La ciudad puede, alguna vez, ser selva
13/10/2017
POEMA INCONCLUSO
La mano con que te digo
adiós, esconde el saludo
la distancia
con tu sombra por escudo,
amor, los pasos te sigo,
pues no sé
si no, a qué puertos iré.
Muda sombra de amor mudo
paso que das, yo lo sigo,
pues no sé
si no, a qué puertos iré.
Conmigo estás, yo contigo
en perpetuo no llegar.
Vas y vienes, yo te sigo,
pues no sé
si no, a qué puertos iré.
LIED
Mi corazón
lo trajo el mar.
Y suena a caracol junto al oído,
a caracol
de arena y sal,
hecho de oleajes y en el mar pulido.
Mi corazón
lo trajo el mar.
Si le arrojara
mi corazón
de noche el mar latiera a pecho mío.
De noche, el mar
tendría su voz,
su alegre voz de corazón-navío.
Si le arrojara
mi corazón.
En unas redes
de pescador,
al mar regrese, amigos, cuando muera.
Al mar regrese
mi corazón,
mi corazón de barca marinera.
En unas redes,
de pescador.
TODO PUEDE VENIR
Todo puede venir por los caminos
que apenas sospechamos.
Todo puede venir de dentro, sin palabras
o desde fuera, ardiendo
y romperse en nosotros, inesperadamente,
o crecer, como crecen ciertas dichas,
sin que nadie lo escuche.
Y todo puede un día abrirse en nuestras manos
con risueña sorpresa
o con sorpresa amarga, desarmada, desnuda,
con lo triste de quien se ve de pronto
cara a cara a un espejo y no se reconoce
y se mira los ojos y los dedos
y busca su risa inútilmente.
Y es así.
Todo puede llegar de la manera
más increíblemente avizorada,
más raramente lejos
y no llegar llegando y no marcharse
cuando ha quedado atrás y se ha perdido.
Y hay, para ese encuentro que guardar amapolas,
un poco de piel dulce, de durazno o de niño,
limpia para el saludo.
POEMA DE LA VERDAD PROFUNDA
Tú no entiendes, amigo, tú no entiendes.
Deja que te lo explique, no en palabras
que con palabras no se entiende a nadie
sino a mi modo oscuro, que es el claro.
Así oscura y claramente
lo siento yo:
A mí no me perturba la Rosa de los Vientos.
Bello es el Sur, pero también el Norte
tiene belleza.
Para mi casa en noche está la luna
y con mi vida puedo henchir la tierra
cuando la tierra es árida.
Sé vivir en el viento y en la nube
y beber el agua sobre las hojas.
No siempre se ha de estar alto, como Aldebarán.
Hay que saber doblarse sin partirse.
Saber leer, y luego
saber romper la copa.
La ciudad puede, alguna vez, ser selva.
¿Qué importa así o de otro modo?
Bebiendo sol y salitre en alto mástil de barco
o en presidio.
Me da igual.
Donde quiera estoy yo.
A salvo.