Aunque las puertas de las bibliotecas en Cuba se abrirán completamente cuando venzamos la COVID-19, el trabajo de estas instituciones, creadas para favorecer el desarrollo cultural y científico de nuestra nación, no ha cesado. A puertas cerradas, los soldados de Minerva, inmersos más todavía en su habitual silencio, “realizan inventarios, se trabaja intensamente en la digitalización de varios documentos, en el reordenamiento y reparación de algunos fondos, en la actualización de catálogos y en la limpieza técnica de las colecciones, que entre otras muchas labores harán posible, cuando las condiciones epidemiológicas lo permitan, que cada uno de nuestros servicios se ofrezca con mayor eficiencia y calidad”, dijo en entrevista exclusiva Margarita Bellas Vilariño, máster en bibliotecología y Presidenta de la Asociación Cubana de Bibliotecarios.
Precisamente en este 2021 se conmemora el aniversario 203 del natalicio del prestigioso intelectual Antonio Bachiller y Morales, considerado por José Martí como el patriarca de las letras y padre de la bibliografía cubana. La también subdirectora de la Biblioteca Nacional, encargada del sistema de bibliotecas públicas, refiere además que “fue el 7 de junio de 1950 cuando se efectuó en nuestro país la primera celebración para recordar a Bachiller y Morales, actividad auspiciada por la Oficina del Historiador de La Habana, dirigida entonces por Emilio Roig de Leuchsenring”.
Asimismo rememora que la primera biblioteca pública que existió en Cuba “perteneció a la Sociedad Económica de Amigos del País, fundada en el siglo XIX. Después fueron creadas dos bibliotecas muy importantes que todavía son referentes en la bibliotecología cubana: la biblioteca Elvira Cape, en Santiago de Cuba y la biblioteca Gener y del Monte, en la provincia de Matanzas. Son estas las más antiguas. Posteriormente se fundaron otras como la Biblioteca Nacional José Martí, en 1901, que por estos días y hasta el 18 de octubre está conmemorando el aniversario 120 de su inauguración”.
A partir de 1959, y como parte de uno de los programas prioritarios de la recién triunfante Revolución, se potenciaron las bibliotecas existentes en el país y se crearon otras. Años más tarde, por Decreto número 86 de 1981, se oficializó el 7 de junio, fecha del natalicio de Bachiller y Morales, como el día de celebración para las bibliotecarias y bibliotecarios cubanos. Y un lustro después, en el mes de abril, quedó constituida oficialmente la Asociación Cubana de Bibliotecarios.
“La Asociación Cubana de Bibliotecarios tiene sus orígenes en la época de la República. En ese período existieron muchas asociaciones que reunían a los trabajadores de estas instituciones y esa época contó también con la presencia de figuras prominentes, con grandes inquietudes bibliotecológicas, como la doctora María Teresa Freyre de Adrade. En esos años hubo igualmente un fuerte quehacer bibliotecario, representado por la propia María Teresa y también por Julio Lobo, quienes junto a otros intelectuales fundaron varias asociaciones. Entre ellas destacan Amigos de la Biblioteca Nacional y la Asociación de Profesionales de Bibliotecas.
“Estas asociaciones dejaron de existir cuando se produce el triunfo de la Revolución, en 1959. En ese período, que se extiende hasta 1986, aunque no hubo asociaciones de bibliotecarios, existió, sin embargo, un gran despertar del trabajo bibliotecario en Cuba, porque el gobierno revolucionario propició la creación de un número considerable de instalaciones dedicadas a incentivar la lectura. Es notorio, por ejemplo, en la década del 60, exactamente en 1966, la gran campaña llevada a cabo por el gobierno para la creación de las diez instituciones básicas, la cual contemplaba que en cada municipio era imprescindible la existencia de una biblioteca, una casa de cultura, un cine, etcétera”.
La proliferación de las bibliotecas en todo el territorio nacional y la necesidad de perfeccionar su funcionamiento llevaron a la creación de los diferentes sistemas de bibliotecas: “el sistema de bibliotecas públicas, el sistema de bibliotecas escolares y el sistema de bibliotecas especializadas, como las dedicadas, por ejemplo, al sector de la salud; las bibliotecas académicas y científicas entre las que se encuentran las bibliotecas creadas en las universidades y, por último, los centros de documentación adscriptos a diferentes organismos, instituciones o empresas.
“El sistema con mayor cantidad de bibliotecas es el escolar, que alcanza más de seis mil en el país, porque en cada escuela radica una biblioteca. Este sistema es dirigido por el Ministerio de Educación. Le sigue el sistema de bibliotecas públicas, a cargo metodológicamente de la Biblioteca Nacional e integrado por 389 bibliotecas extendidas por toda la Isla y suscriptas al Ministerio de Cultura”.
“El gobierno revolucionario propició la creación de un número considerable de instalaciones dedicadas a incentivar la lectura”.
Aparejado al crecimiento y reordenamiento de las bibliotecas, y en aras de enriquecer y hacer cada vez mejor la labor de quienes llevan su vida entre libros, se creó igualmente en la década del 80 la Escuela Nacional para la formación de bibliotecarios, con sede en La Habana. “Este centro de superación ya no existe, porque actualmente la formación de bibliotecarios está incluida en los programas de estudio de los distintos tecnológicos y universidades del país. Hoy contamos con licenciados, másteres y hasta doctores en bibliotecología. Es decir, que ya la nuestra es una especialidad consolidada. De la misma manera es por estos años en que Cuba comienza a participar en eventos internacionales y es entonces una necesidad la creación de una asociación como la que ya existía en algunos países de Latinoamérica”.
Con 3027 miembros, la Asociación Cubana de Bibliotecarios cuenta con filiales en 13 provincias del país. “Solo falta la creación de estas en Guantánamo y Mayabaque, donde damos pasos seguros para su inclusión, lo más pronto posible, en nuestra asociación”. Los propósitos fundamentales de esta asociación, integrada en su totalidad por profesionales del sector, son propiciar el intercambio de conocimientos y experiencias entre sus integrantes, además de la realización de cursos y talleres dirigidos a la superación de los mismos, así como la entrega de reconocimientos y premios a bibliotecarios destacados en el desempeño de esta noble profesión.
Respecto a la celebración del aniversario 120 de la fundación de la Biblioteca Nacional José Martí, Margarita Bellas destaca que desde los primeros meses del presente año esta legendaria institución desarrolla un amplio programa de actividades, “que dadas las circunstancias actuales estamos limitados a cumplimentarlo casi en su totalidad a través de las redes sociales. De forma virtual desarrollamos, desde el 2 y hasta el 7 de junio, un evento científico bibliotecológico planificado para esa fecha con motivo también de la jornada por el día del bibliotecario. Durante el desarrollo del evento, organizado por la Sociedad Cubana de Bibliotecarios en su aniversario 35, se presentaron investigaciones, experiencias prácticas y conferencias magistrales impartidas por profesores de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de la Habana.
“Este evento científico contó con una amplia participación y en sentido general fue muy exitoso, no solo por la cantidad de trabajos presentados, sino también por su gran calidad. En él se abordaron además temas tan medulares, como la labor que desarrollan en estos momentos los bibliotecarios cubanos, especialmente en pos de la cultura y la educación.
“En la propia Biblioteca Nacional se realizan labores constructivas en nuestro teatro, que ampliará grandemente su capacidad. Asimismo estamos trabajando para la inauguración de la sala infantil y juvenil que llevará el nombre de Eliseo Diego, y en general en toda la institución se llevan a cabo labores de restauración y remozamiento. Todo ello encaminado a hacer de nuestro centro un lugar mucho más atractivo, agradable y funcional. De la misma manera, a través de nuestro portal web desarrollamos un trabajo sistemático promoviendo los fondos raros, promocionando las mejores investigaciones, sobre todo aquellas relacionadas con el trabajo realizado por nuestra institución a lo largo de sus 120 años de existencia”.
En estos tiempos en que lamentablemente la lectura no siempre es una prioridad, Bellas Vilariño insiste en la necesidad de escudriñar entre páginas como la vía más eficaz e insuperable para la adquisición de conocimientos. “Y si las condiciones epidemiológicas actuales no permiten la presencia de usuarios en nuestras bibliotecas, desde hace ya muchos años puede contarse con el uso de los libros en soporte digital. Es esta también una manera para incentivar el amor por la lectura”.
“Hoy contamos con licenciados, másteres y hasta doctores en bibliotecología. Es decir, que ya la nuestra es una especialidad consolidada”.
Con relación al uso cada vez más extendido del libro en soporte digital, recuerda que “cuando los bibliotecarios vieron la aparición de las nuevas tecnologías le cogieron un poco de temor. Estábamos acostumbrados a las fichitas, a las páginas mecanografiadas, a buscar en el catálogo, y entonces nos sorprende la tecnología. Ahora vemos que estas nos facilitan grandemente el trabajo, lo han hecho mucho más ágil”.
En su opinión “el libro digital es otra opción para el lector, pero existen todavía, y no son pocas, las personas que prefieren el libro impreso. Considero que ninguno de los dos va a morir nunca, como tampoco uno suplantará al otro. El libro digital llegó para quedarse y desarrollarse. Mientras que el impreso va a seguir siendo necesario, no solo entre las personas que ya contamos con cierta edad, sino también entre los jóvenes. Todavía hay muchas personas que se deleitan, que prefieren leer un libro impreso, que les gusta regalar un libro. De todos modos el problema es leer. Utilizar los libros realmente para lo que se hicieron, que es darnos cultura”.
La Presidenta de la Asociación Cubana de Bibliotecarios, con casi cinco décadas apegada totalmente a los libros, expresa por último su satisfacción por el importante rol que desempeñan los bibliotecarios cubanos en nuestra sociedad.
En ese sentido asegura que “cuando hemos compartido con colegas de otras partes del mundo, nos damos cuenta de cuán valioso es el trabajo de nuestros bibliotecarios, cuánto hacen a veces con pocos o casi ningún recurso, el gran conocimiento que tienen de su labor, la responsabilidad con que la desempeñan, cómo se crecen ante las dificultades, especialmente en estos largos meses de pandemia que impone el cierre de casi todas las bibliotecas. Ellos, sin embargo, no han dejado de trabajar, y cuando no están cumpliendo sus funciones en sus respectivas instituciones se han sumado con igual empeño a otras actividades, como apoyar el trabajo en los centros de aislamiento, en la entrega de alimentos y medicinas a personas vulnerables, además de su participación activa en las intervenciones sanitarias que tienen lugar en los municipios y provincias del país.
“En su inmensa mayoría nuestros bibliotecarios tienen gran experiencia y mucha valía. Su labor es encomiable, sostenida, y también persistente. Todas esas cualidades los convierten en una gran fortaleza. Por eso, más que una responsabilidad, para mí constituye un honor haber podido representarlos durante 18 años”.
Considero la labor de la Ascubi en Cuba de excelente. Tengo la dicha de trabajar en una biblioteca municipal desde hace más de 30 años en Báguanos, Holguín y soy la presidenta de la asociación en nuestra provincia. Los bibliotecarios hemos crecido, a veces ignorados pero fieles a nuestra profesión. Muchas felicidades para nuestra querida presidenta quien ha impulsado la labor de Ascubi en todo el país.