Un conjuro titiritero contra la Triscaidecafobia
7/5/2018
Hace 25 años formo parte del comité organizador del Taller Internacional de Títeres de Matanzas (Titim). Desde entonces me encargo de la curaduría artística, entre otras cosas. La historia del evento ya ha sido contada unas cuantas veces. Esos avatares y satisfacciones, iniciados en 1993 tras la luminosa idea del dramaturgo y director artístico de Teatro Papalote, René Fernández, nos han hecho llegar hasta la edición número 13. Por suerte no padecemos de Triscaidecafobia.
Me apresté junto a mi equipo a construir una edición que fuera resumen de las tantas ilusiones acumuladas. Sabíamos que esta no podría estar ajena a los entuertos que debe atravesar en nuestros predios un evento de esta magnitud, de seguro que tampoco en otros, donde las condiciones logísticas son más halagüeñas. Ya concluyó el Titim. Este es mi extracto personal, mi visión sobre un hecho donde siempre he puesto toda la carne posible en el asador. Unas veces mejor cocidas, y otras imposible de evitar la crudeza de algunas partes. Así es la obra humana, querer y poder, y a veces queriendo no poder. Raras y auténticas paradojas, similares al misterio ancestral del teatro de títeres.
Ningún evento, por muy completo que esté en su concepción, complace el gusto general. Cada quien arma en su cabeza su propio festival, nosotros también, por eso ofrecimos talleres para profesionales y aficionados, aprovechados por los que verdaderamente estaban interesados en las experiencias únicas de maestros jóvenes como Carlos José Torres, co-director artístico del grupo “Y no había luz”, de Puerto Rico, país al que se dedicó el 13 Titim, el cual trabajó alrededor de un concepto performático danzario que tituló Criatura colectiva. A la técnica clásica del títere de guante se dedicó el maestro Rolando García, de México. Años insistiendo en redondear impecablemente esa forma de animar, donde ritmo, energía y creatividad lo son todo. Otra maestra, Deborah Hunt, neo zelandesa afincada en Puerto Rico, llegó por vez primera a Matanzas y enamoró a sus alumnos con la construcción de un títere que ella llama Hombre flaco. Los que asistieron a la clausura de los talleres el domingo 29 de abril, pudieron ver el resultado visual del taller Hecho a mano, de los realizadores cubanos Ivette Ávila y Ramiro Zardoya, autores del spot realizado en stop motion del 13 Titim.
Los niños matanceros fueron los agraciados con los talleres Títeres de Fábula y Criaturas de los sueños, de los mexicanos Federico Cauich (un veterano de nuestro evento) y la profesora Lizette Castro. Dos personas tan entrañables como consagrados a alimentar lo mejor del alma infantil. Ver a tanta gente joven deseosa de aprender los secretos del títere, en cualquiera de las propuestas ofrecidas, fueron una clave poderosa para mí, la certeza de que 2018 no es ya 1994. Un montón de lluvias, vientos y amaneceres coloreados han pasado por sobre el Titim, más la magia de los cuerpos inertes, que solo animan los hombres con su fuerza intrínseca sigue ahí, y yo diría que se ha dimensionado mucho más.
Lograr la presencia de 12 compañías extranjeras, las cuales llegan a Cuba, imbuidas por el espíritu festivo, franco y amistoso del Titim, nunca económico, nos permitió preparar un programa diverso en sus tendencias estéticas. Fuimos de la síntesis y minuciosidad de La tortuga negra, de Canadá, en una puesta en escena como La gran obra, sin textos, objetos, imágenes y un concepto contundente sobre lo efímero de la vida humana, a los ecos hallados en Cuento 53, Snowhite, de Mask Hunt Motions, de Puerto Rico, metáfora irónica del famoso cuento de Grimm en las técnicas de teatro de papel, máscara y otros estilos contemporáneos que se nutren de inspiraciones remotas. Una puesta en escena total, aderezada con música en vivo y la presencia fuerte a nivel dramático de Deborah Hunt.
Otros montajes internacionales insistieron en la tradición (El doctor improvisado, de Teatro al hombro, de México, La cucarachita Martina, de Teatro SEA, Puerto Rico/Nueva York) mezclada con los más auténticos aires de la contemporaneidad, para conquistar un resultado tan hilarante como exquisito en sus distintas especialidades. El actor y sus muñecos, o sus juguetes (como sucede en La vuelta al mundo en 80 días, de la Compañía de Teatro de Fernan Cardama, Argentina), compartieron sus energías en vivo, delante del respetable. Fue esa la marca de la mayoría de las propuestas teatrales. Narración oral, música en vivo, títeres u objetos, en interacción con el histrionismo de los interpretes de obras como El viaje de Hervé, de Ladrones de Quinotos, de Argentina, y Juanito y los frijoles mágicos, de La Bicicleta, de Costa Rica. Sucedió lo mismo con los unipersonales de Badulake Teatro, Un pato no tan feo, a través de libros pop up o con teatro de papel, Federico, Granada y Primavera, de Tinglado Teatro, ambos de México. El juego y la ceremonia, el cuento y la realidad, la magia y el testimonio visual de una vida truncada, ejemplos de que los títeres y los titiriteros pueden llegar a sugerir desde el retablo muchísimo más.
Otras agrupaciones como Títere Planet, de México (Momo), Tramant Teatre, de España (El nuevo traje de la Emperatriz), Rabbit Moon Theatre, de Canadá (El circo de las patatas), pusieron también al actor sin retablo delante de todos, accionando sobre sus mundos mínimos, apelando a la gracia natural de cada quien y reinventando historias conocidas desde nuevas y atractivas perspectivas dramáticas. No me siento satisfecho, pero si conforme. Todos los artistas de allende los mares que apostaron por nuestro jolgorio 13, tuvieron ante sí los mismos desafíos que nosotros, y puedo decir, con conocimiento de causa, que los enfrentaron y vencieron.
La muestra nacional, donde destacaron varios estrenos (La casa del escarabajo de Retablos/El Arca; Marineros, de Teatro Andante y Club de Clowns, del Teatro El Mirón Cubano; más dos espectáculos realizados al borde de los retablos ¡Pum!, de Teatro Tuyo y Jardín adentro, de La Isla secreta) estuvo antecedida por un proyecto al que le pusimos muchas ganas todos los implicados: Zona en progreso, nuevos rostros del títere cubano. Jóvenes directores se inauguraron en el difícil arte de levantar una puesta en escena con figuras. Todas distintas en sus alcances y resultados, pero igualmente auténticas, alabadas y criticadas para bien, por un panel de excepción integrado por los maestros titiriteros Pablo Cueto (México), Armando Morales (Cuba), Manuel Morán (Puerto Rico), Fernán Cardama (Argentina) y especialistas, promotores y críticos internacionales y del patio como Jacques Trudeau (Canadá), Omar Valiño, Yudd Favier y Blanca Felipe (Cuba). Lo que suceda a partir de ahora con estos muchachos, será lo natural. Han iniciado un camino que depende de sus afanes e inteligencias, a las cuales añadiría unas gotas de humildad y persistencia. Bien valió la pena no esperar a que aparecieran sus semblantes esperanzados sobre nuestros escenarios, sino preparar el terreno para que ello sucediera, como un signo de continuidad tan obligatorio como necesario.
Del abultado programa de opciones se quejaron algunos, los menos. Entre 1994 y 2014 fueron muchas más, hasta que el contexto económico y social nos golpeó material y humanamente, e hicimos cambios arriesgados que eran imprescindibles. Recibir además de los invitados del Titim a los participantes de reuniones y Consejo Mundial de la Unima (Unión Internacional de la Marioneta), más el intento de armar una red de festivales en la región bajo las siglas de Fintla (Festivales Internacionales de Títeres de Las Américas), nos exigió crecer en organización y efectividad. Ha sido una batalla dura, por encima de nuestras propias posibilidades, en tiempos de guerras humanas y económicas, cambios políticos y climáticos, desarrollo tecnológico e involución a nivel moral y sensible en muchos niveles de la existencia de los hombres y las mujeres. Pero continuamos, nos hermanamos anteriormente con citas similares como las de los festivales internacionales de Tolosa (España), Tlaxcala (México), Maldonado (Uruguay) y Aragua (Venezuela), y en 2018 sucedió con la Jornada Habana Titiritera: figuras entre adoquines y la Temporada de Teatro Latinoamericano y Caribeño Mayo Teatral de Casa de Las Américas.
Le pusimos en 2010 el nombre del dramaturgo Freddy Artiles, fundador del Titim, a nuestro evento teórico, que volvió ahora a recibir a personalidades de varias partes del mundo, proyectó documentales, presentó libros y rindió homenaje al Guiñol de Remedios Fidel Galbán en sus 50 años, a Xiomara Palacio y Rafael Mélendez. Lleno de personas atentas en sus tres sesiones, dio paso a las muestras expositivas de títeres, bocetos y fotografías, que completaron un retrato fiel de las aspiraciones, carencias y solvencias de nuestro gremio. Los nombres de Zenén Calero, Antonio Morales, Sonia Almaguer y Adán Rodríguez fueron luz para cada acción emprendida en este segmento, que yo considero imprescindible, si queremos llegar alguna vez a espacios seguros para nuestra profesión.
Todo fue completado con sendos conciertos, el de la soprano Bárbara Llanes y sus invitados en 13 canciones para estar contigo, en la Sala de Conciertos José White, y el de la juvenil Orquesta Miguel Faílde, en el Jardín de Pelusín del Monte. Teatro La Proa celebró sus tiernos 15 años con una edición matancera de La bolsa del pelicano habanera, un encuentro con diferentes manifestaciones artísticas que no excluyen al títere, dueño absoluto de los principales momentos de la noche del 28 de abril. Se entregó por segunda ocasión la Distinción Hermanos Camejo y Pepe Carril, esta vez a las manos prodigiosas de los maestros cubanos Miriam Sánchez y René Fernández.
Los espectáculos de inauguración y clausura, encargado el primero a los jóvenes artistas de la Asociación Hermanos Saíz, de Matanzas, bajo la guía del bailarín, actor y coreógrafo Yadiel Durán, y el segundo al Grupo Musical de la Compañía Infantil La Colmenita, coparon de curiosos y entusiastas los recintos teatrales más grandes de la ciudad. El Teatro Sauto, aún en obras, como toda la capital provincial, fue abierto, especialmente para la magna ocasión, con la puesta en espacio Trasluz, mixtura de danza, sombras, circo, música y luces, todo de una belleza innombrable, y Somos cubanos, en el Cine Teatro Velasco, mensaje infantil de amor y paz, aderezado con sones y guarachas pertenecientes a lo mejor del repertorio de nuestra cultura sonora. Fueron ambos dos gestos preñados de futuro para decir ¡Hola y Adiós! En este 13 Titim.
Cumplida gran parte de las expectativas del Titim que ya tiene edad lozana, casi madura, creo que bien puedo entregar el batón de la curaduría artística a una nueva generación. De seguro mantendrán en alto lo que un cuarto de siglo sostuvimos un grupo de personas que están y otras que no. Como la vida misma, el Titim es un conjuro perenne contra la mala suerte, una apuesta de fe en los títeres y los titiriteros, a los cuales les auguramos larga vida.