…en esta batalla de ideas soy soldado raso y aquí hay un bojote de mariscales y de generales de ideas…
Hugo Chávez Frías
Armados de ideas
Encuentro con la REDH, 12/4/2008
Dicen por ahí que militamos en una causa nacida en Bizancio. Discusiones interminables que no dialogan con la sociedad aunque se refieren a ella. O a ellas. O a una parte. O a la totalidad.
Otros piensan que militamos en la causa de Narciso. De tanto mirarnos el espejo creemos que la realidad se condensa en la visión acotada de lo que amamos pero terminamos como Ekho, con solo nuestra voz, reproducida tantas veces, que realmente es solo una última palabra de otros. Y otras.
Hay aún quien piensa que militamos en la causa de Zelig, adaptándonos y mimetizándonos en cualquier tramo de la historia —cualquier historia— con tal de aparecer en la foto, en la película de actualidad, a veces sin poseer siquiera una obra que mostrar como producto de cada identidad, postura o actitud asumida de acuerdo con la coyuntura. O la estructura. O el congreso que toque.
Sobre los que piensan en que militamos en la causa de las manos primorosas, sin callos, de quien solo se dedica a pensar no voy siquiera a extenderme. Pero hay también quien lo dice. Y lo ejerce.
Sin embargo, somos más quienes queremos creer, necesitamos creer, que los y las intelectuales y artistas, los hombres y mujeres de ciencias, las y los creadores de ideas, conocimientos, belleza y sensibilidad, militamos en la causa humana a la que apelaba Chávez como detonante capaz de trascender las fibras de nuestros corazones conmovidos para proveer las estrategias, herramientas, horizontes y esperanza necesarias para que la trasformación real y profunda de toda situación de opresión, desigualdad, explotación, injusticia y atropello permita alcanzar, siempre con Bolívar, “…la mayor suma de felicidad posible”.
- Venezuela
La emergencia del bloque histórico, producto de la Revolución Bolivariana, debe encontrar las vías simbólicas, estéticas, espirituales y filosóficas que expresen el cambio de época en medio de las profundas y lógicas contradicciones que encara la defensa de la diversidad identitaria y la necesidad de arraigarnos para no alienarnos. El capitalismo, ya se sabe, no se sostiene solamente a través de los procesos económicos, financieros e industriales, sino con la defensa y refuerzo permanente de los valores que la modernidad eurocéntrica definió como modélicas de civilidad y democracia. La trampa de la hegemonía cultural es la que dificulta establecer con certeza el horizonte de sentido común que nos contiene y que, en Venezuela se vincula indudablemente a la noción de pueblo rebelde, insumiso y libertario.
La guerra en el orden simbólico es ataque a los niveles de conciencia, lo reconocía Fidel hace 60 años y sigue, mutatis mutandi, constituyendo la materia del círculo que queremos romper. El dilema planteado sobre el rol de la cultura, la creación, la estética en los procesos de cambio radicales para las y los venezolanos hoy, de cara a la concreción de esta nueva independencia, bloqueados, “sancionados”, castigados y asediados, demanda no solo la producción de alimentos y bienes necesarios para la vida física de nuestro pueblo, sino la producción de una ética colectiva que, fundada en Bolívar y Chávez, opere en lo cotidiano. Urgente es definir nuestra teoría revolucionaria, caracterizar y orientar los procesos de apropiación y resignificación del sentido en una dimensión histórica trascendente y despojada de la banal, efímera y mercantil moda que se vende como cultura occidental en tiempos de advenimiento de la cybersociedad.
Consciente del rol de los intelectuales y consecuente con los análisis y reflexiones de Fidel, Chávez en 2008[1], en un encuentro organizado por REDH en razón del ataque perpetrado por el gobierno de Álvaro Urbe al territorio ecuatoriano, ratifica la fundamental importancia de “…preparar, articular una poderosa batería de ideas. Aquí ustedes están es en pleno combate pues, o en pleno procesamiento, en plena articulación de esa batería de ideas para el combate contra el adversario ideológico…” que cuenta (el adversario) con la poderosa maquinaria, no sólo de la industria cultural y mediática, sino de siglos de modelado ideológico a través de la educación y la institucionalidad toda que consolida y justifica su hegemonía. Chávez reconoce, acompaña y recoge la necesidad de una militancia más ejecutiva, que incremente el impacto real de las ideas en los procesos de transformación y cambios deseados y trajinados. A tal efecto, recuerda que ya Bolívar hablaba la imprenta como la artillería del pensamiento, al reconocer que los intelectuales
…Tienen unos cañones de distintos calibres, pero aquí hay grueso calibre, llegó el momento de activar toda esta artillería (…) hoy aquí pudiera estarse percibiendo como una especie de, yo la pudiera llamar quizás exagerando, angustia de lo concreto o la angustia por lo concreto[2] que es una angustia que a mí me invadió hace mucho tiempo (…) la rebelión no se hace solo con libros, no, solo con libros no, se hace con libros y es imprescindible el libro, la idea, pero hay que hacerlo concreto”.
- Las tareas, Chávez dixit
La construcción del movimiento: la intelectualidad orgánica es intelectualidad de clase, intelectualidad de base. Se inserta en la fábrica, en el campo, en la universidad, en el barrio. Interactúa con los sujetos sociales en tanto uno de ellos, con los sujetos políticos, en tanto uno de ellos; la idea es idea-fuerza que impulsa el movimiento transformador, no ejercicio ubicuo con fines meramente bibliográficos.
La utopía como principio de realidad: no hay posibilidad de victoria, sea cual sea el objetivo, si no está cargada de confianza, de esperanza, de alegría. Aún la condición más adversa no excusa que no nos pongamos al servicio de la vida, explicarla con claridad, asumir las cargas de otros (o arrastrar la marca en jerga futbolera): “… no hay lugar para el pesimismo aun cuando uno sienta corrientes muy fuertes en contra, aun cuando haya rayos que partan los pararrayos, aun cuando uno vea nubarrones de cielos encapotados, yo creo que está amaneciendo un nuevo tiempo, veámoslo, hay un sol que se está levantando, hay un sol ahora: empujemos al sol”.
Si alguien encuentra una manera más bella de decirlo, que lo haga. Empujemos al sol.
La otra vanguardia: la contrahegemonía demanda de los creadores y creadoras máxima exigencia ética y estética para compensar la tremenda asimetría que el neoliberalismo impone en todos los órdenes sociales y culturales. La gestión de lo público en los aspectos administrativos, burocráticos requiere el mayor acompañamiento para la debida complementariedad en los frentes de lucha. Formar conciencia es un ejercicio político, gubernamental, de empoderamiento colectivo, “Las armas, las armas de las ideas, para crear conciencia, dice Fidel aquí. Esa es una tarea fenomenal que hay que asumir cada día con más intensidad. Las armas, las armas para nuestro pueblo de la organización, ya lo señala Fidel, organización y movilización”.
La guerra por otros medios: no se puede descuidar ningún frente. La unión cívico militar exige establecer la mayor cantidad de nexos posible entre la población civil y el pueblo uniformado. La ciudadanía debe ser capaz de enfrentar un ataque militar en toda regla, un pueblo armado de ideas, dice Chávez, de organización, de comunicación, pero también de fusiles. En nuestra opinión, la gran tarea que Chávez asigna a los intelectuales de hoy es establecer los puentes que permitan superar el prejuicio antimilitar, heredado de tan amargas experiencias sufridas por nuestros pueblos durante décadas de dictaduras sangrientas o democracias liberales, productoras de represión y muerte en nombre de los principios cristianos, las libertades civiles o los valores republicanos.
La superación del antagonismo intelectual-militar resulta crucial para sostener e impulsar los procesos de cambio y, todavía más, para sostener en el tiempo la Revolución Bolivariana. Stricto sensu, la unión cívico militar es la comprensión práctica y filosófica del sujeto militar como sujeto social. Para Chávez, es tarea de los intelectuales acercarse desde lo académico a la formación de doctrinas militares verdaderamente nacionales, que respondan a los intereses de su ciudadanía, a la geopolítica de la liberación y unión latinoamericana y caribeña y, más aún, del Sur global; una Fuerza Armada en la que herencia de las victorias de la Primera Independencia, liderada por el Libertador, se hace fuerza cotidiana para acrecentar la necesidad de la paz, pero con la dignidad y la identificación plena de que no hay soberanía si hay subordinación a intereses imperiales. Los muros simbólicos erigidos detrás de la no deliberancia hay que derribarlos, pues
…Necesitamos desalambrar, necesitamos que las ideas de renovación, de cambio, lleguen a los soldados que son seres humanos también. Muchas veces los intelectuales de la izquierda, de la revolución, de los movimientos progresistas o como llamemos, no ven a los soldados, o los consideran como algo perdido, yo recuerdo mi juventud más joven y discutía con algunos, algunos compañeros, estudiantes de las universidades, algunas universidades, ellos decían, no, ustedes son unos parásitos, repetían una consigna, repetían una consigna, son unos parásitos, o no, los militares no piensan, son una máquinas, es un cuadre firme (…) yo recomiendo ver a los soldados, oírlos y no sólo verlos y oírlos, buscarlos, buscar la emergencia del sujeto militar…
Si eludimos la tarea dibujada por Chávez la realidad será como la vivimos en Bolivia en 2020 o en los múltiples intentos por desestabilizar al gobierno venezolano tocando las fanfarrias del golpe abierto o encubierto: si no hablamos nosotros, si no construimos ese lenguaje, esa doctrina, ese intercambio desde la academia y el pensamiento, desde la cultura y la filosofía, desde la historia y las ciencias sociales, la Escuela de las Américas seguirá haciéndolo desde la visión hegemónica imperial.
Estar allí: la ofensiva popular estará dibujada por el pueblo todo pero tendrá artistas que amplifiquen la imagen, poetas que capten su belleza, ensayistas que sinteticen sus ideas, investigadores que repiensen y le den la vuelta a todos los fenómenos, voces que canten la lucha y la victoria, cuerpos que bailen lo que somos, ciencia al servicio de la vida, tradición que nos hinca en la historia viva de lo que hemos sido, ancestralidad erguida sin imposturas. Reconocemos en los y las venezolanas la inteligencia, el conocimiento y la creatividad infinita para no dejase derrotar. El intelectual colectivo nos enorgullece a diario. Aquí estamos.
Después de 60 años, agradecemos a Fidel y a Cuba por guiar y empujar los encuentros, diálogos, alianzas, debates y generación de los espacios necesarios para que esta red humanísima y diversa, mantenga su vigencia. En homenaje a ellos cerramos con Chávez:
“…Ojalá que la palabra de Fidel se cumpla. Estamos optimistas en que ese imperio siga debilitándose y que siga conformándose en el horizonte un mundo nuevo, un mundo distinto, para nosotros. Aquí decimos: socialismo, pero basta que sea la causa humana la que se imponga, el humanismo, la existencia humana, para hablar con Carlos Marx, la plena existencia humana…”.