Cuerpo y fotografía, complicidad en un binomio funcional
El cuerpo es pivote de preocupación en las sociedades actuales, eso nadie lo discute, hoy se examina desde lo transdisciplinar por los estudios culturales y visuales así como por las ciencias sociales en general. Digamos que en el presente es un tema de primerísima atención. Los debates comprendidos dentro de la denominada posmodernidad acentuaron discusiones que provenían de los orígenes mismos de la filosofía occidental. Las teorías de la sociología visual más recientes profundizan en la centralidad de los estudios sobre la corporalidad y su representación, así como hablan de su incidencia en las construcciones que las sociedades hacen de las conductas sexuales, pero también indagan en la configuración de las relaciones de poder que se establecen socialmente a partir de las representaciones del cuerpo. Un repaso al potencial simbólico que ha gestado la fotografía cubana sobre la corporalidad aparece en toda su extensión en mi libro La seducción de la mirada [1], por cuanto no me extenderé aquí en cuestiones de corte historiográfico. Más bien tocaré puntos y tópicos que me parecen importantes sobre el particular.
Las teorías de la sociología visual más recientes profundizan en la centralidad de los estudios sobre la corporalidad y su representación, así como hablan de su incidencia en las construcciones que las sociedades hacen de las conductas sexuales.
Las ciencias sociales intentan, aún insuficientemente, interpretar la percepción del arte, analizar las complejas relaciones entre las imágenes del cuerpo, el arte y la realidad político-social del país. La centralidad del cuerpo en la práctica artística cubana ha estado problematizada y enriquecida por las circunstancias político-sociales y de manera paralela por la circulación de los códigos artísticos internacionales. Estamos hablando por supuesto del cuerpo Otro, del que siempre se habla cuando se habla de arte.
La Habana, emporio urbano habitado por hermosos cuerpos, síntesis de un mestizaje rico y poderoso, larvado a través de cinco siglos, es recreada constantemente por artistas y escritores. Hoy, las imágenes de los cuerpos, desde el punto de vista de la representación, hace contraposición a esa manía de fotógrafos extranjeros (también de algunos cubanos) de hacer de las ruinas de edificios, calles y coches, el epicentro de sus imágenes.
La fotografía cubana ha gestado un imaginario del cuerpo en estrecho vínculo con la urbe citadina, con sus ruinas y con la vitalidad de su gregarismo caribeño.
Alberto Korda, Pedro Abascal, Roberto Salas, René Peña, Juan Carlos Alom, Julio Bello, Jorge Otero, el Proyecto Siamés, Félix Antequera, Jaime Prendes, Rodney Batista, Cirenaica Moreira, Enrique Rottemberg, entre otros reconocidos fotógrafos, han aportado un despliegue de la fusión cuerpo-ciudad que ejemplifica lo que trato de decir. La fotografía cubana ha gestado un imaginario del cuerpo en estrecho vínculo con la urbe citadina, con sus ruinas y con la vitalidad de su gregarismo caribeño.
En el caso del arte fotográfico en Cuba, itinerario que no es posible describir aquí por una elemental cuestión de espacio, se puede afirmar que desde los 90 del pasado siglo el tema cuerpo ha tenido un renacimiento y explosión a nivel de imaginario estético y sociológico.
Foto: Andrei Vorotnikov
La fotografía nació enamorada del cuerpo y éste halló en aquella una suerte de espejo plural e infinito para reflejarse y reinventarse hasta lo inabarcable. De la primera prostituta que posó ante una cámara en París, allá por 1844, a las multitudes desnudas que hoy fotografía Spencer Tunick en cualquier latitud del mundo, verdaderos tejidos de cuerpos que cubren calles y avenidas, el itinerario de la fotografía del cuerpo es tan vasto, accidentado y diverso que resulta imposible describirlo linealmente o como una simple historia secuencial. Quizá utilizar un sentido de circularidad sea lo más apropiado para esta descripción.
Como expresó el esteta Adolfo Colombrés, “Toda sociedad y toda cultura construye sus propios sistemas de relaciones sociales concernientes al desnudo [2]” y Cuba no es, desde luego, la excepción. Eso sí, ante la saga de las imágenes que ha gestado la fotografía, es imposible permanecer indiferente. El pensamiento visual que se conforma o vislumbra con las fotografías de artistas cubanos del presente nos habla de intuitividad, información, apropiación de códigos artísticos foráneos, creatividad, apegos al antiguo enfoque identitario nacional, lecturas posmodernas y permanencia de las visiones más tradicionales, todo mezclado y presente en la obra de nuestros fotógrafos durante más de medio siglo de obturar y recrear el cuerpo humano.
Por otra parte, como lo revela el ritmo creciente de exposiciones en las galerías y centros de arte del país en los últimos años y sobre todo, su presencia en las Bienales de La Habana, la fotografía es una de las manifestaciones de las artes visuales que mayor vitalidad exhibe en el momento actual.
Los años 90 del siglo pasado representaron un claro punto de inflexión hacia una actualización y modernización de las miradas. A partir de las imágenes de esos años la fotografía cubana del cuerpo entró de lleno en los cambios producidos por la posmodernidad. Así, se adentró en una deconstrucción ideológica de lo fotográfico, se apeló al pastiche posmodern, se adoptó la aplicación a la imagen de conceptos del diseño y se utilizó la ambivalencia de la imagen y del rol del cuerpo dentro de una iconografía en constante movimiento, con lo que se aceleraron los ritmos de apreciación de lo corporal; en fin, se actualizó la práctica artística a tono con los tiempos que corren.
En cuanto a lo sexual y su corolario, el erotismo, se podría convenir que sirvió de catalizador de análisis de corte sociológico que marcaron las imágenes de finales de los 80 en lo adelante. Devino coartada, vehículo movilizador de los ánimos de cuestionamiento y transgresión social; devino también metáfora de reflexiones sico-sociales pero sobre todo, en el propio ámbito de la sexualidad, de meditaciones sobre el erotismo duro y menos duro, el placer por las formas, el protagonismo de los genitales, el cuerpo resistente a las rigideces institucionales.
Podemos apreciar entonces, en la fotografía más reciente, el cuerpo-cuerpo, el cuerpo fragmentado, el cuerpo-tiempo, Eros y Thánatos revisitados una y otra vez, el cuerpo marginal, el cuerpo metafórico, el cuerpo-idea, en fin, la imagen cuerpo en la rica y compleja polisemia y resignificación de los tiempos que corren.
Foto: Rodney Batista
No existe hoy mismo una tendencia o estilo predominante en la fotografía del cuerpo que se hace en Cuba, por lo que puedo afirmar que se recrea sin desfases al ritmo de las corrientes en boga del arte internacional, se emplean las técnicas e hibridaciones pertinentes para ofrecer concepciones contemporáneas de lo corporal y sigue siendo una muestra de resistencia consciente a las imposiciones de un canon de belleza foráneo, no connatural a la historia, las morfologías y la identidad plural que hoy existen en el arte cubano (aunque considero pertinente decir que lo identitario parece moverse hacia disoluciones mayores aún entre los artistas más jóvenes). Es también una forma legítima de enfrentarse a la banalización de la imagen corporal tan común en los medios de comunicación masiva (los de aquí y los de allá). Una muestra de resistencia, vale añadir, a las invasiones de la política, a las dobleces morales de la sociedad y, como ya expresé, a las imposiciones de cualquier índole. Resistencia y apertura al mismo tiempo, lo que habla de madurez en la interpretación y recreación de lo corporal en el arte fotográfico cubano.
No existe hoy mismo una tendencia o estilo predominante en la fotografía del cuerpo que se hace en Cuba, por lo que puedo afirmar que se recrea sin desfases al ritmo de las corrientes en boga del arte internacional.La fotografía, gracias a la exaltación y difusión de la red y a su propio e intrínseco valor artístico y documental, se convirtió, finalmente, en el medio visual definitorio de la cultura contemporánea. El pensamiento visual que se está gestando entre los artistas cubanos tiene, entre otras, la virtud de enfocarse en el presente y distanciarse del pasado. De esta forma hacen una contribución a las ciencias sociales que se requieren en el minuto actual.
La fotografía cubana actual ha propiciado o ha sido el escenario del tránsito del modelo moderno del cuerpo, es decir, de la construcción física de este, al modelo posmoderno o lo que es lo mismo, el cuerpo en sus transparencias, atomizaciones y disipaciones; el cuerpo en sus resignificaciones y envolturas, en su ambigua capacidad de ser núcleo aglutinador a la vez que fuerza centrífuga de ideas y conceptos, en su volátil y maleable expresividad, sigue repoblando el mundo de imágenes, sigue siendo el surtidor de signos por excelencia.
Parece evidente que se ha creado una epistemología del cuerpo en nuestra fotografía.
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Rafael Acosta de Arriba, La seducción de la mirada. Fotografía del cuerpo en Cuba (1840-2013), Editorial, Polimyta, 2014.
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Adolfo Colombrés, “El desnudo: acción y pasión”, en revista Criterios, nro 22, La habana, 1992, pag 99.