Wonderland
27/4/2016
A Virgilio Piñera, como el flash de una cámara.
A la necesidad urgente de escapar.
No. No creía en esa mierda de los sueños pueden hacerse realidad, y mucho menos en tres deseos que se convierten en hechos, ni en la magia, ni en las series manga, ni en las películas de ciencia ficción de los sábados.
Todas esas cosas eran porquerías escapistas, literatura barata, cine hecho para trastornados o freaks, se decía Alicia.
La realidad era esa que tocaba todos los días con las manos. El transporte, el pan, la voz de los vecinos, las canciones de moda, el ladrido de los perros. Y ella: real de los pies a la cabeza. Solidísima. Como si hubiera sido hecha en piedra y hueso.
A veces, cómo no, soñaba. Aquel era un impulso incontrolable de la psiquis del cual no podía escapar nadie. En sus sueños, se veía hermosa. Hermosa de verdad. A lo Marilyn Monroe. Con caderas redondas. A lo J.Lo. Pechos siliconados. Una actriz porno. Caminaba por las calles, siempre desnuda, y los hombres viraban el cuello solo para mirarla.
Al despertar, con un impulso poco racional, se asomaba al espejo y volvía a verse tal como era realmente: joven, pecosa, tan gorda.
Por eso, cuando Alicia encontró sobre la mesa del comedor, junto al pan del desayuno, aquella botellita y el letrero BÉBEME, su primer impulso fue reírse. Leyó con detenimiento: PARA GORDAS QUE QUIEREN SER FLACAS. Junto al frasco, había una galleta envuelta en papel celofán y otro letrero: PARA FLACAS QUE QUIEREN SER GORDAS. Más abajo: HAVE A NICE LIFE. Y una carita sonriente
☺
Aquello le pareció una broma terrible.
Aplastó la galletica con el zapato y luego barrió las migajas a la calle.
Tomó el frasco, dispuesto a estrellarlo contra la primera pared disponible en un ataque de furia reactiva. El letrero relampagueó frente a sus ojos PARA GORDAS QUE QUIEREN SER FLACAS. Abajo, en caracteres minúsculos, una segunda acotación: ADIÓS A LAS PAPADAS. ADIÓS A LAS ESTRÍAS. ADIÓS AL TEJIDO ADIPOSO EXTRA. SEA HERMOSA. GUSTE A TODOS. ÉXITO GARANTIZADO. WONDERLAND INC. S.A. DONDE LOS SUEÑOS SE CUMPLEN. Y, nuevamente, la carita contenta.
☺
Sin dudas, una broma. Mierda de freaks y para freaks. Enviada por algún conocido que sabía de sus innumerables pruebas de fuerza con las dietas, los ejercicios, la hambruna. Sin embargo, no se atrevía a arrojar el frasco contra el suelo. Ni contra la pared. Ni siquiera encima de una silla desocupada.
La mano le temblaba.
Podría probar, se dijo. Total. No va a pasar nada. Es como un juego pesado. Muy idiota.
Aún sin estar segura, abrió la tapa y se dio un trago de golpe.
Por un segundo, no sucedió nada.
Luego fue el retorcijón en el estómago. El mareo. La náusea. La sensación de que el mundo estaba patas arriba y de que ella caía por un agujero sin fondo.
Mierda.
Alicia se asomó al espejo sin reconocerse. Cuarenta libras de menos la miraban desde el cristal. Aleluya. Aún no era delgada, pero aquello podía lograrse con un nuevo buche. O no, mejor dos. Para que no quedaran dudas. Una modelo de revista. A magazine´s star. Una actriz en la alfombra roja. Sería todo eso. Con solo un sorbo, o con dos, o con tres. No, el frasco entero. Buche a buche.
Esta vez no fue el retorcijón de estómago, ni el mareo, ni siquiera la náusea.
Sino la inconsciencia absoluta.
Los ojos abiertos, pero sin ver.
El mundo dando vueltas en círculo.
El temblor.
El miedo.
La Nada.
La caída a través de la Nada.
El no existir.
Luego despertó. Apenas podía resistir la euforia. El pomito: vacío sobre el suelo. The happy face. Smiling.
☺
Se asomó al espejo con una sonrisa de vencedora.
Al carajo las dietas de la luna, del sol y de todos sus sucedáneos astronómicos. Abajo los aeróbicos, el Tae Bo, el Pilates.
Ahora sí que era una flaca. Un flaquita preciosa. De los pies a la cabeza.
Se rió de su antigua incredulidad.
Los sueños sí podían hacerse realidad. El pomito en el piso lo decía: HAVE A NICE LIFE. WONDERLAND INC. S.A. Donde los sueños se cumplen. Truly.
Entonces se vio.
Su cuerpo. En la superficie del espejo.
Delgado. Sí. Cómo no.
Su cuerpo: apenas una línea de carne que estaba coronada por una cabeza redonda. Como un chupa-chupa gastado. Los tendones, los huesos, los órganos y la piel se habían reducido a una tira apenas más gruesa que una soga. Y, encima de todo, los ojos de Alicia, redondos como los de un engendro de los anime de Miyasaki, miraban hacia el suelo, desesperados. En busca de alguna migaja sobreviviente.
Desde el frasquito vacío, la happy face☺ sonreía. Aún.
9 de julio del 2012
Un muy buen cuento, atrapante, realista, aunque no se describe a la protagonista el lector la imagina en la duda, en la desesperación en ser “la gorda”. El final impacta, nuevamente surge ante nuestros ojos la imagen de la joven mujer, en el espanto, en el horror. Breve y ameno, una escritura concisa, que golpea.
Es un cuento bastante ameno donde te dejan que utilices la imaginacion para ver en que situacion se encuentra el personaje principal. Te la relacionan con una gorda desesperada con ansias de adelgadazar pero cuando lo hace quiere volver a subir. Por eso te queda la interrogante de la inconformidad. Bastante realista y muy sencillo sabiendo llamar la atencion del lector.