ICIC Juan Marinello: la investigación cultural en voz de sus protagonistas
El Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello celebró a finales de 2020 su aniversario 25. Creado en 1995 a partir del antiguo Centro Juan Marinello, que promovía la cultura de los países socialistas, el actual Instituto se fue constituyendo en espacio para el pensamiento social y cultural, que ha favorecido el desarrollo de temáticas cruciales para las ciencias sociales cubanas, desde la pluralidad de voces, enfoques, metodologías y sustentos teóricos. En este trabajo una representación de sus protagonistas reflexiona sobre el impacto de la institución en la cultura cubana, y sus principales desafíos.
La Msc. Elena Socarrás de la Fuente, psicóloga y directora actual del ICIC, inició el ejercicio de su carrera en el Centro de Estudios de la Juventud, y luego pasó a trabajar en el sistema de Casas de Cultura; llegada al Instituto con Pablo Pacheco, atendió las investigaciones desde el punto de vista metodológico y organizativo, antes de asumir el rol de directora, junto a Fernando Martínez Heredia, cargo en el que se desempeña hasta el presente. Con varios años capitaneando esta nave, comenta sobre su evolución en el tiempo y evoca figuras que han definido el carácter de la institución:
Pablo Pacheco era, con mayúsculas, un Promotor de la cultura. Cuando él vino al Marinello, lo organizó desde ese enfoque. Por eso siempre digo que el ICIC está creado para investigar y promover sus resultados en diferentes áreas. Otra de sus cualidades fue la de impulsar la producción de resultados, porque, en el campo de las ciencias sociales, a veces puedes estar años trabajando un tema, sin embargo, Pacheco le hacía ver al investigador la importancia de entregar un resultado concreto, en ese momento, aunque luego siguiera perfeccionándolo. Esos resultados se convirtieron en libros que tampoco se quedaban en el ICIC, sino que los mandaba al sistema de bibliotecas del país. Su perspectiva incluyó, asimismo, la organización de eventos. Él lograba implicar a todos los trabajadores, y marcó nuestra forma de hacer ciencia.
Cuando Fernando Martínez Heredia asume la dirección, preserva toda esta filosofía de trabajo y comienza a desarrollar en el campo intelectual y conceptual una ampliación de los ejes temáticos y la formación del personal. No solo la superación a nivel formal y académico, sino enseñar al investigador a buscar y conocer más allá de lo que ya trae. Confrontar la literatura, discutirla, asumir un papel activo ante ella; eran habilidades que no siempre proporcionaba la formación universitaria, y él procuraba que estuvieran presentes en todos. Uno de sus legados más visibles actualmente es la labor de la Cátedra Gramsci, con un grupo de jóvenes que empezaron a estudiar la cultura en la Revolución como un binomio inseparable. Esa línea sigue con mucha fuerza y hace que la presencia de Fernando permanezca activa entre nosotros.
El Msc. Pedro Emilio Moras es uno de los investigadores que más tiempo lleva en el Marinello. Como psicólogo social lidera el equipo de Participación y Consumo Cultural, y se refiere a esta importante línea que periódicamente tributa valiosos resultados a diversas instituciones:
Me incorporé a la línea de Tiempo Libre que estaba trabajando desde la experiencia de Investigación-Acción en Jovellanos; además, nos dieron la tarea de estudiar los eventos y grandes festivales. Ya en la década de los 90 comenzamos a insertarnos en la temática de Participación Cultural y sale nuestro primer libro, que pretendía sentar los bases teóricas y metodológicas para quienes querían trabajarla.
En los últimos años he atendido un proyecto de investigación relacionado con la participación cultural de los adolescentes, que tiene que ver con el proyecto macro del Mincult relacionado con los derechos del niño y el adolescente a la cultura y a una recreación sana. Hemos podido publicar seis libros y estamos preparando un séptimo con definiciones teóricas y metodológicas. Me complace saber que esta línea se ha incorporado en las universidades, pues abundan las tesis de Psicología, Comunicación y Sociología sobre sus múltiples aristas.
La Dra. Yisel Rivero Baxter es otra de las que enriquecen la línea antes mencionada. Llegada al ICIC para cumplir su servicio social como licenciada en Sociología, luego de varios años desarrollando su trabajo, hoy es doctora en esa ciencia y exhibe las categorías de profesora e investigadora titular. La estudiosa reconoce a su Instituto como motor de gran parte de su superación:
Ha sido una institución que ha estimulado el desarrollo de los jóvenes, y les ha facilitado todas las posibilidades para ello. Yo también trabajo el tema de Sociología de la Educación como profesora en la Universidad de La Habana, y lo he podido combinar con las agendas del Instituto. Investigar y trabajar en la universidad ayuda a no enclaustrarse, gracias al constante intercambio con los más jóvenes. Creo que es un elemento para destacar, pues cuando das clases y estás habituada a investigar, puedes asesorar mucho más a los estudiantes; como investigadora también una se enriquece por el contacto constante con la teoría, diferentes tipos de bibliografías y metodologías novedosas.
Pero Rivero Baxter no es la única estudiosa que combina su carrera de investigadora con la de profesora, pues el ICIC, en su intención de constituirse en unidad docente que ofrece numerosos cursos de posgrado, ha promovido la relación de sus integrantes con las casas de altos estudios. La Dra. Elaine Morales Chuco, incorporada al Instituto luego de haber ejercido su carrera en otras organizaciones, se suma a la línea de estudios de las identidades que había protagonizado la psicóloga cubana Carolina de la Torre. Actualmente desarrolla la temática vinculada a las juventudes y a procesos de exclusión:
Si las identidades como categoría de las ciencias sociales son sumamente importantes, cuando las vinculas a esa heterogénea población de jóvenes cubanos se hace mucho más complejo el proceso, y si a eso le sumamos que se desarrolla en un determinado contexto en el que han crecido las desigualdades, cobra mayor relevancia. No es solo entender, seguir y estudiar la construcción sociopsicológica, sino focalizarla en grupos específicos que constituyen centros del pensamiento socialista en nuestro país.
Cuando eres un docente universitario vinculado a jóvenes, debes conocer cuáles son los problemas más acuciantes de tu realidad. Saber desde dónde te paras para establecer un diálogo con esa población que te sirve de interlocutora. Al propio tiempo, si eres un investigador, y no puedes poner en contexto tus resultados con una población tan importante como la juventud, estás perdiendo parte importante en la socialización y la introducción de resultados, que no es solo lo que hagan los decisores, sino lo que se haga con las personas y grupos que intervienen en las investigaciones.
Pero el ICIC no se ha quedado en la zona académica e investigativa, ni en la producción individual, sino que ha pretendido erigirse en un centro de pensamiento articulado con todos los ámbitos de desarrollo cultural del país. Sobre esta experiencia comenta la propia Elaine:
Trabajar de manera individual es lo menos productivo que puede hacer un investigador, pues no contrasta ideas ni perspectivas; además, se puede “quedar corto” al no cubrir otras aristas. Investigar con un grupo de personas que, entre todas ―porque somos mujeres— nos complementamos, vemos nuevos puntos de vista, nos alertamos de análisis que pueden ser más complejos, teorizaciones de apoyo… es muy útil y necesario. Tengo la felicidad de pertenecer a un equipo en el que se imbrican la psicología, la sociología y la comunicación social, con una formación posgraduada diversa, que nos proporciona un entramado teórico y de habilidades que ayuda mucho.
“…el ICIC no se ha quedado en la zona académica e investigativa, ni en la producción individual, sino que ha pretendido erigirse en un centro de pensamiento articulado con todos los ámbitos de desarrollo cultural del país”.
Los eventos del Marinello han reunido a importantes académicos del campo cultural cubano y han servido de espacio de retroalimentación constante. También han permitido la formación de nuevos investigadores, gestores culturales y agentes en general de los procesos relacionados con la cultura nacional. En este sentido, el Msc. Rodrigo Espina Prieto, sociólogo y antropólogo, actual vicedirector de Investigaciones del ICIC, reconoce los resultados de esta filosofía de trabajo:
Cuando yo trabajaba fuera, envidiaba los eventos que hacía el Marinello. Pablo Pacheco siempre alertó que no importaban las investigaciones archivadas, y hoy mantenemos esa concepción. Nosotros debemos ser un dispositivo que pueda enfrentar las problemáticas culturales del país. Tanto Pacheco como Fernando pensaron el Marinello como un espacio de debate.
Todos los que hemos llegado hemos ido asumiendo ese espíritu, que nos permite desarrollar el pensamiento crítico con responsabilidad. En cuanto tenemos un proyecto de investigación lanzamos al ruedo las ideas con los eventos y el intercambio, así nos retroalimentamos constantemente. La vicedirección, como estrategia de desarrollo, se ha propuesto articular estos espacios para poner en común los diferentes enfoques sobre nuestros temas.
En su afán de asumir una visión amplia y compleja de los procesos culturales, el ICIC ha trascendido el estudio de las bellas artes y la literatura para adentrarse en otros campos como el de la cultura popular y tradicional. La Dra. Ana Vera Estrada, una de las eruditas que han incursionado en esta temática en el Instituto, hoy es una de las estudiosas que también pulsa por poner a dialogar las investigaciones con sus protagonistas:
El primer acercamiento que hice fue desde una reflexión sobre las costumbres familiares, que llamé “historia de la familia”, pero tenía un trasfondo antropológico y sociológico. Luego empecé a moverme hacia los problemas de la trasmisión oral, desde la familia, pero también desde la vida social y la comunicación. En ese sentido comencé a trabajar con la teoría de la historia oral y a especializarme en el diálogo. Hice varios trabajos preliminares de recogida de memoria en varios territorios, y más recientemente me motivó el tema de los centrales azucareros y los conflictos —sociales y culturales— relacionados con su cierre.
Creo que estamos bastante lejos de tener un diálogo social adecuado: seguimos siendo un grupo de personas que hablan consigo mismas. Debemos buscar maneras de salir de esa concha; la publicación de libros y revistas es una forma de socializar nuestros resultados, pero hay sectores que se quedan fuera. Ahora tenemos las redes sociales, están llenas de productos, no siempre los mejores y más renovadores, pero debemos saber introducir en ellas las novedades científicas para tener un impacto social fuera del marco académico. También necesitamos acercar el diálogo a quienes toman decisiones; algo que está empezando a ocurrir, con esfuerzos de ambas partes.
El Marinello, paralelamente a sus investigaciones, ha sostenido en el campo de la cultura popular y tradicional una fuerte labor de promoción y reconocimiento no solo a sus portadores, sino a quienes han asumido la tarea de documentarlos. Tal vez el ejemplo más visible en el tiempo sea el premio Memoria Viva, sobre el cual la Msc. Raymalú Morales, luego de varios años dirigiéndolo, ofrece sus impresiones:
Me ha permitido conocer el compromiso de nuestro Instituto con nuestra cultura popular, a veces opacada por nosotros mismos, con noticias, eventos y distinciones que privilegian las bellas artes y la literatura. Memoria Viva es una condecoración que no lleva retribución monetaria, ni regalos, y debemos justificar tanto el premiado como el no premiado. El evento, que abarrota cada año el salón del Marinello con esos hacedores y defensores de nuestra cultura, es una muestra de lo plural y diversa que es, y del compromiso tras esos rostros, muchos ya llenos de arrugas, que vienen desde la comunidad más humilde hasta La Habana, a recibir orgullosamente un diploma por su trabajo, que es su propia vida.
La línea relacionada con la historia de la cultura en la Revolución y las ideas revolucionarias ha sido otra de las que ha caracterizado a la institución. La Dra. Caridad Massón, historiadora e investigadora del ICIC, inició sus abordajes del tema en la casa museo del Segundo Congreso del Partido Marxista Leninista, en Caimito; llegó al ICIC mediante Fernando Martínez Heredia y ha permanecido investigando la historia de las ideas comunistas y socialistas en la Isla, y temáticas relacionadas con la política cultural de la Revolución. Caridad valora la importancia de abordar con responsabilidad y rigor aristas complejas y poco tratadas de la historia de Cuba:
Hemos trabajado la República porque consideramos que es una continuación lógica que desemboca en la Revolución. Muchos de los debates actuales tienen su génesis en la República y en los primeros años de la Revolución. La labor del investigador es precisamente ir hacia aquellos puntos que pueden ser ambivalentes o prestarse a varias interpretaciones. Tratar la historia de nuestro pensamiento cultural desde la apología no es el camino para mejorar nuestra sociedad; debemos ser críticos para no cometer los mismos errores que se cometieron en otros momentos.
La Cátedra Antonio Gramsci ha unido a un grupo de jóvenes que continúan con orgullo el legado de Martínez Heredia. El Msc. Fernando Luis Rojas, relacionado con el ICIC desde su época estudiantil, empezó a trabajar con las actividades docentes y hace varios años es uno de los investigadores asociados a la cátedra. El joven estudioso reconoce el potencial del Instituto para conformar equipos multidisciplinarios que permitan investigaciones más complejas, así como la superación de sus integrantes:
Aun cuando hay investigadores acreditados, se ha dado espacio a otras personas para que desarrollen sus temas. No hay una mirada fragmentada, sino una búsqueda entre los procesos históricos y culturales, y la dinámica social; ello permite el intercambio entre los estudiosos.
Me parece de mucha utilidad el trabajo desde equipos multidisciplinarios, no solo para aportar cuestiones técnicas y metodológicas, sino concepciones propias para enriquecer las investigaciones. La experiencia de la cátedra ha sido muy positiva en ese sentido, porque además nos hemos articulado para promover la discusión de determinados problemas y enfoques relacionados con los retos que enfrentamos al estudiar la historia de la Revolución cubana; discutimos, asimismo, los resultados de las investigaciones antes de llegar al Consejo científico. Intentamos romper la máxima de que un investigador se presente como el dueño de un tema. Estamos en un mundo en el que aún tienen un gran peso las jerarquías académicas; sin demeritarlas, procuramos tener una relación con el conocimiento como una construcción colectiva.
La Educomunicación se ha ido posicionando entre las líneas de investigación del Marinello, y se lleva a cabo mediante la Red del Universo Audiovisual de la Niñez Latinoamericana (Unial). Desde una metodología de Investigación-Acción, el ICIC ha aunado a la mayoría de los proyectos que funcionan desde este paradigma a lo largo y ancho del país. La socióloga Msc. Eileen Sanabria expone los desafíos para su equipo de trabajo:
En varias ocasiones se ve el tema de la Educomunicación como una práctica de “con una cámara, empezar a trabajar con niños”, pero es mucho más complejo. Hay metodologías, temáticas sensibles, técnicas… y muchas personas que están haciendo cosas interesantes no tienen claro que están trabajando desde la Educomunicación. Por eso el mayor reto que tenemos con Unial desde el Marinello es apoyar todas esas experiencias educomunicativas con un sustento teórico y metodológico. Necesitamos sistematizarlas, poner en práctica lo realizado en otros lugares, incorporar las bondades de la investigación a todo lo que se hace de forma práctica. Aun cuando estamos en un instituto de investigación, necesitamos, como red, agrupar todos los proyectos que trascienden los escenarios investigativos y que se involucran en problemas del desarrollo.
“A pesar de lo logrado (…), el ICIC no considera haber vencido todas las metas. La más importante, según los entrevistados, es hacer sus resultados más aplicables a las políticas culturales del país y fortalecer el diálogo con las instituciones que son agentes de procesos culturales y sociales”.
A pesar de lo logrado en estos 25 años de investigación y debate, el ICIC no considera haber vencido todas las metas. La más importante, a criterio de los entrevistados, es hacer sus resultados más aplicables a las políticas culturales del país y fortalecer el diálogo con las instituciones que son agentes de procesos culturales y sociales. Para concluir, compartimos las proyecciones que Rodrigo Espina Prieto, desde la vicedirección de Investigación, enuncia para un futuro inmediato:
Ganar en más proyectos colectivos que permitan enriquecer los resultados. Mantener aquel espíritu de Fernando y Pacheco, y eliminar, también, cualquier visión simplista de la cultura: ver los vasos comunicantes y las raíces, estudiar con más profundidad las características territoriales, pues, aunque la cultura cubana es una sola, tiene sus peculiaridades por regiones.
Debemos seguir abordando temas como las influencias de otras culturas o el papel de las fiestas populares. Ratificarnos como dispositivo capaz de dotar de argumentación científica a procesos de corta y larga duración. Ofrecer respuestas y soluciones a procesos y debates contemporáneos, pues la cultura cubana debe seguir cuestionándose a sí misma, porque somos nosotros mismos quienes la hacemos. Tenemos que continuar trabajando para que el Marinello se mantenga como un centro de vanguardia que sirva a la patria, a la Revolución y a todo el pueblo cubano. Ese, para mí, sería el gran reto.