Canción de amor
27/3/2018
Navegando en tu aire, Bonachea, 2003 (Acrílico / tela, 80×100 cm)
Cierta vez, un poeta escribió una hermosa canción de amor. E hizo muchas copias y las envió a sus amigos y conocidos, hombres y mujeres, y también a una joven que había visto tan sólo una vez y que vivía más allá de las montañas. Y cuando pasaron dos o tres días vino un mensajero de parte de la joven, trayendo una carta, que decía:
“Estoy profundamente conmovida por la canción de amor que escribiste para mí. Ven pronto y habla con mis padres para tratar los preparativos de la boda”.
El poeta respondió:
“Amiga mía, la canción que le envié no era sino una canción de amor brotada del corazón de un poeta, cantada por todo hombre y a cualquier mujer.”
Y ella le escribió a su vez:
“¡Hipócrita y mentiroso! ¡Desde hoy, hasta el día en que me entierren, odiaré a todos los poetas por su causa!”
Doña Ruth
Una vez hubo tres hombres que miraban desde lejos hacia una casa blanca que se erguía solitaria sobre una verde colina. Uno de ellos dijo:
-Aquella es la casa de doña Ruth. Es una vieja bruja.
-Te equivocas –dijo el segundo hombre–, doña Ruth es una hermosa mujer que vive allí consagrada a sus sueños.
-Ambos se equivocan –dijo el tercero–. Doña Ruth es la arrendataria de esta vasta tierra y extrae sangre de sus siervos.
Y continuaron su camino discutiendo acerca de doña Ruth.
Cuando llegaron a un cruce encontraron a un anciano y uno de ellos le preguntó:
-¿Podrías contarnos algo sobre doña Ruth, la que habita aquella casa blanca sobre la colina?
El anciano levantó la cabeza y sonriendo dijo:
-Tengo noventa años y recuerdo a doña Ruth desde niño. Pero doña Ruth falleció ochenta años atrás. Y ahora la casa está vacía. Los búhos anidan en ella, y la gente dice que el lugar está embrujado.