México a buen resguardo en una Casa cubana
Ubicada en el Centro Histórico de la Habana Vieja y dirigida institucionalmente por la Oficina del Historiador, la Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez constituye uno de los mejores exponentes en nuestro país de los lazos de hermandad que unen a los pueblos de México y Cuba. En su inauguración, el primero de noviembre de 1988, estuvieron presentes el Comandante en Jefe de la Revolución Fidel Castro, acompañado por una amplia representación del Partido y el Gobierno cubanos, así como también el señor Miguel de la Madrid, Presidente de la nación azteca por aquellos años, al frente de una numerosa delegación de su país.
“Cuando se fundó esta institución, hace treinta y tres años, se le dio el título de Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez, por lo que representaba, y aún representa, este hombre altruista y solidario no solo para la historia de México, sino para la historia de toda la América Latina”, dijo en exclusiva el licenciado Miguel Hernández Montesino, fundador y director de esta institución.
“La Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez constituye uno de los mejores exponentes en nuestro país de los lazos de hermandad que unen a los pueblos de México y Cuba”.
Más adelante añade, “en honor a su memoria es justo recordar su posición frente a las intervenciones que se dieron en México a partir de 1862 por parte de Inglaterra, Francia y España, naciones que exigían el pago de la deuda contraída por México. Si bien Inglaterra y España abandonaron sus propósitos intervencionistas, el ejército mexicano, dirigido por Juárez luchó contra los franceses hasta derrotarlos definitivamente en 1867. El ejemplo de la tenaz resistencia de Juárez por la soberanía de su país se extendió a los pueblos latinoamericanos y el Congreso de Colombia lo reconoció como el Benemérito de las Américas, es decir, de mérito sobrado, título ratificado por el Congreso de República Dominicana.
“De modo que fue Benito Juárez el nombre que seleccionó la Oficina del Historiador para la institución. Pero como todos los eventos que desarrollamos aquí están relacionados con México, exposiciones, conciertos, presentaciones teatrales y danzarias, la conmemoración de todos los actos patrios de esta hermana nación; los vecinos de la comunidad comenzaron a llamarla Casa de México y ese nombre se ha ido extendiendo dentro y fuera de Cuba. Por ello su título original terminó siendo minimizado como Casa de México”.
Entre sus espacios interiores la instalación cuenta con una biblioteca que lleva el nombre del prestigioso escritor mexicano Alfonso Reyes. “La fundación de nuestra biblioteca es anterior a la Casa, pues fue creada en 1966 como parte del trabajo de la Sociedad cubano-mexicano de relaciones culturales. Sociedad que había fundado y presidía el entonces rector de la Universidad de La Habana, el doctor Juan Marinello.
“Alfonso Reyes, reconocido como el mexicano universal, fue un gran amigo de Cuba y mantenía una relación entrañable con la intelectualidad cubana de la primera mitad del siglo XX. Había sido merecedor del título de Doctor Honoris Causa, otorgado por la Universidad de la Habana. Por sus vínculos con Cuba y su valía como escritor, la Sociedad cubano-mexicana decidió nombrar esta biblioteca Alfonso Reyes, cuando todavía faltaban muchos años para que se inaugurara nuestra Casa”.
Con más de ocho mil títulos, conformados por su fondo original y otros que la Casa ha ido adquiriendo mediante distintas donaciones personales y colectivas, a juicio de Miguel Hernández, “este espacio tiene un gran valor para la institución, porque la literatura mexicana, tanto la narrativa como la poesía y la producción literaria científica, es muy importante no solo para América, también para el mundo.
“México atesora, por ejemplo, tres Premios Nobel, aunque no todos en la especialidad de literatura. Posee igualmente un número considerable de escritores que han sido reconocidos con el Premio Cervantes, mientras otros han merecido el galardón Príncipe de Asturias. Es, en fin, un país dueño de una producción literaria extraordinaria”.
El árbol de la vida de la Ciudad capital, el cobre de Michoacán, las caravelas de Puebla y las máscaras de las fiestas patronales según el calendario azteca; por solo mencionar algunas piezas y objetos de gran colorido y valor artístico y de excepcional belleza, confieren exclusividad a otro espacio de la Casa de México, reconocido como sala de exposiciones permanentes. “Hemos destinado esta sala fundamentalmente para exhibir objetos de arte popular mexicano. En este espacio está representada toda la producción artesanal de la nación azteca y como son tantas las piezas recibidas, tenemos que variarlas de manera temporal.
“En estas exposiciones de arte popular están representados veintisiete estados mexicanos, especialmente los del centro y el sur que fueron las regiones que tuvieron mayor desarrollo durante la época de las culturas precolombinas en México.
“Tenemos además unos fondos muy importantes que son representativos de las artes plásticas mexicanas, sobre todo de grabados que se exhiben igualmente en la sala permanente simultaneando con las exposiciones de arte popular. Aunque en las distintas muestras participan artistas cubanos, la inmensa mayoría de las obras corresponden a artistas y artesanos mexicanos”.
De la misma manera obras de consagrados creadores de la gráfica popular de la tierra de Juárez se exhiben como exposiciones permanentes en los distintos espacios de esta instalación, principalmente en su sala de conferencias.
“Ahora estamos trabajando en la creación de una sala dedicada a la historia, pero no a la historia más reciente. Una sala que sirva para exponer desde el punto de vista histórico documentos, objetos, elementos que nos acerquen a esa relación histórica entre Cuba y México y que no formen parte de los fondos museables de otras instituciones”.
En la Casa de México no podía faltar por supuesto el aula museo “que es parte del proyecto social de la Oficina. Una idea fabulosa del doctor Eusebio Leal surgida hace más de quince años. Es este un proyecto muy significativo cuyos resultados observamos a corto plazo cuando los estudiantes comenzaron a tener un mayor aprovechamiento escolar, también en el mejoramiento de su disciplina, incluso, en la mejoría de las relaciones de las familias con nuestro Centro.
“Alumnos de varias escuelas y diferentes grados, hasta de preescolar, han pasado por nuestra aula museo. Lo que nos permite asegurar que el aula museo de nuestra Casa en el transcurso de todos años, ha contribuido a la formación de los niños desde el punto de vista educativo, al tiempo que han adquirido y ampliado sus conocimientos sobre la cultura, las costumbres, la arquitectura, los valores patrimoniales del pueblo mexicano. Esa actividad, ese taller, que tiene lugar en el aula museo, afianza el conocimiento de las raíces históricas que sustentan la entrañable relación entre México y Cuba en los cubanos de menos edad, dejando de ser ese conocimiento privativo de las personas de mediana y avanzada edad”.
Y en ese sentido resulta válido recordar que muchos de los principales patriotas cubanos vivieron en México. Tal es el caso, por ejemplo, del independentista José María Heredia; el Apóstol de Cuba José Martí, quien en carta inconclusa a su gran amigo mexicano Manuel Mercado, expresara su irrevocable decisión de dar la vida por su Patria; el inolvidable líder comunista y estudiantil Julio Antonio Mella y en tiempos más cercanos la propia Generación del Centenario liderada por Fidel.
En otra parte de nuestra conversación, Hernández refiere que la institución dedica otros espacios habituales que permiten el conocimiento del país y el pueblo mexicano. Y subraya que “no se trata de espacios físicos, sino de eventos, acciones culturales encaminadas a promover la cultura de esta nación hermana. Uno de esos espacios es, por ejemplo, las Tardes de la música mexicana, donde se presentan junto a los mariachis otros cultores de la música azteca en Cuba. También aprovechamos este momento para las presentaciones de agrupaciones y solistas mexicanos de visita en nuestro país”.
A propósito de esta manifestación artística, Hernández Montesino, explica que anualmente, en el mes de septiembre, la institución convoca a jóvenes aficionados entre quince y treinta años a participar en el concurso nacional de canción La Lupe, con el objetivo de “estimular y promover a los mejores cultores de la música mexicana y al mismo tiempo rendir homenaje al Comandante Juan Almeida, autor de esta emblemática pieza musical.
“Otro importante objetivo de trabajo de la Casa de México han sido los intercambios y encuentros académicos.
“Contamos asimismo con espacios dedicados a la literatura a los que llamamos Sol adentro, a partir de un poema de Alfonso Reyes. Invitamos a esta actividad a poetas, narradores y a literatos en sentido general, ofreciéndoles la oportunidad de promover sus obras.
“Durante estas tres décadas de trabajo también hemos tenido la posibilidad de recibir a delegaciones de diferentes estados de México, que han celebrado sus Jornadas Culturales en Cuba, como Campeche, el estado más representado culturalmente en los últimos tiempos.
“No es casual, puntualiza, que sea Campeche el estado más representado en estas Jornadas Culturales, porque desde el lejano siglo XVl ya existía en La Habana un barrio que tenía ese nombre y donde convivían mayoritariamente aborígenes procedentes de esa región. Representativas son igualmente las Jornadas Culturales de Yucatán, Morelos y Veracruz, por solo citar algunas”.
Otro importante objetivo de trabajo de la Casa de México han sido los intercambios y encuentros académicos, realizados con el apoyo esencialmente de la Facultad de Historia de la Universidad de La Habana y de algunas universidades mexicanas. “Nuestra institución es sede, agrega su director, de la cátedra universitaria Benito Juárez, presidida por el doctor Alberto Prieto. Acoge además la sede de la Sociedad cubano-mexicana de relaciones culturales, que fuera presidida durante muchos años hasta su enfermedad, por nuestro querido Historiador de La Habana. Su presidente actual es el doctor Miguel Barnet”.
Es muy probable que resulte increíble para muchos el hecho de que toda esta inmensa y encomiable labor realizada por la Casa de México esté a cargo solo de tres especialistas y para mayor asombro entre ellos está incluido su propio director, mientras otra especialista es la encargada de la atención a la biblioteca y solo una es museóloga.
Con relación a los vínculos de la institución con la comunidad, mi entrevistado asegura que son formidables. “Nuestros espacios habituales están abiertos al público en general, pero el mayor número de los asistentes corresponde a los vecinos de la comunidad y aquellos que residen en zonas cercanas al Centro Histórico. Con estas personas tenemos ya vínculos de amistad. Y en no pocas ocasiones se han convertido en los principales promotores de nuestras actividades.
“Asimismo hemos tenido la preocupación de llevar nuestros eventos culturales a instituciones y centros donde sus residentes no pueden, por razones de trabajo, de horario o de movilidad, visitarnos. En este sentido podemos mencionar el Convento de Belén, donde residen centenares de ancianos de la comunidad. En esta instalación se han presentado agrupaciones y solistas participantes en las distintas jornadas culturales auspiciadas por los diferentes estados mexicanos.
“Este excelente vínculo con la comunidad es una de las tantas y grandes enseñanzas de Leal, quien siempre nos inculcó que la razón de existir de cualquier institución cultural era su comunidad. Por ella y para ella, nos dijo siempre, estamos obligados a trabajar, porque en su conjunto forman la nación, la Patria”.
Y precisamente acerca de Eusebio Leal preguntamos al fundador y director de la Casa Benito Juárez: ¿cuánto conservan esta institución y su director de la herencia cultural legada por el Historiador de La Habana?
“Lo primero y más verídico que podemos decir es que Eusebio continúa aquí con nosotros. Cuando yo era todavía un recién graduado comencé a trabajar en la Oficina del Historiador, en 1987. Ese mismo año, en el mes de octubre, Eusebio me designó para que viniera a esta instalación y creara las condiciones para su futura inauguración como Casa de México.
“Fue esa la primera muestra de confianza en los jóvenes que percibí de él. Conservamos en su totalidad sus consejos y orientaciones y, por supuesto, sus exigencias que nos llevaron a convertirnos en hombres y mujeres útiles a la sociedad, en servidores a nuestro país.
“Este excelente vínculo con la comunidad es una de las tantas y grandes enseñanzas de Leal, quien siempre nos inculcó que la razón de existir de cualquier institución cultural era su comunidad”.
“De él también aprendimos y conservamos el respeto hacia las personas, cualquiera que sea su origen y condición social. La necesidad de exigirnos en cada una de nuestras acciones. Afianzó en nosotros un amor, un cariño infinito por Cuba y su historia, sin olvidar la historia de otros pueblos del mundo. Esa herencia, el ejemplo íntegro de Eusebio Leal, son los que guían diariamente todos y cada uno de nuestros pasos, todas y cada una de las acciones emprendidas y las que aún faltan por emprender”.
No porque las puertas de la Casa de México permanezcan cerradas por imperativos de la pandemia, se ha detenido el constante quehacer de sus especialistas. En su interior se realizan labores de reparación y embellecimiento y se trabaja arduamente en la preparación de una exposición, que se exhibirá en la Casa, en sus zonas aledañas y en otros sitios de nuestra capital.
La muestra, que formará parte de las celebraciones por el aniversario 34 de la fundación de la institución, incluye fotografías, objetos y documentos, enmarcados en más de cien grandes lonas, en las que se hace un recorrido por la historia de las relaciones entre México y Cuba, desde el siglo XVI hasta los acontecimientos más recientes, como la presencia de los médicos cubanos en distintas regiones de la nación azteca y el arribo a nuestros puertos, hace solo unos días, de buques mexicanos portadores de una valiosa carga de amor, insumos médicos y alimentos.