Adiós al maestro Adolfo Roval
Una de las figuras de más larga y fecunda trayectoria en la historia del Ballet Nacional de Cuba (BNC), el maestro Adolfo Roval, falleció el pasado 24 de julio en su domicilio habanero, a los 91 años de edad.
Nacido en el poblado de Cruces, en la región central del país, el 19 de septiembre de 1929, se sintió atraído por el arte de la danza desde su más temprana juventud; pero las difíciles condiciones económicas y los prejuicios imperantes en la Cuba de entonces lo llevaron a realizar estudios de contabilidad y administración, como vía para ganarse el sustento.
En 1952 se vinculó a la Academia de Ballet “Alicia Alonso”, donde bajo la guía de nuestra gran bailarina y el maestro Fernando Alonso, dio comienzo a su formación en el campo de la danza. Consciente de lo tardío de la misma, se dedicó a enriquecer su formación artístico-técnica en los cursos que brindó la Academia, en los que tomaron parte eminentes profesores extranjeros como los rusos Alexandra Fedorova y León Fokine, las inglesas Phyllis Bedells y Mary Skeaping, el norteamericano Charles Dickson y el puertorriqueño José Parés, entre otros muchos, y para lograr la subsistencia económica bailó en los espectáculos de centros nocturnos tan afamados como Montmartre y Sans Souci, coreografiados por Alberto Alonso.
Su valiosa hoja de servicios en el BNC incluyó sus desempeños como bailarín-mimo, profesor, maître, regisseur, divulgador, secretario y relacionista público.
En 1956, como consecuencia de la crisis que enfrentó el Ballet de Cuba por los desmanes de la tiranía batistiana, se trasladó a Puerto Rico, donde fue fundador del Teatro de danza de José Parés y tomó parte en espectáculos danzarios de la televisión y los principales teatros del hermano país. En 1959 regresó a su patria para reincorporarse al recién organizado Ballet Nacional de Cuba, con el que viajó extensamente por Latinoamérica y numerosos países de Europa y del campo socialista en ese continente y en Asia, como la República Popular China, la República Socialista de Vietnam, la República Democrática de Corea y la República Popular de Mongolia.
Su valiosa hoja de servicios en el BNC incluyó sus desempeños como bailarín-mimo, profesor, maître, regisseur, divulgador, secretario y relacionista público. Su labor pedagógica se hizo extensiva también al Ballet de la Televisión Cubana, el teatro Lírico Nacional y el Ballet de Camagüey (en cuya fundación, en 1967, también participó); así como en instituciones tan prestigiosas como la Compañía Nacional de Danza de México, el Instituto Colombiano de Ballet Clásico, y la Cátedra y el Instituto Universitario de Danza Alicia Alonso, en las universidades Complutense de Madrid y Rey Juan Carlos y el Ballet de Cámara de Madrid, en España.
Galardonado con importantes distinciones, entre ellas el Premio Nacional de Danza, en el 2019, el maestro Roval fue siempre merecedor de la admiración y el respeto de generaciones de bailarines, maestros y profesionales de la danza, en Cuba y el extranjero, por su sapiencia, vasta experiencia y altos valores como ser humano. Su nombre y su ejemplo seguirán siendo baluartes para el futuro de la escuela cubana de ballet, hoy, en esta hora triste y en el porvenir.