Selección de poemas
23/3/2017
That's me in the corner
That's me in the spotlight (…)
R.E.M
Elijo mi confesión,
la tumba donde sepultaré mis huesos
y la ira,
la lujuria por este tiempo y esta luz.
Elijo las muescas que lucirá mi piel,
todos los agujeros visibles y supurantes.
Ha habido demasiado silencio sobre
la intensidad de las cosas cotidianas.
Me arriesgo a poner todos mis pedazos en subasta,
para comprobar el tamaño de la codicia,
la cantidad de monedas,
los mercaderes y su triste abundancia.
Los momentos de éxtasis
ya están trucados.
Adoramos fingir bienestar
bajo las luces del escenario fraudulento.
Y quizá, sin saberlo,
terminamos siendo compasivos
con los gestos del desaliento.
Álbum de familia
Yo soy mi propia familia:
la llave roma,
inservible,
para abrir las puertas necesarias.
Detrás no hay linaje que justifique
desvaríos ni estertores,
huesos con los que armar
mi propio esqueleto fabulador.
Los retratos en las paredes están vacíos;
nadie pregunta por los muertos de antaño:
ya fueron olvidados.
Sobrevive un fantasma
que ronda entre sueño y sueño
y viene a avisar
que cierre la boca y abra los ojos.
Mi familia:
rompecabezas incompleto
y desperdigado sobre la mesa de cada día.
Como un soplo de la respiración de Dios
Como un soplo de la respiración de Dios
todo acontece.
No nos salvamos de la naturaleza fugaz
de lo que nombramos.
Sin previo aviso,
allí,
donde nuestro entusiasmo llegaba más alto,
aparecen las máscaras
los gestos displicentes,
los restos de un cadáver.
Nadie sabe
Va a acabarse este minuto
de la ansiosa espera.
Después de él
nadie sabe
lo que saltará asombrado.
Cómo será la piel de los extraños,
su consistencia,
los vestigios
de la azarosa luz que persiguieron.
De nada sirve cubrir los espejos
con un paño negro,
ellos dejan el cuerpo al descubierto,
la espalda,
el campo de batalla más explícito
donde van a yacer todos los intentos.
Cómo será la piel de los extraños,
de ese animal salvaje
que dormita
bajo el cerezo
y pretende irse sin ceremonias,
ausentarse como quien no estuvo nunca.
Nadie sabe.
Todo lo que sucederá
no será conveniente.
Habrá que arrastrase debajo de la hiedra
quemarse las manos
abrir un hueco en la almohada
para esconder los puñales.
Poner un vaso de agua
en cada esquina de la habitación.
Las criaturas que llegan con la noche
vienen con sed.
Whisper
Ella Fitzgerald canta.
Escucha.
Detén cualquier movimiento en este instante.
No podría regresar al cuarto
con el Blue Moon de Ella
bañando sus paredes,
con la certeza de que después
lo triste será el silencio
y la fuerza con la que cerraré los ojos
para que no veas la desilusión,
la docilidad con la que obedezco a tus impulsos
y grazno cuando me lo pides,
y silbo para atraer todo tipo de desgracias
sobre este cuarto en el que sé
que después de que Ella
pronuncie la última nota
de esa canción
que yo escucharía en cualquier azotea del mundo,
sola y feliz,
lo triste será el silencio.
Piénsame lejana
Piénsame lejana, casi muerta
por algún país austral.
Créeme simple, predecible
hasta de ojos cerrados.
Vulgar por mis pasos
de callejuelas sonoras.
Equivócate mil veces.
Me hallarás a la puerta
viva,
vacilante,
más pobre,
sin maletas.
Te abrumará mi costumbre de tristeza y baile,
la agonía de cada noche.
No cuentes la historia,
el viento no conseguiría
poner en disputa
su peso,
la extensión de la desgarradura.
Revelaciones de las hijas de Eva
Las mujeres ya no guardamos
los diarios debajo de la almohada.
No nos preocupa
quién pueda venir a develar nuestros secretos,
a conocernos,
a decir ella se parece a mí
o que mujer tan loca e irreverente.
Ya no sentimos vergüenza
por las palabras que utilizamos.
Decir deseo, está bien,
decir masturbación, está bien,
decir no quiero ser madre, está bien.
Ya no le tememos a los castigos,
a los insultos,
a que amemos a otra mujer
u otro hombre,
a ser felices,
aunque nos hayan dicho toda la vida
que la felicidad no existe.
Especial para La Jiribilla. Tomado del libro La intensidad de las cosas cotidianas.