera cita, moderada por la teatróloga, gestora e investigadora holguinera María Victoria Guerra Ballester y como principales invitados los representantes de las agrupaciones participantes en el evento que se encuentran celebrando años importantes de fundación como Juan González Fiffe, director de Teatro Andante de Granma, que cumplió su 30 aniversario; Orlando Concepción, director de D’ Morón Teatro de Ciego de Ávila, que cumplió sus 35 años de creado y Francisco Rodríguez (Pancho) por El Mirón Cubano. Sobre “El arte de reinventarse: teatro callejero cubano y contagio”, se debatió en el salón con colegas, amigos y amigas, representantes de diferentes instituciones culturales y de las artes escénicas, etc.
El teatro nunca desaparecerá.
Pancho rompió el hielo confesando su aflicción en este período de pandemia, donde hubo que suspender el evento programado en su fecha habitual. Sin embargo, surgió una de las ideas más reconfortantes para los artistas matanceros: La tropa en tu barrio Albio Paz, donde se unieron grupos de danza, de teatro infantil y otros para llevar las funciones a diferentes barrios de la ciudad. Otra de las buenas experiencias del Mirón Cubano en pandemia, fue la variante de hacer teatro para las redes sociales a través de creativos materiales audiovisuales. A pesar de la necesidad de reinventarse, de las crisis, “el teatro de calle nunca desapareció”, alega Pancho, manteniendo que el teatro en general nunca desaparecerá, sea de títeres, de sala, etc., siempre va a estar. Agradeció el trabajo articulado entre las diferentes instituciones y personas que se unen para hacer posible el festival de Teatro Callejero, como el Consejo Provincial de las Artes Escénicas, la Casa de la Memoria Escénica, la Dirección de Cultura de la provincia, el afán de María Victoria por siempre tener presente las maneras de entrelazarnos y mantenernos unidos como una red, creando la Red de Teatro Callejero que ha permitido que los exponentes de este tipo de teatro funcionen en estructura organizativa, en un mismo sentido. “Ha habido un espíritu muy lindo de colaborar, de participar, de apoyar y reconocer el teatro de calle. El diálogo no está muerto, está vivo, pues la gente está deseosa de intercambiar”, dijo Pancho.
Forma parte de la esencia del teatro callejero, la creación auténtica y genuina de un equipo de trabajo de retroalimentación constante que permite esos intercambios, esa vitalidad y crecimiento en los procesos creativos y de trabajo, menciona María Victoria como partícipe del teatro callejero cubano, en su experiencia como integrante de Gigantería Habana y fundadora de la Red de teatro callejero en el país. Fiffe, desde Granma, comentó cómo se las ingenió Teatro Andante en Bayamo: “Las circunstancias actuales nos han condenado a repensarnos y a buscar estrategias para seguir vivos, en contacto con el público que nos ha seguido por mucho tiempo. Por un tiempo, hemos tenido que dejar a un lado el intercambio directo, cambiar las estrategias acudiendo a las redes y medios audiovisuales, muchas veces de manera casera, sin muchos recursos, pero fue una manera de mantenernos vivos esperando el abrazo y de que volviéramos a las calles”. Andante concibió un programa que titularon “Para compartir en casa”, compuesto por pequeñas unidades visuales, cada actor del grupo se filmaba desde su casa con un celular, creando breves unidades dramáticas de obras de la literatura infantil, como El caballito enano de Dora Alonso, y de otros autores cubanos como Niurkis Pérez. Se marcaba una pauta, por ejemplo, con materiales de desecho, como pomos plásticos o zapatos, frutas y verduras, o cajitas de fósforo, de modo que, además de ver un resultado artístico, el público podía hacer lo mismo desde sus casas con los recursos que tuviera a mano.
“Hicimos cerca de siete producciones donde muchos niños quisieron participar, no solo cubanos sino de otras partes del mundo, a través de la red”. Aprovecharon la primera oportunidad de ir a la calle en el marco del evento Primavera Teatral, donde estrenaron un pasacalle que se llamó Podemos, dedicado a los médicos cubanos y del mundo, a partir de aprendizajes del grupo en los talleres del TITIM de Matanzas. En el marco del Callejero, Andante presenta otro estreno: Esto no tiene nombre, para dialogar con el público matancero, una obra que tiene que ver con el homenaje a personas queridas como hermanos, vecinos, familia, que fallecieron en el período de pandemia, una obra que finaliza con un canto a la esperanza.
A D’ Morón Teatro los sorprendió la pandemia en plena planificación de la celebración de sus 35 años, cuando se había proyectado llevar a esa región avileña muestras de teatro callejero del país y no fue posible. Orlando, director del grupo, enfatizó que el municipio Morón está a 36 km del municipio cabecera de Ciego de Ávila, y que Ciego está a más de 400 km de La Habana, y por eso la realidad de Morón es otra. Durante el período de pandemia los principales promotores del trabajo e historia del grupo D’ Morón Teatro, fueron sus actores y actrices que, sin grandes pretensiones, lograron visibilizar el trabajo sostenido por el grupo desde su creación hasta la actualidad. Hace muchos años este grupo hace teatro comunitario, por el que han obtenido diversos reconocimientos, como el Premio Nacional de Cultura Comunitaria. Para el director del grupo es significativo comprender, en primer lugar, por la dirección del país y luego por los artistas, que la base de la cultura de una nación está ahí en los barrios y comunidades. “A veces, por un problema de acomodamiento, nos centramos en trabajar en las ciudades y nos olvidamos de ese público que vive alejado de la ciudad”.
Tres exponentes del teatro callejero cubano de diferentes regiones del país nos relataron sus vivencias y sentir durante el período de confinamiento, cómo se desató una euforia de teatro virtual, de teatro en balcones, en azoteas, en portales, en ventanas. Se construyeron equipos con esos nuevos lenguajes para visibilizar el trabajo de cada uno, también se cuestionó si lo que se ha hecho en este tipo de plataformas es teatro. Pero si se tienen claras las poéticas y estéticas, objetivos e intereses artístico-profesionales, se mantendrán las esencias en cada caso.
Entre el auditorio de esa tarde se encontraba el actor y director santiaguero Dagoberto Gaínza, Premio Nacional de Teatro 2021, quien introdujo el debate de manera muy emotiva: “Mi relación con Matanzas es histórica y hasta sentimental”. Gaínza cuenta su relación con Albio como entrañable amigo, quien le propuso, poco tiempo antes de morir, que encarnara el personaje del Quijote para una gira por España, magistral obra del Mirón Cubano. “Cuando llegué a Matanzas fui a probarme el vestuario que había dejado Albio; no había que hacerle nada, me quedaba perfecto. Para mí fue un gran misterio y satisfacción asumir un personaje como El Quijote que había desarrollado Albio con su tropa, y así nos hicimos amigos del Mirón y de Matanzas. Yo sigo defendiendo la cultura teatral junto a mi esposa. Alguien dijo una vez: El Quijote y Sancho Panza; ella dijo: Yo no soy ningún Sancho, en todo caso, una Dulcinea”.
Sobre su trayectoria como teatrista comenta: “Los años me han caído encima y me sigo defendiendo como actor. Cuba tiene un problema y es que toda la población cubana actúa, en una cola, a la entrada de un cine, tenemos un ritmo y una gestualidad que nos diferencian del mundo entero”. Gaínza aplaude el comportamiento del público en los barrios y su disciplina, organizándose para ver el espectáculo y, para él, “la integración de artistas y pueblo es lo que más vale en ese tipo de espacios”. En una Revolución de los humildes y para los humildes, este tipo de trabajo comunitario, en los barrios, es fundamental, alega el actor santiaguero.
En las calles también han venido trabajando los artistas granmenses y el Consejo Provincial de Artes Escénicas de esa región, bajo las circunstancias pandémicas, con acciones como El tuntún en los barrios. Armaban pequeñas brigadas que iban a los barrios para llevar el teatro a las casas. Ridiel Roblejo, presidente del Consejo Provincial de las Artes Escénicas de Granma, comenta sobre otra experiencia en la provincia: Desde mi balcón el teatro, llevando este arte de manera audiovisual a los barrios. Trasladando una pantalla al barrio para que fueran proyectados los materiales audiovisuales que realizaron las diferentes agrupaciones y para que todos los vecinos pudieran disfrutar de ellos, sin tener que acceder a internet ni a las redes sociales.
“El Mirón Cubano no hace solo este evento. Se le suman los diferentes artistas y agrupaciones, así como otros factores, instituciones como el Consejo Provincial de Artes Escénicas de Matanzas, donde confluyen los intereses e ideas de todas esas partes. Nosotros nos vimos sin nada y acudimos a otras formas de hacer, aprender a trabajar en otras técnicas que no son las nuestras y eso fue una acción de superación y crecimiento. No solo logramos conquistar las redes, sino que logramos romper el muro descomunal de entrar a la televisión nacional. No hay mayor regalo que el encuentro cuando llegaron todos ustedes, estar de nuevo todos juntos, aunque no pudimos hacer nuestro pasacalle gigante ni pudimos estar todos en la plaza, seguimos en la misma batalla, aunque la vida nos ponga barreras”, aseguró Mercedes Fernández Pardo
Es cierto que la modalidad virtual y online se convirtió en una de las más utilizadas alternativas para seguir creando y haciendo arte desde los hogares, aun con lo difícil y costoso que resulta el manejo de estas plataformas en Cuba. Sobre publicaciones, espacios creados y material sobre el teatro cubano en el ciberespacio María Victoria comenta que a partir de búsquedas que realizó sobre el teatro cubano, se dio cuenta de que aún falta mucho por publicar o dejar disponible en las redes y plataformas digitales sobre la memoria e historia del teatro cubano. De esta manera, invita al ejercicio de sostener la memoria del teatro cubano en las plataformas virtuales como una herramienta más.
Al segundo encuentro “Puentes entre la comunidad y el teatro callejero”, asistieron como invitadas artistas de Holguín y Santa Clara para compartir sus experiencias de trabajo. La músico holguinera Edelis Loyola y su hija, contaron su experiencia sobre el trabajo que realizan en peñas y espacios comunitarios de la ciudad, como en La Casona del amor diario, un proyecto hermoso realizado por una escritora holguinera, Lalita, antes del triunfo de la Revolución, recogiendo a niños y niñas desprotegidos, descalzos, un antecedente a lo que son hoy las casas de niños y niñas sin amparo filial, que nuestro Estado ha mantenido. En esa Casona Edelis contagia a todos con su música, juegos y títeres, donde los mismos niños le ponen los nombres a los títeres y aprenden a manipularlos. Las peñas de Edelis también tienen lugar en otros espacios holguineros como la Casa de la Trova, la Casa de Iberoamérica, con espectáculos animados para los niños y niñas de todas las edades. “Llevo muchos años trabajando para los niños y niñas en la radio, en la televisión, con importantes premios desde ‘La Piñata’, mi primera canción que fue muy popular”. La cantautora cubana Rochy Ameneiro, contactó a Edelys para producir un disco de música infantil que, dentro de poco, debe lanzarse con doce temas bajo el sello discográfico Colibrí y arreglos del músico Rodrigo García Ameneiro, hijo de Rochy.
En Santa Clara, la trovadora Yaily Orozco, integra desde hace doce años el grupo Teatro sobre el Camino, en el cual se inició como asesora musical y luego fue implicándose mucho más en los montajes, procesos creativos y con el público infantil. “Aprendí mucho en los multitalleres que realizábamos y de ese trabajo comenzaron a nacer ideas. Lo primero fue una adaptación para narración oral de un libro de Yumiel Rodríguez que se llamó La finca de la mermelada. Me fui involucrando mucho más con el grupo y nació el concierto Primavera”. Con el concierto Primavera, el grupo realizó diversas presentaciones, una de ellas en la sede del Mirón Cubano, y fue de esa presentación que surgió la idea de crear un video clip que el Mirón realizó durante la pandemia.
Las voces de los artistas callejeros cubanos se dieron lugar en este espacio; experiencias conocidas y otras menos conocidas, pero igual de enriquecedoras y singulares. Ni aun en tiempos de pandemia el arte callejero cubano se alejó de sus públicos; se mantuvo vivo, de otras maneras, pero sin dejar de crear y transmitir. Por lo que este período fue un período de aprendizajes, de cambios, de producción de nuevos conocimientos.
“(…) este período fue un período de aprendizajes, de cambios, de producción de nuevos conocimientos”.
Empoderar a nuestros artistas de esos saberes, fue otra de las invitaciones de la teatróloga María Victoria Guerra Ballester, coordinadora de estos paneles, quien provocó que nos uniéramos para brindarle a nuestros artistas callejeros una muestra de instrumentos y herramientas útiles. Cómo investigar desde el arte, cómo investigan los artistas, cómo dejar testimonio de nuestro trabajo, cómo organizar y gestionar nuestros grupos, fueron las preguntas que nos planteamos. Una charla basada en la obra investigativa del reconocido teórico del teatro latinoamericano Jorge Dubatti, quien menciona que las denominadas Semiótica del teatro, Antropología teatral u otras disciplinas que estudian el teatro, no le son suficientes para pensar su práctica; por eso crea lo que él llama Filosofía del Teatro, la cual recomendó conocer. La gestión cultural en el arte, en el contexto cubano, es un tema y área de trabajo especializada que se introduce en el país hace apenas unos años, en comparación con otros a nivel internacional. Existen proyectos, artistas y agrupaciones cubanos que han trazado sus propias estrategias de gestión de manera empírica para cumplir sus objetivos e intereses profesionales, obteniendo significativos resultados. Sucede que no son conscientes de sus capacidades y habilidades, también están desprovistos de los conocimientos necesarios y herramientas metodológicas concretas para facilitarles este tipo de trabajo. La investigadora cubana Cristina Amaya Quincoses, nos propone en su libro Gestión de mercadotecnia en el arte. Una aproximación desde los enfoques gerenciales (2008), un referente teórico y práctico de cómo gestionar el arte en Cuba sin fines lucrativos, rechazando las posturas neoliberales:
“El ejercicio de ‘pensarnos operativamente’ como producto va a tener la virtud, entre otros aspectos, de: ayudarnos a llenar vacíos, conciliar contradicciones internas, detectar nuestros verdaderos competidores, establecer consenso acerca de nuestros diferentes públicos, así como contribuir a desarrollar un cuerpo de criterios colegiados que, una vez definidos, van a servir de guía de trabajo para cualquier acción futura. La ausencia de un pensamiento previo a la acción con relación a este asunto, hace que muchas veces nos desgastemos en acciones de promoción infructuosas, lo que también conduce a esfuerzos creativos frustrantes”.
Alentados a investigar, a seguir compartiendo saberes, experiencias, búsquedas y consultas bibliográficas y de útiles herramientas para el desarrollo de sus proyectos y procesos de creación, culminó el segundo encuentro del evento teórico Albio Paz en la XI jornada del Festival de Teatro Callejero.