El estado actual de la fotografía artística en Cuba
21/1/2016
La fotografía artística en la actualidad se despliega fundamentalmente bajo dos líneas de trabajo reconocidas (la documental y la conceptual o en términos más específicos; dotada de una “mayor artisticidad”). Si bien es innegable que ambas presentan notables divergencias estructurales, por momentos también evidencian puntos en común, y aquellos que las practican con asiduidad pueden transitar de una a otra indistintamente si lo indispensable radica en utilizar la cámara como herramienta y medio expresivo.
Foto:Alfredo Sarabia
Aunque el objetivo del presente texto intenta arrojar ciertas luces sobre la vertiente conceptual y sus características generales por considerarla una tendencia que ha ido en ascenso con el paso de los años —especialmente entre los jóvenes creadores— es preciso partir del instante que marcó la diferencia en el arte de factura nacional y por ende en la fotografía artística, las décadas del 80 y el 90 del pasado siglo. Este llamado “Renacimiento del Arte Cubano” [1] trajo consigo en el medio fotográfico también una ruptura con los años precedentes. Sus representantes apostaban por hacer una obra de carácter más intimista, abocados a reflejar (de otra manera) la realidad desde un punto de vista personal, pero a la vez con una fuerte proyección crítica desde y hacia la sociedad imperante. Así, la metáfora, la alegoría y el doble sentido integraban —y de algún modo lo siguen haciendo— discursos polisémicos con enfoques de género, raza, identidad, religión, marginalidad, entre otros tantos temas. La “nueva documentalística” deudora de otras pretensiones muy distintas a las de la ya conocida “épica revolucionaria” de los años 60, también partía de una idea anticipada por sus autores para luego realizar la instantánea, la serie o el ensayo deseado pero con una mirada hacia lo más profundo del sujeto cotidiano.
La “nueva documentalística” deudora de otras pretensiones muy distintas a las de la ya conocida “épica revolucionaria” de los años 60, también partía de una idea anticipada por sus autores para luego realizar la instantánea, la serie o el ensayo deseado pero con una mirada hacia lo más profundo del sujeto cotidiano.
Así mismo, siguiendo un influjo que se revela a escala mundial y que en nuestro contexto nos han alertado voces especializadas en el campo de la crítica de arte como Nelson Herrera Ysla o Elvia Rosa Castro —por solo mencionar dos nombres— en el presente la palabra fotógrafo se diluye continuamente en un universo artístico-cultural cada vez más trans y multidisciplinar. Los artistas (sería entonces la palabra correcta a utilizar), vienen y van del video al performance, toman fotografías, pintan o construyen enrevesadas creaciones instalativas que pueden contemplar en si todas las manifestaciones antes mencionadas, y más. La irrupción de los medios digitales, entre estos, equipos y programas de edición de imágenes, también ha venido a potenciar y pluralizar una producción que va en constante ascenso.
Por otro lado, debido a la inexistencia de un centro de estudios que masifique dicha práctica desde la institución, no obstante el surgimiento de escuelas y academias privadas con vastos programas de enseñanza y talleres impartidos pero con un costo lógico para su subsistencia, muchos de los que hoy se vinculan a la fotografía con una formación básica autodidacta y herramientas insuficientes, deben optar por escoger los conocimientos a estudiar de acuerdo a sus intereses y posibilidades económicas. Más adelante, aquellos que pretendan superarse intentarán suplir sus lagunas consultando bibliografías, tutoriales o acercándose a quienes tengan un dominio de otras temáticas o técnicas afines al campo. Los que provienen de la academia, lo cual no infiere una preparación plena ante el hecho artístico, en ocasiones eligen el conceptualismo como elemento discursivo para transmitir una idea por sobre una realización totalmente depurada. En pocas palabras, en este sentido se nota la falta de pedagogía integral.
Foto: Rodney Batista
En el caso de la fotografía conceptual, para reconocer o producir una obra que pueda clasificar dentro de dicha categoría, al igual que en la anterior, lo primero sería definir el concepto (idea abstracta del proyecto), luego visualizar la imagen que se pretende lograr y tener al alcance todos los elementos necesarios, tanto desde el punto de vista técnico como composicional (algunos de los artistas comienzan realizando bocetos de sus obras). Una vez determinado esto, se procede a construir el escenario, o lo que es lo mismo, el fragmento de realidad (en muchos casos no existente por si solo). Como parte de un complejo proceso creativo que incluye además el tratamiento posterior del registro fotográfico (ya en película negativa, diapositiva o archivo en mapa de bits o vectorial) escogido en el laboratorio, analógico o digital, para más tarde ser trabajado, es que aprovecho nuevamente para introducir en este marco propicio el término de “fotografía procesual” [2].
Dichos procesos, que en diversas ocasiones advierten una complicidad performática ocurrida solamente entre el sujeto/objeto fotografiado y el fotógrafo (que no tiene por qué ser necesariamente el artista —esto cuestiona a mi juicio lo que erróneamente se ha llamado autorretrato— ( y piénsese en la obra de Marta María Pérez, Cirenaica Moreira o René Peña), ve su consecuencia en el producto final, es decir, las fotografías amén de visibilizar un trabajo de mesa predeterminado también funcionan como documento del devenir de la creación desde el momento inicial, algo que muy pocos advierten una vez que se enfrentan a una pieza concluida o ubicada en un espacio legitimador.
Foto: Adrián Fernández
Visto el hecho de tal forma, en la Duodécima Bienal de La Habana, como parte de la muestra colateral Zona Franca en el Parque Histórico Militar Morro-Cabaña, intenté junto a mi colega Chrislie Pérez, especialista de la galería Artis 718 del Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC), poner en práctica una tesis curatorial que reflejara los procesos creativos que toman como punto de partida o como desenlace a la fotografía. La exposición se tituló Rompiendo Reglas. Integrada por 11 artistas de distintas generaciones y formaciones, la misma pretendió mostrar desde las metodologías de trabajo que forman parte de su quehacer individual una multiplicidad de propuestas que en ese momento no pudo ampliarse sobre todo por razones de espacialidad, pero que deja abierto un amplio espectro de posibilidades a todo lo que conlleve de una forma u otra la experimentación mediante el uso del soporte fotográfico [3]. El hecho arrojó como resultado obras con discursos propios desde la historia, la memoria o lo puramente estético que vinculaban las nuevas tecnologías con la tradición, lo funcional con la construcción previa de estructuras escultóricas (maquetas) para después tomarles la fotografía (producto a exhibir), la intervención —incisión, tejido o adhesión de objetos sobre las creaciones hasta su disposición fuera de los marcos o patrones establecidos— dando lugar a la interacción directa artista/obra/público.
En resumen, la constante transgresión, que aunque no podemos afirmar a ciencia cierta que pueda ser vista como sinónimo de novedad a estas alturas (¿y qué puede serlo?), también determina el estado actual de la fotografía artística en Cuba.
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Esta denominación, entre otras similares que le otorgara la crítica del momento a la producción plástica, mostró un contraste ostensible con los tristemente célebres años 70 que para muchos duraron más que un quinquenio, aunque entre sus logros destacan los papeles rectores-formativos del Ministerio de Cultura MINCULT y del Instituto Superior de Arte ISA ambos creados en 1976 y que ya para inicios de la siguiente década daban sus primeras promociones de artistas.
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Cfr. Alain Cabrera Fernández. “Bifurcaciones y nexos en la fotografía contemporánea cubana. Concepto o/es documento”. Revista Artecubano 3/2014, pp. 40-45.
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La relación de artistas implicados en dicha muestra estuvo compuesta por: Lidzie Alvisa, Nadal Antelmo, Alvaro José Brunet, Alain Cabrera, Adrián Fernández, Ernesto J. Fernández, José M. Fors, Yomer Montejo, Liudmila & Nelson, Jorge Otero y Linet Sánchez.