Cierre de un ciclo transdisciplinar de experiencias compartidas
En el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) culminó la última jornada de un Programa teórico de la 14 Bienal de La Habana, pensado para rebasar la exposición de hechos y sus circunstancias y proponer nuevos caminos que vislumbren los horizontes de un espacio de integración y confluencia de saberes; todo bajo el prisma temático de la descolonización como acto de liberación.
El encuentro tuvo lugar tanto presencial como virtualmente desde la cuenta de YouTube de la Bienal, con el objetivo de que pudieran participar los panelistas que las condiciones epidemiológicas provocadas por la pandemia en el mundo les impidieron llegar a Cuba. Del 15 al 19 noviembre la cita contó con 34 invitados, de ellos siete de América Latina, diez del Caribe (nueve de Cuba), 12 de Europa, uno de África y cuatro de Asia.
“El punto en común de los debates, más allá de la diversidad de sus aproximaciones es el desarrollo de una sólida investigación crítica”.
La primera etapa de la Experiencia 1, titulada Preámbulo e ideada del 12 de noviembre al 5 de diciembre de 2021, seguirá aglutinando por lo pronto en su simposio teórico a voces provenientes de diferentes contextos y campos del pensamiento. El punto en común de los debates, más allá de la diversidad de sus aproximaciones es el desarrollo de una sólida investigación crítica.
Los paneles articulados en el MNBA a lo largo de estos días prestaron atención a los discursos de países situados al margen de los centros de poder, cuya sabiduría ancestral pudiera contribuir a una mejor comprensión de los problemas de la contemporaneidad y a la preservación de la vida en el planeta. Los diálogos han girado en torno a temas como Futuro y contemporaneidad; Volver a un futuro posible: ecología y sustentabilidad; Pensar fuera del marco: la descolonización como acto de liberación; Replanteárselo todo: Bienales en tiempos de crisis y, el último, pero no menos importante Experiencias compartidas.
De esa forma, el noveno y último ciclo desarrollado en la institución este fin de semana —moderado por la historiadora de arte y directora de la Galería Galeano, Sandra García— propuso un panel interdisciplinar digno de revisitar. El espectador interesado puede disfrutar de las ponencias de un panel conformado por prestigiosos curadores como Rosa Martínez, el crítico de arte Moritz Neumueller, la doctora cubana en Ciencias de la Comunicación Maribel Acosta y por Raqs Media Collective (grupo de New Delhi conformado por Jeebesh Bagchi, Monica Narula y Shuddhabrata Sengupta). Estos académicos invitaron a repensar los modelos y sus estructuras, si se tiene en cuenta el cambio radical de las circunstancias artísticas y geopolíticas actuales, la incidencia globalizadora del mercado y la reconfiguración constante de las prácticas simbólicas.
La española Rosa Martínez, quien fue la primera mujer curadora en más de 100 años de tradición que tuvo la Bienal de Venecia, al tomar la palabra declaró desde una posición feminista la importancia de la mujer en el arte: “Tras estos 20 años en los que me dediqué a las bienales sentí que se producía un momento en que necesitaba experimentar otras tipologías o modelos de exposición a través de la curaduría. Siempre en mis exposiciones he intentado mantener el equilibrio numérico entre hombres y mujeres y pienso que la calidad siempre hay que extrapolarla a la cantidad. La libertad que el arte puede dar ha de ser reivindicada en las prácticas de los artistas y las curadoras debemos canalizar como mediadoras esos intereses”, dijo.
A su vez, el colectivo de arte interdisciplinario de la India invitado expuso la experiencia de su última exposición, Hambre del Tiempo, en la Academia de Bellas Artes de Austria, un espacio clásico intervenido por esos artistas desde un discurso contemporáneo y descolonizador.
Por su parte, la periodista Maribel Acosta, panelista presencial en esta ocasión, se refirió especialmente en su ponencia a la agenda desde la comunicación y la cultura en medio de la COVID-19 de Cuba.
“Podríamos hablar de un nuevo parteaguas que ha establecido la pandemia y sus consiguientes narrativas, entre los países ricos y los pobres, entre los vacunados y los no vacunados, entre los trabajadores y los sin trabajo, entre la vida y las redes sociales, entre la emergencia de tendencias capitalistas y la lucha antisistema, entre el llamado mundo intelectual y el trabajo manual. Como transversalidad ahí están las narrativas femeninas de la existencia cotidiana y de la memoria; no importa en qué punto del planeta te sitúes. En Cuba están las narrativas de las mujeres y las largas colas por el sustento familiar o de salud, o de vida, siempre desde el sustento. Lo sustentable o lo sostenible”, sentenció.
En su intervención, el también fotógrafo Moritz Neumueller dialogó sobre la necesidad de una sensibilidad ecológica y artística ante los cambios que está experimentando el mundo y sobre cómo el arte puede simbolizar un agente de cambio en ese sentido. Enfatizó asimismo en las nuevas problemáticas generadas por el cambio climático.
“Los paneles articulados en el MNBA a lo largo de estos días prestaron atención a los discursos de países situados al margen de los centros de poder”.
Cada ponencia del evento teórico se enmarcó en la estrategia de una 14 Bienal que precisamente busca salvaguardar los presupuestos estéticos de los menos favorecidos, en la alternativa al mercado y a las corrientes banalizadoras del poder hegemónico; desde la reflexión en torno a uno de los más complejos fenómenos humanos como la identidad, la comunicación, las migraciones, las transformaciones culturales y el propio fenómeno de la descolonización.
La Bienal de La Habana sigue resultando el más transcendente de los acontecimientos culturales cubanos surgidos durante el pasado siglo, cuyas contribuciones al ámbito de la visualidad contemporánea superan el estrecho marco de la Isla, e incluso el de sus aspiraciones hacia el llamado Tercer Mundo. Se erige aún como uno de los paradigmas modélicos de lo que serían las bienales internacionales de arte de todo el mundo.
Realizar un análisis retrospectivo de su devenir la suscribe como una estructura revolucionaria, descolonizadora, abierta y profundamente valiente, que desafió las extraordinarias dificultades financieras, geográficas, culturales, sociales y políticas —tanto internas como externas— que caracterizaron su fundación y cada una de sus ediciones. Sigue siendo un acierto entonces que continúe proponiéndonos no solo una perspectiva que asuma la producción simbólica de las regiones marginadas y silenciadas, sino una actitud también innovadora a la hora de exhibirlas, que parte de la necesidad de establecer un espacio teórico propio de los conceptos históricamente establecidos, para favorecer el diálogo desde diferentes orígenes y contextos.
En condiciones de “normalidad”, abordarla en toda su riqueza siempre representa una tarea monumental, como lo es ahora el espacio brindado al programa teórico que hoy cobra especial relevancia en medio de la “pospandemia”. No podrían perderse de vista cuestiones como la evolución y desarrollo de su modelo; la conformación y consolidación de su propuesta conceptual; la nómina de los artistas y obras junto a las específicas perspectivas o acentos que ello supone; la selección y definición de los espacios de exhibición; los críticos invitados y el manejo de los recursos financieros, etc. Todo ello contribuye a justipreciar una nueva Bienal, con sus aportes y deficiencias, para comprender lo mucho que ha sucedido en el arte cubano contemporáneo, asiático, africano e internacional.
Justamente, la jornada teórica —hoy ejecutada tanto en su variante virtual como presencial— pone en valor la capacidad de la 14 edición de la cita para identificar audazmente aquellas zonas más auténticas, experimentales y emergentes del arte en esas regiones, y lo que resulta más complejo: su habilidad para mostrarlas horizontalmente y proponer de ese modo siempre nuevas lecturas compartidas y transdisciplinares.