Es un placer enorme para mí hablar de este libro que hace años soñé editar.
Visitaba Matanzas y me tropecé con una singular exposición: los cuadros de Roberto Braulio sobre los poemas de Carilda Oliver Labra.
Los peculiares trazos me incitaron a leer aquellos poemas que afloraban en enormes paneles a lo largo de una sala y al momento me hablaron de alguien tan conocido como cercano a mis recuerdos de antaño: Pinocho, ese muñeco que no quiere ser inanimado y opta por el sufrimiento de los mortales, y en ese camino va dejando tiras de piel y apertrechándose de sentimientos hasta entonces turbadores por lo desconocidos.
La Dama de la Poesía, la enamorada eterna del amor, la princesa que todavía se asoma a los puentes del desvelo en busca del amor sin límites, era la causante de aquella muestra, de ese enorme sobresalto cultural. Carilda, siempre Carilda…
Recuerdo que torpemente tomé una agenda y traté de copiar aquellos poemas, llevarme conmigo el ánima de tanta belleza inaprensible; pero debí marcharme apremiado por el tiempo.
Un buen día, hablando con Raydel Hernández de otros asuntos, se mencionó aquel libro que todos llamábamos Pinocho. Tan entusiasmado como yo, Raydel me presentó a Roberto y comenzamos a urdir proyectos juntos.
Muchos libros no se han podido realizar, pero este sí. Y creo que la vida premiará a todos sus lectores con algo inusual, un modo diferente —pero verdaderamente íntimo, sentido, vehemente— de adueñarse de la figura del clásico muñeco incomprendido, que va descubriendo diferentes estadios humanos para ganar esa sensibilidad que no conoce el madero.
El lector va recorriendo de la mano de ese Pinocho inanimado cuanto le enfrenta el mundo en su camino, un camino difícil, pero hermoso, como siempre es (y será) el camino del crecimiento a partir de la catarsis sobre uno mismo.
Porque nadie dudará que este es un libro catártico tanto para su autora, como para los personajes que ella misma redescubre a cada página, tributario de sus estéticas anteriores, aunque siempre encaminado a ahondar en una de sus mejores razones: el amor, el deseo y la pasión inconfesa por lo visto como imposible. ¿Acaso no hay mayor imposible para alguien que renacer dejando atrás todas sus esencias y asumir las del objeto venerado?
En el crecimiento de este muñeco de madera, la autora revisita sus principales motivos existenciales-literarios y aprehende múltiples símbolos que se nos dan en las pinceladas que magistralmente ha sabido captar ese otro poeta de la imagen que es el pintor matancero Roberto Braulio.
Todo el tiempo nos conmueve y asombra este singular Pinocho que “no quiere obedecer voces ajenas, escapa de la culpa y del miedo. Se parece al hombre cuando elige abrir algún camino que no tenga dueño”. Porque este muñeco, que “ha nacido sin carne y no tiene un corazón para su angustia”, descubrirá un día que “Ser humano es un asunto serio”, pero “¿Quién puede cortar los hilos del destino?”.
Carilda, con su gracia de siempre y esas imágenes tan suyas que todos conocemos, nos dice que “dentro de la madera tiembla desamparado un hombre que no sabe si es de hijo o de amante el amor que lo trastorna”.
El enigma no resuelto de su ancestro arrastra al madero hasta su fuga, solamente lo abraza la libertad del viento; revivido en un muñeco que se sueña de carne y hueso, sangre y fuego, esperanza y luz, él se inventa una vida humana hasta el delirio: “Dos son las luces dichosas del farol como dos los que se juntan en un beso”, nos dice Carilda en su libro, una especie de hito en su vasta creación.
Una historia del deseo es este conjunto armonioso de imágenes que nacen desde un verso o poemas que beben de una imagen: diálogo de artistas que se unen, multiplican y reverdecen en pos de un eros vital y promisorio.
La relectura del mítico niño de Collodi, reverdecido en el aliento de Carilda Oliver Labra y recreado por Roberto Braulio, el proemio de Raydel Hernández y la despedida de José Manuel Espino, nos entrega este libro singular y diferente: quien pase por sus páginas queda en ellas cautivado, porque “este cuento jamás fue sobre un niño, ni sobre el temblor del árbol, ni sobre la soledad del viejo carpintero. Pinocho es la historia del deseo”.
Hagamos nuestro pues, este hermoso poemario que nos entrega la editorial Gente Nueva con la certeza de que nos hará crecer en la lectura, redimensionar la obra inconmensurable de Carilda y asombrarnos, una y mil veces, de la historia de ese muñeco inmortal que se niega a decir adiós y que, como expresa uno de sus más inspirados versos: “Por ahora solo es un estallido de luz entre las nubes”.